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Algo pasa en casa del Undertaker: la WWE te dice por qué siempre hay un jefe peor que el tuyo
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Algo pasa en casa del Undertaker: la WWE te dice por qué siempre hay un jefe peor que el tuyo

Vince McMahon, histórico dueño de la compañía, abandonó su puesto después de protagonizar varios escándalos sexuales. Ha regresado con el objetivo de vender la WWE

Foto: Vince McMahon y su yerno, Triple H. (Ethan Miller/Getty Images)
Vince McMahon y su yerno, Triple H. (Ethan Miller/Getty Images)

'Tu sitio está entre bambalinas: deja que los wrestlers hagan el show'. Este fue el primer consejo sobre el negocio de la lucha libre que Vincent J. McMahon le dio a su hijo, Vincent K. McMahon. Vincent James se había convertido en un respetado promotor de este espectáculo a partir de los años 50. No conoció a su hijo hasta que este cumplió los doce años, cuando el niño quedó cautivado por el oficio de su padre. A pesar de sus intentos, el patriarca fue incapaz de convencerle de buscar futuro más allá del negocio familiar. El joven estudió, se formó en estudios empresariales y fue asumiendo cada vez más roles en la World Wrestling Federation, una de las muchas promotoras de Estados Unidos. Cuando llegó la hora del traspaso de poderes, Vincent James quiso asegurarse de que la ambición de su hijo no trastocaría el statu quo del negocio, donde reinaba un estricto pacto de no agresión empresarial con sus competidores. Vincent Kennedy McMahon lo prometió, Vincent Kennedy McMahon mintió.

"Si mi padre hubiera sabido lo que iba a hacer, nunca me habría vendido sus acciones", aseguró Vincent años después en una entrevista con Sport Illustrated: "En los viejos tiempos, había promotoras de lucha libre en todo el país, cada uno con su pequeño patrón al mando. Cada uno de ellos respetaba la parcela de su vecino, no había ataques ni adquisiciones de sus luchadores. Había como 30 reinos diferentes por todo Estados Unidos. (...) Yo, por supuesto, no tenía ninguna lealtad con ellos". Era un pez muy grande en un charco… y acabó devorando todo a su al rededor para dar el salto al mar. El resto es historia: la compañía —rebautizada como World Wrestling Entertainment en el 2002 a consecuencia de una demanda de World Wildlife Fund— se convirtió en el gran imperio del entretenimiento deportivo con Vince McMahon a la cabeza, imponiendo una mentalidad salvaje para los negocios y para el día a día de la empresa. Había que hacer todo lo necesario, absolutamente todo lo necesario, por el bien de la empresa.

Foto: Enigma 69 fue el reclamo de la segunda jornada de la Kings League. (KL)

El pasado julio del 2022, Vince McMahon anunció su retiro. Con 77 años, el dueño y presidente de la compañía había cumplido con todo lo que otrora soñó: alzar la empresa a lo más alto, involucrarse personalmente en la ficción de sus shows como el gran villano para el público bajo el personaje de Sr. McMahon y pasar a la historia como la figura más importante de la lucha libre. Su adiós fue forzado. Una investigación del The Wall Street Journal informó de que el presidente y dueño de la WWE había comprado el silencio de varias extrabajadoras para ocultar relaciones sexuales extramatrimoniales. Unas conductas que extendieron durante décadas, en los meses posteriores, se dieron a conocer hasta dos acusaciones por supuestos abusos sexuales de McMahon.

