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Sánchez vuelve a la carretera con pocos recursos y el único apoyo de su núcleo duro
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CRISIS EN LA CASA SOCIALISTA

Sánchez vuelve a la carretera con pocos recursos y el único apoyo de su núcleo duro

Su exjefe de Gabinete y el dirigente Ibán García del Blanco prestan soporte técnico a un exlíder que aún no ha despejado si competirá otra vez por el liderazgo del PSOE. En Asturias no da más pistas

Foto: Pedro Sánchez, durante su intervención en El Entrego, en la localidad asturiana de San Martín del Rey Aurelio, este 10 de diciembre. (EFE)
Pedro Sánchez, durante su intervención en El Entrego, en la localidad asturiana de San Martín del Rey Aurelio, este 10 de diciembre. (EFE)

El coche se adentra en las calles de El Entrego sobre las tres de la tarde. Bajan de él tres personas. Una es Pedro Sánchez.

El ex secretario general ha llegado desde Madrid, acomodado en la parte posterior del vehículo, repasando sus notas, preparando su discurso. Le acompañan su inseparable Juanma Serrano, el hombre que estaba a su lado en las primarias de 2014 y que cuando ganó dio el salto a Ferraz, como su jefe de Gabinete, y el leonés Ibán García del Blanco, secretario de Cultura y Movimientos Sociales de la ejecutiva depuesta el pasado 1 de octubre. El coche salió de la capital a las once de la mañana. Serrano conduce. La militante ceutí Maritcha Ruiz, la ya exdirectora de Comunicación del PSOE, la mujer que sigue a Sánchez desde sus primeros pinitos en la política, en el distrito madrileño de Tetuán y que mantiene una confianza en él a prueba de bombas, no viaja esta vez con la comitiva. Con el equipo nuclear del exlíder. Con su mínimo aparato logístico. Porque él no es más que un militante de base que aspira a amalgamar a la contra de la gestora. Ni siquiera está claro que quiera y pueda liderar ese movimiento. Ni siquiera están convocadas las primarias y el congreso. Ya no está a su lado la que fue su eficaz asesora de prensa personal, Verónica Fumanal, que salió del cuartel general en cuanto el jefe cayó.

Foto: Pedro Sánchez, aclamado por militantes y simpatizantes socialistas en El Entrego, en San Martín del Rey Aurelio, este 10 de diciembre. (EFE)
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Sánchez, Serrano y García del Blanco aterrizan en El Entrego, el mayor núcleo urbano de San Martín del Rey Aurelio, un municipio de menos de 20.000 habitantes enclavado en la comarca minera del Nalón, donde se han hecho fuertes los críticos contra la cúpula provisional, acaudillados por el poderoso SOMA. Es el sindicato minero, que con sus "9.000 y pico militantes", según su jefe, José Luis Alperi, supera en parroquia a la de la Federación Socialista Asturiana (FSA-PSOE), que desde 2000 comanda el hoy presidente del Principado y de la gestora, Javier Fernández. Dan las tres de la tarde, algo antes de la hora acordada, así que el exlíder socialista come en una sidrería con Serrano y García del Blanco, y después se suman varios compañeros a la mesa, al café, entre ellos los alcaldes de San Martín y Laviana, Enrique Fernández y Adrián Barbón, y el regidor de Corvera, Iván Fernández, el que se había encargado de hacer el recibimiento a Sánchez. Charlan unos minutos. Después, a las cuatro, el exlíder se reúne, como estaba previsto, con una delegación del SOMA, encabezada por Alperi. Asturias es el feudo del líder de la gestora y la cuenca minera, una de las cunas más sólidas del socialismo en el Principado.

Sánchez llegó a El Entrego a las tres de la tarde. Comió en una sidrería y luego se reunió con la plana mayor del SOMA. A su lado, Adriana Lastra y Luisa Carcedo

Desde la sede local de la UGT camina con su equipo hasta el vecino —todo está cerca en El Entrego— parque de La Laguna. Al escenario que va a acoger el acto principal. Una tarima austera, sin más enseña que un cartel que reza 'Asturias con Pedro' y unas cuantas sillas verdes de terraza. Con Sánchez están dos de sus dirigentes más queridas y fieles, las asturianas Adriana Lastra y Luisa Carcedo, diputada en el Congreso y senadora, dos mujeres que crecieron en política bajo el manto de Javier Fernández y que ahora están enfrentadas con él y que se han visto apeadas de sus cargos en las Cámaras.

