El 'mini' de cerveza de Kyrgios en las fiestas madrileñas del 2 de Mayo

"Rafa Nadal es madrileño", "Novak Djokovic es madrileño"... es la campaña de marketing que durante estos últimos meses ha empapelado las calles de la capital española como promoción del Mutua Madrid Open (3-12 de mayo). Tras lo visto este pasado jueves, Nick Kyrgios también podría haber tenido su espacio en la campaña diseñada por los responsables del torneo de tenis. Además, con todas las letras.

El popular barrio de Malasaña es el epicentro de la fiesta del 2 de Mayo, que como cada año reúne a miles de personas en sus calles. Muchos madrileños disfrutaron de una nueva jornada de descanso en sus trabajos para reunirse con amigos en los numerosos bares de la zona. Kyrgios no quiso faltar antes de su debut esta próxima semana en la Caja Mágica. Su presencia en el barrio, para aquellos que le reconocieron, fue una sopresa a medias: tan conocidas son sus grandes dotes tenísticas como su carácter díscolo, a veces infantil, en las pistas y fuera de ellas. El australiano es, quizás, la 'oveja negra' de la ATP. Ese hijo rebelde que, sin embargo, no puedes dejar de querer. Kyrgios también es un soplo de aire fresco y en definitiva, un tipo diferente a los demás, para bien o para mal.

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EC

El número 34 del ranking fue descubierto sobre las 20:00h. Allí estaba, como uno más a pesar de sus 1,93m de altura, rodeado de cuatro compañeros (quizás miembros de su equipo) igual de altos y tomando 'minis' de cerveza en el bar 'Amor Hermoso', en plena Calle La Palma. Con su sudadera de Jordan y sus zapatillas blancas de baloncesto (le patrocina Nike), charlaba alegre, despreocupado a falta de conocer el cuadro y su primer rival en el Master (ya sabe que se enfrentará al alemán Lennard Struff). Algunos fans consiguieron sacarse una foto con él, a otros los despachó a su manera: es Kyrgios, ¿qué esperaban?.

Un candidato 'tapado' en el Mutua

Malasaña era un constante trasiego de gente y música. Algunas empresas también aprovechaban para promocionarse entre el 'barullo'. Las azafatas de Puerto de Indias, por ejemplo, pasaron por allí y le pusieron una pulsera con el eslogan 'Orgullosos de Madrid'. Kyrgios sonrió y siguió a lo suyo con sus acompañantes. No bebió demasiado, eso sí. Disputa un título importante estos próximos días y, aunque no es cabeza de cartel, tiene opciones, más cuando la dictadura del 'rey de la tierra', Rafa Nadal, parece haber llegado a su fin.

Kyrgios no ha competido desde que lo hiciera el pasado mes de marzo en el Open de Miami, donde cayó en dieciseisavos contra el croata Borna Coric. Su mejor resultado esta temporada fue en el Master 500 de Acapulco, donde consiguió vencer en la final a Alexander Zverev. Antes, consiguió eliminar a Rafa en un partido no exento de polémica, pues el 'aussie' mostró todo su repertorio de auténtico showman para desquiciar al balear y sacarlo de su nivel de concentración: fingió dolores, mandó callar al público e incluso intentó un saque directo con la técnica de la 'cuchara'. Tras cerrar el partido se mostró desafiante con la grada de nuevo. "Podría ser mejor de lo que es, pero le falta el respeto al público, al rival y a sí mismo", le reciminó Nadal en la posterior rueda de prensa.

El catálogo de improperios y exabruptos rebosa a lo largo de la carrera de Kyrgios. Su actitud chulesca en ocasiones ha rozado lo antideportivo, incluso la ATP le ha llegado a sancionar por todo ello (2016 y 2018). Desde su debut en 2013 el tenista ha amansado más de seis millones de euros en premios. En Madrid los espectadores tendrán la oportunidad de disfrutar de su tenis, muy bueno, y de su particular genio.