La imagen de Vince era la imagen de la WWE. Una empresa que, aunque mantenía una potente estructura familiar, sus dimensiones ya eran gigantescas (facturó 1.095 millones de dólares en el 2021). Aconsejado por su círculo íntimo, McMahon se fue y aseguró que era un adiós definitivo. Su hija, Stephanie McMahon, se convirtió en CEO junto al directivo Nick Khan. El marido de esta, Triple H, uno de los luchadores más famosos y exitosos de la empresa, asumió el cargo de director creativo. Las primeras informaciones que se deslizaron sobre el ambiente de la compañía tras la marcha del cacique es que los guionistas estaban más tranquilos porque ya no estaba Vince para insultarles.

placeholder Stephanie McMahon y Triple H, en una fotografía de archivo. (EFE)
Stephanie McMahon y Triple H, en una fotografía de archivo. (EFE)

Los ratings mejoraron. Los aficionados alabaron las nuevas historias. El vestuario, que respetaba y admiraba a Triple H como uno de los suyos, celebró la ausencia de arbitrariedad que imponía McMahon en su reinado. La WWE se encaminaba hacia una nueva era… pero el ego de Vince pesó demasiado. Una fina línea separaba al villano de la ficción, el Sr. McMahon, del Vince real. Y como si Mister Hyde hubiera tomado el mando, su regreso se gestó con rapidez.

Seis meses después de su marcha, envió un fax a la junta directiva asegurando su intención de volver. Entendía que él era el adecuado para guiar a la WWE en el gran reto empresarial de su historia: una posible venta (de muchos, muchos ceros) de la compañía. La junta respondió con una educada negativa. En apenas horas, Vince tomó el control como máximo accionista. Sería por las buenas o por las malas. McMahon se colocó a sí mismo, junto a otros dos directivos afines, en el Consejo de Administración, eliminando a tres de los anteriores directores independientes y garantizándose mayoría de voto.

The Undertaker, Ric Flair, Stone Cold Steve Austin, The Rock, John Cena… el hogar de las superestrellas más grandes, ardía en una guerra civil. Alejandro Gómez es uno de los hombres que más sabe de este negocio en España, dirige y presenta un pódcast diario de información sobre wrestling, Último hombre en pie. Trata de explicar la situación.

Foto: Dwayne Johnson, en una imagen de archivo. (Getty/Jesse Grant)

PREGUNTA. Pregunta para una persona que no haya visto un solo episodio de Smackdown o Raw en su vida. Que ni sepa qué es eso. ¿Quién es Vince McMahon?

RESPUESTA. Vince McMahon es el jefe y máximo accionista de la WWE. Una empresa de entretenimiento de lucha libre, un deporte guionizado en el que hay secuencias de contacto. Un show de este estilo se basa en actuar en un cuadrilátero, donde unos ganas y otros pierden, decidido de antemano. Con todo ello se realizan historias que tienen que ver con los personajes, que normalmente están enfrentados entre los buenos, llamados faces, y los malos, conocidos como heels. En eso se basa la lucha libre profesional. Generar historias, con micrófonos y luchas.

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Vamos a hacer un breve resumen de todo lo que este empresario (y culturista) ha decidido hacer ante las cámaras por su empresa: ser rapado en riguroso directo (en Wrestlemania, el evento más importante del año, la final de la Champions League de la Lucha Libre) por Donald Trump previo pago de cinco millones de dólares para el expresidente de EEUU; dejarse introducir la cabeza entre las nalgas de un luchador de 170 kilos o recibir una bofetada de su mujer por, dentro de la ficción, haber mantenido relaciones sexuales con varias 'divas' (luchadoras). Llegó, incluso, a proponer una storyline en la que mantenía una relación incestuosa con Stephanie, algo a lo que esta se negó. A todo ello hay que añadirle un sinfín de palizas dentro del cuadrilátero... al margen del "todo esto es mentira", un silletazo en la cabeza tiende a doler. Pocos personajes han sido más humillados que él en el ring de la WWE.

