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Vallecas se levanta en 'armas' por su estadio: entre la remodelación imposible y la mudanza indeseada
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UN PROBLEMA PARA EL BARRIO

Vallecas se levanta en 'armas' por su estadio: entre la remodelación imposible y la mudanza indeseada

El Rayo se enfrenta a un posible cambio de estadio a corto/medio plazo. Su afición no quiere que se mueva de su lugar actual y por eso reivindica el espacio en el que está

Foto: Vista aérea del estadio de Vallecas. (Cedida)
Vista aérea del estadio de Vallecas. (Cedida)

La noticia corrió por el barrio al mismo ritmo que el etíope Baheri Aregawi entró en el estadio vallecano en la última San Silvestre. A una velocidad endiablada. No era la primera vez que escuchaban algo parecido, pero en esta ocasión las declaraciones iban revestidas de institucionalidad y las palabras salían de boca del presidente. "El Rayo lo que quiere, y así lo lleva transmitiendo un tiempo, es tener un estadio propio. Llegar a un acuerdo para adquirir unos terrenos y construir un estadio", aseveró Raúl Martín Presa en los micrófonos de Onda Madrid. Acto seguido, pidió ayuda a la Comunidad de Madrid y al propio Ayuntamiento, al "ser un patrimonio del municipio y la región" y argumentó la "necesidad de aumentar el aforo en 10.000 espectadores y poder seguir creciendo" para justificar sus deseos. Estos no terminaron de convencer a los rayistas que, haciendo honor a uno de sus cánticos más reconocidos, A las Armas, se han echado a la calle para impedir que Vallecas se vaya de Vallecas.

Apenas a cinco kilómetros de la Puerta del Sol, al sureste de la capital de España, en el popular barrio de Vallecas se levanta un estadio con solera y achaques. Encajonado entre las calles Payaso Fofó, Avenida de la Albufera y Arroyo del Olivar, el estadio fue inaugurado en 1976. Edificado sobre los terrenos del antiguo campo, la casa del Rayo fue también la del Racing de Madrid en la década de los 30, además de campo de concentración durante la Guerra Civil o escenario de conciertos míticos en los 80 y 90. Por allí han pasado Queen, Metallica, Bob Dylan y otros artistas más castizos como Barricada, Leño o Miguel Ríos. Allí, cada 15 días, se concentran 15.000 aficionados en una liturgia que tiene un sabor especial y que es también un viaje al pasado, entre abrazos, cánticos y cervezas.

"El Rayo es una seña de identidad del barrio y los días del partido son un aliciente, una motivación para el resto de la semana", resume Juan, aficionado rayista, en los aledaños del estadio. "Somos uno de los pocos equipos de barrio que quedan en toda Europa y la gente lo que quiere es quedarse aquí", replica Paco, socio abonado del Rayo desde hace más de 20 años. "Ese componente social que tiene el Rayo está inspirado en el barrio donde se ubica, tiene que ver con el asociacionismo que surgió en Vallecas, y que se relaciona incluso con la forma y el estilo de juego del equipo", explica Nicolás Casariego, autor de Rayografía.

Antonio lleva una camiseta de Guillherme con el 9 a la espalda y va acompañado de sus dos hijos: "El campo del Rayo estorba y, ¿el del Madrid no? El Bernabéu lo remodelan, lo agrandan, le ponen cubierta y está en mitad de la Castellana. ¿Y el Rayo no se puede quedar aquí?". A Juan Carlos y sus dos amigos la franja también les cruza el pecho pero parapetados bajo unas cazadoras negras es la bufanda rayista anudada al cuello lo que les distingue: "Yo vivo en el Ensanche y, si llevan el estadio allí, no me voy a quejar. Hay mucha gente que viene de Rivas o de Alcalá y tendrían más directo el acceso. Todo tiene sus pros y sus contras".

placeholder Exterior del estadio de Vallecas. (Emmanuel Ramiro)
Exterior del estadio de Vallecas. (Emmanuel Ramiro)

La autenticidad de Vallecas

Desde el Paseo de la Castellana llegó Nicolás Casariego a Vallecas. El escritor, y guionista de la aclamada La sociedad de la nieve, es aficionado madridista pero al reclamo del buen juego del equipo de Iraola y de unos abonos asequibles acudió a Vallecas y ahí comenzó su relación con la franja. "Como no te puedes abonar online, tuve que hacer 32 horas de cola. Y, de repente, ese abono ya tiene mucho valor ante una experiencia tan particular. Luego terminé viajando con mi hijo y con las peñas del Rayo y al volver del primer viaje pensé que todo eso se podía reflejar en un libro". Rayografía es la visión de un aficionado que va radiografiando la idiosincrasia del equipo rayista.

