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El brote del Sporting destapa la ley del silencio en Gijón
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Las fiestas prohibidas de Navidad

El brote del Sporting destapa la ley del silencio en Gijón

El brote de coronavirus que ha dominado la actualidad asturiana estos días no se originó finalmente en el restaurante Bellavista. La pregunta ahora es: ¿por qué calló la prensa un escándalo adicional que propagó el virus y todos conocían?

Foto: Nacho Méndez (Sporting), el día 24, en el local Bellavista de Gijón.
Nacho Méndez (Sporting), el día 24, en el local Bellavista de Gijón.

Los jugadores del Sporting de Gijón (o algunos de ellos) parecen ser aficionados a las fiestas, como sucede en todos los equipos de fútbol del mundo. Justo hace un año, la Liga aplazó su primer partido del año (contra el Zaragoza) por un brote de gripe que incapacitó a la mitad de la plantilla: una de las infecciones más masivas de la historia de la Liga, cuyo origen no pudo determinarse. En aquellas fechas, había llegado ya el coronavirus a España, aunque las autoridades no lo supieran, y nada había de raro en que unos ídolos de 20 años celebrasen su juventud en plenas vacaciones.

Las fiestas sportinguistas de esta Navidad han tenido un cariz distinto en una región donde la Nochebuena, por ejemplo, estuvo limitada forzosamente a seis personas. La inconsciencia juvenil y la mala suerte han puesto al equipo gijonés en el foco del debate público, entre otras cosas, por la negativa de los jugadores a reconocer con quién estuvieron la noche del día 21, origen de un brote que afecta hoy a 150 personas. Varios futbolistas mintieron a los rastreadores, como han confirmado a El Confidencial fuentes autonómicas: “A ver si se atreven a mentir a la policía”, comentan estas autoridades tras la investigación abierta por la Delegación del Gobierno a raíz de la exclusiva publicada por este periódico, el pasado domingo, sobre la 'Tardebuena' festiva celebrada el día 24 en el conocido restaurante Bellavista (propiedad entre otras personas del vicepresidente del Sporting, Javier Martínez), al que acudieron al menos dos jugadores hoy infectados y otros miembros del club.

Foto: Nacho Méndez (Sporting), el día 24 en el local Bellavista de Gijón.

Pasados unos días de furia, la calma regresa lentamente (ayudada por los Reyes Magos) a la capital de la Costa Verde. Los jugadores lamentan que la gente “se ha pasado mucho” con ellos por el brote que les ha amargado el fin del año pandémico; algunos contagiados se han despegado incluso del resto para aclarar que no participaron en las célebres fiestas del 21 y del 24.

El Grupo Gavia, dueño del Bellavista y otra decena de locales, reaccionó acaloradamente a la noticia publicada sobre la fiesta en su local, asegurando que nunca organizaron una fiesta privada y que siempre se mantuvieron las medidas de seguridad. El Sporting se ha limitado a señalar que “el origen del brote se debería situar en el ámbito social o familiar de personas domiciliadas en Gijón” y a pedir “cautela” a los medios. (Hoy, el brote dentro del club está controlado, con 10 positivos y el resto del personal negativo).

placeholder 'Flyer' de la 'Tardebuena' en el Bellavista el 24 de diciembre.
'Flyer' de la 'Tardebuena' en el Bellavista el 24 de diciembre.

El Gavia, importante grupo hostelero de la región, tenía razón en un extremo: el brote no se originó en su restaurante; los al menos dos jugadores que acudieron a esa desafortunada ‘Tardebuena’ el día 24 llegaron muy probablemente ya contagiados por la confusa fiesta del 21, sobre la que se extiende una capa de silencio por motivos comprensibles. Lo que hicieron esos jugadores (y quizás otros asistentes) fue propagar el virus entre la diversión y el abrazo, convertido el aparentemente inocuo almuerzo con mesas separadas que muestra un vídeo difundido por el establecimiento en una fiesta con todos los ingredientes habituales.