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El hilo y la aguja

El 'Color esperanza' de Diego Torres suena en el parque al filo de las cinco. Ya se empieza a sentir el frío, pese a que la jornada en Asturias había sido soleada y hasta cálida para un mes de diciembre. El público, alrededor de un millar de asistentes, se calienta. Los organizadores aseguran que se habían desplegado unas 700 sillas, aunque a eso de las cinco menos veinte eran en torno a 450. "Se pusieron dos paquetes de 100 poco antes de arrancar", justifican. Los simpatizantes, muchos ya peinan canas, se ponen en pie y agitan sus manos o las banderolas del PSOE. Se suceden las palabras del alcalde de San Martín del Rey Aurelio; del líder socialista local, José Ramón Martín Ardines, de cuatro militantes de base. Y luego Pedro Sánchez. No hablan ni Lastra ni Carcedo. Ni tampoco están en el 'palco de honor' barones, ni cuadros medios, ni diputados, ni tan siquiera los que le acompañaron en Xirivella 15 días antes. Él quiere rodearse de militantes. Contrastar con el poderío de los presidentes autonómicos, de Susana Díaz, pese a que él mismo fue aupado al liderazgo del PSOE por ella y por esos cancilleres territoriales con los que la relación está totalmente rota.

Sánchez no da pinceladas nuevas en su discurso. Apela constantemente a las bases. "Para unir al PSOE, o para coserlo, que es el verbo de moda, la mejor aguja y el mejor hilo es la voz y el voto de la militancia, y no cuatro metidos en un despacho". "El PSOE es un partido de izquierdas, y si tiene que buscar una posición no es ni la de estar al lado del PP ni debajo, sino enfrente". "Yo estaré de parte de los que quieran un PSOE autónomo de los poderes económicos, de izquierdas, que dé voz y voto a la militancia para escoger el rumbo del PSOE, feminista, europeísta, federalista". "El retraso del congreso no beneficia a ningún socialista, y sí a Mariano Rajoy", porque tiene como sueño "un PSOE como el de ahora, sin liderazgo". El público aplaude, vitorea, corea con ganas el "no es no", grita "gestora, impostora". Sánchez no ataca directamente a Fernández. No despeja qué pasará con su candidatura, no dice si dará o no el paso, si disputará las primarias frente a (su previsible rival) Susana Díaz.

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Antes de las seis de la tarde, 'La Internacional' pone el punto final al acto. El exlíder canta el himno puño izquierdo en alto. El frío se siente cada vez más, la noche se cierne sobre El Entrego. Sánchez saluda y se marcha enseguida. Con Serrano y García del Blanco. No se entretiene nada. No se acerca a las mesas donde están sentados los periodistas. Ni mantiene una charleta informal con ellos, como hiciera en Valencia hace dos semanas. Pasadas las once ya está de nuevo en su casa, en Madrid.

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Una dosis de "improvisación"

Sánchez no dispone aún de más infraestructura. No deja de ser un militante de base que reaparece esporádicamente y que de cuando en cuando intenta espolear a la gestora a través de las redes sociales. "No tiene un equipo concreto que funcione de forma permanente", insisten los suyos. Serrano, aunque ya volvió a su puesto de trabajo en la Federación Española de Municipios y Provincias, le ayuda a casar la agenda; García del Blanco le coordina actos y asume más tareas logísticas. Y mientras se mantiene vivo el cordón umbilical con los territorios, con sus fieles en las federaciones: Lastra y Carcedo en Asturias (y con ambas alcaldes como los de San Martín o Corvera), los diputados José Luis Ábalos y Sofía Hernanz (amiga personal suya) en Valencia y Baleares, o Luis Tudanca, secretario general de Castilla y León, implicado en las tareas de organización.

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No se ha vuelto a reproducir el formato de reunión de un puñado de dirigentes de distintos territorios con él, como la última que hubo el pasado 3 de noviembre. Por eso algunos de sus fieles advierten de que hay más "improvisación" que otra cosa, aunque el objetivo de azuzar a las bases y de exigir la convocatoria urgente de congreso y primarias se mantenga intacto. Sánchez habla con cierta asiduidad con sus hombres y mujeres de confianza, pero no ha montado aún un equipo estable como el que articuló para la carrera de 2014. Es pronto.

¿Quién paga? "No hay una agenda sistemática de actos como para plantearse una financiación concreta. Es prematuro. Las necesidades que pueda haber en el futuro tampoco son muy grandes... Únicamente el pago de desplazamientos", cuenta un integrante de su equipo más cercano. No ha hecho falta aún que Sánchez pida que los militantes le echen una mano y le dejen pernoctar en sus casas, como hizo en 2014. A Xirivella y de El Entrego fue y volvió en el día. La iniciativa de poner en marcha una campaña de micromecenazgo (o 'crowdfunding') aún no ha arrancado. Por la misma razón, explican: no ha dado el paso al frene, no hay primarias convocadas, se están mirando las cuestiones legales. "Habrá que esperar a Navidad y ver qué ocurre para tomar decisiones", anticipan las mismas fuentes.

Guerra total de cifras

Los actos, añaden, son de fácil montaje. Apenas una tarima y un equipo de sonido. "Pagamos todo a escote entre un grupo de militantes —cuenta un regidor implicado en la organización del encuentro en San Martín del Rey Aurelio—. Aunque hay alcaldes y secretarios generales que colaboran, prefieren estar en un segundo plano y ser prudentes. Pero no ponen dinero las agrupaciones como tales, sino que sale de voluntarios. De la buena voluntad de afiliados que dicen que si hay que poner bote, se pone, y si hay que buscar a Pedro a Madrid, se va. Porque la gente está motivada".

