Es noticia
Así crio la madre de Evander Holyfield a su hijo para que no se rindiera jamás en un ring
  1. Deportes
  2. Boxeo y Artes Marciales
UN PÚGIL HECHO A SÍ MISMO

Así crio la madre de Evander Holyfield a su hijo para que no se rindiera jamás en un ring

Uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos, criado y moldeado por su madre, que "nunca evitaba a nadie, ni siquiera a Tyson, y al que jamás se le conoció un solo escándalo"

Foto: Evander Holyfield, un boxeador diferente. (CC/Wikimedia Commons)
Evander Holyfield, un boxeador diferente. (CC/Wikimedia Commons)

El 13 de noviembre de 1992, en Las Vegas, Evander Holyfield disputó el campeonato del mundo de la WBA, WBC y la IBF del peso pesado contra Riddick Bowe. Holyfield subió al cuadrilátero con una desventaja de 13 kilos para plantear una guerra descarnada de intercambios en la que se llevó la peor parte. Antes de empezar el décimo asalto, su rostro hinchado semejó una pelota de fútbol por el castigo acumulado al que había sido sometido.

La conclusión del conflicto pareció concretarse cuando, a los cinco segundos de empezar esa ronda, con un gancho de largo recorrido, Bowe dejó seriamente sentido a Evander. Y le hizo trastabillar alrededor de las cuatro esquinas del cuadrilátero. En vista de su precario estado, Bowe lo persiguió por el ensogado lanzando una avalancha de manos. Se auguró el inaplazable desenlace. Pero a falta de un minuto, menguado el ritmo destructor de Bowe por el esfuerzo realizado sin que su rival capitulara, Holyfield tras absorber un castigo mayúsculo, comenzó a lanzar golpes curvos, a la cintura, al rostro, y rectos con el objetivo de hendir la guardia de su oponente. Primero ejecutados con timidez y luego, como si de una sinfonía se tratase, imprimidos con creciente frecuencia y mayor ardor, hasta culminar un regreso de ultratumba donde llegó a hacer tambalear al mucho más pesado Bowe al final del asalto, momento donde el público presente enloqueció de emoción ante tamaña gesta.

Foto: ¿Quién es Ilia Topuria? 'El Matador' español que aspira a ser campeón de la UFC (Gary A. Vasquez/USA Today Sports)

Con el combate perdido de antemano en la decisión de los jueces, en el episodio 11 volvió a ser conectado al principio del round y recibió la cuenta de ocho por parte del árbitro. A su conclusión, se encontraba en un estado calamitoso: "Si acaba este asalto en pie, será un milagro", decían los comentaristas. Pero otra vez, consiguió aguantar los terribles embates y, a falta de un minuto, retornó vigoroso como un gladiador para tomar la iniciativa en algunos tramos, a despecho de exhibir serias dificultades para ver, al tener sus ojos cerrados como rendijas por la paliza recibida.

Evander que, según Jorge Lera, comentarista de Eurosport y uno de los mayores expertos en boxeo de España, "basó su carrera mucho más en el carácter, la mentalidad y el trabajo que en el talento", demostró ese día por primera vez que, como señala Sergio Guadalupe Alarcón en su libro imprescindible 'Historias del cuadrilátero', "era un luchador de élite capacitado para regresar con renovados bríos del mismísimo infierno". Esa noche fue derrotado a los puntos, pero abrió la puerta a que descubriéramos una de sus cualidades más definitorias: la de no rendirse nunca, ni retroceder jamás. Cuando le preguntaron al final del combate de dónde sacaba esa fuerza de voluntad para nunca claudicar dijo: "Todo lo que soy actualmente se lo debo a mi madre. Mi madre es mi heroína".

Una madre coraje

Annie Laura Holyfield, su progenitora, siempre fue una gran influencia para Evander y modeló su personalidad inculcándole valores cristianos y una férrea voluntad de superación. Holyfield era el más pequeño de nueve hermanos. Tenía cuatro años cuando su madre dejó Alabama por Atlanta en 1967. Tras abandonar su padre a la familia, Holyfield no volvería a verlo hasta que tuvo 21 años, su madre tuvo que trabajar muy duro para sacar adelante a sus nueve hijos. Ante la perspectiva de que sus vástagos estuvieran expuestos a los peligros que representaba la calle de un suburbio de Atlanta de los años 70, donde pasar tiempo en ese escenario era un pasaporte casi seguro para iniciarse en el consumo de drogas y acabar protagonizando hechos delictivos, obligó a todos sus hijos a practicar deportes.

Según Jero García, exboxeador que tiene una fundación con más de 30 jóvenes becados de ambos sexos para educar a través del boxeo a niños y adolescentes que conviven en un entorno desfavorecido, "los tres mimbres más importantes en la educación son los valores, los objetivos y la formación; y los dos primeros te los regala el deporte". Holyfield se crio en medio de duras condiciones, pero las lecciones de disciplina y perseverancia que representaba el ejemplo de su madre le dejaron una huella imperecedera. Como dice Jero, educar con éxito en un entorno conflictivo depende mucho de lo encima que estén los padres. "En un ambiente así, hay que ser mucho más generoso en el esfuerzo. Por lo que tengo entendido, la madre lo consiguió porque tenía su órgano femenino y los dos coj*** del padre ausente".

