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Innovación y formación: lo que aún les falta a las empresas para afrontar el reto climático
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ENCUENTRO EL CONFIDENCIAL-VIU

Innovación y formación: lo que aún les falta a las empresas para afrontar el reto climático

Atrás queda el periodo en el que se podía decir y no hacer. El 'ecoblanqueo' da paso ahora a un nuevo tiempo en el que las compañías tienen que demostrar sus compromisos como actores protagonistas en la lucha contra el cambio climático

Foto: Mesa redonda 'Sostenibilidad y empresas, una carrera de fondo con la innovación como aliada'.
Mesa redonda 'Sostenibilidad y empresas, una carrera de fondo con la innovación como aliada'.

La transición ecológica no es algo nuevo y ya ha recorrido el suficiente camino como para que la sociedad tenga claro qué necesita de las empresas para frenar el cambio climático. A estas alturas ya no basta con premisas etéreas, ni declaraciones de intenciones vacías: es necesario contribuir con proyectos concretos para que se produzca el cambio de modelo. El ecoblanqueo es cosa del pasado (o al menos de compañías condenadas a desaparecer) y ahora la economía circular, la descarbonización o el compromiso social deben formar parte del modelo de negocio. Sin embargo, cada organización debe encontrar cuál es la forma más adecuada para abrazar la sostenibilidad basándose en sus características concretas. Precisamente, es en este punto donde entran en liza dos conceptos clave a la hora de impulsar el compromiso: innovación y formación.

Para comprender desde un punto de vista holístico cómo afrontan las compañías españolas el reto climático, El Confidencial organizó una mesa redonda junto a la Universidad Internacional de Valencia (VIU) que tuvo por título Sostenibilidad y empresas, una carrera de fondo con la innovación como aliada. El evento contó con la participación de José Lluch, docente del área de empresa en la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y director del Máster Universitario en Economía Circular y Desarrollo Sostenible; Carolina Blázquez, directora de Innovación y Sostenibilidad de Ecoalf; Rubén Hidalgo, director de Ecosistemas de Innovación y Emprendimiento de Capsa Food; Ana Peña, gerente de Sostenibilidad, Cambio Climático y Medio Ambiente de Ferrovial, y Marta Colomina, directora general de la Fundación PwC y directora de Marketing y Responsabilidad Social Corporativa de PwC España.

La universidad es un buen punto de partida para entender el estado de la cuestión, por esta razón los investigadores y académicos de la VIU tienen claro que “la sostenibilidad empresarial es el fin de un camino que se recorre gracias a los principios de la economía circular”, tal y como subrayó en una de sus intervenciones José Lluch. El experto explicó que, bajo su perspectiva, “las firmas deben formar a sus empleados en esta materia y esa educación debe afectar a todos los niveles del organigrama”. El docente extendió esta necesidad a “todos los estamentos de la sociedad: entidades públicas, privadas y las ONG”. Y, para lograr este propósito, señaló que el reto recae sobre el entorno universitario: “La formación superior ha de ser capaz de diseñar programas específicos que aborden la cuestión medioambiental”, matizó.

Al mismo tiempo, destacó que “la ideologización del concepto sostenibilidad es una de sus grandes barreras para hacerla extensible a toda la sociedad”. “No se puede depender de proyectos políticos cortoplacistas —continuó—, el horizonte debe ser siempre a medio y largo plazo. Cuando se habla de garantizar un futuro para la humanidad no debería haber interpretaciones políticas, sino responsabilidad y respeto al planeta”.

"Hay que hablar de sostenibilidad sin ideología. Además, ya no es una moda, sino un elemento de supervivencia empresarial" (José Lluch, VIU)

En su turno, Carolina Blázquez corroboró la idea de que “la sostenibilidad es mucho más que la economía circular y la descarbonización. En primer lugar, las compañías deben entender cuál es el impacto real de sus negocios, no solo en el ámbito medioambiental, sino también social. A partir de ahí se comienza a trabajar con capacidad innovadora para encontrar solución a los problemas”. De esta forma, la representante de Ecoalf reivindicó la necesidad de liderazgo: “Hace falta que las empresas que realmente quieren ser agentes del cambio y no se conforman con cumplir las normativas adopten una posición adelantada. Las personas al frente de estas organizaciones, además de iniciativa, han de contar con la formación adecuada porque ya no basta con crecer, ahora hay que tener capacidad de adaptación a los numerosos cambios que se presentan día a día en una coyuntura de incertidumbre constante”. En su opinión, “las habilidades blandas permitirán a este tipo de entidades gozar de una oportunidad sin precedentes”, especificó.

Rubén Hidalgo coincidió con sus compañeros de tertulia cuando aseguró que “efectivamente el concepto de sostenibilidad ha ido evolucionando en los últimos 15 años. De poner el foco en la economía circular se pasó a la lucha contra las emisiones de CO₂ y, ahora, ya se habla de regeneración de ecosistemas. Es la cuestión más importante en este momento y, sin embargo, en las cadenas de valor de la mayoría de las compañías todavía no se ha solucionado el primero de los pasos”, recalcó. A la vez, el director de Ecosistemas de Innovación y Emprendimiento de Capsa Food precisó que “se antoja imprescindible recordar que la sostenibilidad debe incluir la viabilidad económica dentro de sus prioridades, no solo para la propia empresa, sino igualmente para el entorno local. Aunque parezca paradójico, para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a escala global, se debe partir de los contextos más cercanos”, indicó.

placeholder De izquierda a derecha: Marta Colomina, Carolina Blázquez y Ana Peña.
De izquierda a derecha: Marta Colomina, Carolina Blázquez y Ana Peña.

