Lo que esconde el ajuste de la banca: Madrid se queda con el empleo destruido en las provincias
Desde la burbuja inmobiliaria, los bancos han destruido el 19% del empleo en España. Todas las comunidades han perdido trabajo salvo Madrid, donde hay casi 3.500 empleados más
En los próximos meses, los bancos despedirán a algo más de 10.000 trabajadores como consecuencia del proceso de cierre de oficinas que está realizando el sector para adaptarse a su nuevo modelo de negocio. Este ajuste no solo será traumático para los trabajadores despedidos, también tendrá un impacto profundo sobre la desigualdad territorial dentro de España. Desde que la banca comenzara su ajuste ha destruido 73.500 empleos, esto es, lo mismo que el doble de trabajadores hay actualmente en el sector de la energía (incluyendo a todas las eléctricas, empresas de gas y de aire acondicionado).
Sin embargo, este ajuste ha sido muy desigual por territorios, lo que ha generado un impacto en la distribución territorial de la renta. Aunque la destrucción de empleo ha sido del 19% en toda España (según los registros de cotizantes a la Seguridad Social), en la mayor parte de las comunidades autónomas la pérdida de puestos de trabajo supera el 30% y en algunas alcanza el 33%. Esto es, en las más afectadas la banca ha destruido uno de cada tres puestos de trabajo existentes en el pico de la burbuja inmobiliaria.
Sin embargo, hay una comunidad autónoma que se libra de esta destrucción de empleo: Madrid. En la capital no solo no se han perdido puestos de trabajo, sino que se han creado: en el año 2020 había 3.500 trabajadores más que en pleno pico de la burbuja inmobiliaria. Esto no significa que los bancos no hayan cerrado oficinas en Madrid, lo han hecho igual que en el resto del país. La diferencia está en que las entidades han concentrado sus servicios centrales en las grandes ciudades financieras ubicadas en los alrededores de la capital de España.
Hasta los grandes bancos nacionales que tienen su sede social fuera de Madrid, como son el Santander o el BBVA, han apostado por aglutinar sus actividades en las oficinas centrales, convertidas en las grandes ciudades financieras de Boadilla del Monte o Las Tablas. La apuesta estratégica por Madrid nada tiene que ver con las bajadas de impuestos, sino que se debe a la concentración de las instituciones del Estado, del capital y de las principales universidades del país. Esto es, el ‘efecto capital’ hace que Madrid sea el territorio ideal para localizar las ciudades financieras, principalmente por la presencia de mano de obra cualificada.
Como resultado, el ajuste de la banca está provocando un profundo desequilibrio territorial, beneficiando a la capital del país frente al resto del territorio, en especial en las ciudades de provincias donde antes había abundancia de oficinas que se han ido cerrando (en el mundo rural apenas había sucursales y muchas se mantienen para evitar el abandono de estos territorios). Eso no significa que los bancos hayan desistido de su negocio en las provincias. Al contrario, mantienen sus operaciones y beneficios en todo el territorio, sin embargo, ahora se soportan esos servicios con empleos concentrados en la capital.
Junto a Madrid, la única provincia que evita el desplome del empleo en el sector financiero es Barcelona, donde se sitúan las oficinas centrales de CaixaBank. En su caso, la destrucción de empleo ha sido del 19%. Por el contrario, la comunidad autónoma en la que más empleo ha destruido la banca ha sido Cantabria, justo donde se localiza la sede social del mayor banco nacional, el Santander. Desde el año 2009 hasta 2020 se han destruido el 33,3% de los empleos del sector financiero en Cantabria. Dato que refleja que la situación de la sede social tiene poca relevancia en términos de aportación a la economía de la región y lo que importa realmente es la presencia de las oficinas centrales.
También han sufrido una intensa destrucción de empleo bancario las comunidades que tenían entidades regionales hoy absorbidas por otros bancos mayores. Un buen ejemplo es la Comunidad Valenciana, que ha visto cómo han desaparecido marcas ilustres como Bancaja, el Banco de Valencia o la Caja Mediterráneo, hoy integradas en CaixaBank —las dos primeras— y en Sabadell.
Esto explica que el proceso de transformación del sector bancario esté produciendo un efecto secundario muy relevante sobre la distribución territorial de la renta. Además, la sustitución de empleos en las sucursales por trabajadores en las oficinas centrales tiene otro efecto: la concentración de los salarios más altos en las ‘ciudades financieras’. Estos empleos que se crean son de un elevado valor añadido y requieren una alta formación. Ahora los bancos contratan a ingenieros, informáticos, matemáticos, analistas, abogados… empleos que no pueden cubrir con los trabajadores de oficinas y que concentran los salarios más elevados.
El efecto que provoca es que muchos jóvenes cualificados se vean obligados a emigrar a Madrid o Barcelona si quieren trabajar en algunos de estos grandes bancos. La situación ha llegado a tal punto que en Madrid se concentra uno de cada tres empleos del sector financiero que hay en España. Esto es, más del doble que el peso de la capital en el PIB o en la población nacional. Esto genera una emigración forzosa hacia la capital de trabajadores cualificados que genera una pérdida de capital humano en las provincias y una acumulación de talento en torno a la capital que está en la base del nuevo éxodo migratorio desde las ciudades de provincia hacia las grandes capitales.
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En los próximos meses, los bancos despedirán a algo más de 10.000 trabajadores como consecuencia del proceso de cierre de oficinas que está realizando el sector para adaptarse a su nuevo modelo de negocio. Este ajuste no solo será traumático para los trabajadores despedidos, también tendrá un impacto profundo sobre la desigualdad territorial dentro de España. Desde que la banca comenzara su ajuste ha destruido 73.500 empleos, esto es, lo mismo que el doble de trabajadores hay actualmente en el sector de la energía (incluyendo a todas las eléctricas, empresas de gas y de aire acondicionado).