Unas disculpas "desde el convencimiento" que llegan tarde: De la Fuente trata de superar sus aplausos a Rubiales

Luis de la Fuente se inmoló al aplaudir a Luis Rubiales en la Asamblea Extraordinaria de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). El riojano ha mantenido su cargo, pero ha perdido toda credibilidad. Las disculpas que dio en Las Rozas, "mi espacio, mi casa", antes de anunciar la lista de convocados para los partidos ante Georgia y Chipre no fueron nada convincentes en el momento en el que niega que se plantease una dimisión. Una semana antes, había dejado tirado a su principal valedor cuando este se había quedado sin apoyos. Aquellos aplausos lo perseguirán mientras sea seleccionador. Hay que recordar que su disculpa inicial tuvo lugar después de que la FIFA hubiera dejado caer a su jefe. No antes.

El riojano tardó seis días en condenar el beso "no consentido" que Rubiales le dio a Jennifer Hermoso. Y una semana en dar explicaciones sobre su radical cambio de opinión. En 24 horas pasó de aplaudir el discurso del presidente a censurar "sin paliativos el comportamiento equivocado y fuera de lugar". De la Fuente no había demostrado ser tan voluble.

"Las críticas son totalmente merecidas y lamento lo ocurrido. Pido perdón por ello desde el convencimiento. Fue una situación para la que yo no estaba preparado", argumentó el seleccionador. Quizá De la Fuente haya tenido, como confirmó, tiempo para reflexionar. Pero es incomprensible que se levantara de su sitio para aplaudir y respaldar a Rubiales y, un día más tarde, condenara su actitud. Todas estas explicaciones llegaron antes de que el TAD anunciara que solo veía "falta grave" en el beso a Hermoso y de que el Gobierno pidiera su suspensión cautelar, además de prometer más medidas. El expresidente, en un comunicado, cargó contra el Ejecutivo por "tomar parte y presionar".

La actuación de Rubiales

Nadie, ni siquiera el propio seleccionador, se esperaban, eso sí, todo lo que ocurrió en aquella Asamblea que ha pasado a la historia del fútbol español. "Creía que iba a asistir a un acto de dimisión. Entré en shock al escuchar a Rubiales. Pensaba que iba por otro lado". El ya expresidente sorprendió a los presentes al atrincherarse y confirmar que no iba a dimitir. No contaba con la estocada de la FIFA, que lo suspendió del cargo el mismo sábado.

"No creo que tenga que dimitir, tengo que pedir perdón. Cometí un error, un error humano e inexcusable. Si pudiera volver atrás, no cometería ese acto". De la Fuente está más respaldado que Jorge Vilda, cuya continuidad pende de un hilo. El riojano lo confirmó. "Cuento con el apoyo de los presidentes territoriales y del presidente de la Federación. Si no, no estaría aquí".

Al seleccionador, no obstante, le honró su manera de pedir disculpas, sin excusas de por medio como hizo Rubiales. "Fue injustificable (los aplausos). Lo viví todo desbordado. No supe estar a la altura y no supe controlar esas emociones. Cuando uno sale, reflexiona. No me reconozco cuando me veo en las cámaras".

La falta de "valor"

"Siempre he estado y estaré del lado de la igualdad y del respeto". Lamentablemente, para él, ese aplauso a las explicaciones de Rubiales sobre el "pico" no dicen lo mismo. "Tengo unos valores. En mis 11 años en la RFEF, he tenido un comportamiento intachable del que ustedes han sido testigos. Ni Jennifer ni sus compañeros son responsables de lo que allí aconteció". La defensa a Hermoso llega tarde.

El riojano, además, reconoció que no había hablado con Hermoso. "Seguramente me haya faltado valor". Su comportamiento no ha gustado. Y sus disculpas tampoco han convencido. Es más, se entendieron como un intento de lavado de imagen con el objetivo de despegarse al máximo de Rubiales ahora que este ha caído. ¿Puro teatro?

De la Fuente ganó en junio la Nations League, el primer título en una década para la Selección Española. Había dudas en torno a su figura tras la derrota ante Escocia (2-0) en el partido de clasificación para la Eurocopa 2024, pero el triunfo lo reforzó. Ahora llegan nuevos encuentros clasificatorios y un error puede ser fatal. Quién sabe si un tropiezo, sumado a su comportamiento en el caso Rubiales, pueden llevárselo por delante.