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Sánchez, Feijóo y los jefes del Ibex, entre el miedo y el liderazgo del cargo
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DOS REUNIONES MUY DISTINTAS

Sánchez, Feijóo y los jefes del Ibex, entre el miedo y el liderazgo del cargo

Los ejecutivos de las principales empresas españolas acudieron a arropar al presidente del Gobierno pese a sus ataques directos y no al evento organizado por el líder del PP

Foto: Sánchez y Feijóo, en un pleno en el Senado. (EFE/Fernando Alvarado)
Sánchez y Feijóo, en un pleno en el Senado. (EFE/Fernando Alvarado)
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Pedro Sánchez exhibió esta semana en Davos su poder. Tanto de comunicador, como el de una de las voces que se oyen en Europa, pese al papel secundario de España, rescatada por los fondos europeos y sin relevancia alguna en la guerra de Ucrania. Como de líder, capaz de sentar a su alrededor a unos presidentes del Ibex que, atemorizados, acudieron a su llamada después de que el inquilino de la Moncloa les haya señalado con el dedo con nombres y apellidos en numerosas ocasiones. "Los señores del puro" a los que se refirió en tono despectivo cuando denunció una conspiración el pasado verano para sacarle de Moncloa cuando las encuestas empezaron a virar a favor de Alberto Núñez-Feijóo.

En la población suiza, donde se celebra el World Economic Forum y los líderes de las grandes corporaciones mundiales debaten sobre el devenir de la civilización, los del puro, los presidentes de Telefónica (José María Álvarez Pallete), BBVA (Carlos Torres), Santander (Ana Botín), Repsol (Josu Jon Imaz, este como CEO), Cepsa (Maarten Wetselaar) y Naturgy (Francisco Reynés) acompañaron a Sánchez en una especie de corro de la patata, bien recogido y distribuido por los canales oficiales del Gobierno. Con la excepción de la operadora, todos habían sufrido la ira de Moncloa por "forrarse" con los beneficios caídos del cielo (Naturgy, Repsol, Iberdrola y Cepsa) o por la subida de los tipos de interés (BBVA y Santander).

Foto: Reunión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con los principales dirigentes del Ibex en Davos, Suiza. (EFE/Borja Puig de la Bellacasa)

Botín, a la que Sánchez identificó como uno de los enemigos del socialismo del PSOE-Unidas Podemos, se puso a su vera. Y eso que unos días antes, Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales-Agenda 2030 y secretaria general de Podemos, la había calificado como "indecente", por "nadar en billetes de 500 euros" mientras hay gente que duerme en la calle en España. El adjetivo se lo dedicó también la ministra de la extrema izquierda a Florentino Pérez, que esos días andaba con un magnate africano, el más rico de todo el continente, y a Juan Roig, presidente de Mercadona, quiennes no se suelen desplazar a Davos.

Sus ausencias no se notaron. Pero sí la de Ignacio Sánchez Galán, que se excusó porque tenía que hacerse una foto con el presidente de Norges Bank, un accionista de Iberdrola, para no salir en el cuadro costumbrista con Sánchez, pese a que había enviado antes de las ocho de la mañana una nota de prensa con el acuerdo con el fondo soberano noruego. El salmantino, que no oculta su animadversión compartida con el presidente del Gobierno, fue, al menos, fiel a sus principios. El resto, también fiscalizados por el PSOE y Unidas Podemos, en especial Naturgy y Repsol, se presentó al acto por educación y respeto institucional, por no hacer un desplante al líder español, en un escenario en el que las élites guardan siempre las formas.

No lo hicieron, sin embargo, una semana antes, cuando el Partido Popular organizó un acto de Alberto Núñez Feijóo, presentado por ABC y pagado por Ferrovial. De entre los presidentes del Ibex, solo asistió Rafael Del Pino, el que se hacía cargo de la cuenta y que, obviamente, no podía eludir la presencia. Del Pino se sintió solo en su loa al candidato del PP a las generales. El resto de sus colegas envió a sus directores de comunicación y relaciones institucionales. En lugar de Pallete, acudió Eduardo Navarro, al que además pusieron en una mesa alejada de Feijóo. En vez de Ana Botín, fue José Manuel Cendoya, que respondió en las redes sociales al ataque de Belarra. Reynés cedió su espacio a Jordi García Tabernero. No asistieron ni consejeros delegados ni directores generales de negocio, pese a que Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida abrazaron a su jefe gallego.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo (i), y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. (EFE/Javier Lizón)

La decepción en la sede de Génova fue tremenda. En el PP confiaban en atraer a unos representantes con más galones, especialmente tras los recientes y continuados ataques del PSOE a los empresarios y porque el acto tenía ya carácter preelectoral. El escenario estaba ni pintiparado. Todo ello puso de manifiesto que Feijóo, que en solitario y sin cámaras se ha visto con Carlos Torres y Borja Prado (Mediaset), y su nuevo equipo tienen mucho trabajo que hacer.

En la cúpula pensante de los conservadores se preguntaron si tanta ausencia se debía a un fallo interno de organización, de atracción, o al miedo al que Sánchez ha sumido al Ibex 35, castigados con impuestos extraordinarios por ganar dinero para sus accionistas en un momento de gran convulsión social, geopolítica y económica. Ningún líder ejerció su liderazgo por temor a que, pese a los que digan las últimas encuestas, el PSOE pueda ganar las elecciones de diciembre. El dinero es miedoso por naturaleza, especialmente cuando los sueldos son de casi diez millones por cabeza.

La Agencia Tributaria abre inspección a un directivo que se atrevió días atrás a criticar el aumento de los impuestos

Todos prefieren esperar a los comicios municipales y autonómicos para salir de la cueva y aproximarse, si conviene, al gallego, que de momento no se ha ganado la confianza necesaria. Un miedo justificado porque a un directivo que se atrevió hace poco a criticar el aumento de los impuestos en España le abrieron pocos días después una inspección los amigos de la Agencia Tributaria.

Las relaciones con el PP se hacen de puertas hacia adentro, sin luces ni redes sociales. Como los encuentros que ha tenido en los últimos meses Pallete con Ayuso —no hubo foto oficial porque la visita fue de "carácter privado"— o con Juanma Moreno, el presidente de la Junta, que ha recibido en Sevilla al presidente de Telefónica y al de Prisa, Joseph Oughourlian, sin rastro público de los encuentros.

Desde que los del Ibex deshicieron aquello que llamaron el Consejo Consultivo de la Competitividad, cuando César Alierta y Emilio Botín mandaban en España, cuando reunían al Rey Emérito y a algunos editores, con puro incluido, sus sustitutos han dejado de hacer política, aunque muchos de sus negocios dependen del Boletín Oficial del Estado. Pero la política, la nueva, la populista, la de los extremos, les ha engullido por no ejercer eso de lo que tanto se presume en Davos, el liderazgo del cargo.

Pedro Sánchez exhibió esta semana en Davos su poder. Tanto de comunicador, como el de una de las voces que se oyen en Europa, pese al papel secundario de España, rescatada por los fondos europeos y sin relevancia alguna en la guerra de Ucrania. Como de líder, capaz de sentar a su alrededor a unos presidentes del Ibex que, atemorizados, acudieron a su llamada después de que el inquilino de la Moncloa les haya señalado con el dedo con nombres y apellidos en numerosas ocasiones. "Los señores del puro" a los que se refirió en tono despectivo cuando denunció una conspiración el pasado verano para sacarle de Moncloa cuando las encuestas empezaron a virar a favor de Alberto Núñez-Feijóo.

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