¿Fin del cepo a la multipropiedad en la Champions? Su génesis y las presiones de Qatar y Estados Unidos
El fútbol ya cuenta con 80 'holdings' y alguno con la fuerza del City Football Group. Abramovich fue investigado por su relación con el CSKA, pero la medida cambiará justo cuando Al-Khelaifi proyecta crear uno
En septiembre de 2004, la Uefa se vio obligada a emitir un comunicado en relación con dos clubes que competían aquel año en Champions League. “Abramovich no manda en el CSKA” fue el titular, y en apenas 12 líneas detallaba los motivos por los que consideraba que el oligarca ruso no incumplía la normativa de la competición. Se le investigaba por ser, al mismo tiempo, dueño del Chelsea FC y máximo accionista de la petrolera Sibneft, patrocinadora principal del club moscovita. Dio la casualidad que ambos equipos se enfrentaban en fase de grupos, con lo que el debate estaba servido. “Las normas de competición de la Unión Europea y de la UEFA prohíben que un individuo sea el mayor accionista en dos clubes distintos que están participando a la vez en el mismo torneo. Sin embargo, no existen normas que impidan que una sola persona patrocine a más de un equipo”, se justificó el regulador del fútbol europeo.
Hoy, sin embargo, y bajo la batuta de un nuevo presidente, Aleksander Ceferin, este cepo a la multipropiedad en la Champions parece tener los días contados. Casualidad (o no), cuando el capital norteamericano y árabe está cambiando el tradicional e inmovilista modelo de gestión de los clubes de fútbol. Ya se cuentan por 80 los holdings futbolísticos y algunos, como el City Football Group (CFG), controlan una docena de equipos en diferentes continentes. Estos grupos controlan más de 180 clubes y 6.500 jugadores. El equivalente a casi 10 ligas nacionales.
En la puja por el Manchester United, los dos principales candidatos cuentan con más clubes
En una reciente entrevista en Reino Unido, Ceferin fue preguntado por ello y por la próxima venta del Manchester United. A la subasta por los red devils han entrado dos potenciales compradores que tienen relación directa o indirecta con otros clubes de primer nivel: la familia real de Qatar, dueña del PSG a través de Qatar Sports Investments (QSI), y el multimillonario británico Jim Ratcliffe, propietario de Ineos y del Niza de la Ligue-1. Con la norma vigente, la irregularidad es evidente.
Sin embargo, 20 años después, la UEFA parece estar cambiando de idea: “Tenemos que hablar de este reglamento y ver qué hacemos al respecto. Cada vez hay más interés en esta propiedad de varios clubes. No deberíamos decir simplemente no a las inversiones para la propiedad multiclub, pero tenemos que ver qué tipo de normas establecemos en ese caso, porque las normas tienen que ser estrictas”, apuntó Ceferin al exfutbolista Gary Neville.
En este punto no se puede ignorar la estrecha relación que mantienen desde hace años el mandatario esloveno y Nasser Al-Khelaifi, presidente de QSI, del PSG y, lo que hoy es más importante, de la ECA, el lobby de los grandes clubes europeos, que han hecho piña con Ceferin en su batalla contra la Superliga europea. De hecho, Al-Khelaifi fue nombrado presidente tras la purga general de los clubes europeos a los promotores de la Superliga, incluyendo al por entonces presidente de la asociación, y ex mano derecha de Ceferin, Andrea Agnelli.
Si la familia Agnelli, que lleva cien años al frente de la Juve, representan esa gestión hereditaria y conservadora, Al-Khelaifi lidera esa figura de inversor con múltiples intereses en la industria deportiva y que apuesta por un cambio. Más concretamente, una americanización del fútbol europeo importando muchas de las normas y fórmulas gestoras consolidadas en Estados Unidos.
La influencia yanqui
Al calor del Mundial 2026, el soccer es hoy el gran atractivo inversor en deporte en el país, y restan pocos apellidos ilustres del deporte norteamericano que no hayan entrado —o al menos, intentarlo— en el fútbol. Pero el interés de estos empresarios no se ciñe al mercado local, sino que quieren crear puentes entre el soccer y el fútbol de élite europeo. La UEFA ha detectado ya 27 holdings estadounidenses.
Ligas como la Premier se han beneficiado de esta ola inversora, con la mitad de sus clubes contando ya con grandes inversores estadounidenses, y varios de ellos con más de un equipo en el fútbol europeo. El último ejemplo es el de John Textor, principal accionista del Crystal Palace y, desde el pasado diciembre, también del Olympique de Lyon. Dinero fresco para los clubes de élite, recuperándose todavía del golpe pandémico, pero que tiene sus consecuencias. Los yanquis quieren implementar sus negocios, como el All Star que propone Todd Boehly, el excéntrico nuevo dueño del Chelsea, en un fútbol tan arraigado a sus costumbres como el inglés.
Mientras Ceferin y su recién renovado comité ejecutivo —hasta 2027— deciden si levantan el cepo, los inversores trabajan con la idea de que esta medida tiene fecha de caducidad. Quizá la norma pudiera morir a la vez que nace el nuevo formato de la Champions, en 2024-2025. Y como toda medida, esta también ha tenido salvedades: la marca de bebidas energéticas Red Bull consiguió esquivar la norma en 2017 con sus RB Leipzig y Red Bull Salzburgo. ¿La razón? Esgrimieron que el equipo austríaco está controlado directamente por la compañía, pero que el club alemán es propiedad de una veintena de directivos de la marca. La importancia de los matices.
En septiembre de 2004, la Uefa se vio obligada a emitir un comunicado en relación con dos clubes que competían aquel año en Champions League. “Abramovich no manda en el CSKA” fue el titular, y en apenas 12 líneas detallaba los motivos por los que consideraba que el oligarca ruso no incumplía la normativa de la competición. Se le investigaba por ser, al mismo tiempo, dueño del Chelsea FC y máximo accionista de la petrolera Sibneft, patrocinadora principal del club moscovita. Dio la casualidad que ambos equipos se enfrentaban en fase de grupos, con lo que el debate estaba servido. “Las normas de competición de la Unión Europea y de la UEFA prohíben que un individuo sea el mayor accionista en dos clubes distintos que están participando a la vez en el mismo torneo. Sin embargo, no existen normas que impidan que una sola persona patrocine a más de un equipo”, se justificó el regulador del fútbol europeo.
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