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Roglič no deja ni las migas, Cort Nielsen no se mancha el bigote: la Vuelta acaba en Santiago
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Exhibición del esloveno

Roglič no deja ni las migas, Cort Nielsen no se mancha el bigote: la Vuelta acaba en Santiago

El ciclista del Jumbo Visma se lleva su tercera Vuelta consecutiva frente al descalabro de los participantes españoles en la competición

Foto: Un exultante Roglic celebra el triunfo. (EFE)
Un exultante Roglic celebra el triunfo. (EFE)

Y, al fin, el jubileo. Y la jubilación, para algunos, que menuda Vueltita han hecho, algunos. Eso, llegada a Santiago, día de descanso para todos menos diez o quince, porque las cronos finales son así. Búsqueda de bares abiertos, garitos con poca luz, un poco de relax a la Eiking. Total, luego se pasa por la Puerta del Perdón y tornas a empezar, sin líos con letras de bulas o sacramentos varios. Ah, los sacramentos también están muy ricos, y ahora que termina la carrera nos podemos dar un homenaje.

Homenajes a pocos, también les digo. A Primož Roglič, claro, y no me extiendo más, que es evidente el asunto. A Egan Bernal, cómo no, y tampoco tengo que irles explicando, que lo de Llomena vale por nueve victorias (así, calculado a ojo). El ciclismo es un deporte que solo vende imagen, ninguna otra cosa. Imagen. Y la del colombiano (y, por extensión, Ineos) ha salido de lo más cuca. Mejor, en cualquier caso, que otros cuyos nombres encuentran encima del suyo en la clasificación general. Haig también óptimo, y los multiganadores, y hasta Eiking y Martin, por aquello del suspense giovannettitesco durante unos días. Y ya.

placeholder Primoz Roglic celebra la victoria con su equipo. (EFE)
Primoz Roglic celebra la victoria con su equipo. (EFE)

Otra ocasión que esta bendita prueba terminó en Santiago había bastantes más tema. Crono final. Algunos kilómetros adicionales a la de hoy, que el tema con las contrarrelojs es el que es. Llegaban allí a jugarse los cuartos Tony Rominger (que es calcado a Roglič, o viceversa) y Alex Zülle, que no tiene nadie como él ahora, porque era más majo que las pesetas, y ya no se paga con pesetas. Duelo suizo, con etapón asturiano bajo la lluvia unas horas antes. Igual les suena, ¿eh? Y eso, que distancias siderales. Recorrido durísimo para una prueba individual, corredores reptando como caracoles camino del Obradoiro, Zülle que vuela como pocas veces, Tony que intenta aguantar como le da el físico. Cuarenta y cuatro segundos entre ellos. El tercero a dos minutos, un tal Breukink. El cuarto, Perico, a casi cuatro. El sexto a cinco. Lo lees ahora y es cosa de no creerse. Qué dura, aquella crono. Qué épica, aquella Vuelta.

Digamos que lo de hoy tenía menos intriga, porque está todo más que decidido. Si en 1993 Zülle se quedó a medio minuto de amargar las fabes de Tony esta vez parecía imposible (qué coño, era imposible) que nadie metiese mano a Primož. Pero ni remotamente. Vamos, que las apuestas iban sobre cuánto habría de sacar al segundo en la etapa, que para algo el tipo es campeón olímpico en la disciplina (además de cyborg implacable, emperador en el sacro imperio del rush final, princeps de Covadonga y alrededores). Recorrido duro, crono de esas de rodar, sí, pero también arrastrar desarrollo cuando el llano no es tan llano. De haber estado la victoria en juego... espectacular. Solo que no.

(Ojo, yo lo prefiero de esta forma. Si tenemos todo por decidir basándonos en mediocridad, pancartazos y pocas cosas que contarle... en fin, qué quieren que les diga, eso no es un duelo cerrado, sino la partida de ajedrez entre dos concursantes de Supervivientes. Vamos, que preferimos calidad por encima de emoción, porque la primera, en esencia, incluye a la segunda, pero al revés no ocurre lo mismo).

