La cruda verdad que el Real Madrid le contó al Barça y explica su temporada en blanco

El Real Madrid hizo todo lo posible por perder El Clásico del Santiago Bernabéu. El conjunto de Carlo Ancelotti, sin Ferland Mendy, Nacho Fernández ni Dani Carvajal en defensa, salió sin tensión ni concentración contra el Barça y encajó el primer gol en el minuto cinco de partido. Solo entonces reaccionó y se presentó en un encuentro que Vinícius Júnior empataría desde el punto de penalti. Tras el gol fantasma que no subió al marcador, Fermín López volvió a adelantar a los catalanes, pero Lucas Vázquez y Jude Bellingham darían la victoria final al Real Madrid en la segunda parte para irse hasta los 11 puntos de distancia y sentenciar LaLiga.

El planteamiento de Carlo Ancelotti fue erróneo desde el minuto uno y lo plasmó el duelo entre Camavinga y Lamine Yamal, donde el jugador francés interiorizó su posición y quedó vendido en muchas ocasiones. Tampoco Modric y Kroos pudieron arrebatarle la pelota al Barça y conservarla con continuidad. En los primeros compases del encuentro, con el Barça presionando arriba, quedó claro que el Real Madrid tenía graves problemas para sacar la pelota jugada y transmitía falta de tensión y energía.

Primero Lunin provocó un infarto en la grada y, sin apenas tiempo para lamentarse, Christensen se elevó por encima de Kroos para anotar el primero ante la mala salida de Lunin. Los blancos se pegaron un tiro en el pie en un fallo defensivo estrepitoso que distaba mucho de la contundente imagen defensiva mostrada en Manchester. Una tónica que se repetiría a lo largo del encuentro.

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Rubén Rodríguez

El Barça se adelantó dos veces... para nada

El equipo madrileño, con Luka Modric como mejor futbolista en la fase ofensiva junto a Jude Bellingham, despertaron con el gol culé. Entonces empezaron a desarbolar a un Barça que se hundió cerca de ter Stegen y sacó de quicio (y de zona) a Ronald Araújo. No fue el único futbolista del Barça que anduvo perdido, ya que Joao Cancelo sería el eslabón más débil de los azulgranas.

El Real Madrid se creció con el gol del empate y detectó que la espalda del lateral portugués era una autopista... sin peaje. Lo pudo aprovechar Rodrygo, pero falló. Lo pudo aprovechar Vinícius, pero tampoco atinó. El equipo de Ancelotti, muy desacertado en ataque, gozaría de ocasiones manifiestas de gol para remontar el encuentro en el primer tiempo, pero no lo aprovechó. A pesar de perdonar demasiado, no lo pagaría. El Barça no fue contundente contra un Real Madrid a medio gas, despistado y a remolque.

El segundo tiempo siguió la senda del primero, con un Real Madrid sin puño de hierro y con mandíbula de cristal. Aunque el equipo blanco proyectaba síntomas de agotamiento tras la gesta de Mánchester, Ancelotti tardó mucho en mover el banquillo. Otra vez. Al contrario que Xavi, que introdujo a Fermín López al descanso y el canterano marcó en el minuto 68.

La nula autocrítica de Xavi explica otro fracaso

Como ya sucediera en Inglaterra, el técnico italiano no movió ficha hasta que su equipo estuvo por debajo del marcador. Ancelotti dejó a Camavinga con amarilla contra Lamine Yamal hasta el 1-2 cuando el francés sufría. Y, sin embargo, el Barça tampoco sabría cerrar el partido. Dos veces se adelantó el equipo culé, dos veces lo igualó el Real Madrid.

El Real Madrid terminó llevándose el gato al agua. Incluso con un Vinícius Júnior desacertado... a pesar del gol de penalti y la buena asistencia a Lucas Vázquez, que castigó la espalda de Cancelo.

La situación radiografía la falta de competitividad del equipo culé para defenderse desde la pelota (o sin ella) y controlar los partidos... como contra el PSG. Los azulgranas tampoco supieron aprovechar el cansancio del Real Madrid, que tuvo más fe en el tramo final para ganar el encuentro en una transición.

Ancelotti lo explicaría tras el encuentro: "Hemos sido capaces de manejar bien las situaciones, dos veces necesitamos remontar el partido, fuimos capaces y con esa última gota de energía de una semana que ha sido inolvidable hemos conseguido ganar". Xavi, por su parte, se quejaría amargamente del arbitraje, volvería a repetir su nula falta de autocrítica y culparía al resto de la derrota.

"Todo el mundo ha visto que ha entrado la pelota. Nos ha caído todo cruz. Desde Getafe, al principio de temporada, ya avisé que no me gustaba lo que veía", empezó. "Hoy es el cúmulo de despropósito. Hemos sido mejores y competido mejor. Hemos jugado muy bien. Merecíamos más. Tengo una sensación de injusticia máxima", zanjó el técnico catalán. El Barça ha perdido todos los clásicos de esta temporada y cerrará el año en blanco.