En Ferraz y en la FSA insisten en que no se llegó al millar de asistentes y que el acto fue un "fiasco", un "pinchazo": ni el SOMA, dicen, movilizó tanto

En el caso de El Entrego, se previó en un principio emplazar el acto en el teatro municipal, y no habría hecho falta desembolsar nada, porque lo habría cedido el Ayuntamiento, "como hace con todos los grupos", pero después se decidió llevarlo al vecino parque de La Laguna, al raso, para que no hubiera problemas de aforo. Así que hubo que alquilar "unas 700 sillas" y los equipos de sonido.

Los autobuses que partieron de otros puntos de Asturias y de España —Madrid, Galicia, Cantabria, Euskadi...— son fletados "por los militantes", "no por las direcciones locales". La coordinación se lleva sobre el terreno. En el Principado, se le encargó a Iván Fernández, el alcalde de Corvera, que apostó por Sánchez ya en 2014. Incluso antes, cuando se encontró con él en los pasillos de la conferencia política de 2013 —en tiempos de Alfredo Pérez Rubalcaba— y le espetó un "eres mi candidato a las primarias". "Y desde entonces hemos seguido hablando. Mucho por WhatsApp, aunque él me llama. Nunca cambió su comportamiento hacia mí, y eso dice mucho de él", sostiene Fernández, en conversación con este diario.

Por mucho que en público la gestora reste importancia a Sánchez y afirme que está en su derecho de moverse como quiera, el flujo cruzado de llamadas, mensajes y tuits, de partidarios y detractores del ex secretario general confirmaba que el PSOE aún no ha pasado esa página. Ferraz, la FSA y los dirigentes encuadrados en el sector oficialista se afanaban en recalcar que el acto había sido "un fiasco", un "pinchazo", que "como mucho" había logrado congregar "a 600 o 700 personas, no más", y "ni mucho menos a 1.500 o 2.000", las cifras ofrecidas por los organizadores. "Ellos esperaban que solo el SOMA les metiera mil asistentes, y no ha sido así", "han estado por debajo de lo esperado, y eso que han ido buses de varios sitios", "el impacto en redes sociales ha sido menor que en Xirivella", reiteraban altos mandos de la sede federal y del entorno de Fernández. Hasta se daba un número más preciso: "637 cabezas en el momento de mayor afluencia".

Interpretación divergente

La lectura era otra desde la trinchera opuesta. A los sanchistas (y a la cúpula del SOMA) se les veía exultantes, como aliviados por haber pasado una prueba difícil: igualar los números de Xirivella, en una comunidad peor comunicada que Valencia, en pleno macropuente de la Constitución. Y lo comparaban con la menor afluencia de afiliados a dos encuentros recientes organizados por la ejecutiva regional: uno en Taramundi, en el occidente asturiano, con Eduardo Madina, y otro en Gijón, con Alfonso Guerra y Javier Fernández.

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"El acto salió de cine. Estaba más petado que el de Valencia y las dificultades organizativas eran mayores. La FSA no hace un mitin grande desde hace años y no por casualidad, es de acceso difícil, y contábamos con el boicoteo del aparato a cargos. La militancia y la calle están muy bien. Con Pedro. Porque él el candidato al que quieren las bases", señala un dirigente de su núcleo duro, consciente de que Sánchez puede no llegar al final de la carrera. Los sanchistas puros —los más templados y pragmáticos miran otras opciones, como Patxi López— no ven a otro aspirante más que a él, porque "lo contrario significaría el divorcio definitivo con las bases". "En política la emoción y la ilusión se cotizan mucho, y este sábado se creó una atmósfera que hacía tiempo que no se vivía. La militancia está desbordada de alegría", manifestaba uno de los organizadores, satisfecho con el resultado.

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Sánchez seguirá su camino. Aún se desconoce cuál será su siguiente parada. No está prevista su presencia en la constitución de las plataformas a favor de congreso y primarias ya en Madrid (mañana lunes) y en Sevilla (el jueves), ni tampoco está confirmada su asistencia a la gala de la Asociación de Periodistas Parlamentarios (el martes), a cuyos premios está nominado. "Y puede que se pase por alguna cena de Navidad organizada por las agrupaciones locales". El botín de la militancia es clave. Porque es ella la que vota en el congreso. El próximo baño de masas está programado para el viernes, en Jaén. Pero lo protagonizará Susana Díaz. Con José Luis Rodríguez Zapatero a su lado. La baronesa está a punto de saltar al ruedo y ella no quiere quedarse atrás.

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El coche se adentra en las calles de El Entrego sobre las tres de la tarde. Bajan de él tres personas. Una es Pedro Sánchez.

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