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Por qué la F1, el deporte más tecnológico del mundo, sigue siendo medieval en la seguridad
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FALLOS DE PREVENCIÓN GRAVES

Por qué la F1, el deporte más tecnológico del mundo, sigue siendo medieval en la seguridad

Es una paradoja incomprensible ver cómo el automovilismo no aprende de sus errores. La seguridad y el arbitraje están comprometidos y tropiezan con la misma piedra

Foto: Lluvia y limites de pista. Problemas que exigen solución. (Reuters/Leonhard Foeger)
Lluvia y limites de pista. Problemas que exigen solución. (Reuters/Leonhard Foeger)

La peor imagen del automovilismo profesional. Eso fue lo que se vivió el pasado fin de semana. Por un lado, un espectáculo esperpéntico donde se contabilizaron hasta 1200 penalizaciones en el transcurso del Gran Premio de Austria. Por otro, tuvimos que lamentar el fallecimiento de la joven promesa neerlandesa de 18 años, Dilano Van't Hoff, en una carrera de Fórmula 3 en el circuito de Spa-Francorchamps. Lo más doloroso del asunto es que ambas situaciones podían haberse evitado.

En 2022 hubo también infinidad de sanciones por la cuestión de los límites de pista, luego es de una ingenuidad o más bien de una falta de profesionalidad asombrosa, no haber previsto que esto volviera a ocurrir. Con mayor razón aún, si se pensaba ser más estricto en el control de los límites de pista. Si se va a ser más riguroso, parece obvio que no quedaba otro remedio que mejorar simultáneamente los sistemas de control. ¡O cuando menos intentarlo! Lo mismo cabe decir del fallecimiento de Van't Hoff, pues tuvimos que lamentar la muerte de Antoine Hubert en el mismo punto del circuito en la carrera de Fórmula 2 de 2019. ¿Algo sustancial ha cambiado en cuatro años? Desgraciadamente no.

placeholder El tenis disfruta del sistema de arbitraje 'ojo de halcón' derivado de tecnología de la Fórmula 1. (Reuters/Dylan Martinez)
El tenis disfruta del sistema de arbitraje 'ojo de halcón' derivado de tecnología de la Fórmula 1. (Reuters/Dylan Martinez)

Max Verstappen puso el dedo en la llaga al lamentar la muerte de su compatriota y con buen criterio, alertó del peligro de las reacciones en caliente. El actual campeón mundial, decía que antes de pedir la eliminación de la curva más icónica del automovilismo, como es Eau Rouge-Raidillon, habría que preguntarse primero si todo se hizo bien desde el punto de vista de la dirección de carrera. Son muchos pilotos los que coinciden con Verstappen, que es una sinrazón reiniciar una carrera con los coches agrupados a falta de una vuelta para el final. En el pasado Gran Premio de Australia se pudo aprender la lección del peligro que implica una decisión de este tipo. Si ya es absurdo soltar juntos a 25 leones tratando de obtener en una vuelta lo que no han podido hacer durante toda una carrera, qué decir hacerlo en un circuito como Spa-Francorchamps bajo un enorme aguacero.

El tenis sí, la Fórmula 1 no

Pero vayamos primero con la imperdonable desidia en el control de los límites de pista y en su proceso sancionador. Resulta difícil de creer que cuando el tenis con su famoso 'ojo de halcón' dice con absoluta precisión si una pelota está dentro o fuera de la pista, que la Fórmula 1 no sea capaz de hacerlo. El cruel sarcasmo es que se trata una tecnología creada o cuando menos muy perfeccionada en los sistemas de simulación de la Fórmula 1. Es cierto que la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) ha creado una oficina en remoto para analizar por video todas las maniobras de los pilotos susceptibles de polémica, pero a la vista está que es un sistema ineficaz y obsoleto por decirlo suave.

