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El "dedo divino" de Rajoy se saltó el trámite interno para señalar a Aguirre
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CANDIDATOS A LAS ELECCIONES

El "dedo divino" de Rajoy se saltó el trámite interno para señalar a Aguirre

Consigna de silencio y cierre de filas en el PP después del difícil parto de las candidaturas de Madrid para que no se noten los daños colaterales de la cesión ante Esperanza Aguirre

Foto: Aguirre y Rajoy, en la última convención del Partido Popular.
Aguirre y Rajoy, en la última convención del Partido Popular.

Consigna de silencio y cierre de filas en el PP después del difícil parto de las candidaturas de Madrid para que no se noten los daños colaterales de la cesión ante Esperanza Aguirre. El aparato del partido estaba en contra de su aspiración a alcaldesa y la secretaria general, María Dolores de Cospedal, ha tenido que ocuparse de paliar los daños de una operación que no le gustaba ni a ella ni a la vieja guardia. Pero Rajoy ha impuesto su “dedo divino” convencido de que la lideresa es la opción más segura para salvar el feudo popular de Madrid.

“Si Mariano concluye que Esperanza es la opción más segura para ganar es capaz de ponerla”, comentaban por Navidad los principales dirigentes del PP con más resignación que convencimiento. Estaban todavía con el baile de las encuestas que nunca enseñaron e incluían a Soraya Sáenz de Santamaría como alternativa junto a Cristina Cifuentes y la expresidenta de la Comunidad.

De los presuntos sondeos en Madrid no concluyeron nada, pero sí de los análisis que Pedro Arriola llevó al encierro del comité de dirección celebrado en Toledo en el arranque del año y de los sondeos aparecidos después: el PP no consigue reconciliarse con sus bases electorales, inclinadas en buena parte a la abstención igual que hicieron en las elecciones europeas.

En fuentes de la dirección del partido insisten en que Rajoy lo ha estudiado mucho. También reconocen que desde que pasó la convención nacional del 25 y 26 de enero estaban digiriendo el hecho de que su jefe tenía la decisión tomada: acceder a la petición de Aguirre de volver a primera línea.

Además, la lideresa empezó a elogiar al presidente del Gobierno en público cada vez que podía y a mantener un discreto silencio sobre sus posibilidades personales. Oficialista como nunca. Así hasta que llegó la semana clave, la de salir de cuentas, y tardó tres días (de lunes a miércoles) en manifestar su solidaridad con Ignacio González frente a “la campaña” por el asunto de su ático.

Al margen de la leyenda alimentada en el PP de que Rajoy comunica con horas los ascensos y bajas, esta vez, igual que hace un año en el caso de Jaime Mayor Oreja y Miguel Arias Cañete, resulta que la principal interesada llevaba varias semanas moviéndose como si estuviera más que avisada sobre su futuro político.

En Génova daban por hecho desde mediados de febrero que Aguirre era la elegida para las municipales y maniobraban para que no hiciera tándem electoral con González. Del cartel compuesto por Cristina Cifuentes para la alcaldía y el actual presidente de la Comunidad como aspirante a repetir, pasaron a apostar por la renovación en la lista autonómica con el fin de dar la batalla después de los comicios por el control del partido en Madrid frente a los esperancistas. Pero sobre todo para compensar el continuismo absoluto que significa recuperar a Aguirre con otra figura del partido más “moderna” con la vista puesta en el electorado de las ciudades y pueblos de la periferia de Madrid.

Hasta entre los dirigentes más fieles a Rajoy reconocen que el espectáculo de los nombramientos en Madrid ha sido lamentable, incluso con riesgo de división interna en la organización. Es algo sin precedentes desde el congreso de Valencia de 2008. Y eso que el resultado final convence ahora a todos los sectores afectados menos a Ignacio González.

El “dedo divino” que Aguirre criticaba

El “dedo divino” del presidente del Gobierno al que se refirió Aguirre para criticar la elección de Juan Manuel Moreno como presidente del partido en Andalucía le ha señalado esta vez a ella. “Eso no ocurrirá en Madrid”, dijo entonces para recordar que “el comité regional propone y el nacional dispone”. Rajoy ordenó el viernes saltarse ese procedimiento formal para nombrarla a ella y ahora es candidata a la alcaldía sin que el comité de Madrid lo propusiera.

Al jefe del Ejecutivo le han podido esta vez las prisas de última hora. Aducen en fuentes del PP que no tenía más remedio que dejar para el final los relevos de los presidentes autonómicos en ejercicio (González y Alberto Garre en Murcia) para evitarles el papelón de ir de salientes forzosos mientras seguían las respectivas cámaras autonómicas abiertas y tenían que lidiar con la oposición.

Ignacio González hubiera preferido que se conociera antes que no contaban con él para librarse de las últimas informaciones sobre su ático, que achaca precisamente a la debilidad en que le dejó Rajoy al no aprobar sus aspiraciones. Cospedal, que a principios de año apostaba públicamente por su continuidad, ha tenido que confortarle primero ante “la campaña”, convencerle después de que no se trataba de “fuego amigo” y transmitirle al final (el viernes por la tarde) que el presidente del Gobierno no contaba con él. Los tiempos de Rajoy han sido esta vez tan cadenciosos como siempre pero atropellados al final.

Consigna de silencio y cierre de filas en el PP después del difícil parto de las candidaturas de Madrid para que no se noten los daños colaterales de la cesión ante Esperanza Aguirre. El aparato del partido estaba en contra de su aspiración a alcaldesa y la secretaria general, María Dolores de Cospedal, ha tenido que ocuparse de paliar los daños de una operación que no le gustaba ni a ella ni a la vieja guardia. Pero Rajoy ha impuesto su “dedo divino” convencido de que la lideresa es la opción más segura para salvar el feudo popular de Madrid.

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