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Sánchez cierra las puertas a la abstención y desafía a los críticos a que den la cara
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finaliza la segunda jornada del debate de investidura del candidato del pp

Sánchez cierra las puertas a la abstención y desafía a los críticos a que den la cara

Su discurso frente a Rajoy es leído por oficialistas y críticos como señal inequívoca de que el no se mantendrá hasta el final y como un aviso a los barones para que si quieren un viraje, lo pidan

Foto: Pedro Sánchez, en su escaño en el Congreso, durante la segunda jornada del debate de investidura de Mariano Rajoy, este 31 de agosto. (EFE)
Pedro Sánchez, en su escaño en el Congreso, durante la segunda jornada del debate de investidura de Mariano Rajoy, este 31 de agosto. (EFE)

No solo era la teatralización de un no ya anunciado. Era algo más. La contundencia sin matices que Pedro Sánchez derrochó contra Mariano Rajoy sonó a inequívoca prueba, fuera y dentro de los muros del PSOE, de que el voto en contra de la investidura del líder del PP no tiene vuelta atrás, que es definitivo. Que no habrá abstención ni ahora ni dentro de unas semanas, cuando pasen las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre. Más aún, la rotundidad empleada por el secretario general fue interpretada como un aviso claro a sus críticos: no se apeará de su posición, y si alguien quiere que se cambie, que lo pida y que dé la cara, porque no será él quien la defienda.

De nuevo, la suerte de un partido dividido como el PSOE y el devenir de España se cruzan, se confunden. Nada, ninguna palabra, ningún movimiento, se puede leer en una sola dirección, porque se juega, sí, la gobernabilidad del país, pero también el liderazgo de los socialistas. Nada está desprovisto de mensajes implícitos. El que Sánchez emitió este miércoles desde la tribuna de oradores del Congreso, con el que arrancó la segunda jornada del debate de investidura de Rajoy (y que acabó con 170 votos a favor y 180 en contra), fue diáfano, según la lectura más compartida por oficialistas y críticos. Sin apenas vacilaciones ni titubeos: el no se mantendrá y quien quiera removerlo deberá mojarse y no esperar a que el secretario general formalice el viraje. En resumen, pista casi expedita para las terceras elecciones, hipótesis que cada vez se asume con más naturalidad en el PSOE. Es una evidencia bien palpable que la dirección y los sanchistas han perdido el miedo a una nueva llamada a las urnas, por mucho que se celebren el 25 de diciembre o, si se cambia la Ley Electoral, una semana antes, el domingo 18.

El portazo a Rajoy, sin que Sánchez haya visualizado una alternativa, conduce a las terceras elecciones, que en las alturas del PSOE se asumen con naturalidad

Sánchez construyó un discurso implacable en el fondo aunque cortés en las formas con Rajoy. Le dio un "no rotundo", sin concesiones, a su reelección, por "total y absoluto convencimiento", por "coherencia", por el "compromiso" con los electores y "por el bien" del país. Y porque, a fin de cuentas, el PSOE es la "alternativa" al PP, no su compañero de viaje. "España necesita un Gobierno, pero no un mal Gobierno", reiteró [aquí el discurso en PDF].

Primera votación de investidura fallida de Mariano Rajoy

"Gobernar sin oposición"

El secretario general machacó sin contemplaciones a Rajoy, un político que no es de "fiar" y que ha "amparado y protegido" la corrupción durante los últimos años. Un dirigente que no tiene "credibilidad", que en realidad no se quiere deshacer de su mochila de "recortes", que ofrece puro "continuismo". Si los socialistas "cedieran a sus presiones [las del PP], esta sería la legislatura del chantaje". El presidente en funciones, subrayó, pretende el abrazo del oso, crujir a quien es su alternativa, "pasar del absolutismo" de la legislatura 2011-2015 a "gobernar sin oposición". "El PSOE no se va a abstener porque queremos acabar con la corrupción", remató Sánchez.

Foto: Pedro Sánchez, durante su intervención en la tribuna del Congreso, este 31 de agosto. (Reuters)

El relato del líder socialista no dejaba resquicio a la duda. No solo por la conclusión -la confirmación del voto en contra-, sino incluso por la narración de las políticas del PP que el PSOE ha combatido y combatirá. En su cuerpo a cuerpo con Rajoy, pretendía enseñar la distancia abismal que le separa de la derecha. Kilómetros que son imposibles de reducir.

La intervención de Sánchez, implacable en el fondo y cortés en las formas, gustó en líneas generales a su grupo. Los suyos alababan su "solidez"

La intervención de Sánchez gustó en líneas generales a su bancada. Recibió aplausos en el hemiciclo de sus diputados, y todos se levantaron al concluir su repaso a Rajoy. A la salida, en los pasillos y en el patio del Congreso, se escuchaban más elogios que críticas. Los más próximos al secretario general recalcaban que su discurso fue "sólido", "bien armado", "contundente". Algunos, incluso los declarados sanchistas, sí echaron de menos "algo más de fuerza" en las réplicas a Rajoy.

