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¿Por qué el tope al gas funciona mejor los fines de semana que de lunes a viernes?
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LA DEMANDA ES LA CLAVE

¿Por qué el tope al gas funciona mejor los fines de semana que de lunes a viernes?

El Gobierno cumpliría su promesa de bajar al menos el 15% el recibo de la luz si solo se tuviesen en cuenta sábados y domingos, pero la compensación a los ciclos en las jornadas laborables estropea los cálculos

Foto: Una bombilla. (EFE/Raquel Manzanares)
Una bombilla. (EFE/Raquel Manzanares)
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El tope al gas solo ha rebajado el recibo de la luz de junio un 5%, muy lejos de las expectativas creadas por el Gobierno. Los consumidores recibirán la tercera factura más alta de la historia, en un clima de decepción que empezó con la inaudita noticia de que el precio de la electricidad había subido 10 euros el primer día de vigor de la medida. De momento, no ha habido milagro, pero la paciencia que demanda la ministra de Transición Ecológica desde aquel fatídico 15 de junio empieza a ofrecer algunos motivos para la esperanza. Al menos ahora se sabe qué funciona y qué está fallando, tras unas primeras jornadas de confusión en las que proliferaron las explicaciones conspiranoicas: según a quién se le preguntase, el único culpable era el clima o el oligopolio eléctrico. A estas alturas, esto es lo que dicen los datos.

El Gobierno incumple su promesa

Es una de las pocas certezas. Más allá de explicaciones técnicas e interpretaciones varias, los resultados hablan por sí solos. Según la proyección realizada por El Confidencial a partir de las cifras del regulador del mercado ibérico (OMIE), el portal estadístico de la agencia Europa Press y la calculadora de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el mecanismo ha permitido abaratar la factura regulada de la luz un 9,7% desde su entrada en vigor. Es decir, el doble que el ahorro medio de junio. La primera casación con el gas limitado fue la del día 15, por lo que los efectos de la nueva medida solo se dejaron sentir en la segunda mitad de mes, con un abaratamiento medio del 14% en el precio de la electricidad (tras las rebajas de cargos e impuestos emprendidas por el Gobierno, este determina en torno al 70% del recibo, hasta llegar a la cifra final).

El hogar medio ya se ha ahorrado 7,7 euros gracias al tope al gas, que serían el doble si el mecanismo hubiera funcionado todo el mes

La ministra de Transición Ecológica ha repetido por activa y por pasiva que el precio de la factura de los clientes acogidos a la tarifa regulada —también conocido como PVPC— bajará entre un 15% y un 20%, así que los guarismos actuales están todavía muy lejos de los prometidos. Y eso que el Gobierno fue reduciendo progresivamente la ambición de la medida: al principio incluso se llegó a hablar de una rebaja a la mitad. Moncloa confía en que la evolución de los próximos meses ayude a cumplir el objetivo, cuando se incorporen a la financiación del mecanismo los clientes que están en el mercado libre a medida que vayan renovando sus contratos o firmando otros nuevos. El techo al gas estará en vigor durante un año, así que todavía hay tiempo para alcanzar la media prevista.

De momento, los más de 10 millones de hogares que dependen directamente del llamado 'pool' eléctrico para saber cuánto pagan por la luz han sufrido en junio el tercer recibo más caro de la historia. Según Facua, el usuario medio abonará 133,85 euros, un 65% más que hace un año. La organización de consumidores considera insuficiente la llamada excepción ibérica, ya que, a su juicio, no ataca la raíz del problema, que se halla en el diseño del mercado marginalista. Si se da por bueno el diseño del usuario representativo que hace Facua, el hogar medio ya se habría ahorrado unos 7,7 euros gracias al tope al gas, que ascenderían a 14,4 si se hubiese aplicado durante todo el mes, en lugar de solo 16 días.

La esperanza del fin de semana

En realidad, sí hay un periodo en el que se cumple la promesa del Ejecutivo. Durante los dos fines de semana en los que ha estado en vigor la excepción ibérica, el recibo de la luz se ha abaratado una media del 15,4%, en la parte baja del rango establecido por Moncloa. Es casi el doble que el 7,9% de rebaja de lunes a viernes. ¿Casualidad o causalidad? Los datos apuntan a lo segundo: la medida es mucho más efectiva los sábados y domingos, cuando se dan una serie de circunstancias particulares que diluyen los problemas de los días laborables. La mejor cifra se produjo el pasado domingo: ese día, la excepción ibérica rebajó el precio de la electricidad casi un 30%, lo que significa un 20% menos en la factura.

El Confidencial ha recabado los datos de las 16 subastas de junio ofrecidos por OMIE y los ha cruzado con los que publica diariamente Red Eléctrica sobre demanda y producción del sistema nacional. El primer patrón que se repite es que la demanda es mayor en los días de actividad laboral que en los de descanso: una media de un 13,4% más. El segundo, que la producción de los ciclos combinados de gas también es superior en un 65%. El tercero, que la compensación a los ciclos para que no produzcan a pérdidas también es un 33% más alta. Y de los tres surge una tendencia clara, con muy pocas excepciones: la electricidad acaba siendo más cara cuando hay que ir a la oficina.

¡Es la demanda, estúpido!

