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El 'think tank' de Piketty explica por qué los impuestos apenas reducen la desigualdad
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PESAN MÁS LAS TRANSFERENCIAS SOCIALES

El 'think tank' de Piketty explica por qué los impuestos apenas reducen la desigualdad

Un estudio del World Inequality Lab concluye que la predistribución determina en un 80% las diferencias entre los niveles de desigualdad de los países; la intervención pública, solo un 20%

Foto: Una mujer pide dinero en Ciudad de Guatemala. (EFE/Esteban Biba)
Una mujer pide dinero en Ciudad de Guatemala. (EFE/Esteban Biba)
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Los sistemas de redistribución de la renta, basados en la recaudación de impuestos y las prestaciones sociales, solo explican una mínima parte de los diferentes niveles de desigualdad que existen en los países del mundo. Y, dentro de estos, los tributos juegan un papel anecdótico a la hora de determinar, por ejemplo, por qué la brecha económica entre los ciudadanos brasileños es mucho más profunda que entre los ciudadanos españoles. La conclusión no proviene de ningún peligroso economista neoliberal, sino del World Inequality Lab, el centro de investigación universitario dirigido, entre otros, por el francés Thomas Piketty, defensor de un "socialismo participativo" y una de las mayores eminencias en los estudios acerca de la distribución de la renta.

Célebre por sus series históricas sobre la desigualdad, el propio Piketty promocionaba estos días en su cuenta de la red social Twitter (ahora conocida como X) una investigación de sus compañeros de la Paris School of Economics Matthew Fisher-Post y Amory Gethin: "Por primera vez, es posible comparar los niveles de desigualdad antes y después de impuestos en todo el mundo desde 1980". Efectivamente, los autores han combinado los datos procedentes de encuestas a hogares, cuentas nacionales, presupuestos públicos, simulaciones tributarias y estudios de incidencia fiscal en 151 países entre 1980 y 2019 para construir la mayor base de datos hasta la fecha sobre el impacto de los sistemas fiscales en la distribución de la renta. Pero el resultado no ha sido, probablemente, el que esperaban muchos seguidores del influyente autor de Capital e ideología. Y ni siquiera él mismo.

Los sistemas de impuestos y transferencias sociales siempre sirven para reducir la desigualdad, constatan los académicos, aunque la intensidad de esa reducción depende del caso. Hasta ahí ninguna novedad, habida cuenta de que el objetivo de esos esquemas, que han ido implantando todos los países desde el final de la Segunda Guerra Mundial, es precisamente ese. La novedad del estudio, titulado Government Redistribution and Development. Global Estimates of Tax-and-Transfer Progressivity, 1980-2019 (Redistribución gubernamental y desarrollo. Estimaciones globales de la progresividad de los impuestos y las transferencias, 1980-2019), consiste en cuantificar hasta qué punto explican que una nación sea más igualitaria que otra. Su conclusión es que, al menos de forma directa, lo hacen muy poco.

Lo que realmente cuenta es lo que pasa antes. El 80% de las diferencias en el nivel de desigualdad de rentas después de impuestos entre los diferentes países se debía, en 2019, a la predistribución. Es decir, a la manera en que se repartían estas rentas antes de que el Estado interviniese. La otra cara de la moneda es que los sistemas fiscales de impuestos y transferencias solo explican el 20% de estas variaciones. En otras palabras: si Francia es más igualitaria que México, por poner un ejemplo extremo, no se debe tanto a que tenga impuestos altos y subsidios generosos como a que la diferencia de ingresos entre un ejecutivo de París y un pescador bretón no es tan ostensible como entre un abogado de Ciudad de México y un vendedor ambulante oaxaqueño.

Foto: La vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE/Pablo Garrigós)
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Los autores llegan a esta conclusión tras comprobar la correlación entre la parte de la tarta que recibe la mitad más desfavorecida en las distintas naciones antes de la intervención del Estado y la que recibe después. El resultado es que ambas magnitudes van de la mano, lo que indica que la incidencia del diferente diseño de los esquemas fiscales nacionales se antoja muy reducida. Los resultados son similares para el 10% y el 1% de la parte alta de la distribución, lo que corrobora la teoría. De hecho, apuntan los autores, la clasificación de los países más o menos desiguales apenas varía si se tienen en cuenta los resultados antes de impuestos y transferencias o después.

Las cartas no están marcadas

Pero esto no significa que las cartas ya estén marcadas de antemano y el Estado no tenga nada que hacer. "Una mayor inversión en asistencia social, educación y sanidad puede desempeñar un papel clave en la generación de un mayor crecimiento de los ingresos antes de impuestos de los hogares con bajos ingresos", matizan Fisher-Post y Getin.

Aunque el objetivo de la investigación no consiste en estudiar este proceso, sí apunta algunas ideas interesantes. Por ejemplo: los países con sistemas fiscales más progresivos muestran, en promedio, niveles más bajos de desigualdad ya antes de impuestos. Del mismo modo, donde las transferencias netas se concentran en la mitad más baja de la distribución, esta participa en mayor medida del reparto de la renta en el país, incluso antes de la intervención estatal.

