Es noticia
La pena eterna de Mikel Landa y la espantada de López: diez decepciones ciclistas del 2021
  1. Deportes
  2. Ciclismo
Repaso a la temporada

La pena eterna de Mikel Landa y la espantada de López: diez decepciones ciclistas del 2021

El año ha dejado varios nombres que han decepcionado en la bicicleta... Desde las caídas de Landa hasta Miguel Ángel López, que abandonó La Vuelta cuando era tercero en la general

Foto: Mikel Landa. (EFE)
Mikel Landa. (EFE)

Meter hostias. Ay, qué placer más gordo. Ay, qué satisfacción más grande. Sobre todo cuando son merecidas. Porque mira que algunos se las merecen, macho, que los hay pidiendo leña. Contratos altísimos, declaraciones dignas de Clubber Lang, miradas asesinas así en plan Carlos Betancur cuando va al dietista. Seguro que me entienden. Y eso, que venimos a pasar facturas. Unas pocas. Diez, porque la palabra decálogo mola bastante. Recibe hasta servidor, porque somos coherentes con la verdad. O lo que sea.

Disfruten ustedes, sinvergüenzas y maleantes, con las diez decepciones ciclistas en este 2021. Y sean magnánimos con ellos si coinciden en las carreras... También necesitan caricias y mimitos.

Tao Geoghegan Hart

Antiguo ganador del Giro que ahora trabaja como gregario. En fin, no es tan infrecuente (echen a rodar las meninges, seguro que sacan unos pocos), pero es que este tipo levantó el trofeo más bonito del mundo (con permiso del adoquín) el octubre pasado, y además tiene solo veintiséis primaveras. Vamos, qué rarete, para qué engañarnos. Temporada a la basura, ningún día realmente llamativo (ni en montaña, ni en crono, ni posando para catálogos) y una indefinición bien grande sobre cuál es su puesto entre los pros. Pinta a que se le apareció la Virgen allá por 2020 (o la Reina de Inglaterra, lo que se les aparezca en Islington) y no la volverá a ver así en la vida. Al menos tiene una Corsa Rosa, también les digo. Y le gusta la historia medieval. Viva Tao, hostias.

placeholder Tao Geoghegan Hart. (Reuters)
Tao Geoghegan Hart. (Reuters)

Jay Hindley

Ummm, segundo sospechoso habitual del Giro 2020. No sé, empiezo a ver un patrón. Vamos, que igual aquella carrera tuvo niveles del Circuito Montañés, ustedes me entienden. El australiano tiene veinticinco añucos, y mostró patada importante en sitios de renombre como Stelvio o Piancavallo. También exhibió (vamos a ser sinceros) unos pantalones llenos de caca cuando hubo de jugarse los cuartos a la grande, pero no es plan de meterse con estos asuntos, porque nosotros lo escatológico solo lo tocamos en su sentido de Filosofía tocha. Además, que Dumoulin llega más adelante. Y eso, decir que Hindley estuvo desaparecido sería darle demasiada importancia, porque jamás llegó a asomar. Al menos esta temporada. Una rara avis. A saber si volverán ustedes a verlo. Añito en blanco, como el primero suyo en la Facultad.

placeholder Jay Hindley. (EFE)
Jay Hindley. (EFE)

Mikel Landa

Si usted quiere acabar una Gran Vuelta en el pódium solo tiene que compartir equipo con Mikel Landa. Éxito garantizado, oigan. Salvo si eres Mikel Landa, vaya. En fin, qué les voy a contar. Por el Giro parecía tener encarrilado cajones milaneses, visto lo visto más tarde, pero acabó en el suelo. Como (casi) siempre, aunque esta vez poco se le puede achacar a él. El resto del año... pues miren, sí. Achaquemos, achaquemos. Que vale, igual el golpe fue gordo, no digo yo lo contrario, pero has tenido, colega, cuatro meses para recuperarte y preparar mínimamente La Vuelta. Mínimamente... no sé... top cinco, que tampoco es que vengan aquí a correr Hinault, Lemond y Roche. Pues nada... de pena en pena hasta la pena final. Camino de los Lagos. Ataquito y despedida cuando un compi se juega el pódium. Luego clásicas por la Bota, y en todas (o casi) DNF. El año de Mikel ha sido muy DNF. Vamos, que algunos se piensan que son sus siglas, DNF. Fatal. Toca, quizá, repensarse objetivos. Y mira que me cae bien el tío, pero es que...

