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'Quien a hierro mata': el sabor amargo de la venganza
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'Quien a hierro mata': el sabor amargo de la venganza

Paco Plaza cambia el terror por el 'thriller' en esta historia de revancha individual contra los estragos del narcotráfico en Galicia

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En la primera secuencia de 'Quien a hierro mata', Paco Plaza nos presenta a uno de los personajes de este 'thriller' de venganza, Kike Padín (Enric Auquer), a través del primer plano de su mano machacando con violencia un molusco en un barco marisquero. Como en seguida desvela la escena, el mejillón no es la víctima más sufrida de Padín, el menor de un clan familiar dedicado al tráfico de droga. Kike y su hermano Toño (Ismael Martínez) han tomado el control del negocio. Su padre, Antonio (Xan Cejudo), acaba de salir de la cárcel para ingresar en una residencia debido a una enfermedad terminal. Poco después de darnos a conocer a los Padín, Plaza introduce al enfermero Mario (Luis Tosar), el protagonista que se erigirá en fuerza antagónica del clan, también a través de un gesto de sus manos: en este caso, dedicado a atender a una persona de la tercera edad.

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El director nos sitúa por tanto a los personajes a partir de detalles asociados a acciones contrapuestas, la violencia frente a los cuidados. Para a partir de aquí complicar estos escenarios morales tan nítidos. Cuando Mario descubre que su nuevo paciente es el patriarca de los Padín, algo se remueve en su interior. No tardamos en descubrir que el enfermero ejemplar arrastra una herida interna ligada a los estragos causados por la droga. Y que decide emprender su venganza personal al respecto aprovechando que el viejo Padín se encuentra cómodo a su cuidado...

Paco Plaza se inició en el largometraje con 'El segundo nombre' (2002) y 'Romasanta, la caza de la bestia' (2004), en un momento álgido del cine de terror español, cuando la política de comercialización de productoras como Filmax pasaba por rodar películas en inglés que no mostraran marcas de su país de origen. El propio Plaza, junto a Jaume Balagueró, dio un vuelco a este panorama con la trilogía de '[REC]', que supo renovar el género desde el cambio de paradigma generacional que implicaba la aparición de las cámaras digitales y la mayor autoconciencia del dispositivo. Con la espléndida y reciente 'Verónica', el director valenciano también supo adaptar el terror a ese contexto hiperlocalizado y castizo del que en su momento huían las producciones de Filmax.

En 'Quien a hierro mata' también se huye, 'a priori', de la idealización de los traficantes de droga que han propiciado tantas películas

Ahora, con 'Quien a hierro mata', vira hacia el 'thriller' desde estas mismas coordenadas que han asentado directores como Alberto Rodríguez o Rodrigo Sorogoyen: la práctica de un cine de género que se despliega sobre una realidad social española bien reconocible. Aquí, de la mano de una productora, Vaca Films, que nunca ha tenido problemas en dejar clara su galleguidad en películas con una clara vocación comercial. En este caso, el filme se enmarca en ese panorama del narcotráfico gallego tal y como han contribuido a describirlo libros como 'Fariña', de Nacho Carretero, y su correspondiente adaptación televisiva. En 'Quien a hierro mata', también se huye, 'a priori', de la idealización de los traficantes de droga que han propiciado tantas películas, para en cambio ofrecer un retrato de un realismo muy identificable del ficticio clan Padín, encabezado por un patriarca que prefiere pasar sus últimos días en una discreta residencia para ancianos que cuidado como un rey en su propia casa.

Quizá porque la sombra de Quentin Tarantino es muy alargada, durante el visionado de 'Quien a hierro mata' una llega a pensar que el filme podría convertirse en el ajuste de cuentas cinematográfico contra el narcotráfico por la masacre de jóvenes que comportó la entrada de la heroína en la Península, sobre todo en los años ochenta y noventa. Pero el recuerdo de las muertes de tantos heroinómanos queda tan desdibujado como los 'flashbacks' un punto precarios que nos ilustran sobre el pasado de Mario. Por otro lado, la clave de la película consiste precisamente en desactivar la posibilidad de cualquier satisfacción en la idea de venganza. De manera que la espiral en que se adentra Mario acaba emponzoñando el horizonte de felicidad que por fin se había dibujado en su vida. En el corazón de 'Quien a hierro mata' late un drama en torno el progresivo embrutecimiento que vive el protagonista, y otro plano de sus manos corroborará el cambio que ha sufrido el personaje desde el arranque del filme. Al mismo tiempo, se pone de manifiesto hasta qué punto en el cine de Paco Plaza el sufrimiento moral de los personajes está íntimamente ligado al concepto de terror.

La solidez de 'Quien a hierro mata' se apoya en el gran trabajo de sus intérpretes

Desde su estructura de 'thriller', la película dibuja con atino los cambios en las dinámicas de poder en el tráfico de drogas. En este sentido, 'Quien a hierro mata' no pretende tanto profundizar en los pormenores de estas transformaciones como otorgar vigor así al desarrollo del 'thriller' a través de las amenazas exteriores, los escenarios cambiantes y las dobles traiciones. Aquí, el guion abusa por momentos de los recursos más efectistas del género, sobre todo cuando aprieta la tensión a través de ciertas situaciones contrarreloj en las que se ve metido el protagonista y de las que se salva gracias a unos giros argumentales un tanto forzados. Para compensar, la sorpresa casi final que se reservan los guionistas, Juan Galiñanes y Jorge Guerricaechevarría, resulta de una astucia digna del personaje que la urde y guarda una retranca amarga a la altura de la vocación desencantada del filme.

placeholder Cartel de 'Quien a hierro mata'.
Cartel de 'Quien a hierro mata'.

La solidez de 'Quien a hierro mata' también se apoya en el gran trabajo de sus intérpretes: Luis Tosar, siempre solvente en estos filmes en que se mezcla cine de género y drama individual; el ya tristemente desaparecido Xan Cejudo, que imprime su carisma cuasi inmovilizado en la cama de un hospital la mayor parte del metraje, o los convincentes Ismael Martínez y Enric Auquer, responsable este último de otorgar una idiosincrasia al mismo tiempo gallega y generacional a su personaje como todavía no habíamos visto en pantalla. Por contraste, sorprende lo desaprovechado del personaje de Julia, la esposa de Mario, y sobre todo del talento de la actriz que la interpreta, María Vázquez. El filme arrastra en este sentido una de las peores inercias de estos géneros, que tradicionalmente se han declinado en masculino: el dolor de las mujeres solo importa en la medida que engrandece la dimensión trágica del protagonista.

Foto: Sasha Luss es 'Anna'. (E One)


En la primera secuencia de 'Quien a hierro mata', Paco Plaza nos presenta a uno de los personajes de este 'thriller' de venganza, Kike Padín (Enric Auquer), a través del primer plano de su mano machacando con violencia un molusco en un barco marisquero. Como en seguida desvela la escena, el mejillón no es la víctima más sufrida de Padín, el menor de un clan familiar dedicado al tráfico de droga. Kike y su hermano Toño (Ismael Martínez) han tomado el control del negocio. Su padre, Antonio (Xan Cejudo), acaba de salir de la cárcel para ingresar en una residencia debido a una enfermedad terminal. Poco después de darnos a conocer a los Padín, Plaza introduce al enfermero Mario (Luis Tosar), el protagonista que se erigirá en fuerza antagónica del clan, también a través de un gesto de sus manos: en este caso, dedicado a atender a una persona de la tercera edad.

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