A Asensio le sobran ganas y le falta tiempo
El jugador del Real Madrid volvió a ser el más participativo en la victoria de España, pero lleva un mes en el que no termina de estar fresco y eso se nota en su juego
Marco Asensio tuvo la típica mañana agitada que solo es posible en este presente de redes sociales y absoluta interconexión. Por desconocimiento, muy probablemente, metió el dedo en la llaga de un conflicto milenario y tuvo que ver cómo se disparaban las respuestas de su tuit, casi todas para señalarle como inculto cuando no era directamente insultado. Se metió en un lío muy impropio de futbolista, porque salvo que seas Piqué, a veces incluso Ramos, lo normal es que hagas lo imposible para tratar de evitar herir a alguien. A veces, sin embargo, no se puede. Problemas de la modernidad. Y, se entiende, también de la edad.
Porque tiene solo 21 años y eso se nota. En la vida y en el deporte. A nadie se le va a ocurrir negarle el talento que tiene, pero es evidente que aún le faltan algunos factores para llegar a ser el jugador que todos vislumbran en él. Su zancada larga y esa manera de tratar el balón con extremo cariño le convierten en un superdotado. Es, además, un jugador extremadamente elegante, de esos que pueden poner una grada de pie solo con un ligero movimiento. Como si flotase.
Lo tiene, el fútbol está ahí. Pero la regularidad no tanto. Puede ser una cuestión física, al fin y al cabo a su edad es todavía más difícil controlarse los ritmos. Asensio tuvo un verano pletórico, quizá también porque llegaba tras una Eurocopa sub-21 y en un pico de forma positivo. Tanto en la supercopa europea como en la española, especialmente en esta última, embelesó a todo aquel que miraba. Lo suyo no es humano, no juega como los demás. Casi no se le recuerdan goles normales, más bien al contrario, en su sucinta carrera se ha visto un repertorio de bombardeos por la escuadra que parece casi una seña de identidad.
Estaba comiéndose el mundo, como diciendo a todos los presentes que no se preocupasen, que los goles de Morata en el Madrid no se iban a echar en falta porque ahí está él para suplirlos. Y los madridistas, como los aficionados de la Selección, parecían encantados. Siempre gusta la novedad, sobre todo si, como esta, refulge con fuerza. Lo que pasa es que el tiempo siempre es un pequeño problema para quien tanto brilla.
Más que nada porque es casi imposible mantener ese nivel sostenido durante meses. Sobre todo en casos de extrema juventud y cuando en los últimos meses el tute físico ha sido abundante. No es, en absoluto, un problema de actitud. Contra Israel, se vio una vez más. Asensio, especialmente en la primera mitad, cogió el balón y encaró mil veces. Disparó y centró hasta aburrirse, pero en todos los casos con poco éxito. Se vio voluntarioso, el chico siempre lo es, pero le faltó un poco de ángel. De chispa. Y ahí está uno de los problemas.
Las defensas cerradas
El otro tiene que ver con su estilo de juego, y es que también es un producto por terminar de pulir. A Asensio, un mago, le cuestan más las defensas cerradas que los campos abiertos y, en este caso, Israel proponía una zaga llena de candados y muretes. No es que no tenga las cualidades para triunfar también en ese ambiente más hostil, pero de momento no conoce cómo utilizarlas convenientemente para ser más efectivo cuando le enciman y no le dejan pista para correr. Al Cristiano joven le sobraba un regate, Isco se perdía en zonas del campo donde era menos necesario y Benzema no encontraba los goles, menos aún que ahora. Mejoraron por el camino, que es lo lógico, lo que se espera de ellos.
Asensio es ya un muy buen jugador de fútbol, pero en él es más emocionante el futuro que el presente. De esas piernas puede salir un futbolista único, es algo que se sabe desde que era un niño y que con el tiempo que ha pasado no solo no se ha perdido sino que se ha reafirmado. Con trabajo y esfuerzo, porque sin eso no se llega, algún día será el líder de cualquier equipo en que juegue y resolverá cada semana los partidos que dispute. Ese es el cielo del mallorquín, no otro.
Lo más normal es que Asensio esté en Rusia con la Selección, aunque es uno de los jugadores que tienen que ganarse el puesto. Por potencial y talento no hay duda, pero sin regularidad puede no llegarle el día. Especialmente si se tiene en cuenta que España está muy poblada en esas posiciones, de magia nunca hay 'overbooking', pero en la FIFA siguen obligando a llevar un cupo limitado de jugadores. Tiene, eso sí, una ventaja con respecto a sus compañeros: su gol. Son muy pocos los que sean capaces de sumar a su ángel con el balón una relación estrecha con el gol. Y en el equipo de Lopetegui, más aún si se ponderan los problemas de los delanteros titulares, alguien que pueda cambiar un partido con un remate lejano nunca va a sobrar.
Asensio, que es humano, volverá a errar. Tendrá días malos en Twitter y también regates en los que se deje el balón atrás. Habrá momentos en los que no rinda como se espera, pero también es cierto que puede ser que de él se espere siempre demasiado. Y eso responde a una lógica futbolística, quien le ha visto jugar sabe que esas piernas levantarán a no mucho tardar cientos de personas de sus asientos.
Marco Asensio tuvo la típica mañana agitada que solo es posible en este presente de redes sociales y absoluta interconexión. Por desconocimiento, muy probablemente, metió el dedo en la llaga de un conflicto milenario y tuvo que ver cómo se disparaban las respuestas de su tuit, casi todas para señalarle como inculto cuando no era directamente insultado. Se metió en un lío muy impropio de futbolista, porque salvo que seas Piqué, a veces incluso Ramos, lo normal es que hagas lo imposible para tratar de evitar herir a alguien. A veces, sin embargo, no se puede. Problemas de la modernidad. Y, se entiende, también de la edad.