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La letrina de Sandro Rosell en la cárcel y cómo valora ahora un desayuno de bufet
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libre después de 21 MESES EN PRISIÓN

La letrina de Sandro Rosell en la cárcel y cómo valora ahora un desayuno de bufet

El frío de una celda de 10 metros cuadrados, los problemas de calefacción, compartir el inodoro, la negación de la libertad provisional... Un día a día de mal recuerdo para Rosell

Foto: Sandro Rosell, a su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)
Sandro Rosell, a su llegada a la Audiencia Nacional. (EFE)

En sus 643 días en prisión, ha pasado de derrumbarse psicológicamente a caer en la desesperación y la depresión. Los que celebran hoy la sentencia absolutoria de Sandro Rosell eligen mirar para delante y olvidar esos 21 meses de cárcel. “Ha sido muy duro y ahora tiene que recuperar su vida”, confirman a El Confidencial fuentes cercanas al expresidente del Barcelona. No hay muchas ganas de recordar lo que denominan "un calvario". Pero cuentan, con dolor, algunos de los detalles de cómo ha sido el día a día de Rosell en una celda de 10 metros cuadrados, en la cárcel madrileña de Soto del Real, que compartía con Joan Besolí —el gestor que llevaba las cuentas de las empresas en Andorra—.

El recuerdo de Rosell es el de haber sufrido unos días largos y duros, como el momento en el que tenía que compartir el inodoro, la soledad o las lágrimas, más que el de las estrecheces de la inhóspita celda. En este proceso de pasar página, quiere borrar los malos tiempos y valorar hábitos tan simples como el de ir solo al baño.

Recuerda también los días en que sufría con los problemas de calefacción en Soto del Real, en los que se unían el frío y la soledad con una sensación de impotencia que hacía mella en la cabeza de Rosell. Lo ha ido compensando con mucho ejercicio y yoga. Largas caminatas —de dos horas— por un patio de dimensiones reducidas han conseguido que el expresidente del Barcelona se haya mantenido en forma, incluso ha perdido peso y se le ve más delgado. Es algo que destacan los que le han ido a visitar en todo este tiempo. El ejercicio era la red junto a la escritura de cartas para comunicarse con el exterior de su estado de ánimo bajo. Le veían decaído.

Foto: Coutinho se lleva las manos a las orejas en un gesto hacia la grada del Camp Nou. (EFE)

Las visitas de Rosell

Su padre, con problemas de movilidad, no podía acudir a las citas. Su madre empezó a ir a los vis a vis cada 15 días, aunque falló en alguna ocasión por problemas emocionales. Una vez al mes, Sandro Rosell recibía las visitas de sus hijas María y Joana y sus tres hermanos —Mariona, Laura y Sergi—. Eran encuentros íntimos de 40 minutos en los que podían tener contacto. También veía a sus abogados y se llevaba un golpe duro a su moral cada vez que echaban por tierra la petición de libertad provisional. Hasta en 11 ocasiones se le negó por riesgo de fuga. La Fiscalía había pedido 11 años de prisión y una multa de 59 millones de euros. La jueza Carmen Lamela —magistrada que dictó la orden de prisión a los miembros de la Generalitat— se negaba a conceder esa libertad provisional. Los abogados afirmaban que su caso se veía perjudicado por ser presidente del Barcelona y catalanista. "Lleva más tiempo en prisión que la Manada", decían con rabia. Pusieron todos los mecanismos y recursos para que le dieran la libertad provisional. Pero ni con todo el patrimonio —valorado en 35 millones de euros— lo consiguió. Se lo embargaron.

placeholder Sandro Rosell, a la salida de la Audiencia Nacional. (EFE)
Sandro Rosell, a la salida de la Audiencia Nacional. (EFE)

Sin teléfono móvil

En esos días fríos, duros, solitarios, de angustia y pesimismo, tenía la compañía en la celda de Besolí y la cercanía del resto de presos y funcionarios de prisiones. Rosell cayó bien desde que entró en prisión el 25 de mayo de 2017 —en la denominada operación Rimet—, porque siempre fue cercano y esa condición de futbolero le valió para generar amistades. El fútbol ha sido uno de sus vehículos para relacionarse y distraerse. Cuando salió el 27 de febrero de 2019, coincidió con el Clásico de Copa en el Bernabéu y no llegó a ir al feudo blanco, aunque ganas no le faltaban... Finalmente, se quedó en un hotel de Madrid viendo el partido. “Ha sido un proceso durísimo y se ha sufrido muchísimo”, afirma uno de sus abogados —Andrés Maluenda— en la emisora RAC1.

Sandro Rosell, al salir de prisión, lo ha hecho sin teléfono móvil. Se ha acostumbrado, después de 21 meses, a prescindir de esta tecnología. Como también de beber alcohol. Ahora valora, además del mencionado tema de ir solo al baño, cosas que eran normales para él, como desayunar en un bufet. Quiere recuperar una rutina, estar cerca de su familia y amigos.

Con Bartomeu en el Godó

Este martes, estuvo junto a Josep Maria Bartomeu —presidente del Barcelona— en el Torneo Conde de Godó de tenis en un palco de 'Mundo Deportivo'. Son amigos íntimos. Poco o nada trasciende de su conversación. Pronto se sabrá si acude, de nuevo, al Camp Nou y festeja el título de Liga que puede conseguir su Barcelona.

La Audiencia Nacional no ha podido acreditar las acusaciones de los delitos de blanqueo de capitales y organización criminal que se le imputaban por las comisiones de las retransmisiones de 24 partidos de la selección brasileña y contratos de esponsorización con Nike. Se le acusó de crear una estructura en la que estaban su esposa Marta Pineday gestor Joan Besolí—, además de otras personas Josep Colomer, Pedro Andrés Ramos y Shahe Ohannessian (empresario libanés)—. Todos absueltos después de que ingresaran en prisión el 25 de mayo de 2017. Un final que celebran los abogados —Paul Molins y Andrés Maluenda—, después de la más larga prisión preventiva que ha habido en España.

En sus 643 días en prisión, ha pasado de derrumbarse psicológicamente a caer en la desesperación y la depresión. Los que celebran hoy la sentencia absolutoria de Sandro Rosell eligen mirar para delante y olvidar esos 21 meses de cárcel. “Ha sido muy duro y ahora tiene que recuperar su vida”, confirman a El Confidencial fuentes cercanas al expresidente del Barcelona. No hay muchas ganas de recordar lo que denominan "un calvario". Pero cuentan, con dolor, algunos de los detalles de cómo ha sido el día a día de Rosell en una celda de 10 metros cuadrados, en la cárcel madrileña de Soto del Real, que compartía con Joan Besolí —el gestor que llevaba las cuentas de las empresas en Andorra—.

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