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La loca carrera por el turismo espacial: 200.000 euros por 11 minutos en órbita
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La loca carrera por el turismo espacial: 200.000 euros por 11 minutos en órbita

Elon Musk, Richard Branson y Jeff Bezos se han embarcado en una dura pugna por ser los primeros que conquisten uno de los pocos lugares todavía vedados para los viajeros

Foto: Fotografía de un vuelo espacial de Virgin Galactic
Fotografía de un vuelo espacial de Virgin Galactic

Theodore von Kármán nació el 11 de mayo de 1881 en Budapest, la capital de Hungría. Durante sus 82 años de vida, antes de fallecer en la germana localidad de Aquisgrán, otrora sede del poder del imperio de Carlomagno, a Kármán le dio tiempo a muchas cosas. Sus contribuciones en la ingeniería, la física y la aerodinámica fueron transcendentales para la aeronáutica moderna.

Situada a 100 kilómetros sobre el nivel del mar, a la altura del brillo de las auroras, la Línea Karman es la frontera en la que comienza el Espacio como tal. Así lo postuló el físico húngaro, que descubrió que, a partir de esa distancia, la densidad de la atmósfera es tan baja que, para poder volar, hay que igualar la velocidad orbital a esa altura. Grosso modo, el entorno es tan fino que las alas de un avión no servirían de nada y solo sería útil un potente motor.

placeholder Gráfico de las capas del espacio
Gráfico de las capas del espacio

Kármán, y de paso su línea, están muy presentes en el día a día de tres genios: Elon Musk, Jeff Bezos y Richard Branson. Los tres, cada uno a su estilo y con su propio proyecto, pelean por ser los primeros en llevar un turista al espacio. Y lo están haciendo sin tregua, conscientes de que es uno de esos campos en los que todavía se puede ser pionero.

Esta semana Branson anunciaba que Virgin Galactic, la pata de su ingente imperio que se encarga del turismo espacial, vendía el 49% de la empresa a Social Capital Hedosphia Holding. Esta operación es un paso previo a una salida a bolsa controlada que podría formalizarse antes del final de este mismo año.

Con la venta Branson se mete en el bolsillo 800 millones de dólares, con los que mantener engrasada una maquinaria que necesita de lubricante constante. Ese problema no lo tienen sus dos rivales: Bezos, creador de Blue Origin, financia de su propio bolsillo sus ambiciones espaciales, mientras que Musk, con SpaceX, ha conseguido construir una compañía autosuficiente cuyo valor está en el entorno de los 33.000 millones de dólares.

Branson, más cerca de Kármán

Más allá de sus finanzas o los nombres al frente, lo importante en este duelo espacial está en cómo de cerca tienen cada uno de ellos el colocar a un turista en el espacio. Ahí, pese a que su músculo financiero es más pequeño, Branson tiene medio cuerpo de ventaja.

El magnate inglés tiene hasta lista de espera, con precios ya cerrados, para los aspirantes a emular a los astronautas. Según los números que él mismo ha hecho públicos, hay más de 600 personas que ya han dado 20.000 dólares de señal, casi 18.000 euros, como reserva de su billete. Una vez les llegue el turno, tendrán que abonar otros 230.000 dólares, casi 205.000 euros, para completar el pago. Esa cantidad, no especialmente elevada, da derecho a un paseo espacial de 90 minutos.

placeholder El transporte espacial de Virgin Galactic, en el centro, en uno de sus vehículos de soporte. (Reuters)
El transporte espacial de Virgin Galactic, en el centro, en uno de sus vehículos de soporte. (Reuters)

Eso les da derecho a ocupar uno de los seis sillones que tienen los VSS Unity con los que Branson quiere poner a los viajeros en órbita. Actualmente tiene en sus hangares dos de estos vehículos, bautizados como Etta y Artie, que estarán operados por un piloto y un copiloto. Los Unity han llegado al Espacio dos veces: la primera en diciembre del año 2018 y la segunda en febrero de 2019.

Branson, pese a lo avanzado de sus planes, se ha encontrado con varios problemas graves: el primero de ellos fue el accidente del SpaceShipTwo original, la primera nave de Virgin Galactic, que se estrelló en el desierto de Mojave, en el oeste de Estados Unidos. El copiloto murió a causa del golpe y el piloto resultó herido grave.

Como es lógico, todos los planes de Branson y sus muchachos quedaron en el aire por temas de seguridad y el proceso comenzó de nuevo. Su último bache, mucho menos importante, fue el veto al fondo soberano de Arabia Saudí, cuya inversión en Galactic se cifraba en 1.000 millones de dólares. El empresario inglés rompió relaciones tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul.

placeholder Richard Branson, en el centro con camisa blanca, junto al equipo de Virgin Galactic. (Reuters)
Richard Branson, en el centro con camisa blanca, junto al equipo de Virgin Galactic. (Reuters)

En cualquier caso, Branson está cerca de conseguir sus aspiraciones. Tiene los clientes, parece que tiene la financiación y la tecnología ya ha superado algunas pruebas. ¿Cuestión de tiempo?

