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Qué está pasando con los padres violentos en el fútbol infantil: "Es un síntoma de otra cosa"
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ALARMA E INCOMPRENSIÓN

Qué está pasando con los padres violentos en el fútbol infantil: "Es un síntoma de otra cosa"

Son episodios ocasionales, pero continuados, que muestran que hay un problema que no se termina de atajar, o más bien, de prevenir

Foto: Partido de alevines. (Foto: EFE/Jaime PG)
Partido de alevines. (Foto: EFE/Jaime PG)

El sábado 25 de marzo, la policía detuvo a una mujer durante un partido de fútbol de prebenjamines en Alcobendas. La mujer iba disfrazada, portaba dos armas con munición real y fue ingresada en la unidad de psiquiatría del Hospital Infanta Sofía. Aunque su caso es aislado y se debe a otra cuestiones, el entorno en el que se produjo la detención, el de un partido de fútbol infantil, recordó que esos campos en los que debería reinar el compañerismo y la deportividad son cada vez con mayor frecuencia testigos de estallidos inesperados de violencia.

El pasado enero, por ejemplo, se montó una batalla campal en un partido de cadetes entre el Écija FC y el CD Mairena tras el enfrentamiento entre uno de los miembros del cuerpo técnico del Mairena y uno de los padres del equipo adversario. Unos meses antes se formó otra espectacular batalla entre padres en un partido en Santa Cruz de Tenerife. Son episodios ocasionales pero aparentemente continuados que muestran que hay un problema que no se termina de atajar. O, más bien, de prevenir, como se quejan los expertos que han tratado la cuestión. Se apagan fuegos, pero no se destinan medios.

"Cuando fui coordinador de categorías inferiores, todo el mundo me decía que el principal problema eran los padres, y yo me preguntaba cómo podía ser, porque son los que tienen que apoyarlos, llevarlos, alimentarlos, etc.". Quien habla es Javier Torres Gómez, formado en la cantera del Getafe y el Real Madrid y lateral derecho del Valladolid entre 1993 y 2005. Uno de los pioneros en el trabajo con los familiares a través de la Escuela de Padres, que fundó junto a su compañero David Rincón. "Cuando lo propuse me dijeron que estaba loco, pero cuando trabajé con los equipos de Primera y Segunda, sobre todo en alevines, salió genial".

Poco a poco aparecen más iniciativas que intentar atajar este problema, tanto por parte de los clubes como de las instituciones o del mundo académico. Uno de los más veteranos en el tema es Luis Cantarero, profesor de Antropología de la Universidad de Zaragoza que trabajó con el club durante la década pasada y al que le ha preocupado la cuestión desde hace 30 años. El título de su libro lo dice todo: ¡Cállate, papá! Padres y violencias en el fútbol industrial. "El nombre surgió porque llevaba a mi hijo a los partidos y en uno de ellos, un niño se dio la vuelta hacia su padre y le dijo que se callase", explica.

"Sé que antes sucedía y no estaba tan mal visto, los clubes tapaban estas situaciones"

Para el profesor, el problema de la violencia se suele simplificar, apuntando únicamente a los padres, cuando para él, la cuestión se encuentra más allá. En un fútbol industrial en el que la corrupción está al orden del día, así como los intereses comerciales, una actitud que termina permeando a la actitud del resto de agentes entre los cuales, los padres son solo una parte más. "Lo entiendo como un síntoma del fútbol negocio", explica. "Cualquier futbolista que haya jugado diez años ha visto corrupción o amaño de partidos". La diferencia es que no hay grabaciones espectaculares de esos hechos como sí ocurre con la violencia en los campos.

Esto provoca un círculo vicioso fomentado por los medios de comunicación, que son los primeros en elevar la anécdota a categoría al mismo tiempo que promueven imágenes irreales del éxito. "Los padres tienen una idea equivocada del fútbol: ven entrevistas con los padres de Iniesta y piensan que les gustaría que les pasase lo mismo, pero eso no es el fútbol de verdad", añade. No se trata únicamente de los padres, sino también de otros familiares o de entrenadores (profesionales y no profesionales), que como recuerda el antropólogo, ejercen violencia continua.