Casariego reconoce que el estadio está obsoleto y que no cumple con ciertas normativas de seguridad, pero cree que es obligación de todos los responsables defender el patrimonio de Vallecas: "Se debería mirar qué es lo mejor para los ciudadanos de Vallecas, el estadio es patrimonio de la ciudad y por eso se debería conservar y tener un mantenimiento. Las diferentes partes implicadas deben estudiar hasta qué punto merece la pena por la ciudad, por el barrio y por el ciudadano que se mantenga en Vallecas, pero todos conocemos operaciones urbanísticas más complicadas que se han hecho en Madrid".

Un experto en cine como Casariego asegura que son las emociones las que todavía despiertan nuestros intereses, las que nos ponen alerta. "Vivimos en la sociedad de la emoción y cualquiera que se acerca a Vallecas siente una autenticidad única. Todo eso se mezcla con la historia del barrio, su relación con la comunidad dentro de una gran capital como Madrid con el altavoz que da el deporte de élite y la capacidad del fútbol de llegar a todos los estratos de la sociedad. Un club como el Rayo no solo hace bien a Vallecas, hace bien a nuestro fútbol".

placeholder Mural de la afición vallecana en el barrio. (E.R.)
Mural de la afición vallecana en el barrio. (E.R.)

Los otros templos del barrio

El mercado de Numancia es otra ubicación histórica de Vallecas. Rehabilitado hace algunos años, son varios los propietarios de diversos negocios que también son socios y simpatizantes del Rayo. Hay bares, pero también comercios como fruterías, carnicerías o pescaderías. El mercado y sus terrazas son un punto de encuentro y parada obligada en las previas de los partidos, aunque también dan servicio a los vecinos durante el resto del año. Ismael es el dueño del restaurante Rincón El Encuentro y aficionado rayista: "Se crea un ambiente fantástico los días de partido, porque la gente viene a pasárselo bien independientemente del resultado, aquí no todo es ganar, aunque queremos que gane nuestro Rayo, claro está".

Ismael también está involucrado en la defensa del estadio. "Tenemos varias plataformas abiertas entre los negocios del barrio, los Bucaneros, la ADRV (Asociación de Peñas) en la que recogemos firmas y explicamos los motivos de nuestra protesta y por qué no queremos que el estadio se vaya de aquí. Y no solo se está sumando gente de Vallecas, también de otras zonas de Madrid, proveedores que nos traen las materias primas, empresas y negocios que de manera indirecta también se benefician de esto". Desde la barra de su bar, asegura que la pérdida del estadio sería un puñal en el costado para los pequeños autónomos y que muchos no sobrevivirían: "Todos tendríamos pérdidas, los días de partido la caja se multiplica por dos o por tres".

Algo que confirman en el Restaurante Disan, ubicado en plena Avenida de la Albufera, enfrente del estadio, desde hace 70 años. Los últimos 30 son los que ha conocido Óscar Díaz trabajando detrás de su barra. "El estadio está más lleno que nunca. Ayuda el precio de las entradas, pero sin duda lo mejor que tiene el Rayo es su afición. Yo he visto este estadio con 5.000 personas peleando por un ascenso y ahora está a reventar". A Óscar lo del nuevo estadio le suena porque es una cantinela que lleva escuchando desde los tiempos de Ruiz Mateos: "Iban a hacer un Corte Inglés, un tanatorio, bloques de pisos… aunque con el dúo Martín Presa - Ayuso todo es posible".

placeholder La afición quiere mantener el estadio. (E.R.)
La afición quiere mantener el estadio. (E.R.)

El escaso cariño de la directiva

Sobre la opción de reformarlo también es tajante. "Pero que sea de verdad, no un poquito de chapa y pintura como han hecho últimamente. Cuatro retoques, se comieron un poco de acera y se fueron sin hacer lo verdaderamente importante. Ni siquiera quitaron la uralita", dice señalando al techo del estadio.

