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Un espanyolista desde niño le recuerda al Barcelona que la cantera merece la pena
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Un espanyolista desde niño le recuerda al Barcelona que la cantera merece la pena

Han pasado casi cinco meses desde que el Madrid les diera un doble repaso para volver a sentir la punzada de la derrota. El máximo enemigo comenzó la gloria y el rival del barrio le ha dado muerte

Foto: Messi desaprovechó un penalti. (EFE)
Messi desaprovechó un penalti. (EFE)

El barcelonismo más cenizo y pesimista, categorías en las que se encuadran la mayoría de orgullosos culés, aún víctimas de un pasado no tan alegre como su historia reciente, esperaba que un día como este llegara a sus vidas antes de lo que la realidad ha indicado. Durante meses aguardaban que el proyecto se derrumbase, que la racha viera fin estrepitosamente, que al Madrid le empezaran a entrar todas sus ocasiones y que Messi se lesionase para ver que Paulinho no aguanta esto él solo. Han transcurrido casi cinco meses desde que el Madrid les diera un doble repaso para volver a sentir la punzada de la derrota, esa misma que Neymar y su exilio voluntario iban a hacer perenne como las hojas de la hierba. El máximo enemigo comenzó la gloria y el rival del barrio le ha dado muerte (1-0).

A Óscar Melendo no le enseñaron en la escuela del Espanyol a amar sobre todas las cosas una filosofía de juego pura, basada en la ortodoxia de la posición, como sí ocurría en el otro club de la ciudad con los más enanos. A Melendo no le enseñaron a ser grande, más grande que la gran luna que eclipsa la zona perica de la capital tabarnesa. Qué va. No hacía falta explicarle qué es ser del Espanyol, si eres un niño lo entiendes cada día en el colegio, cuando te observan raro por no estar contento después de los goles de Ronaldinho en el Bernabéu, de un 'hat-trick' de Messi o de que Abidal levante la Copa de Europa. Era poco más que un 'nerd', expresión 'millennial' para identificar a los desviados sociales que tanto identifica a los seguidores del Espanyol en Barcelona.

Foto: En 2014, Ernesto Valverde rechazó la oferta del Barcelona porque había dado su palabra al Athletic. (EFE)

Melendo era un crío cuando, ilusionado, fue a estrenar el estadio del RCD Espanyol, con la ilusión de ver ganar un derbi. Quizá le hubiera gustado verlo antes, pero probablemente no cambie que el primer derbi ganado en su nueva casa lleva su firma, su primera firma como perico profesional. Lleva esperando este día desde hace unos 14 años, y solo ha soplado velas 20 veces. El único jugador que ha sentido el apoyo de su club desde la categoría más baja hasta debutar en el primer equipo. Le había dado Quique algo menos de 300 minutos esta temporada, un jugador de refilón. Le confió, sin embargo, una noche grande, un último rato, con la grada ardiente porque Diego López había aguantado un envite de Messi desde los 11 metros. Y el chico respondió como no había hecho nunca.

El Barça lleva promulgando la fe en la cantera como dogma universal desde hace décadas, más cuando Guardiola se encontró con la mejor generación del siglo agrupada en un filial ahogado en Tercera. Muchos años creyendo en esa religión a pies juntillas, criticando por lo bajini a los que ganaban por los millones que tenían en el banco y que despilfarraban inconscientes en cada mercado, para ahora hacer justo eso, lo que los mandamientos de su credo le prohíben explícitamente. El Barça de Bartomeu se desvió, cogió el camino de la luz, el que seguían sus rivales, para ganar rápido y fácil. Se cargó su cantera, dejó de apostar por lo que ya tenía y se gastó 300 millones en dos jugadores. Y va el Espanyol y le recuerda lo que es creer.

placeholder El centrocampista del Espanyol Óscar Melendo celebra su gol. (EFE)
El centrocampista del Espanyol Óscar Melendo celebra su gol. (EFE)

