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La victoria con más rabia de Marc Márquez en MotoGP y la chispa de Fabio Quartararo
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No estaba dispuesto a dejarse ganar

La victoria con más rabia de Marc Márquez en MotoGP y la chispa de Fabio Quartararo

El de Cervera tiró de orgullo para ganar en casa de Valentino Rossi, con el que el sábado protagonizó otro enfrentamiento. El 'rookie' del Petronas se le subió a las barbas. Es el rival del futuro

Foto: Marc Márquez, en el recinto cerrado celebrando el triunfo con su equipo. (EFE)
Marc Márquez, en el recinto cerrado celebrando el triunfo con su equipo. (EFE)

Marc Márquez ha ganado en Misano con la rabia dentro, con ganas de desquitarse por el mal sabor de boca del sábado tras el encontronazo con Valentino Rossi. Primero en pista y luego con su cruce dialéctico, innecesario, reiterativo, aburrido a estas alturas de la historia, aunque hoy mismo, en la rueda de prensa, Márquez ha asumido que la batalla mediática con Rossi está perdida y que sólo le queda hablar en la pista.

Es mejor no entrar en esos pantanales, en los que la prensa nos aventuramos con innecesaria generosidad, dando carácter de acontecimiento trascendental a algo que no pasaba de ser un desencuentro entre egos. Las vueltas de los dos habían sido anuladas, entonces, ¿para qué enredarnos con viejas rencillas, para qué desenterrar una historia que no es ya ni interesante ni necesaria? Punto y final.

Personalmente, a mí me ha gustado la carrera de Misano porque, una vez más, ha salido a relucir la gran calidad de competidor de Márquez, que nunca se achica, que no se rinde aunque las cosas pinten mal, porque este no estaba llamado a ser su gran premio. Era una carrera para las Yamaha. Y a la hora de la verdad ha vuelto a ser Fabio Quartataro el hombre que ha defendido brillantemente el honor de Yamaha hasta el final. Me parece fascinante la forma en la que este novato, desahuciado por todos hace solo un año, se ha hecho un hueco en la categoría. Sin experiencia y a base de talento ha plantado cara al mejor piloto del motociclismo contemporáneo.

placeholder Quartararo conduce su Yamaha por delante de Márquez durante la última vuelta en Misano. (EFE)
Quartararo conduce su Yamaha por delante de Márquez durante la última vuelta en Misano. (EFE)

Puede que Quartararo no sólo esté luchando contra el mejor piloto del campeonato, sino que también parece luchar contra el destino, porque en la era de MotoGP (la nueva categoría arrancó en 2002) ningún piloto de un equipo satélite de Yamaha ha conseguido ganar un Gran Premio. Todas las victorias de pilotos satélite han llegado de la mano de Honda: Gibernau (8), Melandri (5), Barros (3), Crutchlow (3), Tamada (2), Biaggi (1), Elías (1) y Miller (1). Así que si Quartararo hubiera ganado en Misano habría establecido un nuevo hito en el campeonato.

Cuestión de orgullo

Márquez reconoció que salió a carrera muy motivado, y ésa era un arma de doble filo. En su equipo tienen más miedo a esa actitud que a un nublado, por temor a que regrese el viejo Marc, el de puerta grande o enfermería. Pero este es otro piloto. De haber ganado Quartararo no habría pasado nada porque el rival de Márquez en el campeonato es Andrea Dovizioso, que en esta carrera estaba a años luz del piloto de Honda –las Ducati ya no son aquellas motos de principio de temporada que tanto asustaban-, así que otro segundo puesto no habría sido malo. Pero ya era una cuestión de orgullo. Incluso sin la motivación extra generada por el encontronazo del sábado, Márquez no estaba dispuesto a dejarse ganar en la última curva por tercera vez consecutiva. En estos momentos nadie puede discutir su superioridad, pero dejarse ganar otra vez…de eso nada.

Es evidente que el título que Márquez tiene al alcance de sus dedos es un título que ha cosechado el piloto por encima de la máquina, porque no podemos decir que la Honda sea la moto determinante de la categoría. Sólo Márquez es capaz de sacarle rendimiento, y es absurdo intentar evaluar a Jorge Lorenzo porque en todo el año no ha estado en un estado físico óptimo; de hecho lleva doce meses sin estar en forma, enlazando una lesión con otra, y todo empezó precisamente hace casi un año en Motorland Aragón.

Lo que ha hecho Márquez en Misano es reafirmar su autoridad en una categoría que a día de hoy carece de alternativas. Maverick Viñales no parece tener capacidad para rodar con ritmo de principio a fin. Álex Rins ha vuelto a ser el suflé de MotoGP. Andrea Dovizioso se encuentra más a merced que nunca de una mecánica que ha perdido la iniciativa, y quizás él ya no tiene la motivación necesaria.

Quartararo ya es presente

Sólo Fabio Quartararo parece tener la chispa necesaria -¡cómo no, sólo tiene 20 años!-, pero le falta la experiencia y, ¿el material? Mientras los hombres de fábrica siguen enredados en un eterno debate sobre el proceso evolutivo de su moto y le dan vueltas a la puesta a punto como si se tratara de un calcetín, Quartararo hace el resto. Rossi y Viñales están en una situación bien diferente a la del joven piloto francés, pero tarde o temprano Quartararo recalará en Yamaha y marcará el ritmo. Y si Lin Jarvis, el responsable deportivo de Yamaha, no se ha encargado de atar ya a ese diamante en bruto, no se merece el puesto que tiene.

Finalmente, con su victoria en Misano Márquez acaba de superar al mítico Mike Hailwood, una de los grandes nombres de la historia del campeonato. Ya sólo tiene por delante a cuatro pilotos que han ganado más grandes premios que él: Rolf Biland (81), Ángel Nieto (90), Valentino Rossi (115), y Giacomo Agostini (122). Biland y Nieto están a tiro de piedra. Los italianos… ¿Quién sabe? Sólo tiene 26 años y una larga carrera por delante, salvo que el reiterado éxito termine por agotar su motivación, aunque seguramente todavía es pronto para eso.

Marc Márquez ha ganado en Misano con la rabia dentro, con ganas de desquitarse por el mal sabor de boca del sábado tras el encontronazo con Valentino Rossi. Primero en pista y luego con su cruce dialéctico, innecesario, reiterativo, aburrido a estas alturas de la historia, aunque hoy mismo, en la rueda de prensa, Márquez ha asumido que la batalla mediática con Rossi está perdida y que sólo le queda hablar en la pista.

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