Sirva el ejemplo de MotoGP, que tiene que convivir con problemas similares a los de la Fórmula 1 respecto al aprovechamiento indebido de los pilotos de las escapatorias de asfalto. Conscientes de que la antigua forma de hacerlo a simple vista usando cámaras de televisión no funcionaba, se han venido instalando sensores de presión alrededor en las zonas más calientes de los circuitos. Pero además el proceso sancionador en las motos es mucho más avanzado que en los coches con La solución denominada long lap o vuelta larga. Se trata de una medida que obliga a los pilotos infractores a hacer lo antes posible un tramo alternativo del circuito más largo. Es algo que no distorsiona el devenir de la carrera y permite una aplicación casi inmediata, sin necesidad de esperar a aplicar penalizaciones en las paradas en boxes o una vez finalizada la carrera.

Ninguna solución es perfecta, todo tiene ventajas e inconvenientes, pero lo importante es que Dorna y la FIM (Federación Internacional de Motociclismo) han tratado de buscar soluciones y si por el camino, logran avances, pues bienvenidos sean. Todo menos la inacción, o tirar de soluciones totalmente desfasadas desde el punto de vista tecnológico, como las vividas en el Gran Premio de Austria.

Parece increíble, por ejemplo, que no se exija a los circuitos un sistema de medición que detecte en tiempo real si un coche ha sobrepasado o no los límites de pista. Es una tecnología disponible en Fórmula 1 desde hace casi décadas y es relativamente barata. Desde luego, con los desorbitados costes que Liberty Media exige por los derechos de albergar un Gran Premio y los no menos elevados costes para que la FIA conceda el imprescindible Grado 1 para albergar carreras de Fórmula 1, no tiene disculpa que estemos a estas alturas de la película en una situación como la actual.

Ni tecnología ni sentido común

Y qué decir ya, respecto a la falta de la utilización de la tecnología y la correcta aplicación de los protocolos de seguridad como medida de prevención de accidentes fatales. No es admisible que no se sacaran lecciones de la tragedia de Antoine Hubert y como mínimo no se hayan probado soluciones para evitar que una tragedia así se repitiera. Recuerdan además tristemente las sobre reacciones a cuando la FIA decidió introducir el halo como elemento de seguridad. Un caso claro de mirar antes el dedo y no a la luna.

La obligatoriedad del halo se justificó como obligatoria después del fallecimiento de María de Villota y Jules Bianchi. Y, sí, efectivamente, el halo se ha revelado como un sistema muy efectivo de protección de los pilotos. Pero la FIA falló en sus protocolos de seguridad vigentes en aquel momento. Lo mismo que ha ocurrido en Spa-Francorchamps salvando las distancias. Antes de tomar nuevas medidas parece de sentido común aplicar rigor y cumplimiento a las vigentes. Y con Danilo Van't hoff se falló clamorosamente en los protocolos de seguridad y en haber incorporado tecnologías de seguridad preventivas.

Foto: María de Villota, el día de su presentación como piloto de pruebas del equipo Marussia de Fórmula 1. (Imagen de archivo)) Opinión

¿Por qué no se ensayan por ejemplo sistemas luminosos de emergencia el display del volante de los pilotos ante una situación de gran peligro? ¿Es mucho disparate pensar en sistemas de frenado en remoto de los coches cuando hay un coche en medio de la pista? ¿De verdad, que no puede como mínimo ensayarse un sistema de guardabarros para evitar las enormes cortinas de agua que despiden los coches actuales? Nadie dice que sean soluciones infalibles. Es posible incluso que ninguna de las medidas anteriormente sugeridas den respuesta a los grandes problemas actuales, pero lo que no tiene disculpa de ningún tipo es no intentarlo. Y menos aún que el deporte más tecnológico del mundo continúe en ocasiones con métodos del medievo automovilista.

La peor imagen del automovilismo profesional. Eso fue lo que se vivió el pasado fin de semana. Por un lado, un espectáculo esperpéntico donde se contabilizaron hasta 1200 penalizaciones en el transcurso del Gran Premio de Austria. Por otro, tuvimos que lamentar el fallecimiento de la joven promesa neerlandesa de 18 años, Dilano Van't Hoff, en una carrera de Fórmula 3 en el circuito de Spa-Francorchamps. Lo más doloroso del asunto es que ambas situaciones podían haberse evitado.

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