España recibe 104 casos importados pese al cierre de fronteras y sigue sin plan turístico
Con la reapertura turística, uno de los retos será la gestión de los casos importados. Fernando Simón no es partidario de hacerles pruebas o tomarles la temperatura
A partir de la próxima semana, los turistas volverán a España. Y entre ellos, es previsible que haya algún infectado de covid-19. La reapertura turística pondrá a prueba la capacidad para detectar y rastrear los contactos de los casos importados. Solo en el último mes, con las llegadas en mínimos históricos y las fronteras cerradas, se han detectado 104 positivos importados. Sanidad reconoce que el control de esos casos será uno de los principales retos a partir de ahora. De momento toma la temperatura en los aeropuertos, una medida que Fernando Simón cree que "no es la panacea para nada".
Los viajes entre comunidades aún no están permitidos, pero miles de alemanes llegarán a Baleares para pasar sus vacaciones a partir del próximo lunes. España se juega mucho en esa experiencia piloto en la reapertura turística. De lo bien que le vaya a ese sector el resto del año dependerá en buena parte la profundidad del hoyo económico en que ha caído el país por la pandemia. El control de los viajeros será un factor clave para lanzar una imagen de seguridad al exterior, además de para evitar rebrotes locales.
"El otro punto de batalla que vamos a tener en las próxima semanas son los casos importados, que son otro de los riesgos a los que estamos expuestos, y más a medida que se vayan abriendo las fronteras", reconoció este miércoles Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. En la última semana ha habido 24 casos importados. El origen de esos casos está en su mayoría en América, tanto Estados Unidos como Sudamérica, la región donde peor está evolucionando el virus en las últimas semanas.
La labor de control en puertos y aeropuertos le corresponde coordinarla a Sanidad Exterior. "Se están reforzando de manera importante sus servicios. Tenemos que ver cuándo estarán disponibles, pero tenemos todavía un margen", explicó Simón. El decreto que regula la gestión de la pandemia tras el final del estado de alarma establece que Aena y las autoridades portuarias deben colaborar con Sanidad Exterior, pero no recoge ninguna medida concreta para el control de los viajeros que lleguen del extranjero.
España comenzó a cerrar sus fronteras a mediados de marzo. Primero las terrestres y, a partir del día 22, también las aéreas. Pero el cierre no fue total. Desde entonces, han seguido llegando viajeros que cumplían algunas de las excepciones: españoles, europeos con residencia en el país, por trabajo o motivos de fuerza mayor, entre otros. Durante dos meses, pudieron hacerlo sin obligación de cumplir una cuarentena de 14 días, medida que entró en vigor el 15 de mayo y que seguirá vigente hasta final de junio, salvo en aquellos lugares en los que se permitirá la entrada de turistas.
Será a partir del 1 de julio cuando España reabra sus fronteras para todos los ciudadanos comunitarios, aunque en los últimos días ha habido confusión. La ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, dijo que las fronteras con Portugal y Francia se abrirían el 22 de junio, plan que tuvo que desmentir el Ejecutivo. Este miércoles, la Comisión Europea ha propuesto también el 1 de julio para la reapertura de las fronteras exteriores.
No a los test
Una de las comunidades que se adelantarán será Baleares, que podrá recibir hasta 10.900 alemanes repartidos entre sus cuatro islas. Entre las medidas adoptadas por su gobierno no está la exigencia de test en origen, como pedía Canarias, pero sí la toma de temperatura a la llegada, la obligación de rellenar un formulario con sus datos sanitarios y un seguimiento telefónico. Si un turista tiene síntomas, deberá llamar. Será sometido a un test y, si da positivo, será aislado en una residencia contratada por el Govern.
"La toma de temperatura no es la panacea para nada", dijo Fernando Simón. "Tiene más impacto psicológico y un impacto importante desde el punto de vista que un pasajero va a tomar que desde el punto de vista real de detección de casos. Si se pueden detectar algunos, bienvenido sea. No tengo nada en contra de que se utilice, pero no va a ser la solución", dijo. Tampoco se mostró a favor de la realización de test. "Una prueba negativa un día no implica que al día siguiente no pueda ser positiva, por lo cual tenemos que tener cuidado a la hora de sobrevalorar la utilidad de las pruebas indiscriminadas", explicó.
En su opinión, "la solución va a ser el seguimiento, la responsabilidad de los pasajeros y los turoperadores para identificar a las personas realmente enfermas, tratarlas y que estos hagan el seguimiento adecuado a ellos y sus contactos". En teoría, ese seguimiento ya se hace a los viajeros que llegan a España y tienen que hacer la cuarentena de 14 días. Pero en la práctica no sucede. Según 'eldiario.es', las llamadas del Ministerio de Sanidad se realizan de manera aleatoria.
Las estrategias de control, centradas desde el inicio de la pandemia en la contención de la transmisión comunitaria, están cambiando. Ahora el foco está en el control de brotes localizados, como el del Hospital de Basurto, en el País Vasco, a lo que se sumará el control de los viajeros. "Todas las comunidades autónomas van a tener que hacer un importante esfuerzo a la hora de detectar y controlar los casos importados y los posibles contactos que han tenido en nuestro territorio", dijo Simón. "Hasta que a nivel global consigamos un control total de la pandemia", añadió.
A partir de la próxima semana, los turistas volverán a España. Y entre ellos, es previsible que haya algún infectado de covid-19. La reapertura turística pondrá a prueba la capacidad para detectar y rastrear los contactos de los casos importados. Solo en el último mes, con las llegadas en mínimos históricos y las fronteras cerradas, se han detectado 104 positivos importados. Sanidad reconoce que el control de esos casos será uno de los principales retos a partir de ahora. De momento toma la temperatura en los aeropuertos, una medida que Fernando Simón cree que "no es la panacea para nada".