Es noticia
España vive su semana más negra en los mercados
  1. Economía
EL MERCADO LANZA EL ATAQUE DEFINITIVO CONTRA ESPAÑA ANTE LA FALTA DE CREDIBILIDAD DEL GOBIERNO

España vive su semana más negra en los mercados

"No nos damos cuenta de lo que nos estamos jugando". Es la frase más repetida estos días en el mundo empresarial y financiero español. Porque, después

Foto: España vive su semana más negra en los mercados
España vive su semana más negra en los mercados

"No nos damos cuenta de lo que nos estamos jugando". Es la frase más repetida estos días en el mundo empresarial y financiero español. Porque, después de dos años jugando con fuego, nuestro país está finalmente al borde del abismo y ha perdido la poca credibilidad que le quedaba fuera de nuestras fronteras. Y si llegamos a caer en ese abismo, las consecuencias serían una crisis todavía más grave, con una recaída en la recesión y un aumento del paro a niveles históricos.

Todos los activos españoles han sufrido una auténtica semana negra, que se inició como reacción al rescate irlandés pero que se ha acabado cebando en exclusiva con nuestro país. La prima de riesgo, medida por el diferencial del bono español a 10 años con el alemán, se ha disparado casi un 30% en sólo cinco sesiones, al pasar de 202 puntos básicos (2,02 puntos porcentuales) hasta 260. Ha destrozado así los máximos de la crisis de mayo-junio (221) y alcanza su nivel más alto desde agosto de 1996, cuando nuestro país luchaba por cumplir los criterios de Maastricht y no perder el tren de la moneda única europea.

Los CDS (credit default swaps, seguros contra el riesgo de impago), otra forma de medir el riesgo de un país que percibe el mercado, se han disparado también hasta el nivel más alto jamás alcanzado desde que existen estos productos: más de 310 puntos básicos, lo que significa que hacen falta 310.000 euros para asegurar una cartera de 10 millones de deuda pública española. Y el Ibex se ha desplomado un 7,5% en la semana hasta los niveles anteriores a los test de estrés arrastrado por los bancos, en especial los dos grandes, cuyos balances están repletos de bonos del Estado. Se encuentra en niveles de 9.500 puntos, cuando hace apenas un mes rozaba los 11.000.

"Los inversores huyen de todo lo que huela a España. Puede ser irracional, pero lo cierto es que se ha desatado el pánico; y cuando el mercado entra en pánico, es muy difícil calmarlo. Que se lo digan a Grecia o a Irlanda, o a Lehman Brothers en su día", opina un analista que lleva años anunciando que esto iba a pasar algún día. Y ese día ha llegado. Pero es una opinión que ya comparte todo el mundo en el mercado: que va a ser muy difícil calmar esto. Y se da por descontado que el diferencial alcanzará los 300 puntos básicos en las próximas semanas, un nivel que, según los expertos, marca la frontera entre la incertidumbre y la certeza absoluta... de que España tendrá que ser rescatada.

Toda la banca de inversión internacional -también la española, pero no lo hace público- está elaborando escenarios y estudios sobre cómo puede terminar esta crisis y cómo sería el rescate de España. Se habla de primer trimestre de 2011 o, como mucho, principios del segundo. Y las cifras van desde 250.000 hasta 500.000 millones de euros. El problema es que el fondo de rescate europeo no tiene tanto dinero después de rescatar a Irlanda y, en breve, a Portugal. España es demasiado grande para caer, pero también demasiado grande para ser rescatada. Estos análisis contemplan como única solución préstamos bilaterales de Alemania y Francia, los países con más exposición a la deuda pública y privada española.

Los medios internacionales también han entrado de lleno en la crisis española, no tanto por sus implicaciones para nuestro país, sino porque, si España cae, el euro corre un riesgo cierto de romperse. De ahí que The Economist considere que la superviviencia de la moneda única está en manos de Zapatero. Es decir, lo que está en juego es muchísimo también para Europa.

Aguantar hasta que escampe

La argumentación oficial del Gobierno es que esto es un ataque meramente especulativo sin ninguna base fundamental y que se calmará cuando los mercados se den cuentas de las fortalezas de nuestra economía -que las tiene- y de los buenos resultados de las reformas que han puesto en marcha, lo cual hará que discriminen entre unos y otros países. Pero ése es el mismo mensaje que lanzaron Grecia e Irlanda antes de ser rescatadas y justamente lo que no quieren oír los mercados.

