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El avestruz de Solari en el Real Madrid o por qué calienta Mourinho
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la victoria más amarga del argentino

El avestruz de Solari en el Real Madrid o por qué calienta Mourinho

El Real Madrid ganó en Valladolid, pero sufrió y evidenció que es un equipo deprimido. Solari pasó el trago metido en el banquillo más tiempo de lo habitual. Mourinho espera la llamada

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La temporada en el Real Madrid acabó con la catástrofe del Ajax, y lo que le queda por delante es una penitencia. Contra el Valladolid (1-4), el destronado rey de Europa evidenció en la primera parte que es un equipo mortificado. El primero de todos estaba metido en el banquillo. Solari adoptó la táctica del avestruz. Metido en el banquillo mostró su desgana con lo que sucedía en el césped. Salió de la ‘cueva’ pasado el minuto cinco sin energía y con pose funcionarial. Se presentó en su puesto de trabajo, en Pucela, con el conocimiento de que el de arriba, el que estaba en el palco sentado junto a Ronaldo, cocina el cambio de entrenador. Florentino Pérez tenía más ganas en Valladolid de saludar a su amigo Ronaldo Nazario que divertirse con Solari. El presidente volvió a ser testigo de lo que es un equipo desorientado y un entrenador oculto que acabó haciendo cuatro goles ante un rival inofensivo.

El Madrid es un sufrimiento. Un equipo humillado y atormentado que necesita muchos cambios. Pero a estas alturas de la temporada solo se puede hacer uno. Cambiar a Solari y buscar un sustituto es un remedio urgente. Lo difícil es encontrar o decidirse por quién. Ahí está Mourinho esperando que le confirmen cuándo tiene que coger el avión para presentarse en Madrid e iniciar su segunda etapa. El portugués ha puesto todo de su parte para dejarse querer. Ha recibido a los periodistas españoles para conceder entrevistas mientras paseaba por Londres. Ha dicho, en las tertulias televisivas inglesas, que le gustaría regresar a España y que el Madrid es el mejor. Ha reconocido hasta errores del pasado.

Foto: Jesé, el día que fue presentado por el Betis en el estadio Benito Villamarín. (Efe) Opinión

De todo esto no es ajeno Solari, que ha decidido que se irá con la cabeza alta y matando. Si él cae, tirará de la manta y provocará que otros estén moribundos. A Isco lo ha dejado herido de muerte con las últimas declaraciones, en las que desvela que no tiene una condición física óptima para competir. Lo ha rematado dejándole fuera de la lista de convocados para el partido de Valladolid cuando hay una plaga de lesionados —Vinícius, Bale y Lucas Vázquez—. El técnico argentino, aunque lo intente disimular, es un alma en pena. Un tipo abatido y triste. Esa languidez con la que se mostró en el estadio Zorrilla es el reflejo de lo que transmiten los jugadores en el césped. Hasta el incansable Reguilón se ha contagiado de la tristeza y la mala suerte. Se retiró lesionado. Marcelo, otra vez suplente, entró en el minuto 88.

Un equipo deprimido

Solari escondió la cabeza en el banquillo de Valladolid más de la cuenta. La sacó más para airearse, por vergüenza torera, y comprobó las consecuencias del naufragio que han dejado los dos Clásicos y el Ajax. El Real Madrid es un equipo deprimido y esa inseguridad provocó que se viera otra versión mediocre en Pucela en la primera parte y fases de la segunda. En los primeros 15 minutos, hizo un penalti falló el Valladolid y dos goles anulados por el VAR. En la primera media hora, le dieron un meneo. El gol del empate fue un error del portero Masip que aprovechó Varane. El Valladolid tuvo contra las cuerdas a un Madrid errático y no lo supo aprovechar. No mató a un Madrid descorazonado y le dio vida con un penalti a Odriozola que marcó Benzema. El francés lo celebró como si hubiera marcado el gol de la remontada al Ajax. Llamativo. Era el gol del amor propio. Al '9' le dio tiempo para hacer un segundo y volver a festejarlo por todo lo alto. Modric maquilló el partido con una jugada personal para hacer el cuarto tanto.

placeholder Solari, en el banquillo del José Zorrilla. (EFE)
Solari, en el banquillo del José Zorrilla. (EFE)

Las próximas semanas van a ser muy largas en un Real Madrid que solo tiene el objetivo de asegurar una plaza en la Champions. La desilusión y los miedos de Florentino pueden acelerar el cambio de entrenador, y todo pasa por que se eche en manos, de nuevo, de un Mourinho que está como loco por la música. Lo de Zidane tiene una difícil salida. El francés sería el ideal, pero no le apetece. Es más serio y consecuente. No se fue para coger un equipo en caída libre. Para eso está Mourinho, a quien le encanta llegar como el salvador de la patria. Solari sigue con la mosca detrás de la oreja. La victoria contra el Valladolid no mejora la situación y tampoco la imagen de un equipo deprimido que acabó con diez por expulsión de Casemiro.

La temporada en el Real Madrid acabó con la catástrofe del Ajax, y lo que le queda por delante es una penitencia. Contra el Valladolid (1-4), el destronado rey de Europa evidenció en la primera parte que es un equipo mortificado. El primero de todos estaba metido en el banquillo. Solari adoptó la táctica del avestruz. Metido en el banquillo mostró su desgana con lo que sucedía en el césped. Salió de la ‘cueva’ pasado el minuto cinco sin energía y con pose funcionarial. Se presentó en su puesto de trabajo, en Pucela, con el conocimiento de que el de arriba, el que estaba en el palco sentado junto a Ronaldo, cocina el cambio de entrenador. Florentino Pérez tenía más ganas en Valladolid de saludar a su amigo Ronaldo Nazario que divertirse con Solari. El presidente volvió a ser testigo de lo que es un equipo desorientado y un entrenador oculto que acabó haciendo cuatro goles ante un rival inofensivo.

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