Han ido saliendo casos de escándalos sexuales hasta llegar a siete

P. ¿Cómo sucedió su marcha de la empresa?

R. El principal motivo está en su dañada imagen pública y cómo iba a repercutir a la empresa. Han ido saliendo casos de escándalos sexuales hasta llegar a siete. Se han pagado casi 20 millones de dólares en acuerdos de confidencialidad. Resulta que este dinero no lo encuentra la WWE. Según Vince y su abogado, Jerry McDevitt, él lo puso de su propio bolsillo. Pero cuando la WWE empieza a investigar sus cuentas, se dan cuenta de que falta dicha cantidad. Es una empresa que está en la bolsa de Nueva York, por lo que tiene que tenerlo todo atado. Ya no es tener siete escándalos sexuales a tus espaldas, sino un agujero de mucho dinero.

placeholder Vince McMahon recibe su estrella en el 2008. (Reuters/Fred Prouser)
Vince McMahon recibe su estrella en el 2008. (Reuters/Fred Prouser)

P. También había críticas del aficionado con la manera de gestionar el producto y las historias por parte de Vince, ¿no? Digamos, ofreciendo entretenimiento muy a la antigua usanza, humor básico y con la mujer hipersexualizada.

R. Sí, cuando él se marcha de forma forzada, Vince era el director creativo. Decidía todo: quién salía en televisión, quién tenía protagonismo, cómo sucedían las cosas, qué campeones había… Cuando se va, su yerno, Triple H, coge el testigo y cambian los guiones. En la última etapa de McMahon ya se veía que el producto no era fresco, mucho cliché, la imagen de la mujer como reclamo sexual en pleno 2022, algo surrealista. El aficionado no estaba contento. Los programas eran pobres en general. Desde la llegada de Triple H ha mejorado, su yerno es un luchador histórico y se ha notado.

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Durante la época de los noventa y principios de los 2000, el papel de la mujer en WWE estaba más cerca del erotismo que del entretenimiento. A diferencia de los hombres, ellas no eran luchadoras, eran divas. Sus combates apenas duraban tres minutos, eran extremadamente sencillos, y, en muchas ocasiones, se aliñaban con temáticas como luchar en el barro o perder la ropa interior como requisito para ganar. Hubo, incluso, momentos de pantalla desagradables, como cuando en un programa de RAW del 2001, Vince McMahon obligó a Trish Stratus (gran estrella de la época) a quitarse la ropa y a ladrar como un perro dentro de la ficción. En los últimos años, esto ha cambiado, una nueva generación de luchadoras se ha equiparado —con matices— a la división masculina.

El papel de la mujer en WWE estaba más cerca del erotismo que del entretenimiento

P. ¿Por qué vuelve Vince McMahon?

R. Buff, es una pregunta complicada y se mezcla la información y la opinión. Vince entiende que le han dado la espalda, que la propia WWE le aconsejó mal en su salida. Cree que fue un error salir de la empresa, no ve suficiente motivo tener siete casos abiertos de supuestos abusos o escándalos sexuales. Dijo que nunca iba a volver. Seis meses después vuelve porque piensa que él tiene que tener el control de la empresa.

Oficialmente, lo que defiende es que regresa solo para firmar los próximos acuerdos televisivos de Raw y Smackdown [los actuales acaban el próximo octubre del 2024], los más importantes de la historia de la compañía, ya que serán los que más valor alcancen. Además, su objetivo es vender la empresa. McMahon cree que como accionista mayoritario, no iba a aceptar ninguna negociación que no estuviera supervisada por él. Lo que yo pienso es que quiere venderla porque, sin él, no va a ir bien. Y, por lo tanto, quiere asegurarse una venta donde, como uno de los requisitos, se le dé el puesto del control creativo. No conoce otra cosa en la vida, su vida es esto, su abuelo era promotor de boxeo, su padre fundó la WWF. Quiere estar hasta la muerte.

Vince entiende que la propia WWE le aconsejó mal en su salida

P. He ahí la cuestión. Las últimas informaciones desde Estados Unidos señalan que el Vince ha aceptado estar apartado de las decisiones creativas de la empresa (es decir, todas las historias y guiones que suceden en la WWE) y estar centrado en la posible venta del producto. ¿Cuánto va a durar?

