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¿Qué impacto genera un fondo ético? La inversión social gana terreno a la verde
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¿Qué impacto genera un fondo ético? La inversión social gana terreno a la verde

La crisis eleva las emisiones de bonos sociales y aumenta la demanda inversora, recortando terreno a la verde, que centraba el foco. Aún hay paradojas con la gobernanza

Foto: Inversión sostenible. (iStock)
Inversión sostenible. (iStock)

La crisis ha elevado las necesidades de financiar proyectos sociales por los estragos sanitarios y económicos que ha provocado el virus. La inversión con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés, y como se suele conocer a esta temática) ya estaba creciendo con importante velocidad por la pata verde, pero ahora gana terreno la social. Mientras, sigue habiendo lagunas sobre cómo actuar en casos de crisis reputacionales como las provocadas por el caso Villarejo en firmas como BBVA o Iberdrola.

No es fácil determinar si el 'boom' de la inversión sostenible empezó por una temática nueva de las grandes gestoras de fondos, ante el auge de la gestión pasiva que amenazaba su enfoque tradicional de gestión activa. Pero esta, según suelen señalar de forma tozuda los datos, rara vez supera a los índices, especialmente en Wall Street. Es más fácil vender un fondo de renta variable que, además, contribuye de forma positiva a la sociedad, aunque su histórico no alcance al índice de referencia. De forma paralela, los inversores institucionales llevan años demandando este tipo de enfoques.

Foto: Villarejo. (EC)

Pero esto ya es historia. Este tipo de inversión se ha consolidado, y cada vez hay más inversores, minoristas e institucionales, que solo incorporan esta temática a sus carteras. Es una realidad imparable. Más de 2.500 firmas del sector financiero, con más de 90 billones (millones de millones) de dólares bajo gestión, han firmado los principios de inversión responsable (PRI, por sus siglas en inglés) respaldados por Naciones Unidas.

placeholder Firmantes de los PRI. (Fuente: DBRS)
Firmantes de los PRI. (Fuente: DBRS)

En teoría, la inversión sostenible busca un impacto positivo en la sociedad. Bankia presentó esta semana un informe sobre el impacto social de su gama sostenible, Bankia Futuro Sostenible, con 50 millones bajo gestión. "La idea es perseguir objetivos más ambiciosos al medir el impacto. En su momento Markowitz introdujo el riesgo como factor de medición para las carteras, y en unos años nadie va a hablar de rentabilidad/riesgo sin incluir la variable social", apuntó en una presentación del banco Ana Guzmán, de Protocolom, EAF que asesora a Bankia con esta estrategia de inversión.

Según el informe, con un fondo de tamaño relativamente reducido ha contribuido a un ahorro de 132 toneladas de CO2, equivalentes a 18 vuelos de ida y vuelta de Madrid a Sídney; el ahorro de 709.915 Kwh, que suponen el consumo anual de 75 hogares españoles; 7.000 metros cúbicos menos de agua, que equivalen a dos piscinas olímpicas; 534 horas de formación; y el uso de 329.203 de energía renovable, equivalentes al consumo medio de 33 familias españolas.

Foto: Foto: iStock.

En diciembre, Mapfre presentó otro informe de impacto en la Embajada española de París para el fondo Mapfre Inversión Responsable, vehículo ESG centrado en la inclusión de personas con discapacidad. La Financière, gestora participada en un 25% por Mapfre, ya estaba comercializando este fondo en Francia. Una vez lanzada una réplica en Luxemburgo, ambas firmas iniciaron su comercialización en España y en el resto de Europa.

La aseguradora presidida por Antonio Huertas encargó a la Universidad de Siena un informe de impacto con un enfoque diferente, centrado en los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la ONU. La metodología del estudio consiste en entrelazar las principales causas de rentabilidad de las empresas con estas metas. Mapfre presentó ante la Junta General de Accionistas del 13 de marzo una medición del grueso de su balance, para la parte de bonos y acciones, del impacto social con este método, y con la aspiración de medir también el resto de activos.

placeholder A la izquierda, impacto social del fondo respecto al Eurostoxx. A la derecha, impacto por sectores, positivo si pasa de 100. (Fuente: Informe de la Universidad de Siena sobre el fondo de Mapfre)
A la izquierda, impacto social del fondo respecto al Eurostoxx. A la derecha, impacto por sectores, positivo si pasa de 100. (Fuente: Informe de la Universidad de Siena sobre el fondo de Mapfre)

Aunque todos los fondos sostenibles, éticos o ESG suelen asegurar cumplir los tres criterios, el más exitoso comercialmente ha sido el del respeto por el medio ambiente, a lo que ha contribuido el desarrollo de una taxonomía en Europa. También es donde ha habido más oferta. Y fue en este punto en el que BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo y uno de los principales accionistas del Ibex y de otros mercados, puso el foco: avisó de que votará en contra de las propuestas que vayan contra frenar el cambio climático.

