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El sector exportador prevé destruir empleo por primera vez en la recuperación
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Malas noticias para la industria

El sector exportador prevé destruir empleo por primera vez en la recuperación

La aceleración registrada en el primer trimestre del año era solo un espejismo y las malas noticias no han tardado en regresar. La perspectiva exportadora es la peor desde 2013

Foto: Contenedores almacenados en un puerto. (Reuters)
Contenedores almacenados en un puerto. (Reuters)

La lenta agonía del sector exportador se tomó un respiro en el inicio del año y logró que la demanda externa generase la primera aportación positiva al PIB en dos años. Ese movimiento, que muchos vieron como el resurgir de la economía europea, no ha sido más que un espejismo. Las empresas exportadoras se están preparando para un verano complicado por la caída de los nuevos pedidos y por el incremento de los costes de producción y ya anticipan la primera destrucción de empleo desde el inicio de la recuperación, hace ya más de seis años.

El 8,9% de las empresas exportadoras prevé realizar despidos durante el próximo trimestre, mientras que únicamente un 7,3% pretende aumentar su plantilla, según los datos de la Encuesta de Coyuntura de Exportación que publica trimestralmente la Secretaría de Estado de Comercio. Se trata del primer saldo negativo de toda esta fase de crecimiento económico y muestra cómo está afectando la desaceleración de la actividad en Europa a la economía española. La demanda interna sigue tirando de la economía doméstica, pero la exportación se ha parado.

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El resultado es que el indicador de perspectivas para el empleo en los próximos tres meses ha entrado en terreno negativo con un descenso de 1,6 puntos. Una situación que contrasta con la que se vivía hace solo un año cuando el saldo era positivo por 6,1 puntos. Aunque la gran mayoría de empresas espera mantener sin cambios su plantilla (el 82,4%), los despidos en el resto superarán a las contrataciones, de acuerdo con los datos de la encuesta.

Este pesimismo surge del ‘parón’ registrado en la entrada de pedidos en el sector exportador. Como no hay demanda de producción, las empresas no están pensando en contratar, sino en despedir. El indicador de entrada de pedidos para los próximos tres meses se ha frenado hasta su peor nivel desde 2012, justo cuando la crisis europea estaba en su peor momento, con apenas 8,9 puntos positivos.

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Los datos de entrada de pedidos en la industria publicados también el martes por el INE van en la misma dirección, datos que pueden anticipar un verano complicado para el sector. Los nuevos encargos cayeron un 2,1% respecto al mismo mes del año anterior (datos ajustados de estacionalidad y calendario) y supone el peor registro de todo 2019. Por su parte, la cifra de negocios de la industria se frenó hasta el 0,8% interanual, lo que supone prácticamente un estancamiento de sus ingresos.

La caída en el número de pedidos de mayo fue más preocupante si se tiene en cuenta cuál fue el sector más afectado: el de bienes de equipo, esto es, maquinaria y equipos de producción. En total, estos pedidos se hundieron un 10,7% interanual, lo que evidencia un parón en las inversiones del sector privado en mejorar su capacidad productiva. Si no hay demanda, las empresas no venden y, por lo tanto, ni invierten ni crean empleo. El 'parón' de la industria de bienes de equipo es siempre un buen indicador adelantado sobre la salud de la economía.

El número de empresas que espera que su cartera de pedidos se incremente en el tercer trimestre del año ha caído hasta el 26%, 10 puntos menos que en el inicio de 2019. Por su parte, el porcentaje de empresas pesimistas ha escalado hasta el 17%, el peor nivel desde 2016.

El sector exportador reconoce que su principal problema para competir en el mercado internacional es la competencia en precios. Las ganancias de competitividad logradas durante la crisis, en buena medida gracias a la devaluación salarial, son ahora un pilar para mantener las ventas al exterior. Hasta un 59% de las empresas exportadoras reconoce que su principal reto es lograr un precio competitivo.

La subida salarial que se está registrando este año se convierte así en una dificultad añadida a la exportación. Un 26% de las empresas prevé reducir sus márgenes de beneficio en los próximos meses para asumir unos costes crecientes en una economía muy competitiva que bloquea la subida de los precios. En ausencia de ganancias de productividad, al final la masa salarial es la única vía de ajuste que tienen las empresas para elevar o reducir sus márgenes. Sin embargo, después de años de devaluación salarial, los agentes sociales acordaron en 2018 comenzar a subir los salarios, lo que se traduce en esta caída de márgenes.

Europa se frena

Las empresas españolas han afianzado su posición exportadora en Europa durante todos los años de la crisis. La proximidad geográfica, la libre circulación de mercancías y personas y el euro han hecho de este mercado el favorito para España. Estas relaciones comerciales han sido muy beneficiosas, pero ahora que Europa está pasando un mal momento, el contagio es inmediato. De hecho, la ralentización de la economía del Viejo Continente es más perjudicial para las exportaciones de España que la guerra comercial.

Foto: Estación de Metro del Banco de España, junto a la sede de la entidad (Reuters).

La previsión de cartera de pedidos hacia la Unión Europea se ha deteriorado significativamente a lo largo del segundo trimestre del año y la situación no parece mejorar en el tercero. Los datos de confianza publicados a lo largo del martes evidencian la recaída de la actividad después de un primer trimestre algo más positivo de lo esperado.

En Alemania, la confianza empresarial que marca la encuesta ZEW que experimentó una recuperación hacia el final del primer trimestre, ha vuelto a caer hasta los mínimos del año. En julio registró un descenso hasta -20 puntos, lo que supone igualar el peor dato del año y volver a niveles que no se veían desde 2012, en pleno epicentro de la crisis europea.

La encuesta a nivel europeo que ha elaborado ZEW marca el mismo camino. El indicador de julio se mantuvo estable en -0,5 puntos y muestra cómo la eurozona sigue inmersa en el pesimismo económico. Mientras tanto, el Banco Central Europeo prepara una batería de estímulos para intentar reactivar la economía a la desesperada.

Esta coyuntura ha llevado a recortar el saldo de la balanza por cuenta corriente de España para los próximos años. Sus estimaciones pasan ahora por que el superávit se siga reduciendo hasta el 0,6% del PIB este año, tres décimas menos que en 2018, hasta acabar en el 0,4% en 2021. Eso significa una senda descendente del saldo positivo de la cuenta corriente que, si el petróleo experimenta cualquier repunte, se puede volver a convertir en déficit. Una situación peligrosa si se tiene en cuenta el elevado endeudamiento exterior que todavía tiene España.

La lenta agonía del sector exportador se tomó un respiro en el inicio del año y logró que la demanda externa generase la primera aportación positiva al PIB en dos años. Ese movimiento, que muchos vieron como el resurgir de la economía europea, no ha sido más que un espejismo. Las empresas exportadoras se están preparando para un verano complicado por la caída de los nuevos pedidos y por el incremento de los costes de producción y ya anticipan la primera destrucción de empleo desde el inicio de la recuperación, hace ya más de seis años.

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