El ocaso de Neymar, el gambetero que fracasó dejando el Barcelona en busca del Balón de Oro

Neymar vive uno de los peores momentos de su carrera deportiva. Brasil se enfrentaba a Uruguay en partido valedero para la clasificación al próximo Mundial, un choque en el que el brasileño vivió la lesión más grave de su carrera. En un lance aparentemente sin peligro, el ahora jugador del Al-Hilal notó cómo su rodilla realizaba un mal giro tras hacer un extraño en el apoyo sobre el césped. Horas después, se confirmaba la rotura del cruzado y menisco de su pierna izquierda.

Esta grave lesión hará que el astro brasileño se quede sin jugar todo lo que resta de temporada, un duro golpe para un jugador que se encuentra en su ocaso deportivo. Neymar, el futbolista que estaba llamado a dominar el fútbol mundial y convertirse en el heredero del trono que dejaba Leo Messi y Cristiano Ronaldo, no solo no lo logró sino que, a sus 31 años, es consciente de que esta aparatosa dolencia es la confirmación de que no logrará su gran sueño de niño: ganar el Balón de Oro.

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P. M.

Neymar comenzó a brillar desde que era muy joven. Solo tenía 17 años cuando le demostró al mundo entero, desde su Santos natal, que estábamos ante un futbolista diferente: con un regate eléctrico, inteligente, rápido, muy vertical y con mucho gol, lo tenía todo para marcar una época en el fútbol. Los grandes de Europa pronto comenzaron a rascarse la billetera en busca de hacerse con sus servicios, siendo el Barcelona quien lo lograría en 2013.

Lejos de quedarse en un proyecto de jugador, pronto empezó a demostrar que empastaba a la perfección con Leo Messi, una sociedad que se amplió con la llegada de Luis Suárez solo una temporada más tarde. El brasileño se convirtió en una pieza clave del conjunto azulgrana, con el que consiguió dos Ligas, tres Copas y una Champions, entre muchos otros títulos. Pero pronto encontró su techo en el Camp Nou, lo que le llevó a buscar nuevas salidas.

El brasileño soñaba con convertirse en el mejor jugador del mundo y, para ello, necesitaba ganar el Balón de Oro. Pero en la Liga sabía que lo tenía muy difícil, pues Messi y Cristiano le robaban todos los focos. Esa fue una de las razones que le llevó a buscar un nuevo equipo en el verano de 2017, lo que le convirtió en el fichaje más caro de la historia, después de los 222 millones de euros que el PSG pagó por él. Era el momento de dar el salto al estrellato.

Pero su llegada al PSG no fue como la soñaba y pronto se convirtió en un calvario. Nunca terminó de explotar como gran líder del equipo, no pudo llevar al conjunto galo a levantar su ansiada Champions y, sobre todo, comenzaron a aparecer las lesiones de gravedad. Su tobillo empezó a dar signos de la dureza de los rivales y, cada vez de manera más habitual, sus periodos de ausencia de los terrenos de juego eran mayores. Tanto, que tuvo que pasar por el quirófano.

Los datos hablan por sí solos: ha vivido 768 días de baja en sus seis temporadas en el PSG, lo que provocó que incluso los radicales le culparan de los malos resultados. Consciente de que en el conjunto galo ya había dado todo lo que podía y que el sueño del Balón de Oro se había esfumado, decidió cambiar de aires en dirección a Arabia Saudí, firmando por el Al-Hilal. Solo unos meses después de su último movimiento, ha llegado la lesión más grave de su carrera.

La rotura del ligamento cruzado anterior y del menisco de su rodilla izquierda le dejará en el dique seco durante, al menos, los próximos seis meses. Es el ocaso de Neymar, el futbolista que soñaba con ser el mejor jugador del mundo y que nunca lo consiguió. Un futbolista que, en plena forma, es imparable, ingobernable y capaz de cambiar un partido. Eso sí, siempre que su cabeza solo esté centrada en el fútbol, pero eso es harina de otro costal...