Bajo el influjo de este auspicio, Evander Holyfield siempre creyó que podía conseguir las metas, sin importar el número de reveses acumulados. Llevado por su madre al club de boxeo Atlanta Boys Club a la edad de ocho años, el joven se quedó fascinado por el sonido de la pera de velocidad, pero el entrenador de boxeo, Cater Morgan, le dijo que no podía golpearla a menos que se uniera a su gimnasio. Y así fue como entró en el equipo, donde pronto sería conocido como One-punch Holyfield, porque, como él recordaría, "finalizaba a los oponentes con un solo golpe... Pero entonces no los noqueaba. Les pegaba lo suficientemente fuerte como para que lloraran y el árbitro parase la pelea".

A la edad de 11 años, tras estar invicto durante tres, perdió por vez primera contra el primer oponente blanco al que se enfrentó, un tal Cecil Collin, y tras el fiasco se fue a casa llorando para decirle a su madre que ya no le gustaba el boxeo y que quería dejarlo y dedicarse a otro deporte. Pero su madre le dijo que ella "no había criado a un desertor". La escena se repetiría; de nuevo perdería contra Collin y de nuevo iría a casa y le diría a su madre que ya no quería boxear, y de nuevo le explicaría que abandonar en la derrota no era aceptable y le envió otra vez al gimnasio. Cuando se enfrentó a Collin por tercera vez, no solo ganó la pelea, sino que también adquirió la creencia en sí mismo de que podía hacer cualquier cosa que se propusiera. Esta vez fue corriendo a su casa a contárselo a su madre: "Todo lo que he querido hacer en la vida es hacer feliz a mi madre", manifestó el boxeador ya retirado. Su progenitora le dijo que ahora, si quería, podía dejarlo.

Para insuflarles a los niños voluntad de superación, Jero indica que "hay que darles lo que se vayan mereciendo. El problema a día de hoy es que los padres no queremos que les falte de nada y estamos dejando a esos niños sin ningún tipo de herramientas para enfrentarse en el futuro a la dureza de la vida. El esfuerzo en la vida no se negocia. Eso se debe inculcar en casa desde que son niños".

placeholder Don King levanta la mano de Evander Holyfield. (Reuters/Chip East)
Don King levanta la mano de Evander Holyfield. (Reuters/Chip East)

Uno de los mejores de la historia

"Mi madre siempre me dijo que, independientemente de lo bueno que seas, te vas a equivocar, y si te equivocas y tienes una buena actitud después, tendrás más oportunidades". Holyfield, que empezó su carrera profesional en el peso semipesado, aunque poseía los brazos de un herrero y un cuerpo esculpido de músculos acerados —muchos pensaban que era poco más que un peso crucero con ropajes de peso pesado—, es recordado como un guerrero cuyas victorias en inferioridad física y contra todo pronóstico le convirtieron en un ídolo del deporte.

"Holyfield barrió la categoría del crucero y decidió subir al peso pesado. Nunca hubo tantos falsos profetas en el boxeo. No había muchos que creyeran en él, se decía que era pequeño, que no era un peso pesado natural y que nunca lo conseguiría. Incluso al proclamarse campeón, se dijo que fue porque el entonces titular Buster Douglas llegó sin una buena preparación. Holyfield era el campeón, pero todos decían que el día que lo pillase Mike Tyson lo destrozaría. Durante casi la primera mitad entera de la década de los 90, todo el mundo utilizaba el latiguillo de 'el verdadero campeón está entre rejas', refiriéndose a Tyson. Tras perder con Michael Moorer, se le dio por acabado y él se empeñó en demostrar que no era así. Es como si toda su carrera hubiera ido a contracorriente", recalca Jorge Lera. Para calibrar su mérito, hay que analizar la competencia que tuvo. "Los 90 han sido una de las mejores épocas para el peso pesado, aunque cuando se vivió no había mucha consciencia de ello. Pero con Mike Tyson, Evander Holyfield, Riddick Bowe, Lennox Lewis, Michael Moorer, Tommy Morrison y la milagrosa reaparición de George Foreman, se acerca mucho a la edad de oro de los 70", aclara.

El también experto en boxeo y comentarista de DAZN, Jaime Ugarte, ya se fijó en Holyfield cuando disputó por vez primera el mundial crucero contra Dwight M. Qawi por la tremenda agresividad y entrega que demostró, convirtiéndose desde entonces en uno de sus boxeadores predilectos. Otros de los factores que le agradaban eran que "nunca evitaba a nadie, ni siquiera a Tyson, mientras casi todos le rehuían, y que jamás se le conoció un escándalo".

Sus gestas en el boxeo no son discutidas. Obtuvo la medalla de bronce en las Olimpiadas de Los Ángeles 1984 debido a una dudosa descalificación, aunque se le trató como el vencedor, ya que fue el mejor con diferencia de la división y, además, fue 17 veces campeón del mundo profesional en dos categorías. Hasta la llegada de Oleksandr Usyk, actual monarca del peso pesado que también vino de la categoría inferior, estuvo considerado como el indiscutido mejor peso crucero de la historia —fue el primero en unificar la división— y su trilogía en el pesado con Riddick Bowe es de lo mejor acontecido jamás en la cronología del boxeo.

El 13 de noviembre de 1992, en Las Vegas, Evander Holyfield disputó el campeonato del mundo de la WBA, WBC y la IBF del peso pesado contra Riddick Bowe. Holyfield subió al cuadrilátero con una desventaja de 13 kilos para plantear una guerra descarnada de intercambios en la que se llevó la peor parte. Antes de empezar el décimo asalto, su rostro hinchado semejó una pelota de fútbol por el castigo acumulado al que había sido sometido.

Boxeo
El redactor recomienda