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Pablo Iglesias e Íñigo Errejón: unidos por el activismo, separados por la lucha de poder
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CIERRE FRATRICIDA DE DOS BIOGRAFÍAS COMUNES

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón: unidos por el activismo, separados por la lucha de poder

Los años de amistad, militancias, proyectos académicos y políticos, que siempre habían compartido los fundadores de Podemos, quedaron enterrados por la trituradora partidista

Foto: Íñigo Errejón y Pablo Iglesias en Vistalegre II. (EFE)
Íñigo Errejón y Pablo Iglesias en Vistalegre II. (EFE)

"Lo nuestro es la mitosis", ironizaba uno de los principales dirigentes del grupo confederal de Unidas Podemos unos días antes de que la escisión liderada por Íñigo Errejón anunciase su decisión de presentarse a las elecciones generales del próximo 10-N. Los ahora impulsores de Más País y el propio Errejón habían negado siempre en público y en privado que sus intenciones fuesen dar el salto a la arena estatal, pero este dirigente de la izquierda asumía no sin resignación que su tradición política estaba abocada a la división. Las escisiones son un rasgo característico de la izquierda, y si hace ya un siglo el PCE surgió como una escisión bolchevique del PSOE, con las primeras elecciones democráticas se vivió una explosión de siglas en la izquierda alternativa, con partidos, corrientes, grupos y grupúsculos, para años después integrar las diferentes sensibilidades que habían pasado el corte de las urnas en la casa común de Izquierda Unida.

"Hay que naturalizar las escisiones", aseguraba Pablo Iglesias tratando de calmar a los suyos tras conocerse la noticia de que tendría que enfrentarse en las urnas con su excompañero de filas y examigo. Con Errejón compartió activismo, intereses académicos y fines de semana en la sierra madrileña hasta que la mitosis acudió a su encuentro. Hasta Podemos puede incluirse dentro de la categoría de escisión, de IU, pero en su caso fue generacional, por el empuje de la historia que dio el 15-M, aun con un cierto ánimo de 'matar al padre'. En la escisión de Errejón, algunos dicen observar un ánimo de 'matar al hermano', al vincularla más con una mera venganza personal que con una confrontación de posiciones políticas distintas.

Foto: Reunión del consejo ciudadano

A falta de conocer su programa y sus efectos, de lo que no hay duda es de que se trata de una segunda vuelta del congreso de Vistalegre II. Un segundo asalto, esta vez con los votantes como jueces, en lugar de los militantes que, en la segunda asamblea de Podemos, frenaron en seco la aspiración de Errejón por liderar este espacio a la izquierda del PSOE. "Será un actor de la política estatal, es cuestión de tiempo. Con su partido o con el PSOE, eso hay que naturalizarlo", reflexionaba Iglesias, otra vez, preparando a los suyos para lo que estaba por venir.

"Con su partido o con el PSOE", disparaba el líder de Podemos ya en clave de argumentario de campaña, aun sin faltar a la memoria histórica. En las listas del PSOE acabaron los dirigentes de IU Cristina Almeida y Diego López Garrido, tras crear el Partido Democrático de la Nueva Izquierda. Una dosis de luchas de poder y otra de ego, de afán por cerrar sus biografías políticas de la mejor forma posible. Las de Iglesias y Errejón, siempre compartidas en la calle, se anulan mutuamente con su llegada a las instituciones. Ambas corren el riesgo de quedar cruzadas por las guerras fratricidas de la izquierda alternativa que, primero, estuvo a punto de convertirse en hegemónica haciendo soplar nuevos vientos desde el sur de Europa con el caído Alexis Tsipras de la mano, y después, dejó escapar el que sería el primer Gobierno de las dos izquierdas en España desde la Segunda República.

placeholder El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)

La política de partidos es una trituradora, y hay abundantes ejemplos de ello, pero pocos más canónicos que el que representan Iglesias y Errejón. Ambos se conocieron "comiendo pan con azúcar en el puesto de chuches de la facultad" y desde entonces comenzaron a compartir militancia en diferentes movimientos sociales, desde Arde Madrid, la plataforma que trató de aglutinar a los grupos de la izquierda alternativa de la capital, heredera del Movimiento de Resistencia Global, al movimiento del 'No a la guerra', donde Errejón ya tendría un papel mucho más politizado junto a Pablo Iglesias. Asimismo, fundaron juntos proyectos como la asociación universitaria Contrapoder, La Promotora de Pensamiento Crítico, La Tuerka y fueron vocales del patronato fundación CEPS.

Con los dos políticos midiéndose en las urnas para determinar quién sigue vivo en política, genera más grima que nostalgia rescatar las palabras que Errejón le dedicó a Iglesias en su tesis doctoral: "Él me enseñó que el arte de la guerra se practica con método y tesón, haciendo más que diciendo, como me quiere", y remata: "Esta tesis y su autor le deben mucho más de lo que cabría en estas líneas". Iglesias, por su parte, afirma también en los agradecimientos de sus tesis en la que compartieron hasta el director, que los testimonios de Errejón "fueron muy valiosos para examinar la experiencia de los colectivos madrileños vinculados al movimiento global, desde las jornadas de Praga y Génova hasta las movilizaciones contra la guerra, las manifestaciones del 13 de marzo de 2004 frente a la sede del Partido Popular y el intento de acción global en Escocia en julio de 2005, contra la reunión del G8". Acciones de protesta en las que ambos participaron codo con codo.