En pleno recrudecimiento de la pandemia, las imágenes del 'tardeo' gijonés han dado la vuelta a toda España. Como dijo la alcaldesa de Gijón, Ana González, "es importante ser muy responsables, sobre todo cuando se está en ciertos lugares, entre ellos, equipos de fútbol de referencia como el Sporting". (El presidente de la comunidad autónoma, Adrián Barbón Rodríguez, ha prometido “investigar hasta el último detalle y sancionar”, porque “el riesgo cero no existe”, “pero de ahí a buscar tú el riesgo, hay un abismo”).

Pero la tremenda indignación de la población asturiana por estos hechos no se explica por un par de fiestas extemporáneas o incluso ilegales, de difícil justificación en esta tesitura. Se explica por la aparente imposibilidad de que un medio asturiano publicase unas fotos que circulaban desde Nochevieja por el WhatsApp de decenas de periodistas y cientos de ciudadanos entre una población muy sensibilizada, entre otras cosas, por el reciente fallecimiento de un niño de 12 años por culpa del virus chino.

Para comprobar que esta sensación no se trata de una alucinación colectiva, basta con mencionar el caso de una cervecería de Oviedo llamada Urban’s, que fue cerrada a finales de julio tras detectarse en ella un pequeño brote del virus (tres positivos). Un día después, el nombre y la foto del bar figuraban ya en los contenidos de los principales medios asturianos. Sin embargo, cinco meses después, una fiesta vespertina desmadrada con jugadores del Sporting infectados en un conocidísimo local gijonés, propiedad del vicepresidente del club, no saltaba a los periódicos ni las radios. ‘La Nueva España’ había publicado el sábado 2 que el brote había surgido en “bares”; horas después, recibió una dura reprimenda de Hostelería y Turismo de Asturias (Otea), la patronal del sector.

Se da la coincidencia de que el vicepresidente de Otea es el propio vicepresidente del Sporting: Javier Martínez. A pesar de la fuerte polémica, Martínez ni siquiera ha tenido que dimitir de uno de sus dos cargos simultáneos por el escándalo ocasionado, como pedía por conflicto de intereses la asociación sportinguista Tu Fe Nunca Decaiga (cuyo objetivo declarado es “recuperar el Real Sporting de Gijón SAD para sus aficionados” tras “25 años de miseria, ruina, desprecio e insulto constante a una camiseta, a un escudo y a una afición”). “Es evidente que los contagios tuvieron que ser antes de ese día”, señaló este martes José Luis Álvarez Almeida, presidente de Otea, tras una reunión de la directiva. La patronal de hostelería y turismo del Principado apoyó “el buen hacer” de su vicepresidente y destacó su “trayectoria empresarial contrastada e intachable”.

Martínez, que había negado terminantemente la celebración una fiesta privada, reconoció posteriormente que “las medidas sanitarias no se cumplieron a rajatabla”, aunque matizó que “es muy difícil que el día de Nochebuena a las ocho y media o nueve de la noche no exista un poco la exaltación de la amistad y se nos haya ido de las manos (...) Es un poco problema de todos los clientes, que no han asumido los protocolos que se marcan. Pedimos disculpas por el error que se haya cometido”.

La publicidad

El Grupo Gavia esperaba lógicamente que la noticia no traspasara la cada vez más difusa frontera entre redes sociales y medios de comunicación. Tanto el grupo como Otea y el propio Sporting invierten anualmente cantidades notables de dinero en publicidad en los medios de comunicación asturianos, lo que (según más de una decena de fuentes consultadas por este periódico, incluyendo partidos políticos y medios locales) explica el secretismo respecto a la juerga del 24 en un momento extraordinariamente delicado para el sector.

El propio restaurante Bellavista goza de una gran relevancia en el ambiente futbolístico y periodístico gijonés. Sin ir más lejos, allí se celebra la tertulia semanal radiofónica de Gijón Ser Deportivos, y allí suelen organizar también sus celebraciones y reuniones sociales los jugadores del Sporting, un club que en la ciudad genera “una devoción casi patriótica, una identificación absoluta como gran símbolo de una ciudad en la que no hay otro” (como explican fuentes municipales que prefieren guardar el anonimato y no meterse “en problemas innecesarios”). También es frecuente ver en sus establecimientos de ocio a conocidos periodistas de otros medios.