Como se sospechaba desde el principio, el mecanismo resulta mucho menos efectivo si la demanda eléctrica es elevada, lo que explica que los primeros días se alcanzasen tasas de ahorro ridículas, que en algunos casos no llegaron al 5%. El Gobierno culpó entonces a la ola de calor, que impulsó el empleo masivo de ciclos combinados de dos formas distintas: por un lado, hacía falta producir más electricidad para cubrir la que solicitaban los hogares y la industria, mientras que, por el otro, la ausencia de viento y las temperaturas extremas disminuyeron la contribución de la eólica y solar. Como resultado, la demanda de gas para la generación eléctrica alcanzó máximos históricos. Y, en consecuencia, la compensación a los ciclos se disparó, hasta representar algunos días casi la mitad del precio final de la electricidad.

La experiencia de la primera quincena del tope al gas indica que ahí se halla el gran hándicap del mecanismo pactado por España y Portugal con Bruselas. Los planes enviados por la alianza ibérica a la Comisión Europea contemplaban una compensación media de 73 euros para el primer mes, la misma que finalmente se está produciendo los fines de semana. Sin embargo, este dato roza los 100 euros de lunes a viernes, lo que desbarata cualquier plan del Ejecutivo independientemente de cuál sea la casación del 'pool', ya que el precio final de la electricidad se obtiene sumando ambas cantidades. Por cierto, esa casación también fue muy inferior los sábados y domingos: círculo cerrado.

Durante los dos fines de semana de junio, la producción renovable rozó la mitad del 'mix' eléctrico, 11 puntos más que de lunes a viernes, y los ciclos solo supusieron la quinta parte de la producción total, mientras que en los días laborables generaron uno de cada tres gigavatios/hora (GWh). Cuando aumenta la demanda, y la eólica y la solar ya no dan más de sí, entra el gas al rescate y el invento se va al garete. Si eso ha sucedido durante la ola de calor, ¿qué ocurrirá en invierno, cuando históricamente se han alcanzado los mayores picos de demanda?

El lastre de las exportaciones a Francia

Persisten algunas dudas, pero a cada día que pasa se van confirmando las principales hipótesis que se dibujaban en las notas de urgencia que acompañaron a las primeras subastas. El mecanismo no solo pierde efectividad por factores coyunturales, como el incremento de la demanda o los cambios en el 'mix' energético, sino que presenta importantes errores de diseño. La posibilidad de que terceros países compren la electricidad al precio de la excepción ibérica, aunque sin pagar la compensación a los ciclos, es el mejor ejemplo: Madrid nunca lo quiso así, pero acabó cediendo a las exigencias de Bruselas para preservar el mercado único. El debate llegó esta semana al Congreso, donde Ribera se defendió de las críticas de la oposición al alegar que el saldo exportador con Francia había sido de 'solo' 272 megavatios/hora (MWh) en junio, por debajo de los 440 MWh de enero, 271 MWh de marzo, 810 MWh de abril y 412 MWh de mayo.

Los datos ofrecidos por la ministra son estrictamente ciertos, pero su utilización torticera queda desmontada con un simple gráfico. Efectivamente, el primer mes de la excepción ibérica ha sido el segundo con un menor saldo exportador a Francia de 2022, solo por detrás de febrero. Pero la titular de Transición Ecológica obvió decir que España recibía electricidad francesa de forma prácticamente ininterrumpida hasta el 15 de junio, precisamente el día que entró en vigor el tope al gas. Desde esa madrugada, el flujo ha cambiado de sentido para salir masivamente en dirección norte, salvo por unas horas durante el 19 de junio.

Los propios dirigentes de Red Eléctrica, el operador del sistema, han destacado en los últimos días que las interconexiones de los Pirineos se encuentran al límite de su capacidad desde el inicio de la excepción ibérica. Llama la atención la persistencia del Gobierno por negar que se está exportando electricidad subvencionada a Francia —en un primer momento, incluso desmintió que los franceses comprarían la energía más barata—, sobre todo si se tiene en cuenta que los empalmes con el país vecino representan solo un 2,8% de la capacidad total del sistema, como se encarga de repetir la propia Ribera cada vez que tiene ocasión. Fuentes conocedoras del mecanismo estiman que el coste para el consumidor español ronda los 100 millones de euros al mes, al afrontar la parte de la compensación a los ciclos que no pagan al norte de la cordillera.

Este proceso ayuda a alimentar el círculo vicioso que resta efectividad al techo del gas: cuanto más energía se exporta a Francia, mayor es la demanda total y, por tanto, la entrada de ciclos combinados para satisfacerla, lo que incrementa el montante final de la compensación y esquilma una parte de la reducción del precio del 'pool'.

Haya un temporal de viento o una ola de calor, esto seguirá siendo así. De hecho, también es así durante los fines de semana, cuando no se aprecia una cambio significativo en el saldo exportador. Hay cosas que no cambiarán: Francia seguirá comprando tanta luz subvencionada como pueda, al menos mientras sus precios sigan disparados por los parones en las centrales nucleares. Para ellos, el tope al gas funciona como un tiro todos los días del año.

El tope al gas solo ha rebajado el recibo de la luz de junio un 5%, muy lejos de las expectativas creadas por el Gobierno. Los consumidores recibirán la tercera factura más alta de la historia, en un clima de decepción que empezó con la inaudita noticia de que el precio de la electricidad había subido 10 euros el primer día de vigor de la medida. De momento, no ha habido milagro, pero la paciencia que demanda la ministra de Transición Ecológica desde aquel fatídico 15 de junio empieza a ofrecer algunos motivos para la esperanza. Al menos ahora se sabe qué funciona y qué está fallando, tras unas primeras jornadas de confusión en las que proliferaron las explicaciones conspiranoicas: según a quién se le preguntase, el único culpable era el clima o el oligopolio eléctrico. A estas alturas, esto es lo que dicen los datos.

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