Es noticia
La falsa encrucijada de Evenepoel y su vuelta a la escena del crimen en Lombardía
  1. Deportes
  2. Ciclismo
La gran promesa del ciclismo

La falsa encrucijada de Evenepoel y su vuelta a la escena del crimen en Lombardía

Un año y dos meses después, Remco regresa al Giro de Lombardía con la sensación de una progresión interrumpida. Allí sufrió una terrorífica caída de varios metros

Foto: Remco Evenepoel, en una imagen reciente. (Efe)
Remco Evenepoel, en una imagen reciente. (Efe)

Hace justo un año.

A ver, no es exactamente un año, porque el 2020 vino como vino, pero es que a quienes escribimos nos gustan los clichés más que a Boonen rodar sobre adoquines. Así que nos vale igual, porque acabamos por entender. Si al final todos somos unos chiflados de esto.

Foto: Sonny Colbrelli celebra la victoria al final de la prueba. (Reuters)

Hace un año se disputaba el Giro de Lombardía (me niego a decirle Il Lombardia, porque eso es una horterada, y yo respeto profundamente al país que inventó los cambios de desarrollo y el negroni... ambos me han salvado la tarde en más de una ocasión). Se disputaba el Giro de Lombardía, digo, y la carrera venía lanzada. Lanzada desde lejos, como suele suceder en estas ocasiones. Muro de Sormano, una excentricidad creada expresamente para el dolor. Precioso, oigan, con Imerio Massignan tirando de riñones, brazos y hasta mentón cuadrado para coronar sin poner pie a tierra. Sormano, cincuenta a meta. Pasa un grupito con los mejores, pasa unos metros más atrás el mozo. El mozo. Ese que llega asombrando, el que se sacudió caspa en Picón Blanco. Favorito indiscutible, aunque igual no tan indiscutible, si nos ponemos en plan frío. Bajada hasta Nesso. Bajada de las que hay por allí, en Lombardía, con sus carreteras estrechucas, sus curvas ciegas, sus paredes de piedra rozándote los hombros cada doscientos metros. Buen asfalto, eso sí, porque pasta nos sobra, pero el resto... peliagudo. Vincenzo Nibali que ha visto algo, porque si hay algo que ver Vincenzo Nibali siempre lo chamuscará primero. Años e inteligencia, dos cosas que no siempre van unidas (pregunten a algunos por ahí). Cavalleria Rusticana en el descenso. Y entonces sucede. Curva a izquierdas, la senda se hace más angosta, puente sobre cualquier torrentera, murito de un metro. Remco Evenepoel pierde el control de su bici y se va más allá de las imágenes. No queremos abundar en ello, porque para repetir caídas ya está el telediario de Antena 3, pero cosa gordísima.

Ahí comienza nuestro relato, supongo.

Porque hasta aquel día la trayectoria de Remco Evenepoel era inmaculada. O casi, uno no puede ser perfecto, y hasta Indurain tendría alguna salida de tono. En casa, a oscuras, cuando nadie podía sentirse agraviado, pero la tendría. O eso creo. A lo que íbamos, que Evenepoel era niño bonito del ciclismo mundial. Joven (nació en enero del 2000), flamenco (que siempre suma), con nombre molón y actitudes canibalescas por la ruta. Vamos, que el chico se limitaba a poner ritmo y todos iban quedándose de su tubular trasero como si el asfalto se hubiese imantado. Le pasó en juniors, le pasó también entre los pros cuando empezó a correr con grandes-grandes. Todas las miradas puestas en él, todas las esperanzas que parecen ir confirmando. Quemar etapas sin esfuerzo, asentar reales en sitios cada vez más lustrosos. Hasta Lombardía.

Después vino recuperación larga. A trompicones, también. El muchacho tenía rota cadera, setenta u ochenta huesos más, la junta de la trócola y esa mariposa que salía en “Operación”. Solo que Evenepoel seguramente no conozca “Operación”, porque es de otra época. O tempora, etcétera. Y eso, que por primera vez el chico no salta plazos, sino que los alarga. Empieza a entrenar muy pronto, debe parar porque hay molestias. Se come como espectador las primeras concentraciones de su equipo. Paseítos por el campo, trabajo en piscina, seguir a sus compis subido en el coche, por aquello de ver paisajes y crear piña. Frustración, porque una virtud de los jóvenes es estar siempre frustrados. Solo así logran avanzar a saltos grandotes...

