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Tirar primero en una tanda de penaltis te da ventaja... y otras mentiras de los once metros
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Tirar primero en una tanda de penaltis te da ventaja... y otras mentiras de los once metros

Voces reconocidas del mundo del fútbol, como Gerard Piqué, han planteado reformar el orden de los lanzamientos pero, ¿qué hay de verdad en esta creencia? Spoiler: no

Foto: Morata fallando su penalti en la Eurocopa de 2021. (EFE/Kiko Huesca)
Morata fallando su penalti en la Eurocopa de 2021. (EFE/Kiko Huesca)

Estadio de Wembley, 6 de julio de 2021. Una jovencísima selección española liderada por Pedri en la medular y Luis Enrique en el banquillo se planta, contra todo pronóstico, a una tanda de penaltis de volver a pisar una final de Eurocopa. El lateral del Barça Jordi Alba, capitán de La Roja en ese momento, acude al sorteo de lanzamiento con una misión clara: España debe tirar el primero pues, como todo el mundo sabe, el que ejecuta la primera pena máxima tiene una ligera ventaja a la hora de alzarse con la victoria. El problema es que, lío con Chiellini mediante, el defensa culé pierde el sorteo. Los azzurri, a la postre campeones del torneo, tirarían primero. El destino de La Roja estaba escrito desde el momento en el que la moneda sonrió al exdefensa de la Juventus de Turín.

O, quizás, este sea solo uno más de los bulos que rodean al mundo del fútbol. Ese que, de un tiempo a esta parte, ha aceptado como una verdad absoluta que el primer equipo en aventurarse a los 11 metros en estos escenarios de todo o nada cuenta con más probabilidades de llevarse el gato al agua. No obstante, la realidad -y los datos- son tozudos: las tandas de penaltis las gana el 50,8% de las veces el que tira primero, por un 49,2% del que acude al punto de penalti en segundo lugar.

Al menos, eso apunta una de las investigaciones más completas realizadas hasta ahora, que ha analizado las 663 tandas acometidas en el fútbol desde que en 1970 entrase en vigor esta forma de desempate. Ricardo M. Santos, profesor asociado de la Universidad Trinity (EEUU) sostiene que, a tenor de los datos, los penaltis siguen siendo -al menos, en su formato- una lotería.

La posición del profesor Santos es clara, no existen evidencias reseñables que respalden la existencia del fenómeno conocido como first mover advantage -algo así como la ventaja de ser el primero en actuar-. Es decir, dos sujetos que parten en aparente igualdad de condiciones en un ámbito competitivo, pero en el que el primero en actuar cuenta con ventaja, dado que su actuación afectará negativamente al segundo por la presión añadida.

Tampoco se observan grandes diferencias entre el antes y el después del año 2003. Hasta entonces, el reglamento de la FIFA estipulaba que aquel que ganaba el sorteo tenía que tirar primero por obligación. Entre 1970 y 2003, se llevaron a cabo 294 tandas, con un 51,40% de ratio de victoria para el equipo encargado de chutar la primera pena máxima. Un porcentaje que apenas ha variado en las 369 eliminatorias vía penaltis celebradas desde el 2003 hasta hoy en día, donde esa cifra apenas desciende un 1%, hasta el 50,40%.

Esta no ventaja se hace especialmente evidente en el caso del fútbol de selecciones, donde las opciones de victoria de aquellas escuadras que lanzan primero se encuentra incluso por debajo del 50% -47,60% en un total de 252 tandas, entre competiciones masculinas y femeninas-. El estudio, además, tiene en cuenta otros factores que pueden afectar al rendimiento de los jugadores que se enfrentan a las penas máximas, la edad (entran en juego competiciones sub-20 oficiales), si se trata de una competición de clubes, si el partido se disputa en campo neutral, de visitante o local, o el momento del torneo en el que se dirime el pase desde el punto de penalti.

El mundo al revés del femenino

Al menos, en el fútbol masculino. Porque en el femenino la cosa cambia, pero justo al contrario del mito que recorre el planeta fútbol: lanzar primero sí supone una desventaja. De los 64 eventos analizados, aquellos equipos que se dirigen primero a los 11 metros acaban ganando únicamente el 37,50% de las tandas. Unos números que son consistentes tanto a nivel de selecciones (38,10%), como de clubes (36,40%).

En su estudio, el profesor Santos lanza una hipótesis interesante: la eficacia de las futbolistas aún está por detrás en términos generales respecto a la de su contraparte masculina. Por tanto, el fallar un penalti es relativamente más normal en el fútbol femenino que en el masculino, lo que deriva en más fallos en los primeros lanzamientos de una tanda. Así, la jugadora que ejecuta la segunda pena máxima acude al punto de penalti con carga de estrés o nerviosismo menor que le permite encarar el lanzamiento de mejor forma que la encargada de inaugurar la tanda, lo que se traduce en mayores posibilidades de transformar el penalti.