R. Los acuerdos que han firmado para regresar, son solo para los contratos televisivos y para negociar la venta. No debería poder acceder al apartado creativo desde el punto de vista legal. ¿Qué ocurre? Que McMahon está acostumbrado a hacer justamente lo contrario a lo que dice. A salirse con la suya. Quiere firmar la venta de la empresa antes que los contratos televisivos para incluir una cláusula que le designe como jefe creativo. No hay que descartarlo en absoluto. Recientemente, se llegó a publicar que se había firmado ya la venta a Arabia Saudí, aunque después se desmintió desde la empresa.

placeholder McMahon y Trump protagonizaron 'La batalla de los billonarios'. (Bryan Bedder/Getty Images)
McMahon y Trump protagonizaron 'La batalla de los billonarios'. (Bryan Bedder/Getty Images)

P. ¿Cuál es la relación personal de Vince McMahon con su hija Stephanie y su yerno, Triple H? Ellos han quedado en una posición muy delicada.

R. Justo antes de que saliesen los escándalos que acabaron desembocando en el adiós de Vince, Stephanie se había pedido una excedencia porque quería pasar más tiempo con su marido y con sus hijas. Tres semanas después regresó por el bien de la empresa para asumir el control ejecutivo. Ella siempre fue la hija predilecta de Vince, mucho más cercana que su otro hijo, Shane McMahon, quien también ha intervenido mucho en las historias de la WWE con diversas participaciones como luchador, pero que se desvinculó de la compañía vendiendo sus acciones, ya que estaba afectando a su relación personal con la familia. La mentalidad de tiburón de Vince, como se dice ahora, le hace pasar por encima de quien sea, incluso de su hija. No le importaría enterrar a sus hijos.

A su hija le ha dejado en tal encrucijada que ya ha dimitido. Con Triple H, la relación es incluso peor. Él estaba en NXT, la tercera marca de la empresa, y que ha ejercido un poco la función de cantera de Smackdown y Raw. Como jefe de NXT, ofreció un producto diferente y bien acogido por el público. McMahon, al ver esto, empezó a dar de lado a la marca y a sepultarla con sus decisiones. En mitad de todo esto, Triple H sufrió un problema cardíaco que le obligó a retirarse de los cuadriláteros… y pese a todo, asumió el cargo de director creativo con la marcha de Vince.

Tanto Stephanie como su marido estaban en la junta directiva, una junta que, cuando McMahon propuso su regreso oficial, contestó con una carta en la que lo situaban como una mala decisión. Vince respondió cambiando la junta para poder regresar. Imagínate los ánimos.

La mentalidad de tiburón de Vince le hace pasar por encima de quien sea

P. Además de los puros negocios, también hay una discrepancia ideológica sobre lo que debería de ser el producto.

R. Totalmente. Triple H y Vince McMahon son opuestos. Este último es arcaico, de la vieja escuela. Triple H busca cosas nuevas. Desde que está, ha contratado 18 nuevas superestrellas, ha firmado nuevo talento, ha cambiado las líneas creativas… Muy similar a lo que se hacía en NXT y que tanto gustaba al público. Por ejemplo, ahora, está permitido que en público y en los shows los protagonistas se designen como luchadores/wrestlers, en vez de superestrellas, algo que estaba prohibido [y con pago de multa incluido] en la etapa de Vince.

P. Esto ha afectado a la empresa, y, sobre todo, al ánimo de los luchadores, ¿tienen motivo para ello?

R. Cambia su estatus. Si Triple H está de su lado, saben que es una persona que lo conoce desde dentro. Con Vince era todo arbitrario, un día estabas arriba… y otro día estabas despedido. Hay reportes e informaciones que llegaron a decir que McMahon en ciertas reuniones con el roster se comportaba de manera senil y que no se acordaba de lo que decía. Hay preocupación.