Las transferencias sociales son responsables del 90% de la redistribución; los tributos, del 10%

Ambas correlaciones no resultan tan intensas como en el caso anterior. Además, las excepciones abundan: existen economías con una predistribución bastante desigual, pese a contar con sistemas fiscales relativamente progresivos (el estudio cita a Sudáfrica, Estados Unidos o Latinoamérica), y otras que mantienen un alto nivel de igualdad de rentas pese a la escasa ambición de su modelo de impuestos y transferencias, como algunas del este de Europa.

En ese sentido, los autores reconocen que esta parte de su investigación "no es una ley de hierro" que se pueda aplicar en todos los casos. "Comprender las condiciones en que las políticas redistributivas contribuyen exitosamente a frenar las diferencias de predistribución entre países representa una fructífera vía de investigación futura", añaden.

La clave está en las transferencias

Es muy difícil saber qué fue antes, si el huevo (la redistribución) o la gallina (la predistribución), pero de lo que no hay duda es de las propiedades nutritivas de la clara y la yema. Como sabe cualquiera que vaya al gimnasio, la primera está llena de proteínas que sirven para ganar músculo cuando se está delgado, como ocurre con las transferencias sociales; la segunda, en cambio, puede resultar más apetitosa, sobre todo para algunos políticos, pero en realidad solo aporta un poco de grasilla a quienes necesitan un subidón calórico para no quedarse relegados frente al resto. Son los impuestos.

Foto: Colas del hambre en Madrid. (EFE/Yanessa López)

Si el impacto directo de las dos patas de las políticas fiscales apenas ayuda a explicar los diferentes niveles de desigualdad en los países, mucho menos lo hacen los impuestos. Es más, las transferencias sociales son responsables del 90% de la redistribución; y los tributos, de solo el 10% restante. Para llegar a esta conclusión, los investigadores compararon la ratio media de los diferentes países —ponderados por población— entre el 10% de los ciudadanos con más ingresos y el 50% con menos. Al quitar los impuestos de la ecuación, el equilibrio prácticamente se mantiene. En cambio, si se añaden las transferencias sociales, el nivel de igualdad aumenta en tres puntos porcentuales.

Una vez más, vuelve a haber diferencias, pero la conclusión siempre es la misma: los impuestos tienen un peso mucho más reducido que las transferencias a la hora garantizar una mejor redistribución, y este solo llega al 30% en el mejor de los casos (las naciones anglosajonas y África). "Los países de la Anglosfera, a pesar de los recientes descensos bien documentados de la progresividad fiscal, siguen siendo los países cuyos impuestos más contribuyen a reducir la desigualdad", destaca el estudio. En el este de Europa y Latinoamérica, en cambio, los tributos aumentan la brecha económica.

La culpa es del IVA

¿A qué se debe esto? La respuesta resulta muy sencilla: las transferencias sociales suelen ser mucho más progresivas que los impuestos, al estar focalizadas, en mayor o menor medida, hacia los colectivos más vulnerables —España no es un ejemplo en este sentido, como han constatado diferentes informes, y más después de las ayudas del escudo social contra los efectos de la pandemia y la inflación—. Algunos tributos también lo son, pero los investigadores ponen el dedo en la llaga sobre por qué, en su conjunto, apenas sirven para redistribuir: "Los impuestos sobre la renta y los impuestos de sociedades reducen la desigualdad en torno a un 4%, mientras que los impuestos indirectos aumentan la desigualdad en torno a un 8%. El efecto de los impuestos sobre la propiedad y el patrimonio es insignificante".

En definitiva: el IVA, que paga igual el hombre más rico que el más pobre, tiene un carácter regresivo, que compensa la progresividad del IRPF y sociedades, y acaba generando un impacto prácticamente neutro de los impuestos en la reducción de la desigualdad. Así en Berlín como en Ulán Bator. "La redistribución aumenta con el desarrollo, pero se debe enteramente a las transferencias. La progresividad fiscal no está correlacionada con la renta per cápita", sentencia el informe.

Piketty saca su propia conclusión, expresada en X: "Los cambios en la progresividad fiscal han desempeñado un papel importante en el aumento de la desigualdad desde 1980". Parece que no se haya leído el trabajo de su propio think tank, que destaca que la incidencia de la redistribución en la reducción de la desigualdad ha aumentado en la mayoría de las regiones durante las últimas cuatro décadas, sobre todo en Europa Occidental y los países anglosajones. Es lo que tiene no separar la yema de la clara: a veces se le da importancia a la parte más vistosa, cuando, en realidad, resulta testimonial.

Los sistemas de redistribución de la renta, basados en la recaudación de impuestos y las prestaciones sociales, solo explican una mínima parte de los diferentes niveles de desigualdad que existen en los países del mundo. Y, dentro de estos, los tributos juegan un papel anecdótico a la hora de determinar, por ejemplo, por qué la brecha económica entre los ciudadanos brasileños es mucho más profunda que entre los ciudadanos españoles. La conclusión no proviene de ningún peligroso economista neoliberal, sino del World Inequality Lab, el centro de investigación universitario dirigido, entre otros, por el francés Thomas Piketty, defensor de un "socialismo participativo" y una de las mayores eminencias en los estudios acerca de la distribución de la renta.

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