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La crisis amplía la desigualdad: los ingresos salariales de rentas bajas caen 5 veces más
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Las consecuencias de la pandemia

La crisis amplía la desigualdad: los ingresos salariales de rentas bajas caen 5 veces más

La caída de los ingresos salariales del 30% de la población con menor renta alcanza el 10%, mientras que en el 30% con más renta apenas se ha reducido un 2%

Foto: Recogida de alimentos en el barrio madrileño de La Elipa. (EFE)
Recogida de alimentos en el barrio madrileño de La Elipa. (EFE)

La crisis económica del coronavirus es muy diferente a todas las anteriores, pero tiene una característica común: los grupos sociales más vulnerables vuelven a ser los más afectados. Las rentas bajas son las que han sufrido un mayor desplome de su renta salarial este año, ya sea como consecuencia de los despidos, la extinción de sus contratos o la suspensión de empleo a través de los ERTE. Esta crisis tiene, además, un agravante: ha afectado especialmente a sectores de bajo valor añadido, como la hostelería, el transporte, el ocio o el comercio. Estas ramas de actividad crean mucho empleo precario y temporal y han tenido que recortar bruscamente su masa salarial por la pandemia.

Eurostat está realizando un importante esfuerzo para medir el impacto de la crisis sobre las rentas de los diferentes grupos sociales a través de sus estadísticas experimentales. A partir de estos datos, ha publicado una primera estimación sobre la caída de los ingresos salariales por franjas de renta en 2020 en comparación con 2019. En el caso de España, la renta salarial de los tres primeros deciles de renta (el 30% que menos gana) se ha hundido nada menos que un 10%, dos puntos peor que el conjunto de la Unión Europea. Un duro golpe que explica el problema de las colas del hambre, que se han multiplicado por todo el país como consecuencia de la cantidad de familias que no tienen ingresos para sobrevivir. Es importante tener en cuenta que estos datos solo tienen en cuenta a personas que tenían un empleo antes de la crisis, de modo que una parte de las rentas bajas que estaban en el paro no entran en los cálculos al no contar con una renta salarial.

Foto: Foto: iStock.

Por el contrario, las rentas altas apenas han visto afectados sus ingresos del trabajo. En concreto, los tres últimos deciles (el 30% que más gana) han sufrido un descenso de las rentas salariales inferior al 2%. Por su parte, las clases medias (deciles del 4 al 6) también han sufrido una contracción severa de sus rentas salariales, que se han hundido un 6%. España es, junto a Portugal, el país con mayor diferencia en el comportamiento de los ingresos de las rentas altas y bajas, en total, ocho puntos porcentuales de diferencia. De hecho, la mayoría de los países del euro no pueden haber sufrido una diferencia tan grande porque la caída de rentas no ha alcanzado el 8%. La caída salarial media de la UE este año oscilará en el entorno del 5,2%, según los cálculos de Eurostat.

En primer lugar, esta diferencia responde a la incidencia del desempleo durante los meses de la pandemia. España fue el país europeo que destruyó más puestos de trabajo durante los meses del primer confinamiento como consecuencia de la precariedad del empleo. El porcentaje de temporalidad supera el 25%, lo que provocó que muchas empresas simplemente dejaran extinguirse estos contratos para así aliviar sus cargas salariales. En apenas un mes y medio se destruyeron un millón de empleos, de los cuales, casi el 90% eran temporales, esto es, de rentas bajas. Por el contrario, los contratos indefinidos de larga duración, que están blindados, apenas se destruyeron, protegiendo así a empleados de rentas altas y largas carreras de cotización. Esto explica que casi el 70% de los empleos perdidos sean justo de ese 30% con menores ingresos. Por el contrario, la pérdida de empleo en los tres últimos deciles es inferior al 5% del total de empleos perdidos, uno de los datos más bajos de la UE.

