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Cómo salir del infierno de la Fórmula 1 después de la trituradora de Red Bull
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la historia de un juguete roto, VERGNE

Cómo salir del infierno de la Fórmula 1 después de la trituradora de Red Bull

Jean-Eric Vergne inició un descenso a los infiernos tras su despido y salida de Red Bull. Reciente campeón de la Fórmula E, ahora triunfa allá donde coge un volante

Foto: Jean-Eric Vergne es el nuevo campeón de la Fórmula E. (Reuters)
Jean-Eric Vergne es el nuevo campeón de la Fórmula E. (Reuters)

"No soy ni el 1% del que era en la Fórmula 1". Como otros muchos pilotos, Jean-Eric Vergne fue aupado para luego ser triturado por la maquinaria de Red Bull. Y como aquellos, acabó frustrado y amargado. El francés fue otro subproducto de aquella cruel factoria de sueños. Sin embargo, el pasado fin de semana, en Nueva York (Estados Unidos), acabó por descubrir que la Fórmula 1 "no es como si fuera la única chica que existiera en este planeta”. Había ganado el título de la Fórmula E tras una larga travesía del desierto que comenzó cuando terminó su sueño en el gran circo.

La historia de Vergne no es solo profesional y deportiva. Es sobre todo una historia humana. Trata del descenso a los infiernos de la persona y del deportista, de sueños rotos, pero también de transformación, autodescubrimiento y reinvidicació personal. Hoy, Jean-Eric Vergne cabalga en lo más alto de la ola.

placeholder Jean-Eric Vergne ganó cuatro de las 12 carreras de la temporada. (USA Today Sports)
Jean-Eric Vergne ganó cuatro de las 12 carreras de la temporada. (USA Today Sports)

Red Bull lo dejó fuera de juego

Todo empezó cuando Red Bull terminó. Al francés le costó tiempo asumir una historia de engaños, desengaños e injusticia, según su versión. Durante la temporada 2013, Vergne logró más puntos que Daniil Kvyat. Antes se había medido con éxito con Daniel Ricciardo. Según el francés, el ruso era diez kilos más ligero de peso. "Estamos gastando el dinero en el coche de la próxima temporada, así que no lo podemos aligerar para ti”, le argumentó el equipo, lo que suponía entre dos y cuatro décimas frente a su compañero de equipo, "10 o 15 segundos por carrera". Por ello confiaba en su futuro para subir al primer equipo.

Aquel verano recibió una llamada de Red Bull avisándole de que Max Verstappen correría en Toro Rosso al año siguiente. "¿Y si se fuera Vettel (de Red Bull)?", preguntó. "Tú subirías al coche". Vergne confiaba en ello porque toda la información comparativa interna con el ruso jugaría a su favor. Al final fue Kvyat quien subió a Red Bull y Carlos Sainz entró en Toro Rosso.

Foto: Vettel celebrando el triunfo en Silverstone. (EFE)

El fracaso con Toyota

“Desde aquel momento me quedé extremadamente frustrado, estaba furioso, con mucha tristeza, lleno malas emociones y todo lo que atraía era negativo”, explicó estos días en Autosport al recordar aquella época. "No tenía ninguna confianza en Red Bull desde el día que eligieron a Kvyat cuando yo tenía más puntos que él. Me hizo daño, me destruyó. Estaba perdido después de aquello”. Vergne no destacó nunca por una personalidad particularmente atractiva para el gran público, y tampoco es de fácil temperamento. Propenso a los golpes de furia y mal genio, en aquel estado anímico rompió cada jarrón que tocaba. Como la oportunidad con Toyota para formar parte del equipo oficial del WEC.

“Cuando hice el test con Toyota al dejar Toro Rosso estaba en el peor momento de mi carrera, mentalmente en el fondo y deprimido”. Sus tiempos fueron rápidos, pero su estado de ánimo y personalidad no eran los más adecuados, y los responsables del equipo japonés lo detectaron. “Quizás sintieron que no era un jugador de equipo y que buscaba demostrar que todos estaban equivocados. Fue incluso más duro todavía no lograr el asiento de Toyota". Se lo llevó Kamui Kobayashi.