placeholder Mikel Landa, durante una prueba. (EFE)
Mikel Landa, durante una prueba. (EFE)

Miguel Ángel López

“Nada reseñable”, apuntó Luis XVI en su diario el 14 de julio de 1789. Bueno, seguramente es apócrifa la anécdota, pero entienden el tono. “El joven belga nunca ganará una Grande”, dijo Bruno Raschi sobre Merckx allá por 1967. Acertaron de pleno, pero soy magnánimo con ellos. Sí, amigos, porque yo (ay) dejé escrito antes de La Vuelta que a Miguel Ángel López se le veía centrado, tranquilo, feliz en su nuevo equipo Movistar. Ya ven, las risas, ídolo, badum, tsss. En fin, mea culpa. Año horrible el suyo. Primero pilló el covid (que nos puede pasar a cualquiera, sobre todo si eres de esos idiotas que no se vacunan), luego anónimo en el Tour, más tarde la ronda española, bien coordinado con Enric Mas, pódium seguro, páginas interiores en los periódicos más importantes del país, nuevo éxito de Movistar, “somos una familia”, yo soy español, español, español, lololo. Solo que nada... última etapa en línea, a López lo pillan con el carrito de los helados, se retira, polémica, declaraciones cruzadas, familiares pasándose a Vodafone, el chico sin abrir la boca, no vaya a ser que... Perdido. Cuando camina, lo hace mucho, eso sí...

placeholder Miguel Ángel López. (EFE)
Miguel Ángel López. (EFE)

Chris Froome

El “Objetivo Quinto Tour” transformado en “Operación acabar algo entre los cien primeros”. Que Froome no es el mismo después de la caída estaba al alcance de todos, pero su equipo insistió en pagarle una morterada gordísima y el chico, pues oye, acabó cogiéndolo por no hacer un feo. Pocos tenían esperanzas grandes puestas en él, pero ver a un tío con siete Grandes Vueltas cerrando pelotones y quedándose en cuanto te pones a subir la cuesta de Mijarojos (excelente bar en su cima, apunto) causa pelín de vergüenza. Hasta pena, si me apuran, pero yo es que soy de lágrima fácil. Froome se retiró hace un par de años, lo de ahora es otra cosa, supongo. Eso sí, es muy amable, y firma autógrafos y tiene siempre sonrisilla. Otros con menos palmarés y las mismas piernas (por debajo ya entras en cosas de cicloturismo) ni eso...

placeholder Chris Froome. (Reuters)
Chris Froome. (Reuters)

Iván García Cortina

A ver, siendo sinceros Cortina no debería estar aquí, porque para suponer decepción debes esperar algo, y en el “clasicómano” mocetón había menos esperanzas que con Heidi dentro de la Nostromo. Pero vaya, cuota nacional, si cobra como estrella y los medios le tratan de estrella bien está que nosotros le pongamos etiqueta de estrellado, ¿no? Desastre total, anónimo donde no debía, oscuro cuando lo más fácil, casi, era brillar. Ya lo dijo su director... el chico venía de un mal equipo para aprender los secretos del oficio. Que ese mismo conjunto haya ganado la Roubaix es, seguramente, casualidad, pero qué sabré yo. A Cortina le falta definirse. Como ciclista, en sus objetivos y, también, parece, en patas, porque siempre tiene ese aire de sobrarle patas (y no por fuerza, ya me entienden). ¿Ventajas? No tiene presión, porque todos le van a reír las gracietas. Seguramente no tenga tanto potencial como muchos nos querían meter por los ojos, pero tampoco puede ser tan malo como lo mostrado en este 2021... Ah, parece Andorra sitio perfecto para preparar el Infierno del Norte, sí...

placeholder Iván García Cortina. (EFE)
Iván García Cortina. (EFE)

Richie Porte

A ver, los tiempos de Porte parecían haber pasado, pero es que el tío fue pódium en el Tour doce meses antes, así que... Pero nada, que ni una pedalada en condiciones. Si hasta le han quitado Willunga Hill al paisano, así no hay quien engorde palmarés... En fin. Bueno, tuvo destellos en primavera, y su equipo se tiró algunos meses en plan asustaviejas (o empresa de seguridad y alarmas, que es lo mismo), haciendo “bu” tras cada esquina y arrasando escenarios menores para luego naufragar allá, por los grandes. Bicefalias, tricefalias, más cabezas que el bichejo de Lerna... agua. Porte está a años luz de quien fue, pero es que eso mismo parecía en 2020 y miren ustedes qué premio más gordo cuando muchos pensábamos que solo andaba al último butrón...