De todas formas, cabe reseñar que en las competiciones femeninas apenas se registran 64 tandas, frente a las 599 del fútbol masculino. Esto quiere decir que no solo es que haya más rondas de penaltis al peso en el fútbol masculino, sino que las llevadas a cabo por mujeres son escenarios más decisivos -esto es, a partir de dieciseisavos de final-, de más presión individual y colectiva. De hecho, el 95,3% de las del femenino se han disputado en estos momentos de la competición en los que hay mucho más en juego, donde es más fácil que la pierna se encoja, mientras que en el caso de los hombres este porcentaje disminuye hasta el 58,1%.

Dónde acaba la suerte

Si bien parece claro que apenas hay diferencia entre tirar primero o segundo en una tanda de penaltis, existen otra serie de factores externos que sí afectan a la hora de transformar o no un penalti en un escenario de máxima tensión, en el que un fallo separa la gloria deportiva del infierno de la derrota. Y todo, como en otras situaciones del deporte -y de la vida en general- pasa por mantener el control sobre los nervios y la ansiedad de tomar la responsabilidad en un momento en el que millones de aficionados están pendientes de si la pelota acaba entre los tres palos. En definitiva, hacerse dueño de la situación.

Así lo sostiene uno de los mayores especialistas en la materia, el profesor de la Norweigan School of Sports Sciences, Geir Jordet, que ha estudiado durante dos décadas el comportamiento de los futbolistas ante el desafío de las tandas de penaltis. "Una preparación rápida está asociada con marcar menos goles en una tanda de penaltis. Actuar de forma serena es más inteligente en este tipo de situaciones".

placeholder 'Te como, hermano. Yo a vos te conozco'. El Dibu, tras parar el penalti a Yerri Mina en la Copa América. (EFE)
'Te como, hermano. Yo a vos te conozco'. El Dibu, tras parar el penalti a Yerri Mina en la Copa América. (EFE)

Un ejemplo es lo que ocurre cuando el árbitro hace sonar su silbato para dar luz verde al lanzamiento. Los jugadores que tienden a iniciar la carrera hacia la pelota de forma inmediata -0,2 segundos o menos-, movidos por la necesidad de sacudirse la tensión máxima del momento, tienen una tasa de conversión del 57,4%. Por contra, aquellos que esperan y deciden el momento en el que dan comienzo a la secuencia de lanzamiento al menos 1 segundo transforman en gol un 81,1% de sus penas máximas.

Del otro lado, claro, están las posibilidades de éxito del portero, el otro gran protagonista de estos duelos. El mismo estudio de Jordet, que analizó los 366 lanzamientos en las tandas disputadas en Mundiales, Eurocopas y Champions League, revela que el mejor camino para descentrar a los especialistas de los once metros por parte del arquero pasa por retrasar el pitido del colegiado una vez el jugador está preparado para el lanzamiento. Esperar al delantero en el punto de penalti, tomarse su tiempo para colocarse bajo el travesaño, hablar con el jugador para provocar la interacción del trencilla -técnica masterizada por el argentino Emiliano 'Dibu' Martínez en la Copa América-. Todo sirve para dilatar la espera del jugador, creando un espacio para la duda, para un último pensamiento pasajero sobre dónde colocar la bola.

Así, mientras los lanzamientos que apenas tuvieron tiempo de espera para recibir luz verde por parte del árbitro presentan un porcentaje de acierto del 90%, a medida que el tiempo hasta el pitido aumenta, la eficacia disminuye las expectativas de que el golpeo acabe en el fono de la red. Concretamente, si la espera se alarga más allá de los 4 segundos, la tasa de éxito disminuye hasta el 70,6%. "Los resultados relacionados con las señales del árbitro, así como su participación en la colocación de la pelota, sugieren que, incluso sin saberlo, estos están desempeñando un papel más o menos relevante en los resultados de las tandas de penaltis", apunta Jordet en su estudio.

Estadio de Wembley, 6 de julio de 2021. Una jovencísima selección española liderada por Pedri en la medular y Luis Enrique en el banquillo se planta, contra todo pronóstico, a una tanda de penaltis de volver a pisar una final de Eurocopa. El lateral del Barça Jordi Alba, capitán de La Roja en ese momento, acude al sorteo de lanzamiento con una misión clara: España debe tirar el primero pues, como todo el mundo sabe, el que ejecuta la primera pena máxima tiene una ligera ventaja a la hora de alzarse con la victoria. El problema es que, lío con Chiellini mediante, el defensa culé pierde el sorteo. Los azzurri, a la postre campeones del torneo, tirarían primero. El destino de La Roja estaba escrito desde el momento en el que la moneda sonrió al exdefensa de la Juventus de Turín.

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