P. Y el aficionado de la WWE, ¿debería estar preocupado por esta venta?

R. Depende mucho de a quién se la venda. Si es solo acuerdo económico, no debería haber ningún cambio para el aficionado. Por ejemplo, si Amazon te lo compra porque quiere ofrecer tu producto, no quiero que busque demasiados cambios, sino que apueste por lo que ha funcionado. El problema será si Vince busca su propio beneficio y protagonismo…

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El nerviosismo cunde en todo lo que rodea a la WWE. Stephanie McMahon se marchó porque no soportaba trabajar junto a su padre y por las consecuencias personales que podría tener la situación. La figura de Triple H queda señalada y el temor a que Vince recupere el control creativo es permanente. Para colmo, el principal candidato para comprar la compañía es… Arabia Saudí. El Fondo de Inversión Pública saudí ya consiguió hacer su gigantesco evento anual llamado Crown Jewel (conocido con sorna entre el aficionado como Arabiamanía), donde el aficionado local solicita la presencia de viejas glorias y, por supuesto, obliga a que las luchadoras combatan con trajes que oculten todo su cuerpo. El siguiente paso, hacerse con toda la empresa, la opción que más valora McMahon siempre y cuando se le dé a él la dirección de las historias.

Foto: La estrella portuguesa, durante su presentación con el Al-Nassr. (Reuters/Ahmed Yosri)

Esta misma semana, distintos medios especializados dieron por hecha la venta a Arabia Saudí, que habría ganado la partida a gigantes como Amazon o Disney, interesadas en la WWE. La compañía, tras varias horas de incertidumbre, negó el acuerdo. Los saudíes parten con ventaja en las negociaciones. Algo que preocupa, y mucho, al vestuario. Fightful llegó a asegurar que varias superestrellas iban a solicitar el despido si la compañía se vendía a Arabia. Por cierto, una de las historias favoritas de Vince McMahon como director creativo a lo largo de los años era la de enfrentar al puro y bueno estadounidense frente al temible y malo árabe. Incluso, con el Undertaker recibiendo un ataque "terrorista" en un show. Puro sueño americano. Cosas de la vida.

Si usted sigue pensando que tiene un mal jefe, piense en Triple H.

'Tu sitio está entre bambalinas: deja que los wrestlers hagan el show'. Este fue el primer consejo sobre el negocio de la lucha libre que Vincent J. McMahon le dio a su hijo, Vincent K. McMahon. Vincent James se había convertido en un respetado promotor de este espectáculo a partir de los años 50. No conoció a su hijo hasta que este cumplió los doce años, cuando el niño quedó cautivado por el oficio de su padre. A pesar de sus intentos, el patriarca fue incapaz de convencerle de buscar futuro más allá del negocio familiar. El joven estudió, se formó en estudios empresariales y fue asumiendo cada vez más roles en la World Wrestling Federation, una de las muchas promotoras de Estados Unidos. Cuando llegó la hora del traspaso de poderes, Vincent James quiso asegurarse de que la ambición de su hijo no trastocaría el statu quo del negocio, donde reinaba un estricto pacto de no agresión empresarial con sus competidores. Vincent Kennedy McMahon lo prometió, Vincent Kennedy McMahon mintió.

"Si mi padre hubiera sabido lo que iba a hacer, nunca me habría vendido sus acciones", aseguró Vincent años después en una entrevista con Sport Illustrated: "En los viejos tiempos, había promotoras de lucha libre en todo el país, cada uno con su pequeño patrón al mando. Cada uno de ellos respetaba la parcela de su vecino, no había ataques ni adquisiciones de sus luchadores. Había como 30 reinos diferentes por todo Estados Unidos. (...) Yo, por supuesto, no tenía ninguna lealtad con ellos". Era un pez muy grande en un charco… y acabó devorando todo a su al rededor para dar el salto al mar. El resto es historia: la compañía —rebautizada como World Wrestling Entertainment en el 2002 a consecuencia de una demanda de World Wildlife Fund— se convirtió en el gran imperio del entretenimiento deportivo con Vince McMahon a la cabeza, imponiendo una mentalidad salvaje para los negocios y para el día a día de la empresa. Había que hacer todo lo necesario, absolutamente todo lo necesario, por el bien de la empresa.

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