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Eurostat baja a la mitad la caída del consumo de gas de que presume el Gobierno
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LA CULPA ES DE LA EXCEPCIÓN IBÉRICA

Eurostat baja a la mitad la caída del consumo de gas de que presume el Gobierno

España reduce su uso un 8%, frente al 15% comprometido con Bruselas. La discrepancia se debe al cómputo del gas usado para la exportación de electricidad subvencionada

Foto: La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/Julio César Rivas)
La ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/Julio César Rivas)
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Eurostat rebaja a la mitad la caída del consumo de gas de que presume el Gobierno. La oficina estadística comunitaria sitúa alrededor del 8% el ahorro de nuestro país entre agosto y noviembre de 2022, en relación con la media de los cinco años anteriores, frente al rango de entre el 19% y el 21% que estima el Ejecutivo. La cifra no solo es la cuarta peor de la Unión Europea, sino que supondría incumplir el compromiso que la Moncloa adquirió con Bruselas. La clave está en el aumento del uso de los ciclos combinados para exportar electricidad subvencionada tras la entrada en vigor de la excepción ibérica.

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En una estadística publicada este martes, Eurostat certifica que el conjunto de la Unión fue capaz de reducir un 20,1% el consumo de gas durante los primeros cuatro meses en que ha estado en vigor el reglamento comunitario, que recomienda una caída del 15%. Además de las medidas implantadas en los planes de ahorro de los diferentes países, la coyuntura ha favorecido el descenso del empleo de este hidrocarburo: la ralentización de la economía y su sustitución por diésel para hacer frente a los elevados precios explican el desplome en el sector industrial, mientras que los hogares se han beneficiado de un otoño con temperaturas más suaves de lo habitual.

En ese contexto, los países más dependientes del suministro ruso han experimentado caídas espectaculares, forzados por la necesidad de encontrar alternativas a un flujo que ya no existe: en el caso de Finlandia, por ejemplo, el consumo se ha reducido a la mitad, y en los bálticos ha menguado en torno a un 40%. Alemania, el gran símbolo del problema que vive Europa, ha eliminado una cuarta parte de su demanda, mientras que en Francia se ha desplomado a un ritmo similar al del conjunto del bloque. Sin embargo, estas cifras no hallan su reflejo en España, uno de los seis países que incumplen los objetivos de Bruselas.

La reducción del 8% se obtiene al sumar a la producción de gas el saldo entre importaciones y exportaciones y el de las variaciones en las reservas, y compararlo con la media de esa ecuación durante los cinco años anteriores (2017-2021). Como resulta lógico, lo que no sale del país ni se va a los almacenes es lo que se consume. Las cifras del Gobierno hacen una estimación similar, pero con una gran diferencia: también tienen en cuenta el uso de gas para producir energía eléctrica que después se envía a otros países, según matizan fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica.

De acuerdo con ese cálculo, desde agosto, la demanda de gas ha bajado un 21%, o un 19% si no se computa el saldo entre importaciones y exportaciones del hidrocarburo durante los últimos cinco años. "El dato de Eurostat es un dato bruto de consumo de gas en España que tiene en cuenta las importaciones y exportaciones de gas, pero no las importaciones y exportaciones de gas convertido en electricidad, es decir, el uso de gas como energía primaria para exportar energía final que cubra las necesidades de otros países", remachan las mismas fuentes.

¿Realmente el Gobierno está cumpliendo los objetivos marcados por Bruselas? Según Transición Ecológica, sí; según Eurostat, no

Las diferencias metodológicas explican la disparidad de las cifras, y conducen el debate hacia un nuevo terreno: ¿realmente el Gobierno está cumpliendo los objetivos marcados por Bruselas, como se daba por hecho hasta ahora? Aunque su método de cálculo se antoja más fiable, por aproximarse mejor a la demanda real dentro del país, lo cierto es que la única forma de establecer una comparación con otras naciones bajo los estándares europeos es acudir a Eurostat. Un ejemplo: el índice de precios de consumo (IPC) se usa como referencia para saber cuál es la evolución de la inflación en España, pero cuando se quiere parangonar con la de los demás miembros del bloque, siempre se usa el IPC armonizado, que ofrece datos homologables.