Esa falta de mantenimiento y ese desinterés por cuidar su casa es lo que más irrita a los rayistas. Los aficionados ven en esa dejadez una estrategia o una simple maniobra para convertir su estadio en un nuevo pelotazo urbanístico que siga ahondado en la gentrificación de la capital. Eso junto al desarraigo que desde su presidencia ha alimentado Martín Presa tiene a la afición de uñas. "Lo que falta es ese cariño de la gente que gestiona el Rayo hacia el barrio. No existe esa empatía, esa relación con el barrio y sus aficionados. El sentir de las peñas y de Vallecas es que Presa no escucha a los aficionados y así el barrio está cada vez más lejos del club", afirma Antonio Mora, Presidente de la Asociación de Peñas del Rayo.

Antonio, con 53 años de socio, ha vivido otros destierros. Ha visto al Rayo en el estadio de Vallehermoso en la década de los 70 o en La Peineta (antiguo Metropolitano) y califica aquellas experiencias de traumáticas. "Eran estadios que no estaban preparados. Vallehermoso tenía las pistas alrededor del campo y se veía muy mal el fútbol, y no te digo nada de La Peineta, la distancia con la grada era muy grande y el césped no estaba nada bien. Sobrevivimos como pudimos".

placeholder Íñigo Pérez es el inquilino del banquillo vallecano.(EFE/Javier Lizón)
Íñigo Pérez es el inquilino del banquillo vallecano.(EFE/Javier Lizón)

Por eso reconoce cierto miedo ante una posible mudanza, por más que el estadio se ubicara en el distrito de Vallecas. "Para nosotros eso es una segunda opción", y apunta a otros ejemplos como Villarreal o Eibar para seguir creciendo y mejorando sin moverse de la Avenida de la Albufera. "El Villarreal está metido en el centro del pueblo y mira qué estadio han construido. Era un campo de Segunda División hace 25 años y poco a poco lo han ido reformando, han aumentado capacidad y lo mismo se puede decir de Ipurúa. Paso a paso han ido creciendo sin grandes dispendios y manteniendo su lugar".

Nicolás Casariego apunta aún más allá: "Cuántas ciudades han desaparecido del mapa por la mala gestión de sus equipos. Pienso en Logroño, en A Coruña o en Málaga. Un descenso, una mala gestión, una quiebra y todo eso repercute también en la ciudad. Pues eso también podría pasar en Vallecas".

Foto: Los jugadores del Rayo celebran el empate ante el Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

El 'luto' de los vallecanos

Jesús Diego Cota corrió durante 17 temporadas (1985-2002) la banda de Vallecas hasta convertirse en un One Club Man. Posteriormente, ya retirado corrió, como él mismo dice, por dentro del estadio, mientras regentó el restaurante que llevó su nombre. Hoy es el presidente de la Asociación de Veteranos del Rayo y atiende a El Confidencial en El filón de Cota, su restaurante en el barrio de Moratalaz. "Salir de Vallecas sería como un luto, la esencia sería muy difícil de recuperar para todos los que nos hemos criado allí, aunque supongo que sería cuestión de tiempo adaptarse a lo nuevo".

El jugador que más veces vistió la camiseta de la franja (458) y que hoy sigue calzándose las botas a sus 56 años con la Asociación de Veteranos ("siempre digo que somos nosotros los que debemos cuidar la imagen del Rayo") reconoce que el estadio está viejo, repleto de deficiencias, pero todavía es aprovechable: "Si el presidente quiere hacer un estadio más grande, se puede hacer en la ubicación actual. Habría que tirarlo abajo y girarlo tal y como lo conocemos, habría que quitar también el polideportivo de una de sus esquinas para poder hacer cuatro gradas. También hace falta un parking, quizá eso sea más complicado, pero habría que estudiarlo".

Pocos coleccionan tantos recuerdos deportivos y extradeportivos en ese estadio como el mítico capitán rayista. Ascensos y descensos, encierros por impagos, partidos europeos con el Rayo, cabalgatas de Reyes junto a los Ruiz-Mateos y hasta un bautizo en el corazón de Vallecas. "La única que se ha bautizado en el estadio ha sido mi hija. Los Ruiz Mateos hicieron una pequeña capilla en el campo y les pedí permiso para que se pudiera bautizar allí. No me pusieron ningún impedimento y es uno de los recuerdos más especiales que tengo". Por eso, pese a no ser nostálgico, si Vallecas termina sucumbiendo al signo de los tiempos a él le gustaría tener algo físico del lugar que siempre fue su casa: "Un asiento, una taquilla del vestuario, un escudo… algo".

