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La banca europea inicia su contrarreloj para generar 125.000 M más de capital
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La banca europea inicia su contrarreloj para generar 125.000 M más de capital

Los bancos europeos tendrán que reforzar su solvencia en los próximos años. Europa negocia las nuevas exigencias que elevan el colchón necesario de capital

Foto: Foto: iStock.
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La banca tiene deberes por delante. Las entidades europeas deberán reforzar sus colchones de capital para llevar su solvencia a las exigencias de Basilea III. Las negociaciones de las instituciones europeas sitúan el déficit de capital actual en 124.800 millones de euros, según los últimos cálculos de la Autoridad Europea de Banca (EBA, por sus siglas en inglés).

Esta falta a futuro de capital se ha reducido desde la estimación publicada por la EBA en verano en 10.300 millones, pero muestra la magnitud del esfuerzo que deberá realizar la banca en el viejo continente. Los bancos españoles están a la cola en capital, y en varios casos como Santander o BBVA se sitúan por debajo del 12% —capital de máxima calidad, CET 1 'fully loaded'—, que es la aspiración no vinculante de los supervisores y que ha adoptado el mercado.

Aun así, las entidades españolas no estarán necesariamente entre las más afectadas —el cálculo que publica la EBA es global y no desgrana por entidades o países—. La nueva regulación reducirá la capacidad de las entidades de ponderar de forma más laxa sus riesgos con modelos propios, práctica más habitual en Europa y que han denunciado las entidades españolas como agravio comparativo.

Foto: Bandera europea en la sede de la Comisión Europea. (Reuters)

La idea es que estas exigencias incluidas en los acuerdos de diciembre de 2017 de Basilea III entren en vigor en 2022. Sin embargo, la fecha de implementación dependerá del proceso legislativo en Europa, ya que el proceso necesita una propuesta de la Comisión Europea y posteriores aprobaciones del Consejo y del Parlamento. Además, podría haber un periodo transitorio de 2022 a 2027.

Los acuerdos de 2017 se revisaron en el marco de las negociaciones (FRTB, por sus siglas en inglés) del comité de Basilea a principios del pasado año, lo que motivó la nueva estimación a la baja de la EBA. La diferencia en los cálculos también responde a un menor impacto esperado del riesgo de mercado y el nuevo mínimo de crecimiento proyectado.

Así, el déficit de capital respecto a los niveles actuales es de 124.800 millones o un 23,6%, que se divide entre 83.000 millones en capital de máxima calidad (CET1) y 119.000 millones en la definición más amplia (Tier 1), que incluye participaciones preferentes e instrumentos híbridos, como la deuda anticrisis emitida. En términos relativos, el déficit es mayor en los grandes bancos (24,1%) que en los medianos (11,3%) o pequeños (5,5%).

Foto: Pablo Hernández de Cos. (Efe)

Según consultores especializados en la materia, que trabajan precisamente con los bancos para ayudarlos a incorporar las exigencias de Basilea, hay cinco claves que marcan el desafío regulatorio de tener que elevar el capital en los próximos años, con el hándicap de que los inversores acaban incorporando a sus estimaciones los requisitos antes que los propios supervisores.

Por un lado, el actual método estándar de riesgo operacional se sustituye por un nuevo método estándar, eliminando el modelo avanzado para esta cuestión, relacionada con la evolución del negocio propio. Los cambios también limitarán el uso de modelos avanzados en riesgo de crédito en grandes carteras de empresas de elevado tamaño, instituciones, etc. Eliminan los modelos avanzados para los productos de ‘equity’ como acciones o participaciones, con coeficientes ponderados que penalizan en mayor medida.

También se incorporan mayores requerimientos por riesgo de mercado e impactos derivados de una nueva metodología estándar. Por último, hay un suelo del 72,5% de los activos ponderados por riesgo (APR). Esto quiere decir que el peso estimado no puede bajar de este umbral después de aplicar las metodologías correspondientes a cada activo.

La banca tiene deberes por delante. Las entidades europeas deberán reforzar sus colchones de capital para llevar su solvencia a las exigencias de Basilea III. Las negociaciones de las instituciones europeas sitúan el déficit de capital actual en 124.800 millones de euros, según los últimos cálculos de la Autoridad Europea de Banca (EBA, por sus siglas en inglés).

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