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Piqué se queda solo en su cruzada arbitral, pero tampoco le importa
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Piqué se queda solo en su cruzada arbitral, pero tampoco le importa

El Barça, como club, prefiere mantenerse dentro de las buenas maneras y las reglas de conducta impuestas, Piqué, en cambio, no rinde cuentas a nadie y dice exactamente lo que quiere

Foto: Piqué no se va a cortar en sus declaraciones (Benoit Tessier/Reuters).
Piqué no se va a cortar en sus declaraciones (Benoit Tessier/Reuters).

Imagine que es usted Gerard Piqué. Que con 30 años ha ganado una Eurocopa, un Mundial de Fútbol, tres Champions. Que además de futbolista ha creado una empresa que funciona como un tiro y cena, por ejemplo, con Mark Zukerberg, el creador de Facebook, y su mujer cuando visitan Barcelona. Y que el primer contacto del FC Barcelona con su nuevo patrocinador, y con el agua al cuello, fue en San Francisco gracias a él y sus encuentros con el señor Mikitani, dueño de Rakuten, porque él y su pareja, Shakira, una de las cantantes más reconocidas del mundo con la que tiene dos hijos, ya habían conocido al ‘señor Rakuten’ y vio una oportunidad de negocio que pasó al club. Es el mismo Gerard Piqué que usa sus redes sociales, donde tiene casi catorce millones de seguidores solo en Twitter, para decir exactamente lo que le da la gana.

Foto: Piqué protesta a Iglesias Villanueva en el partido que enfrentó al Barça con el Villarreal. (EFE) Opinión

Es el mismo Piqué al que nadie en el club azulgrana se ha acercado para decirle que se corte un poco o apuntarle lo que debe hacer o dejar de hacer, al que nadie osa recomendarle que sea más discreto en sus opiniones. Porque nadie tiene la suficiente autoridad en el Barcelona como para plantarse delante de él y convencerle de lo que es más conveniente o políticamente recomendable. Piqué hace lo que quiere. Punto. Y el domingo, después del partido del Madrid ante el Villarreal, se quejó de lo que él cree que es un doble rasero por parte de los medios para analizar las actuaciones arbitrales del Madrid y el Barça. Perfectamente consciente de que cualquier palabra suya arma un revuelo tremendo, ni se corta, ni le importa. Tal cual lo piensa, tal cual lo dice. Y el eco que provoca es tremendo.

Desde que él salió del Estadio de la Cerámica señalando al palco el 9 de enero, donde estaba Javier Tebas, tres días después de haber expresado ante los medios de comunicación tras el encuentro de Copa ante el Athletic lo siguiente: “Queremos jugar a fútbol y no a la ruleta, que es lo que provoca el arbitraje. Ya vimos el Madrid-Sevilla. Espero que los árbitros suban su nivel, pero ya sabemos cómo funciona esto”, el jugador se quedó solo en su denuncia. Desde el club se defiende que los árbitros son humanos, tienen errores y deberían tener más ayuda tecnológica. Como única concesión, el portavoz del club, Josep Vives, afirmó el lunes que defendían al central ante el caso de que el Comité Técnico de árbitros volviera a abrirle un expediente. “Hemos dicho que respetamos a Gerard porque entendemos que lo que escribió forma parte de un ejercicio de libertad de expresión”, declaró Vives.

El Barça, como club, prefiere mantenerse dentro de las buenas maneras y las reglas de conducta impuestas. Ni una palabra más alta que otra, los árbitros son humanos, todos cometemos errores y bla, bla, bla. Piqué, en cambio, no rinde cuentas a nadie y dice exactamente lo que quiere calibrando la respuesta que cada una de sus palabras o actuaciones tendrá. Luis Enrique, salvo en una ocasión esta temporada en la que se lamentó de que sus jugadores recibían demasiadas tarjetas, también aboga por “ayudar a los árbitros”. Y desde el vestuario, Andrés Iniesta, uno de los capitanes, declaró este mismo lunes en un acto promocional sobre las denuncias de Piqué: “Al final es una cuestión de cada uno. Como capitán y compañero respeto las opiniones de todo el mundo. Mi postura es de no hablar de los árbitros tanto para unas cosas como para otras. Cuando le podáis preguntar, hacedlo. Respeto cualquier opinión dentro de lo normal”.

Es decir, tanto en la entidad como en las declaraciones públicas de los jugadores el único que se sale de la línea es Piqué. Y parece importarle más bien poco quedarse solo. Según ha podido saber El Confidencial, el central entiende y respeta la postura del club y del entrenador, pero él va a seguir diciendo lo que quiera cuando le apetezca. Y nadie ha sido capaz de acercarse a él para aconsejarle lo contrario.

Piqué es un verso libre ya no dentro del fútbol, sino también en el Barça. No rinde cuentas a nadie. Se exige a sí mismo, como cuando declaró en el 2014: “Ahora mismo no creo que sea el mejor central del mundo. Lo fui, pero las últimas temporadas ya no lo he sido. Tampoco hice un buen Mundial”. Y desde entonces se puso las pilas y se autoexigió, porque es un animal competitivo, pero cuando algo no le parece bien, o justo, no tarda demasiado en reaccionar, sabiendo lo que se le viene encima y sin tormento alguno.

La entidad, el presidente, el portavoz, que digan lo que quieran; sus compañeros igual. ¿Que se queda solo? Pues lo acepta, aunque a veces le jorobe, como parte de las reglas del juego. Pero callarse, no se va a callar. Y lo seguirá haciendo cómo, cuándo y dónde le venga en gana. En el club nadie le ha dado un toque; probablemente porque nadie se atreve, ni tiene la suficiente autoridad como para convencerle de que se esté quietecito. Es Gerard Piqué. Y no se va a callar. O lo tomas, o lo dejas.

Imagine que es usted Gerard Piqué. Que con 30 años ha ganado una Eurocopa, un Mundial de Fútbol, tres Champions. Que además de futbolista ha creado una empresa que funciona como un tiro y cena, por ejemplo, con Mark Zukerberg, el creador de Facebook, y su mujer cuando visitan Barcelona. Y que el primer contacto del FC Barcelona con su nuevo patrocinador, y con el agua al cuello, fue en San Francisco gracias a él y sus encuentros con el señor Mikitani, dueño de Rakuten, porque él y su pareja, Shakira, una de las cantantes más reconocidas del mundo con la que tiene dos hijos, ya habían conocido al ‘señor Rakuten’ y vio una oportunidad de negocio que pasó al club. Es el mismo Gerard Piqué que usa sus redes sociales, donde tiene casi catorce millones de seguidores solo en Twitter, para decir exactamente lo que le da la gana.

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