El documento difundido por Bescansa era una propuesta para ser la número dos en la candidatura de Errejón para la CAM y derrocar a Iglesias

Las diferencias de criterio entre ambos sobre cómo conducir el proyecto político de Podemos eran casi un entretenimiento de cara a la galería. Errejón dejó de estar conforme con ser el número dos desde casi el momento en el que Pablo Iglesias fue nombrado secretario general, con una estructura jacobina y de plenos poderes que él mismo había diseñado. Pronto asomaron las maniobras. A la luz salieron dos. La conocida como 'jaque pastor' para encumbrar a Errejón a la secretaría general, y que alguien dejó a la vista de todos en la sede del partido al dejar su ordenador encendido, y la operación Bescansa, con la misma finalidad, que esta última difundió por error en su propio canal público de Telegram. El conocimiento de la primera operación supuso el cese del secretario de Organización, Sergio Pascual, y el largo camino hasta Vistalegre II. Fue también el primer "golpe de Estado".

El documento difundido por Carolina Bescansa era una propuesta para ser la número dos en la candidatura de Errejón para la Comunidad de Madrid y derrocar posteriormente a Pablo Iglesias, de cara a tomar el liderazgo de Podemos antes de las elecciones generales de 2020. Se detallaba un pacto de ocho puntos con Errejón para asaltar el poder en la formación.

En el texto se ratificaba "el respaldo a la candidatura de Íñigo Errejón a través de la integración de Carolina Bescansa en su lista como número dos. En el segundo y tercer caso, se acuerda el respaldo a la candidatura de Carolina Bescansa como número uno a través del apoyo de los equipos, estructuras y recursos disponibles en el momento en que ambos comicios tengan lugar. El compromiso de apoyo mutuo implica el respaldo de estas tres posiciones en cualquier eventual negociación con otras fuerzas políticas, sin que quepa la alteración de este orden a partir de la formación de confluencias". Supuso el cese del secretario de Organización, Sergio Pascual, y el largo camino hasta Vistalegre II. Un segundo "golpe de Estado" fallido, ahora su nombre está encima de la mesa para que encabece la candidatura de Más País por A Coruña.

Foto: Íñigo Errejón, acompañado por Rita Maestra, a su llegada a la asamblea de su nuevo proyecto político, donde ha sido proclamado candidato para las elecciones. (Reuters)

La batalla por el poder tenía como 'atrezzo' diferencias respecto a decisiones como el sentido del voto en la investidura de Pedro Sánchez de 2016, tras el pacto del PSOE con Ciudadanos, o las diferencias estratégicas sobre la necesidad de confluir o no con IU. Luego vendrían las dimisiones en bloque de órganos para forzar convocatorias de primarias internas y conflictos cada vez más airados que fueron escalando hasta desembocar en la batalla por el todo o nada de la segunda asamblea ciudadana, Vistalegre II. La madre de todas las batallas que tras su resolución, se comenzó a gestar la escisión del sector que había sido derrocado, el errejonista.

Los años de amistad, militancias, proyectos académicos y políticos que siempre habían compartido los fundadores de Podemos, con biografías paralelas, quedaron enterrados con la vida interna del partido. Nada queda de aquel tándem. Errejón ha llegado a reconocer que ni siquiera conoce a los hijos de Iglesias. Siempre tuvieron dentro, como reconocían al lanzar uno de sus proyectos políticos —La Promotora—, "el virus de la acción, ese virus que te arranca de las horas que dedicas al estudio de la historia y te lleva a tratar de intervenir en la historia". Un virus que ha mutado quizá en una obsesión, más personal que de intervención histórica, de intentar cerrar su biografía de la manera más digna posible.

Este viernes, Iglesias escribía, con respecto a las manifestaciones por la emergencia climática que "como las movilizaciones de Seattle, Praga o Génova hace casi 20 años —cuando militaba con Errejón—, esta es una movilización histórica porque está planteando algo que es clave: que lo fundamental para hacer frente a la crisis climática es transformar un sistema económico descontrolado que pone siempre el beneficio de una minoría muy poderosa por delante del interés general y del bienestar de la mayoría, incluso a costa de destruir el único planeta que tenemos. Más del 70% de las emisiones contaminantes en todo el planeta son responsabilidad de solo 100 grandes empresas". Y concluía con el que bien podría interpretarse como un dardo de Iglesias: "Ojalá los sueños de la juventud no dejen dormir a los mayordomos del poder". Y es que entiende ahora que el papel de Errejón, junto al PSOE, pasa por apuntalar el bipartidismo y permitir que los poderosos "duerman tranquilos" impidiendo que Podemos esté en el Gobierno.

"Lo nuestro es la mitosis", ironizaba uno de los principales dirigentes del grupo confederal de Unidas Podemos unos días antes de que la escisión liderada por Íñigo Errejón anunciase su decisión de presentarse a las elecciones generales del próximo 10-N. Los ahora impulsores de Más País y el propio Errejón habían negado siempre en público y en privado que sus intenciones fuesen dar el salto a la arena estatal, pero este dirigente de la izquierda asumía no sin resignación que su tradición política estaba abocada a la división. Las escisiones son un rasgo característico de la izquierda, y si hace ya un siglo el PCE surgió como una escisión bolchevique del PSOE, con las primeras elecciones democráticas se vivió una explosión de siglas en la izquierda alternativa, con partidos, corrientes, grupos y grupúsculos, para años después integrar las diferentes sensibilidades que habían pasado el corte de las urnas en la casa común de Izquierda Unida.

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