El problema es que no todos somos Evenpoel. Y no todos tenemos cámaras, micrófonos y reporteros encima durante nuestra tardoadolescencia (esa que dura hasta los cuarenta, aproximadamente). Y menos mal, oigan, que hubiera sido como para abrir ediciones especiales. Como aquella noche que... pero no, esto no procede ahora. Remco, digo. Que soporta presiones indecentes (aunque merecidas, o viceversa) para alguien de su edad. Que, por si fuera poco, parece tener al enemigo en casa. Porque vaya calendario, colegas. A quién se le ocurre. Sale Lefevere a hablar y tú sabes que tienes titulares. Sandeces, en su mayoría, pero titulares... Este es uno de ellos (y de ellas). Qué correrá el muchacho, Patrick. Pues mira, cuatro cosucas, na mah. El Giro, la Vuelta, los Juegos Olímpicos, los Mundiales. A ver, espera, que me centre un poco. Me dices que después de ocho meses sin competir, muchos de ellos parado, ¿lo haces debutar en el Giro? Esa prueba tranquila, sin apenas trampas, con cero estrés, recorridos facilones y emboscadas ausentes. Ese Giro. En fin, Patrick, colega... no sé, no parece lo más adecuado, ¿no? Salvo que hayamos echado un chorrito de coñac en la masa del gofre, ya me entiendes...

placeholder Evenepoel, en una imagen reciente. (Reuters)
Evenepoel, en una imagen reciente. (Reuters)

Y eso, que para el Giro. A priori, idea nefasta. Nadie, nunca, pudo hacer nada potente en una carrera de estas características con una preparación de esas características. Sucede que... bueno, Evenepoel es taaaan especial, y nosotros estamos taaaan deseosos por vender leyendas (y alguna moto de oferta) que... Bueno, nadie lo descartaba. Más aun, muchos andaban poniendo su nombre aquí y allá entre los favoritos. Servidor fue uno de los que cubrió sus espaldas, así que fustíguenme sin descanso, pero con amor...

Era un sinsentido, pero es que empezó bien y todo. Los primeros días Remco mostraba piernas y actitud, que de esa siempre tiene. Si hasta se cepilló una bonificación, porque dos segundines o tres parecen muy importantes hasta que pierdes media hora en los Dolomitas.

Pasó que... en fin, pasó que pasaron cosas. Primero, un declinar de fuerzas con los días. Normal, oigan, ya les dijimos que esto de debutar en una Grande, con veintiún añitos recién cumplidos y tras embarazo (en meses) fuera de competición era, cuando menos, pintoresco. Así que Remco empezó a desinflarse. A eso se sumaron sus problemas técnicos. El chaval llegó a la bici un poco tarde, y parece que tiene ciertos aturullos con lo de controlar su máquina. Ojo, cada vez es más común entre los pros (sería para otro debate... carreteras mejores, lo de no competir con mal tiempo, frenos de disco, ausencia de formación en escuelas con sus gymkanas... todo influye), pero en él resultaba especialmente llamativo. Hasta caídas, tuvo. Nada que no suceda varias veces a lo largo de una temporada, pero Remco es como la casa de Gran Hermano... con él todo se magnifica. Así que eso... debates, artículos y el chaval con la cabeza como un bombo. Cualquiera que haya andado en bici lo sabe: la mejor manera de caerte es tener la certeza de que te puedes caer. Y Evenepoel pareció pedalear con esa imagen en su retina...

