Reproches, expulsiones y el miedo real del Barça a quedarse otro año en blanco... antes del Clásico

Semana negra para el Barcelona. El conjunto azulgrana sabía que estaba ante un momento fundamental de la temporada, en el que podía encontrar el camino idóneo para dar sentido al final del curso, con la Champions como principal objetivo, pero la eliminación ante el PSG ha dejado muy tocados a los culés. No solo por dejarles sin la opción de pelear por el título europeo este curso, sino porque ha roto la paz y la unión que, cogida con pinzas, tenía el equipo hasta ahora.

Después de un comienzo de temporada con muchas dudas, donde los resultados no llegaban como se esperaban, el Barcelona logró corregir el rumbo. Justo desde que Xavi Hernández confirmaba que, al término de la temporada, abandonaría el equipo, el conjunto culé comenzó a funcionar. Coincidió en el tiempo con la recuperación de Marc-André ter Stegen, la mejoría de Ronald Araújo y de Robert Lewandowski, además de la aparición de Pau Cubarsí. Había brotes verdes.

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Rubén Rodríguez

El conjunto culé consiguió recuperar la segunda posición en Liga y, tras eliminar al Nápoles en octavos de Champions, empezó a recorrer un camino pocas veces transitado esta temporada: ¿podría pelear por algún título? Ese equipo que parecía desahuciado a comienzo de temporada, parecía que había recuperado la vitola ganadora que tanto se esperaba. Y con la increíble victoria por 2 a 3 en el Parque de los Príncipes, el puñetazo sobre la mesa estaba dado.

Pero entonces llegó el partido de vuelta de los cuartos de final y, pese a adelantarse en el marcador y contar con dos goles de ventaja en el global de la eliminatoria, llegó la absurda expulsión de Ronald Araújo. Esa tarjeta roja no solo cambió el partido y la eliminatoria, sino que acabó con todas las esperanzas culés de la temporada y, sobre todo, ha vuelto a abrir la caja de los truenos dentro de la plantilla. De hecho, los cruces de reproches no se han hecho esperar.

A lo largo del curso, lkay Gündogan ya había dado muestras de su descontento con aquel famoso "yo no vine aquí para esto". Pero lo que nadie esperaba era el ataque directo a Araújo por su acción ante el PSG: "Se lo hemos regalado. En esos momentos, tienes que estar seguro si llegas al balón. Yo prefiero conceder un gol o incluso permitir un uno contra uno". El uruguayo no ha dudado en responderle: "Me guardo lo que pienso, hay valores y códigos de vestuario que hay que cumplir".

Ese cruce de reproches entre compañeros no es más que la escenificación de la tensa situación que hay dentro del equipo, la misma que provoca que Xavi Hernández ya haya visto tres rojas y 22 amarillas en el banquillo, la última, en una nueva pérdida de papeles histórica en la Champions. ¿El motivo? El técnico era consciente de que, decir adiós a la Champions, era cerrar la puerta a la última vía para ganar un título esta temporada. Y, tras la eliminación, llega el Clásico.

Eliminado en cuartos de la Copa por el Athletic y derrotado en la final de la Supercopa por el Real Madrid, los ocho puntos de distancia con el equipo blanco en Liga provocan que la Champions fuera la mejor vía para tocar metal. Pero nada más lejos de la realidad. Eliminados de Europa, la realidad es que todo apunta a que se vivirá otro año sin títulos: si el Madrid gana al Barça en el Bernabéu, el campeonato nacional estará absolutamente sentenciado.

El Clásico llega en el peor momento para el Barça que, además, tendrá enfrente a un Madrid que llega enchufadísimo tras su increíble clasificación ante el Manchester City. Al Barcelona solo le vale ganar, sumar todos los puntos que quedan y, además, rezar todo lo que sepa para que el Madrid pierda dos de los seis partidos que quedarán tras el Clásico. Y, mientras tanto, Xavi anuló el entrenamiento de este jueves para "que se cambie el chip". Quizá llega demasiado tarde.