En todo caso, Zapatero está enrocado en la postura de que ha hecho lo necesario y no hace falta tomar ninguna medida más. Una inacción que se traslada al PP -más allá de las descalificaciones habituales-, los sindicatos, el grueso de los empresarios y la sociedad civil en su conjunto. Pero el presidente ya no convence a nadie. Ni siquiera a su correligionario y comisario europeo Joaquín Almunia, que, a la vista de la que está cayendo, no ha tenido más remedio que saltar a la palestra y decir las verdades del barquero.

Pero incluso dentro de España hay quien se empieza a atrever a decir en alto lo que antes sólo se decía en privado. Es el caso del presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu, que ha afirmado tajantemente que "España no puede seguir escondiendo la cabeza debajo del ala" porque los mercados han expuesto nuestras miserias y hay que "coger el toro por los cuernos, aunque sea demasiado tarde". Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del Santander, le secundó en unas jornadas en el IESE al sostener que "los bancos no podemos estar todo el día colgados de Reuters para ver cómo va el riesgo país" y que la prima de riesgo incide "de forma injusta" en los costes de financiación de la banca.

Y es que la banca considera que la debacle de la deuda española es un "factor exógeno" que no va con ellos. Pero tiene que ver, y mucho. Más allá de las dudas sobre la capacidad del Gobierno para enderezar el desastroso rumbo de las cuentas públicas, los mercados piensan que el sector financiero es el gran punto débil de nuestro país, el que puede llevarnos al abismo como en el caso de Irlanda.

Es cierto que su situación (en conjunto) dista mucho del dramatismo de la irlandesa. Pero los inversores temen que el impacto de la crisis inmobiliaria sea muchísimo mayor del declarado hasta ahora, así como las pérdidas de su cartera de deuda pública, en un entorno de desplome de márgenes y de caída del negocio. Y el argumento de autoridad de los test de estrés, al que se siguen aferrando el Gobierno y las entidades, se ha desplomado por su fracaso en detectar los problemas de los bancos de Irlanda, de ahí que ahora vayan a realizarse otros más duros.

¿Y ahora, qué?

El propio Gobierno, azuzado por el malestar creciente en el propio PSOE ante su desplome en las encuestas, hizo ayer un pequeño movimiento al exigir más transparencia a las autonomías sobre sus cuentas y a los bancos sobre el impacto del ladrillo. Pero en lo fundamental no ha cambiado su postura, como se aprecia en la medida más importante de los últimos días: un cambio normativo del Banco de España que permitirá a bancos y cajas no apuntarse las minusvalías de su cartera de deuda. Es decir, lo mismo que se hizo en su día con la Ley del Suelo: dar más oxígeno al sector para intentar que aguante hasta que la crisis se solucione sola. Pero ninguna medida encaminada a resolverla.

Prácticamente todo el mundo está convencido de que el Ejecutivo no puede seguir quieto y que el presidente anunciará la próxima semana alguna medida para tratar de calmar a los mercados. El problema es que sólo puede presentar una reforma de las pensiones por decreto -en vez de esperar a negociarla con los sindicatos-, porque cualquier actuación encaminada a reducir el déficit en serio tendría que atacar irremediablemente el gasto social.

Y, aun así, hay muchas dudas de que sea suficiente para detener esta espiral. "Es demasiado tarde, eso tenía que haberlo hecho hace meses, si no años", señala un economista. Si Zapatero fracasa, probablemente será su último fracaso. La presión de su partido, de los mercados, de la sociedad y de los medios le forzaría a tomar decisiones drásticas, como la convocatoria de elecciones anticipadas. Y la propuesta de un Gobierno de salvación nacional que agrupe a PSOE y PP empieza a cobrar fuerza en los círculos del poder. La situación no puede ser más crítica.

"No nos damos cuenta de lo que nos estamos jugando". Es la frase más repetida estos días en el mundo empresarial y financiero español. Porque, después de dos años jugando con fuego, nuestro país está finalmente al borde del abismo y ha perdido la poca credibilidad que le quedaba fuera de nuestras fronteras. Y si llegamos a caer en ese abismo, las consecuencias serían una crisis todavía más grave, con una recaída en la recesión y un aumento del paro a niveles históricos.

Deuda Prima de riesgo Elena Salgado Crisis