Foto: Paco Jémez. (EFE)

Otro mito del rayismo es Antonio Anero, otro ‘2’ rayista que formó parte de la plantilla que inauguró el campo de Vallecas en 1976. "La inauguración fue todo un acontecimiento para el barrio. Fue el reencuentro con tu gente, con tu hogar de toda la vida y nos sentimos de nuevo en casa. La afición respondió desde el principio y la primera temporada que jugamos en Vallecas conseguimos el ascenso directo". Aquellos eran tiempos de cambios para España y también para Vallecas. Su equipo pronto sería reconocido como el Matagigantes tras su desembarco en Primera y Antonio tiene muy vivo cuánto empujaba aquel estadio: "Sentías al público muy cerca en los tres graderíos e incluso en el fondo del muro se colocó una pequeña grada, dos o tres escalones, donde también se ponía la gente, los banquillos, sin embargo, estaban al otro lado, y más tarde se cambiaron".

Anero recuerda un campo nuevo pero sin lujos, donde les llamaba la atención los sillones del palco y donde ya se alimentaba una simbiosis con la grada y los aficionados que se extendía a las calles aledañas al estadio. "Nos identificábamos mucho con la humildad del barrio, gente trabajadora como nosotros a los que les costaba todo mucho. Nos sentíamos bien tratando con los aficionados en los bares, acudíamos a los actos de las peñas, no sé si todo eso se ha perdido ahora un poco, aunque el fútbol ha cambiado mucho desde entonces".

Anero reivindica también otro de los placeres de Vallecas, el camino hacia el estadio: "Sigue resultando especial poder ir andando y ver cómo crece el ambiente, ya sea por el Mercado de Numancia o bajar el Arroyo del Olivar o estar en Payaso Fofó y cruzarte con los jugadores. Eso es un disfrute, ¿no crees? Ir paseando y ver a la gente, los papás con sus niños, los jóvenes aireando sus bufandas, reconocer los murales que hay dedicados al Rayo, a la afición, otros contra el racismo. Ese ambiente aquí es único porque es más íntimo y no tan multitudinario como en otros sitios". Por todo ello, Antonio no se puede imaginar otra ubicación para Vallecas y reconoce que si se produjera le invadiría un sentimiento de "pérdida" aunque se trasladara a otra zona dentro del barrio. "Tendría que haber unas razones muy contundentes para que esa idea me pareciera conveniente".

placeholder La afición es el mayor patrimonio del Rayo. (EFE/Chema Moya)
La afición es el mayor patrimonio del Rayo. (EFE/Chema Moya)

Una visión arquitectónica

Curiosamente uno de los mayores especialistas en arquitectura deportiva de nuestro país, Mark Fenwick, tiene otra visión sobre esa llegada al estadio: "Es lo que denominamos el último kilómetro y consiste en crear un interés en esa llegada, una atmósfera alrededor de ese camino. El estadio va apareciendo poco a poco, grande, impactante, por encima de la masa de personas, mientras sube el nivel de ruido. Ahí se crea un ritual tanto para la afición local como para la visitante, que debe sentir cierto temor o respeto cuando se aproxima hasta el estadio".

El arquitecto, con raíces británicas, diseñó junto a su estudio Fenwick Iribarren Arquitects (FIA) el estadio del Espanyol en Cornellá o el Nuevo Mestalla, también es el responsable de los tres estadios más sostenibles del Mundial de Qatar, entre ellos el Estadio 974, hecho a base de containers desmontables, y asesora a la UEFA para la construcción de nuevos estadios. "La acústica es otro valor fundamental en nuestras construcciones, cómo suena el estadio, y en ese sentido no concibo un campo en el que le falte una grada, como al del Rayo. Para mí, sería primordial cerrar el estadio con esa cuarta grada, en los fondos norte y sur suelen estar los aficionados más animosos y ellos crean una atmósfera superior".

placeholder A Iraola todavía no le han olvidado en Vallecas. (EFE/Javier Lizón)
A Iraola todavía no le han olvidado en Vallecas. (EFE/Javier Lizón)

Fenwick es consciente de la "controversia" que genera cambiar de estadio y también de las limitaciones de Vallecas. "Un estadio nuevo o remodelado requiere un poco más de espacio alrededor para crear dotaciones de seguridad y confort, tener buenos accesos en la tribuna principal para la entrada de los equipos y las autoridades y un espacio de aparcamiento mínimo". La UEFA también recomienda la orientación norte-sur y Vallecas aparece inclinado ligeramente hacia el oeste. "Un estadio tiene que ser un espacio aprovechable todo el año, funcional, para eso tiene que tener una serie de dotaciones que la comunidad pueda utilizar, que sea catalizadora para un barrio o un distrito y no un simple contenedor de personas que van a ver fútbol".