Santiago López Delgado es psicólogo deportivo y ha trabajado desde hace quince años para atajar estos problemas. Se muestra de acuerdo en que el problema no se ciñe únicamente a unos padres violentos. "Desde unas estructuras más grandes a nivel social se trasladan ideas que no son las más acertadas", explica. "Parece que el fútbol base es el mismo deporte que ven en la tele, pero no es así, uno es deporte-espectáculo y el otro es deporte-formativo. Ahí empiezan los problemas, porque se pasa a replicar comportamientos que no tienen que ver con lo formativo y sí con ganar por encima de todo".

¿Más peleas o más cámaras?

La mayoría de abordajes, añade el psicólogo, se suelen realizar para apagar fuegos, como reacción. ¿Ocurre más ahora que antes? "Llevo muchos años trabajando en deporte base y no tengo la percepción de que haya ido a más o a menos, sé que antes sucedía y no estaba tan mal visto, los clubes tapaban estas situaciones, pero ahora con los móviles y las redes sociales, la capacidad de difundirlo es mayor". López ha visto, eso sí, cómo estos comportamientos empezaban a aparecer en otros deportes en los que no era tan habitual.

"No sé si hay más crispación, pero el fútbol es un reflejo de la sociedad"

El exfutbolista del Valladolid recuerda que una de las principales diferencias es que ahora hay partidos, más padres y por lo tanto, más cámaras, y que además, se trata de un contenido muy jugoso para los medios de comunicación en la época de la viralidad. "El fútbol es un deporte mayoritario y cada vez hay más licencias, así que también hay más partidos", razona. "No sé si ahora hay más crispación, pero al fin y al cabo el fútbol es un reflejo de la sociedad".

Cantarero considera que la situación ha empeorado en los últimos años, a medida que el fútbol espectáculo (o fútbol industria) empezaba a imponerse. "Si analizas la historia del fútbol, hace cuarenta años no era así", añade. ¿Qué ha cambiado entre antes y ahora? Por ejemplo, hace unas décadas habría sido impensable algo como la serie sobre Georgina, la esposa de Cristiano Ronaldo, "en la que ves cómo se gasta de golpe 30.000 euros en una tienda". "Cuando te empapas de esto hay que tener mucha cabeza para no dejarte influenciar", añade.

placeholder El fútbol industrial. (Atresmedia Televisión)
El fútbol industrial. (Atresmedia Televisión)

Pero ¿cuál es el salto entre el fútbol industria y la violencia explícita? Para el profesor, se trata de un fenómeno sobredimensionado que sirve a clubes y federaciones de chivo expiatorio para desviar la atención respecto a la corrupción intrínseca en el deporte y los vicios económicos del negocio. "Es verdad que existe la violencia de los padres, pero los clubes lo toman como un daño colateral mientras no afecte demasiado al negocio", añade. "No trabajan para prevenir la violencia, hasta el día que ocurra algo gordo". Mucho fisio y mucho scouting, añade, pero poca prevención.

Cerrar o no cerrar

La pasada semana, el Sporting de Gijón también anunció que prohibiría la entrada de los padres a los entrenamientos de fútbol base, una práctica cada vez más común. En opinión de Cantarero, equivocada, porque esos niños y adolescentes terminarán volviendo a casa con sus padres. "Así no solucionas el problema, lo que hay que hacer es trabajar con ellos, porque qué más da que no vayan a los entrenamientos el martes si luego vuelven a casa y hablan mal de sus compañeros", matiza.