Casi el 90% del empleo destruido durante la primera ola eran contratos temporales

En total, la destrucción de empleo entre las rentas bajas ha provocado una caída de sus ingresos salariales de algo más del 4% (el dato es mucho mejor que el -10% de las rentas bajas, precisamente porque el peso salarial de las rentas altas es mucho mayor). Este es el peor dato de Europa y muestra la magnitud del golpe provocado por el aumento del desempleo. Eso significa que casi la mitad de la caída de rentas del 30% con menos ingresos se debe a la pérdida de empleo.

El resto, unos 5 puntos, se debe a la suspensión de empleo y la reducción de horas de trabajo aprobada con los ERTE y otros esquemas similares de protección de rentas aprobados en los diferentes países europeos. En España, durante las peores semanas de la pandemia, los ERTE llegaron a proteger a más de 3,5 millones de trabajadores. El problema es que, una vez más, los sectores y trabajadores más afectados fueron las rentas bajas. Aunque Eurostat todavía no ofrece datos de variación de rentas en función del nivel de responsabilidad de los trabajadores, las cifras parecen apuntar a que las empresas no metieron en los ERTE a sus trabajadores más valiosos. Si así lo hubiesen hecho, la caída de rentas de este grupo social habría sido más acusada, ya que los ERTE ofrecen una renta limitada muy inferior a los salarios más altos.

La protección pública

Esta crisis también ha sido diferente desde el punto de vista del despliegue de la protección social para evitar una caída aún mayor de las rentas de los hogares. El sector público de España y del resto de los países europeos ha jugado un papel fundamental para contrarrestar el desplome de ingresos de mercado gracias a la protección extraordinaria a desempleados y a trabajadores en ERTE.

Foto: Aglomeraciones en Madrid por el Black Friday. (EFE)

Según los datos de Eurostat, en España la protección pública redujo de forma significativa la caída de las rentas salariales de los hogares. En el caso de los tres primeros deciles, la caída de rentas se moderó en tres puntos gracias a la protección social, pasando así del -10% al -7%. La moderación también fue importante en el tramo de las rentas medias, que pasaron de sufrir una caída de los ingresos salariales de mercado del 6,5% al 4,5% gracias a las políticas de protección de rentas. En el tramo de mayores ingresos la moderación de la caída fue inferior a los 0,5 puntos precisamente porque los ERTE garantizan una parte mínima de los ingresos de este grupo social.

En conjunto, gracias a la protección social, la caída de las rentas de los hogares en España pasó del 4% al 2%. Aunque estos esquemas no consiguieron evitar el aumento de la desigualdad, sí que aportaron un avance importante respecto a crisis anteriores. Sin embargo, España todavía tiene mucho camino por delante antes de compararse con los países líderes del continente. De hecho, el efecto 'amortiguador' del sector público está entre los más bajos de la Unión Europea. Otros países, como Francia, Grecia o Eslovaquia, han conseguido minimizar la caída de rentas en más de tres puntos porcentuales.

Pero el caso más sorprendente es el de los Países Bajos, ya que la protección social ha conseguido proteger íntegramente las rentas salariales de los hogares, y eso a pesar de que la caída de los ingresos de mercado fue del 3,5%. El sector público pudo compensar toda esta caída. La protección de rentas ha permitido que el país mantuviera niveles de consumo elevados a pesar de las dificultades. Esto explica, por ejemplo, por qué en el tercer trimestre el país se situó ya a solo un 2,5% de los niveles de PIB previos a la crisis. Por el contrario, España está casi un 9% por debajo.

La crisis económica del coronavirus es muy diferente a todas las anteriores, pero tiene una característica común: los grupos sociales más vulnerables vuelven a ser los más afectados. Las rentas bajas son las que han sufrido un mayor desplome de su renta salarial este año, ya sea como consecuencia de los despidos, la extinción de sus contratos o la suspensión de empleo a través de los ERTE. Esta crisis tiene, además, un agravante: ha afectado especialmente a sectores de bajo valor añadido, como la hostelería, el transporte, el ocio o el comercio. Estas ramas de actividad crean mucho empleo precario y temporal y han tenido que recortar bruscamente su masa salarial por la pandemia.

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