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Por qué Zidane prefiere que le llamen rácano en el juego (pudiendo ser coral)
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el técnico acabó muy contento con los suyos

Por qué Zidane prefiere que le llamen rácano en el juego (pudiendo ser coral)

Tras un verano lleno de complicaciones en el Real Madrid, el estreno liguero de ayer salió mejor de lo que mucha gente podía esperar. Solo el despiste de Odriozola 'manchó' una gran tarde

Foto: Zidane dando instrucciones en el partido de ayer. (EFE)
Zidane dando instrucciones en el partido de ayer. (EFE)

El estreno del Real Madrid en la Liga después de una pésima última temporada y un duro verano salió casi perfecto. Prácticamente todos los jugadores ejecutaron e interpretaron una idea más conservadora que de riesgo, propuesta por un Zinédine Zidane que pone el acento en disminuir el porcentaje de ocasiones que les crean y dejar la portería a cero. La única mancha fue el error, despiste o exceso de confianza de Odriozola que le pudo costar el empate al filo del descanso y evitó el VAR. Gol bien anulado por fuera de juego. Habría sido un jarro de agua fría para un planteamiento que estaba rayando la perfección para Zidane.

El partido se puso muy pronto de cara con la arrancada de Gareth Bale, la asistencia y el gol de Benzema en un remate al que acudió pasado de revoluciones Vinícius. Otro, como Odriozola que hay que pulir, que está en el grupo de los que tienen que seguir mejorando para interpretar lo que pide el cuerpo técnico y no echar por tierra lo que tanto le cuesta construir. Ser un equipo en el que cada uno se ponga al servicio del otro y como repiten en el vestuario: “Aquí todos tienen que estar comprometidos con defender”. En la época de Cristiano Ronaldo había mucho debate interno en las obligaciones que debían cumplir unos y otros y hubo hasta tensiones porque Bale quería ser como el portugués. Estar liberado de la responsabilidad de presionar y hacer más sólida la estructura del equipo.

placeholder La aparición de Bale en el once sorprendió a muchos. (EFE)
La aparición de Bale en el once sorprendió a muchos. (EFE)

Esto se ha acabado y a Zidane le ha costado mucho tiempo y trabajo que todos, sin excepción, se impliquen en una idea colectiva que haga al equipo más compacto. El Real Madrid apenas tuvo fisuras contra el Celta y esto es lo que se celebra hoy entre el cuerpo técnico y el vestuario. Puede que entre los directivos no sirva tanto para sacar pecho. Prefieren un equipo que mande más en los partidos y que cuando marque el primer gol vaya a por el segundo. Una versión más creativa que práctica. Más arrolladora. El tercer gol en Vigo es un ejemplo de lo que es capaz de hacer el Madrid cuando sus jugadores están sueltos. Una jugada coral que finalizó Lucas Vazquez. Mucha calidad. Pero se da por bueno el triunfo y priman los resultados. Son tiempos en los que hay que recuperar la ilusión, la calma, generar confianza y demostrar que hay un proyecto competitivo.

Los focos de la victoria se los llevó Bale por entrar en el once y protagonizar acciones de desequilibrio. De ir sobrado. Su caso es llamativo y era impensable pensar que podría quedarse en una temporada en la que se anunciaba revolución. Para Zidane el hombre clave sigue siendo el que hace el trabajo más oscuro: Casemiro. Fundamental para unir las líneas. Un jugador al que le gustaría unir a Paul Pogba y ya tendría su plan soñado. Más músculo, energía y fuerza. Sin Pogba se marcaron un excelente partido los dos interiores. Tanto Modrić como Kroos volvieron a dar un paso al frente, con personalidad y jerarquía. Junto a Casemiro leyeron lo que necesitaba en cada momento el equipo. Cuando el partido se puso de cara supieron replegar, cerrar líneas y espacios, lanzar al equipo para buscar contraataques. Avisar de que son una amenaza. Tener el atrevimiento que se les pide en momentos claves y que llegó con el golazo del alemán en un potente, colocado y lejano disparo.

¿Fue el Real Madrid un equipo rácano?

Hizo un planteamiento práctico que compran los jugadores a Zidane cuando se trata de volver a encontrarse como equipo, recuperar sensaciones y espantar los fantasmas del pasado. Se encontró cómodo replegando tras el gol de Benzema, defendiendo juntos, cerrando espacios y durmiendo el partido para desactivar al Celta. Estuvieron conectados. Ganó en un campo complicado por la mejoría de actitud. Hacía mucho tiempo que no se veía un Real Madrid en la Liga en el que todos los jugadores estuvieran implicados, desde el principio hasta el final, en un planteamiento que les pide reducir el número de ocasiones, goles recibidos y ser intensos sin la pelota para ir la presión, los balones divididos y ser solidarios. Juntos atrás, contundentes y juego directo.

La señales son buenas cuando el equipo se quedó con un jugador menos por expulsión de Modric (muy discutida dentro del vestuario por entender que la entrada del croata no fue intencionada ni quiso hacer daño) y se sobrepuso. Apretó los dientes y estuvo serio. El 3-7 del Atleti en la pretemporada fue un aviso importante. Desde ese día, Zidane redobló los esfuerzos y empezó a darle vueltas al sistema para encontrar una estructura más sólida y el mejor puesto para cada jugador. El sistema de tres centrales fracasó y volvió al 4-3-3 en el que el equipo se encuentra más cómodo para ser profundos y el repliegue. 'ZZ' está obsesionado con ser más práctico que divertido si se trata de encontrar la fórmula que permita que el equipo no sea una sangría en defensa o un coladero. La regularidad se consigue con buenos resultados y esto acaba de empezar. Habrá días de más diversión, pero esto no es prioritario para el técnico francés.

El estreno del Real Madrid en la Liga después de una pésima última temporada y un duro verano salió casi perfecto. Prácticamente todos los jugadores ejecutaron e interpretaron una idea más conservadora que de riesgo, propuesta por un Zinédine Zidane que pone el acento en disminuir el porcentaje de ocasiones que les crean y dejar la portería a cero. La única mancha fue el error, despiste o exceso de confianza de Odriozola que le pudo costar el empate al filo del descanso y evitó el VAR. Gol bien anulado por fuera de juego. Habría sido un jarro de agua fría para un planteamiento que estaba rayando la perfección para Zidane.

Zinédine Zidane Gareth Bale
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