Pedro Sánchez mantiene el no a la investidura de Mariano Rajoy

Oficialistas y críticos extrajeron la misma conclusión: que el no es definitivo. "Si alguien tenía dudas y pensaba que íbamos de farol, ya está más claro que nunca que no", aseguraba una dirigente del círculo de confianza de Sánchez. El juicio era unánime: que la negativa a Rajoy se mantendrá hasta el final, porque la contundencia del discurso "no permite ya una marcha atrás", pues no sería creíble. En otras palabras: que las elecciones vascas y gallegas del 25-S no alterarán la posición inicial, ni se reblandecerá ese no. Esos comicios, en todo caso, podrían acercar al PNV al PP. ¿Y entonces? Seguiría haciendo falta el apoyo de un diputado para que Rajoy pudiera superar la investidura. La expectativa de dirigentes de primer nivel y de diputados rasos es que la papeleta podría resolverla el parlamentario de Nueva Canarias, Pedro Quevedo, que concurrió en coalición con los socialistas el 26-J y el 20-D, aunque este también se ha reafirmado en el no.

Qué hará el PSOE

"El mensaje de Pedro estaba claro: que él seguirá en el no y que el que tenga huevos levante la mano y pida la abstención. Ya sabemos lo que va a hacer él, lo que no sabemos es qué hará el PSOE", indicaba una diputada crítica con Sánchez, evidenciando que la pelota pasa ahora al tejado de los barones, algunos de los cuales han pedido que se abra la reflexión interna y se convoque incluso un comité federal para estudiar qué hacer, reunión que no se encuentra en el calendario que maneja el secretario general.

El discurso sonaba a la antesala del próximo congreso. Los sanchistas consideran que el líder ha ido ganando la partida, asentándose entre la militancia

Los colaboradores y dirigentes próximos a Sánchez validaban la idea de que su discurso en la tribuna tenía mucho también de consumo interno, y que buscaba retar a sus críticos. Advertirles de que si quieren la abstención del PSOE, deberán pedirla y defenderla sin ambages. "Que den la cara", recalcaban desde el entorno del líder. "Lo que no puede ser es que los debates no se cierren nunca -afirmaba una responsable del núcleo duro-. Si se convoca un comité federal, tendrá que ser para cambiar de posición, no para reafirmarnos en el no, que ya está claro, pero tendrán que ser ellos los que lo demanden y no se escondan". Subyace el mismo pulso que hace meses: los barones quieren que Sánchez asuma el coste del paso a la abstención, y este quiere que sean ellos los que se mojen y se retraten. Los espectadores de excepción son los militantes, los que a fin de cuentas votarán en el próximo congreso -postergado sine díe- a su líder. Los sanchistas remarcan que las bases se han alineado con el no del jefe, y que él está ganando la partida, poco a poco, después de "resistir muchísimo" todas las presiones de las últimas semanas, que seguirán y "soportará", porque esa fortaleza "es su gran valor".

La dirección también siente que la posición ha ido "calando" cada vez dentro del partido, y que incluso aquellos más proclives a facilitar el Gobierno a Rajoy ya no lo tienen tan claro, más después del debate de investidura.

El otro foco: el 25-S

Lo que ocurra a partir del 2 de septiembre, cuando se consume la investidura fallida de Rajoy, sigue siendo una incógnita. Ni en la órbita más próxima a Sánchez se conoce con exactitud cuál será su siguiente movimiento. Pero la impresión más consolidada entre los dirigentes es que esperará, porque el presidente en funciones "ya ha dicho que lo seguirá intentando". Algunos parlamentarios apuntaban que quizás abra una ronda de contactos con otros líderes para examinar el nuevo escenario. No obstante, pasado el Rubicón del debate de esta semana, la actualidad se desplazará a las elecciones gallegas y vascas, cuya campaña comenzará el 9 de septiembre. De hecho, Sánchez tiene previsto viajar a las dos comunidades este fin de semana.

La impresión es que el líder socialista aguardará a los movimientos de Rajoy y que puede no intentar una alternativa que incluso los suyos ven muy difícil

El líder socialista recibió durante el debate los guiños de Unidos Podemos y de los nacionalistas para intentar pilotar una investidura. Pablo Iglesias le pidió que se olvidara de los "agravios" del pasado, pero no se desembarazó de un tono agresivo que no gustó a la dirección del PSOE. Y ERC y la antigua Convergència pusieron por delante, para prestarle su apoyo, la celebración de un referéndum en Cataluña, línea roja para los socialistas y que Ferraz tampoco quiere traspasar ahora.

En la cúpula siguen siendo minoría quienes ven viable que Sánchez encabece una alternativa, que en todo caso pasaría por la repetición de la apuesta de la pasada legislatura, un acuerdo transversal con Podemos y Ciudadanos. De ahí que se esté instalando en las alturas del partido la tesis de que, salvo que el PNV ceda tras el 25-S, el camino hacia las terceras elecciones es irreversible. El expresidente del Congreso Patxi López ya advirtió el lunes en la ejecutiva que quizás habría que "preparar el relato" para esa eventualidad, y lo cierto es que cada vez son más los que ven ventajas a una nueva convocatoria, porque el PSOE, aducen, podría crecer a costa de un desdibujado Podemos y porque los ciudadanos premiarían la "coherencia" de Sánchez. A ello se añade la actitud mostrada por Rajoy durante el debate, de puro "burócrata", "volando puentes" con PSOE y PNV, displicencia que Ferraz interpreta como una señal clara de que el presidente busca unos terceros comicios en los que sospecha que podría ampliar su mayoría de 137 diputados.

