La maldición del 12%: el paro se estanca pese al aumento del PIB y del empleo

La economía española crece. Este año, el PIB aumentará un 2,3%, según la última revisión al alza del Banco de España. Igualmente, crea empleo. En los últimos 12 meses, según la EPA, se generaron 368.100 puestos de trabajo. A pesar de ello, sin embargo, la tasa de paro se resiste a bajar del 12%.

Los datos más recientes, incluso, revelan que el desempleo en términos relativos, lejos de bajar, creció hasta el 13,26% de la población activa en el primer trimestre de 2023. Se trata de un nivel muy similar al que había en el cuarto trimestre de 2021, cuando la tasa de paro se situó en el 13,33%. Es decir, seis trimestres consecutivos en los que el desempleo en relación con la fuerza laboral, que no es otra cosa que la suma de los ocupados y de los parados, se ha estancado en unos niveles que duplican el existente en la eurozona, un 6,5%.

No parece que las cosas vayan a ir mucho mejor en el futuro inmediato si se cumplen las previsiones de los institutos de coyuntura. El Banco de España estima que la tasa de paro sobre la población activa en media anual se situará este año en un 12,7%, mientras que el próximo bajará hasta el 12,3%. Ni siquiera en 2025 se traspasará esa barrera. Ese año, el desempleo se situaría en un 12%.

Las previsiones del banco central coinciden, básicamente, con las del panel de expertos que coordina Funcas, que estima que este año la tasa de paro se situará en el 12,8% y el próximo bajará hasta el 12,5%.

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Esto significa, ni más ni menos, que la tasa de paro parece haberse cronificado en niveles que se sitúan muy por encima de la media europea. La economía española, incluso, todavía no ha recuperado los niveles de desempleo alcanzados antes de la crisis financiera, cuando el paro alcanzó un histórico 7,93% (segundo trimestre de 2007), aunque para ello, hay que recordar, fue necesario crear una inmensa burbuja inmobiliaria y de crédito que acabó estallando.

La tasa de actividad

¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué el aumento del PIB y de la ocupación no se traduce en una reducción del paro? La causa es muy simple. La población activa también crece. O lo que es lo mismo, el número de personas que tienen un empleo o que lo buscan de forma activa también avanza, lo que hace que se haya estancado la tasa de paro en niveles extraordinariamente elevados respecto de la eurozona. Algo que explica que la tasa de actividad (relación entre los activos y la población con 16 o más años) se haya estancado desde el año 2005 en torno al 57-58%, una de las más bajas de Europa, aunque con una fuerte divergencia por provincias. Mientras que Guadalajara (por el efecto frontera) y Madrid se sitúan por encima del 63%, Ourense, Zamora y Asturias no alcanzan el 50%. El máximo en el conjunto del Estado (60,5%) se alcanzó en 2012, pero en aquella ocasión fue producto del fuerte incremento del desempleo, que por entonces rozaba el 25%.

Expresado en otros términos, la incorporación de más personas al mercado de trabajo, ya sea como ocupadas o como paradas, impide reducir la tasa de desempleo, que hoy es el principal indicador que diferencia la economía española respecto a Europa.

Una simple comparación lo muestra con exactitud. Entre el cuarto trimestre de 2019, inmediatamente antes de la irrupción de la pandemia, y el primero de 2023, el número de ocupados a la luz de la Encuesta de Población Activa (EPA) ha crecido un 2,4%. ¿Cuánto ha crecido la población activa? Pues prácticamente, lo mismo. En concreto, un 1,8%, lo que significa que prácticamente ha neutralizado el incremento que se ha producido en el número de ocupados. Tan solo en los últimos 12 meses la población activa ha crecido en 368.000 personas. O lo que es lo mismo, un 1,4%.

El aumento de la población que se incorpora al mercado de trabajo es habitual en los periodos expansivos, ya que al producirse una mejora en las expectativas laborales crecen los incentivos para encontrar un empleo. Por el contrario, cuando son negativas las probabilidades de encontrar un puesto de trabajo, lo habitual es que se incremente el llamado efecto desánimo. La población deja de confiar en el mercado laboral y renuncia a buscar un empleo.

La población deja de confiar en el mercado laboral y renuncia a buscar un empleo

Esto, de hecho, es lo que puede estar pasando actualmente. Aumenta la población activa, pero también lo está haciendo la población general, independientemente de que busque un puesto de trabajo o no. La población con 16 o más años, en concreto, está creciendo a un ritmo del 1,3%, lo que explica los pobres resultados desde el punto de vista de la reducción de la tasa de paro. El actual 13,26% de desempleo es apenas medio punto porcentual inferior al 13,8% que había cuando el covid puso patas arriba la economía y, en particular, el empleo.

La mejora de las expectativas para crear un empleo, lógicamente, afecta sobre todo a los colectivos con menores tasas de incorporación laboral. En particular, a las mujeres, cuya tasa de actividad (apenas el 54%) es nueve puntos inferior a la de los hombres. La distancia entre ambos sexos es especialmente llamativa a partir de los 50 años, y, en particular, en el tramo que va de 55 a 59 años, donde la diferencia es de nada menos que 13 puntos porcentuales, lo que pone de relieve las dificultades de las mujeres para prolongar su vida laboral.