El único camino para no quedarse fuera

Que ya no basta con manifestar buenas intenciones lo evidenció Ana Peña cuando insistió en que “si las organizaciones no aplican estrictamente los criterios medioambientales, se quedarán fuera del mercado”. Y puso un ejemplo: “En estos momentos, para acceder a financiación siempre se exige como requisito cumplir con los parámetros de la sostenibilidad. Asimismo, el cumplimiento de cada uno de estos compromisos es corroborado debidamente. Para garantizar que este proceso se lleva a cabo, es imprescindible sensibilizar a todo el organigrama de las compañías con formación, pero también con remuneración”, enfatizó. Pese a todo, la representante de Ferrovial reconoció uno de los puntos débiles al afirmar que “por mucho que se defienda una y otra vez que existen todas las tecnologías para cumplir con los objetivos medioambientales, esto no es cierto. Hay que seguir innovando porque los principales hándicaps siguen siendo tecnológicos hoy en día”, remarcó.

"Para innovar en sostenibilidad, el marco debe ser el de los ODS, porque así los problemas ya están identificados" (Marta Colomina, PwC)

A esta línea crítica se sumó la portavoz de PwC, quien advirtió de que “si todavía hay empresas cuyos propósitos son cortoplacistas, estas deberían saber que esa visión es contraproducente y muy negativa, ya que, por su propia naturaleza, la sostenibilidad trabaja con plazos amplios. La recomendación es trabajar mirando más allá y tomar las decisiones involucrando de forma transversal a todos los miembros del organigrama”, tal y como expuso Marta Colomina. La experta coincidió con sus compañeros en la relevancia que tiene la innovación: “La tecnología ayuda mucho a ser verde y esta se consigue con inversión. Eso sí, el marco para innovar siempre debe ser el de los ODS porque así los problemas ya están claramente identificados y todos los avances se pueden enfocar en conseguir la sostenibilidad en su triple dimensión, esto es, medioambiental, económica y social”, confirmó.

¿En qué se puede mejorar?

Puestas las piezas sobre el tablero, los expertos dedicaron la última franja del debate a analizar cuáles son los siguientes movimientos que deben realizar las compañías y la sociedad en materia de sostenibilidad. En este sentido, José Lluch concretó que “dado que el nivel de cambio que exige la situación de emergencia climática es sistémico, necesitamos un marco regulatorio claro y estable. Es decir, hay que exigir orden a la Administración. No es lógico que, en algunos casos, se regule antes a nivel regional que estatal. De hecho, hace falta que estas normas se adopten con mucha agilidad”, incidió el docente. Por su parte, Ana Peña quiso recordar la importancia de no perder el foco: “Nos debemos a nuestros grupos de interés, no obstante, también hay que preguntarse qué ODS nos afecta directamente, cuál se cumple o cuál se debería atender con prioridad”, recomendó.

placeholder El debate fue moderado por Carlos Herranz, periodista de El Confidencial.
El debate fue moderado por Carlos Herranz, periodista de El Confidencial.

Uno de los mayores retos añadidos para las pequeñas y medianas empresas, según apuntó Carolina Blázquez, es “conseguir recursos”. “En ocasiones, necesitamos realizar inversiones muy grandes para cumplir con los cánones de la sostenibilidad y no siempre disponemos del músculo económico y financiero que requiere la situación. Un ejemplo de ello —se lamentó—, es el hecho de que acceder a las ayudas europeas es extremadamente difícil para las pymes españolas”. Con ella coincidió Rubén Hidalgo, quien defendió un “ecosistema de innovación inteligente”. Para desarrollar esta tesis, el representante de Capsa Foods aclaró que “la tecnología se consigue con dinero, pero en España estamos por debajo del 2% de inversión en I+D+i” y exigió “una financiación más flexible y adaptativa”, además de “una regulación con mayor certidumbre”, ya que “no podemos estar cambiando las reglas cada dos o tres meses a golpe de real decreto”, se quejó.

Para finalizar, Marta Colomina quiso lanzar un mensaje optimista y aportó un dato positivo: “El cambio ya es una realidad, tal y como revela uno de nuestros estudios, que afirma que más del 65% de los españoles incrementaría el consumo sostenible con precios razonables y más del 73% lo elevaría si pudiera encontrarlo en los espacios físicos y digitales que ya conoce. La sensibilización existe y ahora las empresas solo tienen que mejorar sus procesos para hacer las cosas bien”, concluyó la consultora.

La transición ecológica no es algo nuevo y ya ha recorrido el suficiente camino como para que la sociedad tenga claro qué necesita de las empresas para frenar el cambio climático. A estas alturas ya no basta con premisas etéreas, ni declaraciones de intenciones vacías: es necesario contribuir con proyectos concretos para que se produzca el cambio de modelo. El ecoblanqueo es cosa del pasado (o al menos de compañías condenadas a desaparecer) y ahora la economía circular, la descarbonización o el compromiso social deben formar parte del modelo de negocio. Sin embargo, cada organización debe encontrar cuál es la forma más adecuada para abrazar la sostenibilidad basándose en sus características concretas. Precisamente, es en este punto donde entran en liza dos conceptos clave a la hora de impulsar el compromiso: innovación y formación.

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