El presidente actual del club, Javier Fernández (que prometió dejar el cargo en 2019), fue nombrado recientemente vicepresidente segundo de la Liga (cuyo presidente, Javier Tebas, ha trabajado como abogado para el club asturiano en el pasado). Fernández es hijo del máximo accionista del Sporting, José Fernández Álvarez, que controla el club desde que se transformó en Sociedad Anónima Deportiva. Las acusaciones de chanchullos entre el club y las fuerzas vivas de la ciudad son constantes en Asturias (y no solo en la otra orilla, los aficionados del Oviedo, su encarnizado rival). La hemeroteca avala estas sospechas: basta recordar las derivaciones del célebre caso Marea (el mayor caso de corrupción juzgado en Asturias, en el que algunos empresarios testificaron que les obligaban a patrocinar al club) o las múltiples acusaciones (nunca probadas) de amaños de partidos contra equipos como el Betis, el Villarreal o el Lugo en momentos decisivos de diversas temporadas: un entramado de comisiones y favores que motivó estas célebres declaraciones de Fernando Roig en 2016.

El club ha estado al borde de la quiebra en dos ocasiones: 2001 (cuando el ayuntamiento salvó al club comprando las instalaciones de Mareo para pagar las deudas tributarias) y 2013-14, durante la crisis general que asoló el fútbol tras la crisis financiera. Durante los mandatos del socialista Vicente Álvarez-Areces, alcalde de Gijón (1987-99) y presidente del Principado (1999-2011), las relaciones entre el club y el poder político alcanzaron grado de intimidad. La comunidad autónoma compró la escuela municipal de Mareo con dinero público, por decisión de Areces, por 2.000 millones de las antiguas pesetas en 2001. Eran tiempos muy difíciles para el club gijonés, que pasó una década oscura en Segunda División. Cuando el equipo regresó a Primera en 2008, con el recordado Manolo Preciado de entrenador, Areces ofreció una rueda de prensa en el estadio de El Molinón y coloreó de rojiblanco la página web oficial del Principado. El Sporting era el símbolo de Asturias.

Tras la marcha de Areces, coinciden diversas fuentes consultadas, la íntima relación entre el club y los poderes públicos se deshilachó ligeramente. Pero la consigna general no varió: “Al Sporting no se le toca”. Hasta el punto de que puede decirse que el club es de los pocos 'grandes' de España con un destacado grupo neonazi tácitamente consentido, los Ultra Boys, poderosos en las gradas del estadio y cuyos cabecillas en ocasiones se han dejado ver en público con el presidente o jugadores del club. (En 2018, la Comisión Estatal contra la Violencia sancionó al Sporting "por favorecer y apoyar" al grupo extremista). Cuatro miembros de la peña afrontan aún juicio por la pelea en la que resultó muerto el hincha del Deportivo Francisco Javier Romero, 'Jimmy', en Madrid en 2014.

placeholder Los jugadores del Sporting, arrodillados frente a la grada de los Ultra Boys en febrero de 2018.
Los jugadores del Sporting, arrodillados frente a la grada de los Ultra Boys en febrero de 2018.

El equipo, mientras tanto, confía en recuperar a los contagiados y que baje el suflé para aclarar la situación y tratar de recuperar parte del crédito perdido. Este mismo jueves, disputa en Amorebieta un partido de Copa del Rey, en el que un tercio de la plantilla será baja por covid-19. Pocos esperan que la investigación policial abierta en torno a su brote derive en sanciones concretas para sus futbolistas (no es un delito mentir a un rastreador, al menos todavía), pero el escándalo de estas Navidades alterará indudablemente el comportamiento de sus jugadores en el futuro próximo y probablemente obligue a recapacitar a dirigentes empresariales, políticos y de medios de comunicación.

Los jugadores del Sporting de Gijón (o algunos de ellos) parecen ser aficionados a las fiestas, como sucede en todos los equipos de fútbol del mundo. Justo hace un año, la Liga aplazó su primer partido del año (contra el Zaragoza) por un brote de gripe que incapacitó a la mitad de la plantilla: una de las infecciones más masivas de la historia de la Liga, cuyo origen no pudo determinarse. En aquellas fechas, había llegado ya el coronavirus a España, aunque las autoridades no lo supieran, y nada había de raro en que unos ídolos de 20 años celebrasen su juventud en plenas vacaciones.

José Fernández
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