"Los niños se sienten incómodos porque sus padres critican a sus compañeros"

No se trata únicamente de peleas, sino también de otra clase de comportamientos por parte de los padres que terminan provocando que sus hijos aborrezcan el deporte. Por ejemplo, señala López, algo habitual son los niños que se sienten incómodos "porque sus padres han criticado a otros compañeros o al entrenador". O los padres que no están atentos al partido porque pasan el rato mirando el móvil, pero que levantan la cabeza en cuanto pitan en su contra. "Que hay niños que se avergüenzan del comportamiento de los adultos es patente", añade.

Torres recuerda una historia de su juventud que resume bien el impacto que tiene la actitud de los padres en la vida de sus hijos. Cuando estaba en los juveniles del Real Madrid, tenía un compañero "espectacular" en todos los sentidos, deportivo y personal. Sin embargo, cuando salían a jugar al campo, un padre los criticaba sin parar desde la grada: el de aquel compañero. "En mi fuero interno, ese chico me caía mal, porque su padre me estaba diciendo todas las semanas que era malo", añade. "Hay algunos padres que no conocen el límite, que no se dan cuenta de que están marcando a sus hijos".

Predicando al converso

Todas las intervenciones realizadas por estos profesionales se suelen enfrentar a un problema común: los padres que participan en estos programas ya están concienciados de sus actos ,y los que más los necesitarían piensan que no tienen ningún problema. Estos profesionales terminan predicando al converso. "Los que más necesitan esa ayuda y formación son los que no se presentan porque no piensan que tengan un problema", añade Torres Gómez.

López está de acuerdo: "Por regla general, los padres que suelen participar de las actividades formativas son los que ya de por sí no tienen una necesidad demasiado grande y vienen con interés para saber de qué forma pueden ayudar a sus hijos". En los trabajos de grupo, el psicólogo se ha encontrado actitudes "abiertas y receptivas", pero también resistencias e incredulidad. Como recuerda Cantarero, los seres humanos construyen su subjetividad por interacción social, ya sea con "los programas basura de la televisión” o con profesionales como él.

López proporciona un ejemplo de uno de sus entrenamientos lúdicos, en el que reúne a padres e hijos junto al entrenador y psicólogos en los que busca "transmitir pautas eficaces para optimizar la relación con padres e hijos, trabajar con los padres habilidades de comunicación como animar y favorecer su empatía". Se inicia con una charla conjunta, se sigue con un calentamiento entre padres e hijos y una sesión en la que los niños entrenan en pista mientras los padres pasan a la grada y son grabados para que puedan ver el impacto de sus acciones. A continuación, se invierten los roles y los niños pasan a la grada y los padres al campo. En el partido final, se mezclan padres e hijos y se intercambian los roles con árbitros o entrenadores

"Al final, los padres se dan cuenta de que han perjudicado a sus hijos"

En sus programas, Torres Gómez suele solicitar a los padres que salgan al estrado para manejar un balón. Muchos de ellos no se atreven o, cuando lo hacen, muestran mucho nerviosismo. La respuesta del exfutbolista es recordarles que eso es lo que experimentan sus hijos cada fin de semana. "Cuando empiezan en un deporte como el fútbol, necesitan un clima tranquilo”, explica. "Si cada segundo hay nueve decisiones posibles que tomar y tienen que elegir rápidamente, imagínate en un ambiente en el que les están chillando. Jugar al fútbol es como tocar el piano o ir al ballet".

Sin embargo, siente que los resultados suelen ser positivos. "Al final de las conferencias me iba con la sensación de que los padres se daban cuenta de que habían perjudicado a sus hijos", concluye. "Somos un granito de arena en el desierto".

El sábado 25 de marzo, la policía detuvo a una mujer durante un partido de fútbol de prebenjamines en Alcobendas. La mujer iba disfrazada, portaba dos armas con munición real y fue ingresada en la unidad de psiquiatría del Hospital Infanta Sofía. Aunque su caso es aislado y se debe a otra cuestiones, el entorno en el que se produjo la detención, el de un partido de fútbol infantil, recordó que esos campos en los que debería reinar el compañerismo y la deportividad son cada vez con mayor frecuencia testigos de estallidos inesperados de violencia.

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