Eso es algo que tuvieron muy en cuenta en Cornellá-El Prat, aunque allí la carencia era directamente la falta de un estadio propio: "Obviamente, en Vallecas habría que buscar una ubicación cercana y construir un estadio que mejorara sustancialmente lo que tienen. Ese cambio emotivo se termina produciendo, porque la memoria al final es muy corta. No vas a olvidar todo lo vivido en el otro campo, pero vas a ir creando nuevos recuerdos muy rápido. Es algo que le ha pasado al Atlético de Madrid y sus aficionados, por ejemplo".

Si Vallecas finalmente se mudara de Vallecas, Fenwick cree que habría que dar un uso especial al lugar donde se han vivido tantas emociones: "Quizá sea una idea romántica, pero a mí me gustaría que se mantuviera el terreno de juego, como un lugar de esparcimiento, podría ser un parque público, para que los niños y las familias pudieran seguir acudiendo a él. Rodearía el perímetro del campo de árboles, para darle un poco de aire al espacio y en el lugar donde están las gradas colocaría locales como cafeterías, bares, comercios… pero sería importante no perder la memoria del lugar", concluye.

placeholder Xavi camina en el estadio de Vallecas. (Europa Press)
Xavi camina en el estadio de Vallecas. (Europa Press)

En defensa de esa memoria y de su estadio, la afición está viviendo la temporada en la que se conmemorará el centenario del club con una mezcla de incertidumbre y desasosiego. Con el primer equipo asomándose peligrosamente al abismo del descenso, los problemas se multiplican en el equipo filial o en el femenino, más protagonistas por lo extradeportivo que por sus resultados. La última acción organizada por la Asociación de Peñas del Rayo ha sido empapelar el barrio con banderas que lanzan un mensaje contundente: "No nos moverán. Este es nuestro estadio".

Los rayistas no se conforman con la victoria provisional (que no definitiva) conseguida el pasado 7 de marzo en la Asamblea de Madrid. Allí se firmó una proposición no de Ley para que el Rayo Vallecano continúe en su actual estadio. El Parlamento de la Comunidad insta así al club para que no cambie de ubicación, pero es solo un posicionamiento. En la misma sesión se denunció que si Raúl Martín Presa no tiene capital para el mantenimiento y la reforma del estadio como presidente del club, estaría incumpliendo con el acuerdo de cesión que firmó en su día. E incluso estaría poniendo en peligro la integridad de los aficionados que acuden a Vallecas según un informe de la Comunidad.

Pero la rueda del fútbol no para y esas mismas peñas, plataformas y aficionados rayistas son los que se afanan estos días en organizar los actos del inminente centenario ante la pasividad del club. Su pasión está por encima de resultados y pelotazos urbanísticos, por eso ya fantasean con traer al Liverpool a Vallecas este verano para que protagonice el partido del Centenario. Ese día, sí o sí, Vallecanfield se quedaría pequeño.

La noticia corrió por el barrio al mismo ritmo que el etíope Baheri Aregawi entró en el estadio vallecano en la última San Silvestre. A una velocidad endiablada. No era la primera vez que escuchaban algo parecido, pero en esta ocasión las declaraciones iban revestidas de institucionalidad y las palabras salían de boca del presidente. "El Rayo lo que quiere, y así lo lleva transmitiendo un tiempo, es tener un estadio propio. Llegar a un acuerdo para adquirir unos terrenos y construir un estadio", aseveró Raúl Martín Presa en los micrófonos de Onda Madrid. Acto seguido, pidió ayuda a la Comunidad de Madrid y al propio Ayuntamiento, al "ser un patrimonio del municipio y la región" y argumentó la "necesidad de aumentar el aforo en 10.000 espectadores y poder seguir creciendo" para justificar sus deseos. Estos no terminaron de convencer a los rayistas que, haciendo honor a uno de sus cánticos más reconocidos, A las Armas, se han echado a la calle para impedir que Vallecas se vaya de Vallecas.

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