placeholder Richie Porte. (Reuters)
Richie Porte. (Reuters)

Marc Hirschi

¿Hemos comentado ya que el Tour 2020 fue curioso? Curioso. Sí, ustedes saben... curioso. Amigo de sus amigos, divertido y soñador. Curioso. Tampoco es cuestión de extenderse. Pues bien, en aquella Grande Boucle “distinta” destacó locamente un tal Marc Hirschi. Mismo equipo que Jay Hindley, seguro que lo recuerdan. Luego casi ventila Lieja, porque estas cosas son así, pillas ola buena y a saber si no acabas en la playa de Los Locos. Pues eso, que por Francia Hirschi subía, bajaba, caminaba un montón en el llano, hacía quesadas para chuparse los dedos y hasta leía a Kierkegaard por las noches. Buena pinta. Igual algo pesimista, por lo de Søren, pero ustedes me entienden. Y ahora nada. Hirschi ni sube ni baja, se le quema el arroz (eso es pecado) y va a las carreras con un libro de Pérez-Reverte bajo el brazo. Bajón. Dos o tres destellos desde que debutó, tras lío con su contrato y tal. Mala pinta. Veremos el año que viene, más tranquilo.

placeholder Marc Hirschi. (Reuters)
Marc Hirschi. (Reuters)

Tom Dumoulin

Uno no sabe qué pensar sobre Tom Dumoulin. Así, de primeras, parece una folclórica con caprichos y exigencias, prima donna que está aquí porque se le da bien, pero el tema de las bicis, el barro y chupar frío... como que no. En fin, para aquel Giro victorioso ya tuvo que soportar suficientes cochinadas, supongo. Y eso, que el tipo nunca se encuentra bien cuando debe trabajar para otros, y luego, en días sueltos de libertad, casca algunas exhibiciones grandes. Por primavera y verano tuvo, incluso, amago de retirada. Darse un descanso, como Ross y Rachel. Nadie tenía muy claro de cuánto sería aquello, pero Tom vuelve, hace buenos puestos, incluso logra alguna victoria. Ahora mismo uno no sabe si es estudiante de medicina, ciclista profesional o youtuber, pero calidad tiene para, al menos, una de esas tres cosas. El problema es que sus rivales empiezan a tener edades como para no salir con ellos de fiesta...

placeholder Tom Dumoulin. (Reuters)
Tom Dumoulin. (Reuters)

Remco Evenepoel

Remco Evenepoel, o la paradoja. Tiene veintiún añucos y suma veintidós victorias. Este año llegaba después de una caída gravísima (con recuperación accidentada) y termina temporada con ocho celebraciones. Visto así, números de crack. De estrella. Enorme talento, inmenso futuro. Y todo eso es verídico, pero... Hace poco dijimos que Evenepoel era víctima de sus propias expectativas (y de los ojos que ponemos otros sobre él) y aquí estamos cometiendo precisamente ese error. Excúsenme. De una forma u otra 2021 no ha supuesto para Remco el gran salto que muchos auguraban. Si a eso añades algunas costuras que se han hecho muy evidentes (manejo de la bicicleta, falta de pericia en el descenso, choque contra la montaña seria) podemos concluir que sesión ha sido decepcionante. Aunque pónganle asterisco, porque el chico tiene calidad para arrasar en (casi) cualquier lado. Pueden creerme.

placeholder Remco Evenepoel. (EFE)
Remco Evenepoel. (EFE)

Meter hostias. Ay, qué placer más gordo. Ay, qué satisfacción más grande. Sobre todo cuando son merecidas. Porque mira que algunos se las merecen, macho, que los hay pidiendo leña. Contratos altísimos, declaraciones dignas de Clubber Lang, miradas asesinas así en plan Carlos Betancur cuando va al dietista. Seguro que me entienden. Y eso, que venimos a pasar facturas. Unas pocas. Diez, porque la palabra decálogo mola bastante. Recibe hasta servidor, porque somos coherentes con la verdad. O lo que sea.

Tour de Francia Enric Mas
El redactor recomienda