La catarsis de Rafa Nadal: cuando renunciar a jugar torneos se convierte en una obligación

Rafa Nadal está (casi) de vuelta. El tenista balear, después de su lesión en el psoas ilíaco de su pierna izquierda durante el Open de Australia, lleva varios meses recuperándose para volver en plena forma y poder ser competitivo en pista. Esa recuperación ha provocado que se pierda la gira norteamericana y que regresa ya sobre tierra batida, su superficie... lo que le hará frenar definitivamente el mayor récord de la historia del tenis. Y todo porque está obligado a ser selectivo.

Cerca de cumplir 37 años, Nadal ya no es el chaval que se dejaba la vida en la pista. Es evidente que, para el actual número 8 del mundo, sus piernas siguen siendo fundamentales para entender su juego, pero cada vez más ha comprendido que no hay que gastar una gota de sudor de más. Su carrera deportiva empieza a acercarse claramente a su fin y las lesiones son las que le acercan a ello. Y, por esa razón, es más consciente que nunca de que debe limitar sus esfuerzos.

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Rubén Rodríguez

La noticia saltaba hace unos días, cuando a Nadal se le podía ver entrenando en su academia... pero sobre tierra batida. O, dicho de otra manera, a pesar de estar ya en la fase final de su recuperación, el hecho de estar practicando sobre arcilla confirmaba que no competiría en Indian Wells ni en Miami, y que su próximo paso será directamente en Montecarlo. Así, lo confirmó él mismo horas después, demostrando que no tiene prisa por competir y que no tiene intención de forzar lo más mínimo .

Hace unos meses, el español bromeaba afirmando que su cuerpo era "como un coche viejo", por lo que era necesario cuidarlo más que nunca. Si por algo se ha caracterizado el español es por competir siempre que ha podido y vaciarse en pista, con las lógicas consecuencias que conlleva para su físico. Ahora, más cerca de los 40 que de los 30, Nadal sabe que tiene que echar el freno de mano, no forzar y, sobre todo, ser inteligente a la hora de elegir jugar un torneo.

Cuando el español está bien físicamente, hay muy pocos tenistas que puedan hacerle frente. Es normal jugar con dolor, pero la sensación de estar acariciando la lesión permanentemente se ha convertido en habitual para Nadal y, por ello, ha llegado el momento de cambiar el chip: el español tiene que empezar a dosificarse más, empezando por elegir mejor los torneos. Quizá ha llegado el momento de disputar menos competiciones, pero de la mayor entidad posible.

De hecho, esta catarsis ha empezado ya desde hace años, donde prioriza la temporada de tierra batida por encima de otros torneos. Pero el cambio ha quedado patente ahora más que nunca, donde ha decidido dejar de lado Indian Wells y Miami, aun sabiendo que hacerlo implica que no pueda seguir ampliando el mayor récord de la historia del tenis, con 910 semanas seguidas estando entre las diez mejores raquetas del panorama internacional, algo único en el deporte.

Nadal es consciente de que ha llegado el momento de poner en una balanza los retos personales y la posibilidad de alargar su carrera. Tal y como hizo Roger Federer en sus últimos años, con Wimbledon como bandera, ahora el balear es consciente de que la arcilla es su terreno y que, más allá de ahí, deberá de elegir bien lo que disputa y en qué condiciones. Y es que uno de sus sueños es poder disputar los Juegos Olímpicos de 2024... precisamente en su querido París.

Solo el tiempo dirá cuánto aguanta Nadal al más alto nivel, pero los avisos que su cuerpo le está dando en los últimos años hablan muy claro: es el momento de economizar esfuerzos y empezar a pensar a medio plazo. El último gran récord de Nadal morirá por el camino, pero sabe que va a evitar un sobreesfuerzo en un momento clave de su carrera: Roland Garros está a la vuelta de la esquina y sabe que es una oportunidad única para desempatar con Novak Djokovic.