Ojo, no fue lo único, ¿eh? Vamos, que no perdió el Giro por torpe, no vayan a pensarse. En cuanto la cosa se puso seria (pero seria de verdad) el belga marchó al vagón de cola, que es lugar natural de alguien con sus primaveras y características. ¿Significa que no hay potencial? Ni mucho menos, pero los milagros se dan en Lourdes (y en algunos bares, a eso de las cuatro), no en la Corsa Rosa. Casi mejor, porque llegar allí y pasearse hubiera sido... en fin, difícilmente explicable para un deporte que ya tiene demasiados episodios sin explicación. Así que imágenes de Remco totalmente destrozado, sin apenas poder andar, roto. Lo normal, decimos. Sucede que, otra vez la ca(u)s(u)alidad, su compañero João Almeida anduvo un montonazo en la última semana, y la impresión fue que Deceuninck apostó al caballo erróneo. Importaba poco que Almeida perdiese cinco minutucos en la primera etapa tensa, porque somos muy cortoplacistas. Así que a Remco, sin abrir la boca, se le iba poniendo cara de “malo oficial”, un poco así como ceñudo y con acento raro. Muy Hollywood años ochenta...

Pasa que él también ayudó, porque se puso a hacer declaraciones. Entiéndanme... me encantan los deportistas megalómanos. Qué coño... me chiflan los megalómanos, en general, porque suelen arrojar grandes historias (y porque cuando no cumplen quedan como auténticos mamarrachos, así que en el pecado llevan su penitencia), así que esas grandilocuencias de Evenepoel las disfruto como el que más. El problema es que de un tiempo a esta parte anda el mozo más suelto con el micro que con la máquina, así que se nos queda el asuntillo pelín cojo. Que si en Juegos Olímpicos trabajaré para mí, que si polémica con Merckx, que si quién ese crío y por qué lo comparan conmigo... Fruslerías, no se vayan a creer. Vean lo que decían en su momento tipos como Fignon, como Hinault, como el mismo Eddy, y se darán cuenta de que... bueno, la corrección política se nos ha ido de las manos. Esos tipos querían destrozar al contrario (física y, sobre todo, psicológicamente) y no encontraban problemas para expresarlo claramente. Pero hoy está peor visto, y tampoco es que Remco sea un hacha en eso de las relaciones públicas...

Foto: Eddy Merckx en una imagen de archivo.

O, dicho de otra forma, que el antiguo héroe ha tornado, como por arte de magia, en villano. Seguramente sea impresión hinchada, una idea que se vino alimentando de esa falacia porcentual que son foros y redes sociales, pero la sensación está ahí. Quizá de esa forma pueda explicarse la actuación de Evenepoel en el Mundial, volcado para van Aert desde muy lejos. De manera innecesaria, además, o eso parecía a ratos. Es como si quisiera reivindicar imagen, ya que no estaba a su alcance el vindicar victoria. No sé, elucubraciones mías. Vaya usted a saber qué le pasa por la cabeza a un deportista profesional...

La realidad es que desde aquella bajada de Sormano Remco no ha sido el mismo. O, mejor dicho, parece haber cortado un poco su progresión. Ojo, sigue ganando. Sigue ganando mucho, y sigue ganando a su manera, porque Remco no se impone... Arrasa. Pero el salto de arrasar en calendario chico a hacerlo en otro de verdadero glamour no se ha dado. Evenepoel es un coco donde no están los auténticos cocos (o, al menos, donde no están todos los auténticos cocos), y esa categoría parece habérsele quedado pequeña. Todo ello teniendo en cuenta que gasta veintiún añitos, y esa es una época donde todos ustedes estaban trasegando calimocho a litros cada sábado, sí, no miren para al suelo, que nos conocemos. Vamos, que tiene tiempo de sobra el chaval, y no es cuestión de llevarnos manucas a la testa. Sobredimensión, otra vez. Hasta la idea repetida de reorganizar sus objetivos (dejar de lado Grandes, centrarse en Clásicas) puede estar errada... porque, en el fondo, le queda todo un mundo por formarse, definirse y competir. El futuro sigue siendo suyo, siempre que atenúe un poco todo el ruido a su alrededor que no sean cadenas engranando y frenos que chirrían. Patas tiene, ambición también. Quizá en algún momento haga click, una espita gire y las cosas gordas empiecen a caer por su propio peso.

¿Saben qué? Lombardía podría ser buen momento. Aunque solo fuera por espantar recuerdos...

Hace justo un año.

Remco Evenepoel