Estaba necesitado Cornellà-El Prat de una alegría en días grandes como los duelos contra el Barça. Hubo un tiempo, con Tamudo y De la Peña, que el Espanyol le ganaba al Barça, le fastidiaba ligas, dejaba en evidencia a Víctor Valdés, hacía a Rijkaard cargarse banquillos... Eran 19 los derbis. Muchos son. Demasiados. El público estaba ansioso. Se notó en el penalti. Lo protestaron al unísono los más de 20.000 en las tribunas, aun si Granero pisó clara y torpemente a Sergi Roberto. Y ahí estaba Messi, que hizo del Espanyol un saco de boxeo al que pegaba con violencia sin recibir respuesta. Pero ahí estaba Diego López, postergado a un lugar siempre secundario desde que le echaron del Madrid. Mano zurda abajo, dura, firme, para echar el balón fuera. No lo falló Messi, lo paró Diego y las afueras de Barcelona se encendieron.

A Valverde le recibieron con el cariño merecido y casi como ablandados por el sentimentalismo local, el Barça dejó de hacer daño al Espanyol por primera vez en muchísimo tiempo. Inofensivo hasta con Messi de francotirador. Le habían dejado arriba, solo, rodeado de Denis y Aleix, y claro, así solo se entiende un poco con Paulinho, que todavía no habla su idioma. Desamparado, la unión con Busquets no era firme y no estaba Alba, su Lanzarote particular. Las ocasiones eran esporádicas, lejos de la frescura de los últimas semanas, cuando se caían de los bolsillos repletos de la ofensiva culé.

Esa mano de Diego lo cambió todo. El Espanyol se quitó años de complejos, de goleadas y vergüenzas de un tirón, como arrancan los apósitos las madres de bien, de una, que duele menos. Quique se desmelenó, despobló el área del pivote y metió calidad, quiso ganar al Barça jugándole a lo Barça, si eso es posible para los mortales que visten de blanco y azul. Puede que no lo sea, pero la acción a la que dio muerte Melendo podría haberla ideado Guardiola y la hubiera gestionado Xavi. Toques cortos, rápidos, balón a la banda, centro con sentido, hacia atrás, medido para la llegada del canterano, que tuvo tiempo de orientar su cuerpo para utilizar en el golpeo su pierna zurda, la buena, la que batiría a Cillessen. Es solo una victoria, quedan '90 minuti molto longui' en el Camp Nou. Pero la 'meravellosa minoria' la necesitaba.

Ficha técnica

1- RCD Espanyol: Diego López; Navarro, Naldo, Duarte, Aarón (Dídac, min.58); Víctor Sánchez, David López, Darder (Baptistao, min.46), Fuego (Melendo, min.75), Granero; Gerard Moreno.

0 - FC Barcelona: Cilessen; Sergi Roberto, Piqué, Vermaelen, Digne; Paulinho (Rakitic, min.52), Busquets, Aleñá (Luis Suárez, min.58); Aleix Vidal, Messi y Denis Suárez (Rafinha, min.78).

Gol: 1-0, min.89: Óscar Melendo.

Árbitro: De Burgos Bengoetxea (comité vasco). Amonestó a Aarón (min.43), Aleñá (min.45), Alba (min.54), Gerard Moreno (min.62), Vermaelen (min.84), Víctor Sánchez (min.85), David López (min.90) y Luis Suárez (min.90).

Incidencias: partido correspondiente a la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey disputado en el RCDE Stadium ante 23.323 espectadores.

El barcelonismo más cenizo y pesimista, categorías en las que se encuadran la mayoría de orgullosos culés, aún víctimas de un pasado no tan alegre como su historia reciente, esperaba que un día como este llegara a sus vidas antes de lo que la realidad ha indicado. Durante meses aguardaban que el proyecto se derrumbase, que la racha viera fin estrepitosamente, que al Madrid le empezaran a entrar todas sus ocasiones y que Messi se lesionase para ver que Paulinho no aguanta esto él solo. Han transcurrido casi cinco meses desde que el Madrid les diera un doble repaso para volver a sentir la punzada de la derrota, esa misma que Neymar y su exilio voluntario iban a hacer perenne como las hojas de la hierba. El máximo enemigo comenzó la gloria y el rival del barrio le ha dado muerte (1-0).

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