Foto: Larry Fink, CEO de BlackRock. (Reuters)

En renta variable, los inversores deben analizar si la empresa cumple, en conjunto, los criterios que busca. El mercado primario para los inversores ESG de renta fija o crédito está formado por bonos y préstamos verdes, bonos sostenibles o con objetivos de desarrollo sostenible, bono sociales y bonos ligados a criterios de sostenibilidad. En este caso, no hace falta que la empresa globalmente cumpla las metas que busca el inversor, pero sí los recursos que va a captar la emisión.

Esto ha permitido a las administraciones públicas entrar en el mercado y diversificar la gama de inversores institucionales. Francia o Bélgica ya han emitido bonos verdes, y el Tesoro español tenía entre sus planes hacerlo en 2020. De hecho, el Instituto de Crédito Oficial (ICO) ya ha captado dinero por esta vía, además de comunidades autónomas como País Vasco o Madrid, que en mayo emitió un bono social por 52 millones para financiar parte del gasto sanitario que ha provocado el covid. Este es un ejemplo de cómo va recortando terreno la inversión social a la verde por el covid.

El año pasado las emisiones de bonos verdes superaron los 258.000 millones de dólares, según datos de DBRS, frente a cifras en torno a 160.000 millones los dos años anteriores. Mientras que los bonos sostenibles o con objetivos de desarrollo sostenible se situaron en 65.000 millones. Este montante se triplicó en 2019 respecto a 2018, pero se queda lejos de la oferta verde. Y más lejos aún estaban los bonos sociales, con apenas 20.000 millones en todo el mundo.

placeholder Evolución del volumen de bonos ESG. (Fuente: Moody's)
Evolución del volumen de bonos ESG. (Fuente: Moody's)

"El mercado de los bonos verdes ha sido durante mucho tiempo el líder en las emisiones ESG", explica DBRS. Sin embargo, prosigue, "es de esperar ver un aumento en el interés en los bonos sociales y de sostenibilidad a medida que las instituciones supranacionales, los bancos de desarrollo, los gobiernos regionales y soberanos, así como los bancos nacionales e internacionales se acercan a los mercados de deuda para financiar programas de apoyo a los sistemas de salud y las economías afectadas por el coronavirus".

Hacia esta dirección apuntan las previsiones de Moody’s. El coronavirus ha recortado su pronóstico de emisiones para 2020 de bonos ESG desde 400.000 millones hasta 325.000 millones. Inicialmente, preveía un lanzamiento al mercado de bonos verdes por valor de 300.000 millones, y ahora espera emisiones en una horquilla entre 175.000 millones y 225.000 millones, mientras que mantiene el pronóstico de 100.000 millones para el agregado entre bonos de sostenibilidad y sociales. En el primer trimestre, según los datos recopilados por la agencia de 'rating', ya se vio una caída del 49% en las emisiones de bonos verdes, que no fue tan profunda en los bonos de sostenibilidad, mientras que hubo un aumento de bonos sociales.

El caso Villarejo

Como se ha dicho, el criterio verde ha sido el más popular, mientras que el social coge impulso con la crisis. Pero hay otra pata del ESG que es la gobernanza, más ambigua que las anteriores, pero que hace referencia a la forma de gestionar la empresa. Y el caso Villarejo ha puesto de manifiesto deficiencias y graves actuaciones que están siendo investigadas por la Audiencia Nacional.

Foto: El empresario Juan Muñoz (I) a su salida de la Audiencia Nacional en 2018. (EFE)

Los nombres propios más vinculados, hasta ahora, han sido BBVA e Iberdrola, precisamente dos firmas que están siendo pioneras en la revolución verde de las empresas. El banco con emisiones y préstamos verdes, y la eléctrica con las energías renovables. De hecho, Iberdrola está en las carteras de los fondos ESG mencionados de Bankia y Mapfre.

"El tema de las controversias es uno de los grandes retos. Hay dos partes, lo que la compañía dice, y lo que realmente hace. En el caso de imputaciones judiciales, dejamos que la justicia decida. Cuando hay un escándalo no solo valoramos el escándalo, sino cuales son las medidas que se toman. Hay distintos actores implicados, y no siempre se sabe lo que se hace", arguyó esta semana al respecto Ana Guzmán por la presencia de Iberdrola en la estrategia de Bankia Futuro Sostenible. "Creemos que la estrategia de sostenibilidad es referencia a nivel mundial. Habrá que ver cuál es la resolución de la justicia y las medidas que se toman", agregó.

La crisis ha elevado las necesidades de financiar proyectos sociales por los estragos sanitarios y económicos que ha provocado el virus. La inversión con criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés, y como se suele conocer a esta temática) ya estaba creciendo con importante velocidad por la pata verde, pero ahora gana terreno la social. Mientras, sigue habiendo lagunas sobre cómo actuar en casos de crisis reputacionales como las provocadas por el caso Villarejo en firmas como BBVA o Iberdrola.

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