La persona antes que el piloto

Vergne se convirtió en otro ejemplo de juguete roto, pero aquellos golpes le obligaron a replantearse globlamente su personalidad y el enfoque de su vida. “Tuve que empezar de nuevo, resetearme y demostrar a la gente que podía cambiar y trabajar”. Empezó su proceso de renovación interior. “Toqué fondo,y pensé que nunca iba a recuperarme de aquello. Pero recibí ayuda de la gente adecuada y poco a poco me convertí en una versión mejor de lo que era antes de llegar a la Fórmula 1. Porque fue al llegar a la cúspide del automovilismo cuando también arrancó el descenso a sus infiernos personales.

Buscó por todas partes hasta encontrar acomodo en la recién nacida Fórmula E, en el equipo Andretti. Un campeonato radicalmente opuesto en todos los sentidos a la Fórmula 1. No había tocado el coche, pero logró la pole en su primera aparición en Punta del Este. Sin embargo también descubrió que el pilotaje de un monoplaza eléctrico era otra historia. Vergne era agresivo en la pista, no lograba gestionar la eficiencia energética, y seguía mostrando trazas de esa personalidad que no granjeaba amigos precisamente. Al siguiente año entró en DS Virgin y acabó como el rosario de la aurora.

placeholder Jul 15, 2018; Brooklyn, NY, USA; Jean-Eric Vergne reacts to winning the Formula E 2018 New York E-Prix in Brooklyn. Mandatory Credit: Brad Penner-USA TODAY Sports
Jul 15, 2018; Brooklyn, NY, USA; Jean-Eric Vergne reacts to winning the Formula E 2018 New York E-Prix in Brooklyn. Mandatory Credit: Brad Penner-USA TODAY Sports

Los dos lados de la barrera

Todo empezó esta temporada. No solo entró a formar parte del equipo más modesto, Techeetah, sino que también se hizo accionista del mismo. Entonces empezó a torear desde ambos lados de la barrera. “Como parte del equipo y como piloto, aprendí a dar un paso atrás y ver lo que un equipo realmente quería del piloto. Aprendí cómo estar con los ingenieros, con los mecánicos, cuándo presionarles y cuándo tomarlo con calma. Me enseñó enormemente. Ahora estoy más asentado en mi vida privada y en la profesional”. En definitiva, aprendió a soltar el típico egocentrismo del piloto con el que crecen muchos jóvenes y, sobre todo, a madurar como ser humano.

Con cuatro victorias y puntuando en todas las carreras, Jean-Eric Vergne se convirtió el pasado fin de semana en el cuarto campeón de la Fórmula E. “Solo vivo para las carreras, solo respiro carreras”, proclamó antes de la cita final de Nueva York. “Le pregunté al equipo y he hecho 65 días de simulador, empezando a las ocho y acabando a las once de la noche muchos días”. Una búsqueda por aprender a gestionar la eficiencia energética de su monoplaza. "He entregado una energía para ser mejor piloto que no tenía dentro de mí. Pero también para ayudar al equipo y ganar confianza a todos los niveles”. Techeetah perdió el título en la última carrera frente a Audi por solo dos puntos y culpa de errores absurdos el último fin de semana.

Pero Vergne quiere sacarse la espina de Toyota. También compite esta temporada en el WEC con G Drive, uno de los mejores equipos de la LMP2. Como Alonso en la primera categoría, Vergne ha ganado con sus compañeros las dos primeras carreras, incluyendo Le Mans (aunque luego su equipo fue descalificado). También ha corrido casi todos los fines de semana en los últimos meses (competía en el European Le Mans Series). Ahora persigue un puesto en la categoría principal para lograr la victoria absoluta en las 24 Horas de Le Mans. “Sin duda es mi objetivo”. Quiere demostrar que es un jugador de equipo, aquella espina clavada en aquel test frustrado de 2015 con Toyota. Y algo más. “Algún día haré las 500 Millas de Indianápolis. No sé cuando aún, no tengo prisa, pero seguro que quiero hacerla”. Ni un 1% de aquel piloto de Fórmula 1.

"No soy ni el 1% del que era en la Fórmula 1". Como otros muchos pilotos, Jean-Eric Vergne fue aupado para luego ser triturado por la maquinaria de Red Bull. Y como aquellos, acabó frustrado y amargado. El francés fue otro subproducto de aquella cruel factoria de sueños. Sin embargo, el pasado fin de semana, en Nueva York (Estados Unidos), acabó por descubrir que la Fórmula 1 "no es como si fuera la única chica que existiera en este planeta”. Había ganado el título de la Fórmula E tras una larga travesía del desierto que comenzó cuando terminó su sueño en el gran circo.

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