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El jefe de los antidisturbios el 20-S: "Con el dedo hacían como que nos cortaban el cuello"
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En el juicio del 'procés'

El jefe de los antidisturbios el 20-S: "Con el dedo hacían como que nos cortaban el cuello"

El teniente cerro filas en cuanto a la actuación de sus hombres: "Mi gente se comportó como profesionales, aguantaron todo lo que tuvieron que aguantar"

Foto: specto de uno de los coches de la Guardia Civil que realizaban un registro con motivo del 1-O en la sede de la consellería de Economía. (EFE)
specto de uno de los coches de la Guardia Civil que realizaban un registro con motivo del 1-O en la sede de la consellería de Economía. (EFE)

La tarde del lunes llegó el turno del teniente de la Guardia Civil que dirigió a los antidisturbios frente a la Conselleria de Economía el 20-S. El agente tuvo a nueve hombres a sus órdenes: dos custodiando la puerta, otros dos en el mostrador y seis con el personal de la comitiva judicial vigilando los despachos que se registraban. Llegó a las 8:00 y media hora después los manifestantes comenzaron a congregarse frente a las puertas: "Vemos que la gente empieza a gritar y les digo a los dos mossos de la puerta de ir avisando a los superiores porque en el control de masas las cosas cambian muy rápidamente". Pero la intendente que estaba a cargo de policía autonómica, Teresa Laplana, no movió ficha: "Le pregunté varias veces si iban a venir y ella decía que lo estaban valorando". Mientras los guardias civiles esperaban una reacción de los mossos, la tensión iba en aumento en la calle: "Con el dedo hacían como que nos cortaban el cuello", relató.

Las primeras horas transcurrieron con calma. A escasos metros de la Conselleria se concentraron manifestantes con banderas y gritaron las habituales consignas, pero la situación seguía siendo controlable. El miedo de los antidisturbios se centraba en ese momento en los vehículos que habían aparcado en la acera, pues en su interior guardaban fusiles: "Teníamos armas, cargadores, mucho material que era el que utilizábamos en este tipo de servicio". El teniente aseguró que en torno a las 11:00 se podría haber establecido un cerco alrededor de los mismos para moverlos al garaje, pero no obtuvieron respuesta de Laplana. Ni siquiera cuando a las 12:15 le avisaron de que ya habían roto las lunas y tenían a mano "el material sensible" que se escondía en sus maleteros: "Le dije a la intendente Laplana que habían roto los cristales del coche, pero no nos dio ninguna solución".

La tensión en la calle iba en aumento y los insultos a los antidisturbios comenzaron a repetirse una y otra vez: "Fascistas, terroristas, esta noche no salís de aquí...". La peor parte se la llevaron los dos agentes que custodiaban la puerta, por lo que el teniente optó por que sus hombres se fueran turnando en ese puesto. "Mi gente se comportó como profesionales, aguantaron todo lo que tuvieron que aguantar. Cada vez que había un relevo, el griterío era tremendo. Aprovechaban cuando cantaban 'Els Segadors' o 'L’Estaca' para hacer el relevo rápido", explicó. Pero la intendente de los Mossos seguía sin tomar medidas, situación que se mantuvo con la llegara del exvicepresidente catalán, Oriol Junqueras: "Me dijo que tenía que entender que era la voluntad del pueblo y yo le dije que tenía que entender que ese era mi trabajo".

Los manifestantes adoptaron una actitud "hostil" y el temor se extendió por la Conselleria ante un posible asalto. "Oímos mucho follón y empezaron a dar golpes a la puerta y sujetamos las puertas. No sabíamos si querían entrar, si querían tirar las puertas... Todos los del hall empezamos a sujetar las puertas, también los mossos", detalló. La intervención de los líderes de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, y de la Asamblea Nacional Catalana, Jordi Sànchez, no fue suficiente para calmar a los manifestantes. "No veíamos seguro un cordón de la ANC para salir con la letrada y los uniformados", detalló. "Llegamos en coche y teníamos que salir en coche", aseguró, reconociendo acto seguido que se barajó la posibilidad de abandonar el edificio en helicóptero en caso de extrema necesidad.