La superioridad de Roglic

A lo que íbamos. Poco por zanjar, oigan, porque ayer quedaron las cosas bastante decididas. Que Roglič primero, y Mas segundo, y Haig tercero, qué majo, Haig. Ah, Miguel Ángel López anda a estas alturas renegociando su contrato con Movistar, porque de cobertura van bien, pero luego le dan pocos datos en carrera. Y, claro, con pocos datos puedes actualizar el instagram (o que lo actualice tu pareja creando polémica grande), pero no ponerte series como “Juego de Tronos”, “Friends” o “El día menos pensado”. Vamos, lo típico.

placeholder El ciclista Enric Mas durante la última etapa de La Vuelta. (EFE)
El ciclista Enric Mas durante la última etapa de La Vuelta. (EFE)

O sea, victoria parcial, que no es cuestión baladí. Bueno, y ver si alguien la caga mucho, mucho. Para lo primero... pocas sorpresas, batalla entre tripletes. Magnus Cort Nielsen, Primož Roglič. Finalmente alegría para el segundo, que no dejó ni las migajas, que se ha cepillado un póker, que lleva tres Vueltas seguidas con nueve etapas y dos clasificaciones por puntos. Es el mejor corredor de siempre en esta carrera, es uno de los mejores del mundo a día de hoy. Posiblemente solo Tadej Pogačar está a su altura, e incluso por encima. La pena para Roglič es que su compatriota es más joven y tiene el ojo puesto en los mismos predios que él. Parece difícil pensar que en el Tour le hubiese metido mano... pero hace tres semanas yo era de los que creía imposible que en el Tour le hubiese metido mano. Ahora solo eso... difícil. Una duda, por pequeña que sea. Veremos el año que viene.

Enric Mas, otro día en la diana

Los otros dos puestos del pódium sin movimiento. Enric Mas tuvo la mala suerte de salir en la foto. Doblado por el líder, último día, ya en las calles de Santiago. Un Indurain-Chiapucci, solo que sin ataques previos. Vamos, que pelín gris. Aclaremos... la crono de Roglič fue tan bestia que hubiese doblado a cualquiera de los primeros en la general (salvo Egan), y el corredor mallorquín hizo noveno, que tampoco es algo como para irse llorando a casa, pero... Que te doble el tío que dominó toda la Vuelta, que te saca casi cinco minutos por el rojo, que lleva ya tres días brazos en alto y aún salió como un perro hambriento buscando el adicional... No sé, es golpe. Golpe desde el punto de vista psicológico, oigan, pero golpe al fin y al cabo.

En su haber Mas debe quedarse con que en esta carrera ha mostrado mejores piernas que nunca, además de salir, con cierto éxito, de esa dinámica negativa que parecía acompañarlo desde hace ya un par de añucos. El siguiente paso es creérselo, y quizá eso le empuje a arriesgar. Aunque sea un día, aunque sea un poco. Tal y como corre resulta imposible que consiga ninguna victoria grande, por muchas fuerzas que ande exhibiendo. Tercero al final ha sido Haig, el beneficiado de ese 'penny dreadful' que Movistar y López montaron por tierras gallegas. Premio absolutamente inesperado, más merecido por su escuadra que por él mismo, a mi entender. Que el gregario de Mikel Landa haya acabado en el pódium habla tan bien de Jack como mal del alavés. Veremos cómo evoluciona esto en el futuro.

placeholder El australiano Jack Haig, esta temporada. (EFE)
El australiano Jack Haig, esta temporada. (EFE)

Detrás los Ineos, con Mäder intercalado, después de remontar minutos a capazos todos los días. Dispusieron más que nadie, corrieron como nunca, se quedaron sin otros premios que el reconocimiento general, ganado por Egan camino de los Lagos. Este Ineos ya no es la máquina indestructible que en su día fue SKY, pero no se les puede achacar ningún error o cagada táctica. Sencillamente hay otros equipos que disponen de corredores más fuertes, o mejor adaptados al ciclismo de ahora. El deporte son ciclos, y el suyo parece haberse ido... aunque aun ganen Giros y Tours.

Y luego eso... De la Cruz, que acabó muy bien; Kuss, que nunca curra demasiado para su líder, pero anda cojonudamente cuando le toca día de asuntos propios; Guillaume Martin, con su colmatage a la escapada; Grossschartner y el anonimato de llegar al décimo puesto sin probar nunca nada. Ni siquiera se lleva el premio a mejor bigotudo de la ronda, porque ese lo ganó Cort Nielsen. A todos ellos, y al resto, enhorabuena. Descansen un poco esta noche, mozucos, que se lo han ganado.

Y, al fin, el jubileo. Y la jubilación, para algunos, que menuda Vueltita han hecho, algunos. Eso, llegada a Santiago, día de descanso para todos menos diez o quince, porque las cronos finales son así. Búsqueda de bares abiertos, garitos con poca luz, un poco de relax a la Eiking. Total, luego se pasa por la Puerta del Perdón y tornas a empezar, sin líos con letras de bulas o sacramentos varios. Ah, los sacramentos también están muy ricos, y ahora que termina la carrera nos podemos dar un homenaje.

Enric Mas