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Fútbol, motor y, ahora, pádel: los tentáculos de Qatar para influir a través del deporte
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Inversiones, ¿con retorno?

Fútbol, motor y, ahora, pádel: los tentáculos de Qatar para influir a través del deporte

El país, inmerso en su primer Mundial, en el que ha invertido 200.000 M, viene inyectando ‘petrodólares’ a la industria en la última década, con españoles entre sus socios

Foto: Inauguración del Mundial de fútbol de Qatar 2022. (EFE/Esteban Biba)
Inauguración del Mundial de fútbol de Qatar 2022. (EFE/Esteban Biba)

Fue su vecina Bahréin la que levantó la alfombra, pero nadie como Qatar ha visto el deporte como propulsor de una marca de país al calor del petróleo que abunda en el Golfo Pérsico. En una década, la familia real catarí ha mandado comprar un gran club de fútbol, generar un gigante audiovisual del deporte y atraer al país varios Mundiales de deportes globales como el motor (Fórmula 1 y MotoGP), el atletismo, la natación o el balonmano. El más reciente, su joya de la corona, es el Mundial de fútbol. Excluida esa última inversión, la adquisición de propiedades deportivas y sus derechos comerciales supera ya los 6.000 millones de euros.

Las motivaciones y objetivos para Qatar son diferentes. La primera, y más evidente, es aprovechar la exposición internacional que ofrece el deporte de élite. En algunos casos, también, como blanqueo de gobiernos o modelos de gobernanza poco democráticos. En este sentido, la atracción de grandes campeonatos ha sido una fórmula perfecta. En octubre de 2004, seis meses después de que Bahréin llevará la Fórmula 1 al Golfo Pérsico, Qatar entraba en el deporte con un Gran Premio de MotoGP. El Mundial de motociclismo, promovido por la empresa española Dorna Sports, fue el primer socio deportivo de relevancia del emirato.

Foto: Protesta de Amnistía Internacional por la vulneración de derechos humanos en Qatar. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Tras su primera alianza, con sello español, Qatar dio su gran golpe con el fútbol. Primero fue elegida sede del Mundial en 2010, con doce años de antelación. Esto le obligó y permitió alimentar su marca con más inversiones. La siguiente apuesta fue la compra del Paris Saint-Germain (PSG), por el que pagó 50 millones de euros un año después. En esta década, y pese a que no ha cumplido su objetivo principal, ganar la Champions League, ha conseguido elevar a la entidad a un primer nivel y promocionar sus marcas nacionales lucidas en la indumentaria por algunas de las principales estrellas del fútbol mundial.

Para fichar a Neymar por 222 millones de euros, y a Kylian Mbappé por 180 millones –los dos traspasos más caros de la historia– en un mismo verano, inyectó 316 millones de euros en la entidad. Con la pandemia, que le ha generado unas pérdidas de casi 700 millones, inyectó otros 171 millones. En total, la inversión directa en el PSG ya se acerca a los 550 millones.

Qatar dio su gran golpe con el fútbol. Primero fue elegida sede del Mundial en 2010. La siguiente apuesta fue la compra del PSG

Relacionado con estas dos inversiones, el emirato expandió internacionalmente su canal deportivo beIN Sports. Compró paquetes de derechos audiovisuales de la Ligue-1 en Francia, para completar su aterrizaje en el país vecino, en cuya liga ha inyectado más de 2.700 millones desde 2012 con la compra de parte de sus retransmisiones en Francia y la exclusiva de su negocio internacional, cimentando la posición que llevó a Francia a liderar el cambio de voto de varias federaciones de Uefa en 2010 a favor de Qatar frente a Estados Unidos.

En España, aliado con Mediapro, el canal catarí fue la televisión de LaLiga durante el ciclo 2016-2019. Además, le ha abonado más de 1.500 millones de euros al fútbol profesional por contratos internacionales desde hace cuatro años. Sus contratos con la Uefa (Champions League, principalmente) en la última década superan los 600 millones de euros, mientras que, en la Premier League, donde todavía no tiene presencia, los 500 millones.