De hecho, Eurostat es la oficina estadística dependiente de la Comisión Europea, el Ejecutivo comunitario, que fue quien estableció los objetivos voluntarios en un reglamento publicado el pasado 8 de agosto en el Diario Oficial de la Unión Europea (puede consultarlo aquí). El organismo hace referencia a esa norma en un informe en su página web y apunta que hay seis países que no han llegado todavía a la meta del 15%. Entre ellos está España, que es el segundo donde menos ha caído el consumo, solo por detrás de Irlanda, mientras que en Malta y Eslovaquia incluso ha subido. La lista la completan la República Checa y Portugal.

El efecto secundario del tope al gas

Los datos de Eurostat ponen en cuestión el discurso triunfalista del Gobierno, que ha presentado España como un ejemplo de las políticas de ahorro, gracias al Plan Más Seguridad Energética, que contiene 73 medidas, muchas de ellas destinadas a emplear menos gas. Como se pone de manifiesto en los informes mensuales del operador del sistema Enagás, la mayor parte del desplome del consumo se debe a la industria, donde ha caído la actividad y se ha sustituido este hidrocarburo por otros combustibles, especialmente en las plantas químicas. La propia ministra de Transición Ecológica reconoció en su último balance de la implantación del programa que resulta "difícil" cuantificar el impacto de las medidas de ahorro, que han sido menos ambiciosas que las de otros países, pese a la llamativa oposición de algunos políticos conservadores, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Foto: La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, junto a la ministra de Industria, Reyes Maroto. (EFE/Emilio Naranjo)

Más allá de si el plan del Ejecutivo está siendo relevante o no para reducir el consumo, lo cierto es que uno de los grandes logros de la Moncloa durante esta crisis energética está detrás de las dificultades de España para cumplir las recomendaciones de Bruselas. Como ha publicado en reiteradas ocasiones este periódico, el tope al gas para la producción eléctrica ha disparado los envíos de luz subvencionada a Francia y Portugal. Y esa es la realidad a la que, involuntariamente, se está refiriendo el Gobierno cuando apunta que hay que tener en cuenta el saldo exportador de electricidad en los cálculos.

Según las fuentes ministeriales, el esfuerzo solidario que está haciendo España con los envíos de luz subvencionada, especialmente a una Francia aquejada del parón nuclear, es el que explica que la reducción que señala Eurostat sea tan limitada, por lo que se debería incorporar a la hora de hacer los cálculos. Lo cierto es que el incremento del uso de gas para la producción eléctrica —un 61,3% en el acumulado anual, frente a la caída del 20,2% del convencional, según el último informe de Enagás— no se explica sin los récords históricos de las exportaciones al país vecino, que obliga a que entren en acción los ciclos combinados para colmar la demanda.

Foto: La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. (EFE/David Arquimbau Sintes)

Pese a lograr un abaratamiento de la factura de la luz de unos 69 euros al año para un hogar medio, según un estudio del laboratorio de ideas EsadeEcPol, el tope al gas ha disparado su consumo para la generación eléctrica, en contra de las políticas de ahorro que promueven Bruselas y Madrid. La discrepancia entre las cifras que ofrecen Eurostat y el Gobierno pone de manifiesto los efectos secundarios de la excepción ibérica. Un dato del propio ministerio: España ha pasado de importar una media de 2.336 gigavatios hora (GWh) de electricidad a Francia entre agosto y noviembre en los últimos cinco años a exportar 5.290 en 2022.

Como no podía ser de otra manera, Bruselas avala el esfuerzo solidario. Después de una dura negociación en la que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, se empleó a fondo, las autoridades comunitarias aceptaron que este aspecto, además de la ausencia de interconexiones o el estado de las reservas, computase a la hora de establecer objetivos flexibles en cada país. Para el nuestro, se situaría entre el 6% y el 7% de ahorro, pero solo en caso de que se decretase una fase de alerta de suministro que convirtiese el reglamento comunitario en una norma de obligado cumplimiento. De momento, no estamos en ese punto, así que el objetivo es voluntario. Y del 15%. Y España, según Eurostat, no lo está cumpliendo.

Eurostat rebaja a la mitad la caída del consumo de gas de que presume el Gobierno. La oficina estadística comunitaria sitúa alrededor del 8% el ahorro de nuestro país entre agosto y noviembre de 2022, en relación con la media de los cinco años anteriores, frente al rango de entre el 19% y el 21% que estima el Ejecutivo. La cifra no solo es la cuarta peor de la Unión Europea, sino que supondría incumplir el compromiso que la Moncloa adquirió con Bruselas. La clave está en el aumento del uso de los ciclos combinados para exportar electricidad subvencionada tras la entrada en vigor de la excepción ibérica.

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