El viernes, segunda y definitiva votación de investidura de Mariano Rajoy

Los diputados socialistas sí admiten que una retirada del jefe del PP podría descomponer el puzle. Insisten en que el no se extiende al PP, y no solo al presidente, pero sí intuyen que otros partidos podrían moverse y que, al menos, se abriría un periodo de reflexión en el PSOE.

"Cada vez más" difícil

¿Cómo se leyó la intervención de Sánchez en la federación más poderosa, la andaluza? “O tienen un plan ultrasecreto o no tienen ni idea de lo que van a hacer”. El silencio absoluto que se ha apoderado de Susana Díaz y su equipo más directo desconcierta incluso dentro de las filas del PSOE-A. Nadie de la ejecutiva regional quiso este miércoles valorar en abierto la intervención del secretario general. Se espera que la presidenta andaluza programe algún acto público en su agenda antes de que acabe la semana, y dirigirá la reunión de la ejecutiva regional el próximo lunes, pero nadie cree que vaya a apearse del no rotundo al PP y Rajoy. “Ahora lo tiene muy difícil. Cada vez más”, admite alguien cercano a la jefa de la Junta. Mientras que otros barones como Guillermo Fernández Vara o Ximo Puig sí han dejado entrever en público que urge decidir qué hace el PSOE tras este primer fracaso de Rajoy, los socialistas andaluces hasta el momento han eludido pedir en público la convocatoria de ese nuevo comité federal, primer paso para abrir la puerta a una posible abstención de diputados socialistas. Es más, en la ejecutiva del lunes, Antonio Pradas, hombre de la confianza de Díaz en Madrid, defendió con vehemencia el no.

El PSOE-A también ve al partido enfilado hacia terceras elecciones. Nadie cree que Díaz vaya a apearse del no a Rajoy y al PP que ha defendido

Los cuadros andaluces consultados dan por hecho que tras la intervención del secretario general el PSOE había emprendido un camino hacia las terceras elecciones de difícil retorno. Nadie cercano a Díaz cree que ella vaya a abogar por la abstención. Todo apunta a que sí secundarán la petición de un nuevo comité federal para favorecer el diálogo interno, pero en ningún caso la presidenta ha virado en sus posiciones ni parece dispuesta a defender un cambio de posición que con la vista puesta en el próximo congreso federal favorecería y reforzaría a Sánchez ante la militancia, según coinciden fuentes de la ejecutiva andaluza. “Si ella mueve ficha, Pedro se presentará como un mártir y a la larga se reforzará”, apunta un dirigente. Todos velan armas para la batalla final.

Andalucía tampoco ve que se baraje una alternativa

Los socialistas andaluces no creen que Pedro Sánchez vaya a emprender ningún tipo de “aventura” con Podemos en un nuevo intento de formar Gobierno. Esa posibilidad la dan por amortizada tras un primer intento fallido. “Eso sí que removería internamente el partido”, admiten. Los barones no dan señales de tener un plan alternativo a partir de este momento. Los socialistas andaluces parecen confiar en el ‘milagro’ de una retirada de Sánchez tras una posible debacle en las elecciones vascas y gallegas del 25-S. Mucho confiar, dada la resiliencia mostrada por el líder socialista. En el equipo de Sánchez descartan esa hipótesis, porque "no tienen nada que ver unas autonómicas" con el liderazgo en Madrid y también porque se da por descontado que los resultados en las dos comunidades no serán buenos.

“La situación del PSOE es horrible y la militancia está con Pedro”, apunta una voz veterana del partido en Andalucía. “Los barones esperan que se hunda en cualquier momento y eso será cada vez más complicado”, apunta otra fuente socialista. La conclusión más reiterada tras el debate de investidura, pues, es que el líder ha cerrado la puerta al PP de forma definitiva, y ni Díaz ni nadie que quiera seguir vivo ante su militancia va a empuñar la llave para abrir esa puerta. Al menos no, insisten, hasta que pase el test de los comicios del 25 de septiembre.

No solo era la teatralización de un no ya anunciado. Era algo más. La contundencia sin matices que Pedro Sánchez derrochó contra Mariano Rajoy sonó a inequívoca prueba, fuera y dentro de los muros del PSOE, de que el voto en contra de la investidura del líder del PP no tiene vuelta atrás, que es definitivo. Que no habrá abstención ni ahora ni dentro de unas semanas, cuando pasen las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre. Más aún, la rotundidad empleada por el secretario general fue interpretada como un aviso claro a sus críticos: no se apeará de su posición, y si alguien quiere que se cambie, que lo pida y que dé la cara, porque no será él quien la defienda.

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