Qatar Airways, del frontal del Barça al del PSG

PSG y beIN Sports tienen una cara en común, la de su presidente, Nasser Al-Khelaifi. Este ejecutivo, extenista y amigo íntimo de la familia real catarí, es la cara visible del emirato en el deporte. Así, además de regir al equipo parisino e influir a través de los millonarios contratos de su grupo audiovisual con los promotores del fútbol de élite, desde la explosión de la Superliga europea también controla el lobby de los grandes clubes, asociados en la ECA.

La mezcla de exposición nacional y control político es constante en la radiografía de la última década. Porque el PSG cuenta con hasta media docena de marcas cataríes entre sus grandes patrocinadores, algo que se puede sobreentender; pero es que el logo de Qatar Airways –la aerolínea pública– en el fútbol internacional ha viajado desde el Barça a la Roma, pasando por Boca Juniors y el Bayern de Múnich, donde los socios se rebelaron recientemente por ese contrato. Los blaugranas facturaron 186 millones de euros por los años que pasó portando la marca en el frontal de su camiseta; el PSG, desde esta temporada, cobrará 70 millones anuales por el mismo activo, una de las cifras más altas del fútbol europeo.

El imperio de Qatar Sports Investment (QSI) y su apuesta por el pádel

Tras el fútbol y el motor, donde ya cuenta desde el pasado año con cita anual de Fórmula 1 y MotoGP, el nuevo objetivo de Qatar es el pádel. El deporte de la raqueta, prácticamente monopolizado por españoles y argentinos, está cogiendo vuelo en los últimos años. Su principal circuito, el World Padel Tour (WPT), propiedad de la familia dueña de Damm, ha encontrado en el emirato a un duro y millonario rival.

Al-Khelaifi, amante de este deporte, ha promovido el Premier Padel, un nuevo circuito en el que ha conseguido atraer como socio estratégico a la Federación Internacional de Pádel (FIP). ¿El gancho? Una apuesta por la internacionalización del deporte, algo en lo que, realmente, ya ha venido trabajando el WPT. Sin embargo, el Premier Padel ha arrancado prometiendo mayores bolsas de premios a los jugadores y tentadores bonus para las mejores parejas. La financiación corre a cargo de Qatar Sports Investment (QSI), el fondo para deporte del país árabe, y que es reconocible para cualquier amante del deporte porque es el mismo dueño del PSG.

placeholder Neymar, en un partido con el PSG. (EFE/Christophe Petit Tesson)
Neymar, en un partido con el PSG. (EFE/Christophe Petit Tesson)

Lo preside también Al-Khelaifi y ofrece 525.000 euros en premios en los torneos de mayor categoría, con la aspiración de alcanzar los 25 torneos en 2024. En España, Madrid ya cuenta con un evento –los ganadores se llevan 47.500 euros– y Barcelona se espera que cuente con otro pronto, bajo la promoción del socio del circuito en España, Octagon, que ya ha convencido para invertir en él al family office catalán Tripelsum. ¿Continuará invirtiendo Qatar en deporte tras el Mundial? Esa es la pregunta que muchos se hacen.

Fue su vecina Bahréin la que levantó la alfombra, pero nadie como Qatar ha visto el deporte como propulsor de una marca de país al calor del petróleo que abunda en el Golfo Pérsico. En una década, la familia real catarí ha mandado comprar un gran club de fútbol, generar un gigante audiovisual del deporte y atraer al país varios Mundiales de deportes globales como el motor (Fórmula 1 y MotoGP), el atletismo, la natación o el balonmano. El más reciente, su joya de la corona, es el Mundial de fútbol. Excluida esa última inversión, la adquisición de propiedades deportivas y sus derechos comerciales supera ya los 6.000 millones de euros.

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