Cuixart se mantuvo en segundo plano y solo tomó la palabra para preguntarle sobre una información falsa que apuntaba a que TV3 había sido intervenida por el Gobierno: "Me dice que si sé yo algo y le digo que no tengo ni idea de esa noticia". Su interlocutor en todo momento fue Sànchez, con el que llegó a hablar con "camaradería" conforme avanzaban las horas: "Yo le decía cosas y él me decía cosas". Le pidió entonces que disolviera la manifestación: "Dígales ya que se vayan porque esto no puede seguir así. Llevamos mucho tiempo así. Ya vale". Pero la respuesta fue negativa: "Me dijo que la gente, la masa, no se lo iba a permitir". El presidente de la ANC tenía tal poder en la concentración que incluso hablaba con el mayor de los Mossos de forma directa, comunicación en la que en un momento dado quiso incluir al jefe de los antidisturbios: "Me lo quiso pasar, pero yo le dije que no tenía que hablar conmigo, sino con alguien de su mismo rango". Su mensaje ante el tribunal fue claro: el que llevaba las riendas era Sànchez, no Laplana.

El teniente, sin embargo, sí salió en defensa del cuerpo autonómico en la parte final de su declaración. "Hubo un momento que se comportaron muy bien porque les dije que había armas [en los vehículos] y salieron de paisano a ver qué había pasado". Esta actuación les permitió comprobar que "las armas no fueron sustraídas". En la misma línea, explicó que pudieron comer gracias a una mosso que se apiadó de ellos y les trajo también bocadillos, recordando además cómo una de las agentes autonómicas les reconoció que abandonar el edificio por un pasillo de voluntarios de la ANC y con las cajas del material intervenido era un sinsentido.

La noticia falsa sobre la intervención de TV3 no fue el único rumor al que se enfrentaron los antidisturbios ese día. "Me dicen que están hablando de que han suspendido la autonomía de Cataluña. Me puse tenso y llamé a mi jefe, que me dijo que no", explicó. Conforme avanzaron las horas, la situación fue a peor. "¿Temió por la integridad física de la comitiva judicial o de sus compañeros?", preguntó el abogado de Vox, Javier Ortega Smith. "Hubo dos o tres momentos que sí", respondió el teniente. "Por la noche, cuando se abalanzaron sobre las puertas, pensé que si lo lograban no sabía cómo íbamos a salir de ahí".

Llegado el turno de las defensas, el abogado de Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sánchez, Jordi Pina, quiso saber por qué en su declaración ante la Audiencia Nacional no habló de los insultos y humillaciones que los manifestantes les dedicaron a los agentes de la Guardia Civil. El letrado, sin embargo, solo consiguió ganarse una advertencia del presidente del tribunal y que el testigo insistiera en los ataques que sufrieron. "Les tiraron latas, a uno le dio un mechero debajo del ojo... Pero lesionados con lo que se entiende por una lesión, no", explicó.

A preguntas de la abogada de Jordi Cuixart, Marina Roig, el teniente reconoció entonces que los primeros en subirse a los vehículos de la Guardia Civil fueron los periodistas: "Fue visto y no visto, se subieron después más personas". Y también relató su despedida con los líderes de la ANC y Òmnium: "El señor Cuixart vino a despedirse cuando se fue por la noche y me dio el número de teléfono. El señor Sánchez también". Los antidisturbios, sin embargo, no abandonaron el edificio hasta que la masa se había disuelto, para lo que salieron en dos turnos distintos: uno a las cuatro de la mañana y otro a las siete. "He estado en servicios de orden público, control de masas, de terrorismo y lo que se vio ahí no lo había visto antes".

La tarde del lunes llegó el turno del teniente de la Guardia Civil que dirigió a los antidisturbios frente a la Conselleria de Economía el 20-S. El agente tuvo a nueve hombres a sus órdenes: dos custodiando la puerta, otros dos en el mostrador y seis con el personal de la comitiva judicial vigilando los despachos que se registraban. Llegó a las 8:00 y media hora después los manifestantes comenzaron a congregarse frente a las puertas: "Vemos que la gente empieza a gritar y les digo a los dos mossos de la puerta de ir avisando a los superiores porque en el control de masas las cosas cambian muy rápidamente". Pero la intendente que estaba a cargo de policía autonómica, Teresa Laplana, no movió ficha: "Le pregunté varias veces si iban a venir y ella decía que lo estaban valorando". Mientras los guardias civiles esperaban una reacción de los mossos, la tensión iba en aumento en la calle: "Con el dedo hacían como que nos cortaban el cuello", relató.

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