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A Coutinho le empiezan a salir las cosas y conduce al Barcelona a otra final de Copa
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marcó su primer gol como azulgrana

A Coutinho le empiezan a salir las cosas y conduce al Barcelona a otra final de Copa

A Coutinho se le ha mirado con lupa desde que el Barça pagó 160 millones por él y hasta su gol en Mestalla no había entusiasmado, pero al menos ya empieza a aportar a un equipo ganador

Foto: Coutinho celebra su primer gol como azulgrana. (EFE)
Coutinho celebra su primer gol como azulgrana. (EFE)

Participar en una final de Copa del Rey debería estar considerado un lujo, un momento excepcional en la historia de una entidad futbolística española, llámese como sea. Lo que pasa es que cuando echas un vistazo al palmarés del torneo español más antiguo en su última década, puedes comprobar que no es tan complicado alcanzarla, que el camino que te lleva hasta el último y decisivo encuentro, pese a ser largo y tortuoso, casi siempre hay un equipo que lo juega. El Barça ha participado en ocho de las últimas 10. Desde que Guardiola dejó al filial en Segunda B, obligó a que los grandes se tomaran en serio este torneo, aunque nadie lo hiciera como él y su futuro. Otra final, póngame lo de siempre, por favor.

Los recientes desastres coperos del Real Madrid han impedido que en el cruce, ya fuera en eliminatorias o en la final, el Barça tuviera una razón de peso para echarse a temblar. Solo el Madrid lo ha frenado recientemente. Le ganó dos finales (2011 y 2014) y lo echó en semis en 2013. Desde que el Sevilla campeón se los cargase en 2010, ningún otro club ha dejado sin la Copa al Barça, que ya mira por el retrovisor y solo ve un puntito lejano, el Athletic como segundo (e histórico) rey de copas. Y más incluso que el hecho en sí, la ya tradicional clasificación para la final, lo bonito para el Barça es cómo se ha conseguido. Un hecho puntual destaca sobre el resto: Coutinho marcó su primer gol.

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Adecuarse al Fútbol Club Barcelona es un reto para cualquier futbolista del mundo. Un fichaje recién llegado puede encajar como una pieza de un puzle en decenas de conjuntos, incluso los más poderosos. El Barça, en cambio, posee una idiosincrasia muy particular que conlleva un proceso de aprendizaje que no resulta accesible para todos. Te llames Chygrynskiy o Luis Suárez, caer de pie en Can Barça es un reto y para la contratación más cara de su historia también lo va a ser. Philippe Coutinho tiene unas cualidades que, desde la teoría, deberían hacerle encajar a la perfección, pero le llevará tiempo y mucha observación comprender cuál es su papel y qué movimientos tiene que hacer para que Messi le pase el balón, una vara de medir excelente para saber si alguien se ha adaptado (o si no, miren cuánto se la pasa a André Gomes...).

Valverde va a ir poco a poco con Coutinho. Firmar al brasileño en este enero tiene una ventaja: va a poder rodarse en Liga, una competición prácticamente ganada ya, sin la exigencia de la Champions y con un final de curso previsiblemente apoteósico. Siempre es más fácil encajar en un sistema en medio de la alegría por el éxito que tras un fracaso. Coutinho tiene tiempo de sobra para aprender a comportarse alrededor de tanto talento, un talento tan particular como el culé, que si bien está virando hacia un fútbol menos elitista y ortodoxo, mantiene todavía jugadores que solo saben jugar de esa manera, los productos de la casa como Busquets, Iniesta y Messi, que al fin y al cabo son los que mandan en el vestuario y los que mueven las batutas que dirigen la orquesta.

placeholder Qué peligro que estos dos se entiendan... (EFE)
Qué peligro que estos dos se entiendan... (EFE)

En realidad, para ser honestos, su gol en Mestalla, el que dio al Barça la tranquilidad de, primero, saber que no tendría que sufrir una prórroga agotadora y, segundo, poder jugar con una ventaja de dos goles, no es lo que Coutinho ha venido a hacer. Es una parte, claro, porque siempre ha tenido gol, es un fantástico llegador y sabe buscarse las oportunidades para marcar. Pero un remate en plancha con la puntera cruzándola al segundo palo no es, que digamos, su especialidad. Le hubiera pegado más haber permutado los puestos con Suárez, realizar ese excelente recorte y centro que le sirvió el uruguayo y que fuera 'Luisito' el que la mandara a guardar.

Lo que tiene este Barça, lo que le va a hacer campeón de, como mínimo, un título este año, es su capacidad para ganar, sean cuales sean las condiciones a las que se enfrente. El Valencia está en una profunda crisis de resultados, seis derrotas consecutivas es muchísimo lastre para un conjunto que tardó mucho en caer por primera vez, pero ganarle en Mestalla y con tanta solvencia no está chupado. El año pasado, jugadas como la que finalizó Gayà con parada 'terstegenyesca' de Cillessen habrían acabado dentro y todo se hubiera complicado más. Esa recuperación de Suárez que acabó en el gol de Rakitic la hubiera cometido Mascherano. Ahora pasa algo que impide que el Barça se desvanezca. Llevamos meses esperando el bajón de este equipo que nos vendían en verano que era el peor en no se sabe cuántos años, y no cae, y más aún, nada apunta a que lo vaya a hacer pronto.

Solo le falta ahora que Coutinho case bien con Suárez y Messi, o que entienda qué es eso de jugar de interior derecho; o que Yerry Mina (que debutó por los problemas físicos de Piqué) salga la mitad de bueno que Umtiti, porque lo demás ya funciona. Bueno, André Gomes no, pero Valverde nos ha ilustrado cientos de veces en que si hace algo es porque hay un motivo tras ello. Tenemos unos cuantos meses por delante para entenderlo.

Ficha técnica

0-. Valencia: Jaume, Montoya, Garay (Vezo, m.70), Gabriel, Gayà; Coquelin (Guedes, m.55), Kondogbia, Parejo, Rodrigo (Carlos Soler, m.55); Vieto y Zaza.

2-. Barcelona: Cillessen, Sergi Roberto, Piqué (Yerry Mina, m.83), Umtiti, Jordi Alba; Busquets, Rakitic, Iniesta (Paulinho, n.64), André Gomes (Coutinho, m.46); Messi y Suárez.

Goles: 0-1, m.49: Coutinho. 0-2, m.82: Rakitic.

Árbitro: Undiano Mallenco (C. Navarro). Amonestó por el Valencia a Rodrigo, Parejo y Zaza.

Incidencias: partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Rey disputado en Mestalla ante 43.355 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del jugador cadete del Alzira Nacho Barberá, fallecido el pasado sábado mientras jugaba un partido.

Participar en una final de Copa del Rey debería estar considerado un lujo, un momento excepcional en la historia de una entidad futbolística española, llámese como sea. Lo que pasa es que cuando echas un vistazo al palmarés del torneo español más antiguo en su última década, puedes comprobar que no es tan complicado alcanzarla, que el camino que te lleva hasta el último y decisivo encuentro, pese a ser largo y tortuoso, casi siempre hay un equipo que lo juega. El Barça ha participado en ocho de las últimas 10. Desde que Guardiola dejó al filial en Segunda B, obligó a que los grandes se tomaran en serio este torneo, aunque nadie lo hiciera como él y su futuro. Otra final, póngame lo de siempre, por favor.

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