¿Dónde está Bezos?

En una aventura así, ¿cómo no iba a estar embarcado el hombre más rico del mundo? Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon, creó Blue Origin en el año 2000 y, desde entonces ha estado financiando todo el proyecto sin necesidad de tirar de ahorros. El procedimiento para hacerlo es sencillo: cada año, vende acciones de Amazon por valor de 1.000 millones y lo inyecta directamente en las cuentas de Blue Origin.

Poco a poco, la dependencia del profundo bolsillo del genio de Seattle va bajando, gracias a los contratos firmados, por ejemplo, con la NASA. Con su lema 'Gradatim Ferociter' ('paso a paso, ferozmente', en latín) como mantra, Bezos considera que lo natural para el ser humano no es abandonar la tierra, pero sí aprovechar recursos de otros planetas. Y, para financiar eso, está dispuesto a pasear algunos turistas por el Espacio.

placeholder Jeff Bezos, en una presentación de Blue Origin. (Reuters)
Jeff Bezos, en una presentación de Blue Origin. (Reuters)

Lo harían a bordo de una cápsula instalada en su cohete New Shepard, en un trayecto que duraría un total de 11 minutos. Durante los dos primeros minutos y medio se produciría el despegue vertical con los motores a toda máquina alcanzado incluso tres veces la velocidad del sonido (Mach 3). Ahí, cerca de Kármán, se produciría el desacople y los turistas tendrían unos tres minutos de gravedad cero observando la curvatura terrestre antes de volver, tranquilamente, a la superficie terrestre.

Según 'Wired', el coste de todo el viaje estaría alrededor de los 200.000 dólares por cabeza, casi 178.000 euros al cambio actual, y en cada viaje podrían ir seis personas, que disfrutarían de las vistas a través de unas ventanas de 1 metro por 73 centímetros de área.

Blue Origin ya ha hecho 10 misiones de prueba, incluyendo una en la que se simulaba que ocurría un fallo y había que escapar del vehículo con una cápsula. Todo salió bien.

El genio de Elon

Esta tendencia del turismo espacial la empezó Elon Musk. El genio sudafricano, creador también de Tesla, lleva ventaja en cuanto a presencia en el espacio. Sus ambiciones, de hecho, van más allá, y ya ha explicado que su verdadero sueño es colonizar y "morir en Marte" cuando llegue el momento.

SpaceX es un gigante con 6.000 empleados y una valoración de alrededor de 33.000 millones de dólares, si bien solo son aproximaciones al no cotizar en bolsa. Las estimaciones del mercado, además, apuntan a que sus contratos con la NASA y con organizaciones privadas alcanzan los 12.000 millones de dólares.

Musk, o SpaceX, fue el primero en lograr el hito de recuperar los cohetes, y sus componentes, de manera consistente. Los Falcon 9, su vehículo franquicia, despegan, ponen en órbita satélites, y aterrizan de nuevo en estaciones flotantes en el océano o en sus instalaciones de Cabo Cañaveral. Es la verdadera clave para el turismo espacial: reutilizar unos cohetes que, en el caso del Falcon 9, cuestan algo más de 60 millones de dólares.

Las cápsulas en las que Musk querría llevar a personas al Espacio están bautizadas como Dragon o Dragon Crew y tienen espacio para seis personas en un viaje que podría durar hasta seis días antes de volver a la superficie terrestre.

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Todo estaba listo para que este mes de julio Bob Behnken y Doug Hurley, ex astronautas, pasaran 14 días en una de estas cápsulas para llevar materiales a la Estación Espacial Internacional, Sin embargo, una explosión en uno de los componentes del cohete el pasado mes de abril ha retrasado todos los planes, todavía 'sine die'. Sí es cierto que en el mes de marzo se hizo una prueba con un Falcon 9 y fue satisfactoria.

El Falcon 9 Heavy de SpaceX, que se forma con los motores de tres Falcon 9 normales, ya ha puesto cosas en órbita: concretamente un Tesla Roadster, el deportivo de la marca, y un muñeco con forma humana llamado Starman. Aunque eso, de momento, no cuenta como turismo espacial.

Theodore von Kármán nació el 11 de mayo de 1881 en Budapest, la capital de Hungría. Durante sus 82 años de vida, antes de fallecer en la germana localidad de Aquisgrán, otrora sede del poder del imperio de Carlomagno, a Kármán le dio tiempo a muchas cosas. Sus contribuciones en la ingeniería, la física y la aerodinámica fueron transcendentales para la aeronáutica moderna.

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