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'Anna': otra tía buena armada hasta los dientes
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'Anna': otra tía buena armada hasta los dientes

La modelo rusa Sasha Luss protagoniza otra entrega de la serie de Luc Besson sobre tipas duras y terriblemente bellas

Foto: Sasha Luss es 'Anna'. (E One)
Sasha Luss es 'Anna'. (E One)

Recuerda el cartel que 'Anna' es otra película del director de 'León: el profesional'. Un recordatorio necesario para identificar a un cineasta muy alejado de sus mejores momentos y que ahora, tras el fiasco económico —y de crítica— de 'Valerian y la ciudad de los mil planetas', vuelve al terreno seguro de su universo de 'barbie killers', heroínas embutidas en cuero y de gatillo fácil. Pero no lo hace con el ingenio de 'El quinto elemento', la brutalidad de 'Juana de Arco', la ingenuidad de 'Nikita' o el artefacto de divertimento que es 'Lucy', sino que lo hace desde la comodidad de los lugares comunes y el estímulo de pasearse con la cámara entre los cuerpos esculturales de modelos ligeras de ropa que, como pasatiempo, tampoco está mal.

Esta vez, Luc Besson no puede ocultar o revestir de pretextos su mirada rijosa: en la forma en que trata la relación entre la protagonista, interpretada por la modelo rusa Sasha Luss, y su compañera de piso Maud (Lera Abova), o cómo al abrir una puerta del apartamento que comparten Anna y el resto de maniquís lo menos que puede una encontrar, donde en cualquier piso compartido suele haber platos sucios y pilas de ropa sucia, es un 'ménage à trois'. ¡Qué suerte la suya! Besson vuelca, como siempre, muchos de sus fetichismos, pero esta vez la trama es la excusa para ver a Luss repartiendo estopa en minifalda. Sin ser 'sexploitation', algunas de las musas de la ficción de Besson encajarían en cualquier título de 'nazi exploitation', si no fuera porque el francés prefiere protagonistas eslavas, preferiblemente con algún vínculo con los servicios secretos soviéticos y coetáneas de finales de los ochenta y principios de los noventa.

placeholder Otro momento de 'Anna'. (EOne)
Otro momento de 'Anna'. (EOne)

Anna es el primer papel protagonista para Sasha Luss, que hasta ahora se había dedicado a las pasarelas, las sesiones de fotos y el relleno de algún que otro videoclip. Aunque ya había participado en la anterior película de Besson, 'Valerian', lo hizo con un personaje sin apenas texto y escondido bajo capas y capas de efectos digitales. Sin embargo, Luss defiende un papel en el que consigue conjugar fragilidad y frialdad asesina, aparte de dignificar situaciones y coreografías —de estas de imitar un helicóptero con las piernas— que rayan la parodia involuntaria. Empoderamiento femenino, que dicen.

Como en 'Nikita', Besson vuelve al subgénero del espionaje en tiempos de Guerra Fría, aunque tanto por estilo como por algunos anacronismos tecnológicos pareciera que 'Anna' está ambientada en la década pasada. Besson presenta a Anna como una joven que vive en la pobreza vendiendo matrioskas en un puesto callejero y a la que un ojeador de moda descubre y manda a París a convertirse en modelo. Una premisa que, salvo en el lenguaje del cine estilo cómic, parece más bien una broma. Sin embargo, bajo el aspecto delicado y espigado de la joven se esconde una auténtica máquina de matar, una identidad que el director irá descubriendo a base de tantos 'flashbacks' y 'flashforwards' que el espectador acabará mareado en el tiempo.

placeholder Cillian Murphy es Lenny Miller, de la Interpol. (EOne)
Cillian Murphy es Lenny Miller, de la Interpol. (EOne)

En realidad, Anna es una asesina a sueldo del KGB que utiliza el modelaje como tapadera. Al igual que Charlize Theron en 'Atomic Blonde' o Jennifer Lawrence en 'Gorrión rojo', Luss interpreta a una mujer de belleza letal que aprovecha su atractivo erótico y la baja consideración que de ella tienen los hombres poderosos que la rodean para liquidar a sus objetivos. Como en los casos anteriormente mencionados, tampoco faltan el tinte rubio platino y las faldas cortas y ajustadas en la caracterización del personaje. Junto a ella, su amante y entrenador, Álex (Luke Evans) —porque si es bisexual, las fantasías del espectador se duplican—, y su jefa, Olga, interpretada por Helen Mirren, que debe de haberse metido en una hipoteca muy cara atendiendo a su filmografía de los últimos años. También aparece por ahí Cillian Murphy como agente de la Interpol, que también actúa como pretexto para que Besson pueda enseñar el cuerpo desnudo de Luss una vez más.

placeholder Cartel de 'Anna'.
Cartel de 'Anna'.

Probablemente a quien le haya gustado 'Hobbs and Shaw' también le entretenga 'Anna'. Al fin y al cabo, su genoma es el mismo: un engarzado continuo de escenas de acción, cierta dosis de humor —en este caso, a cargo del personaje de Helen Mirren— y la contemplación de la carne perfectamente esculpida. El espectador masculino medio fantaseará con acostarse con ella; la espectadora femenina medio fantaseará con parecerse... y acostarse con ella de paso. Así todos contentos. Y el director más, que si se lleva una alegría en taquilla habrá sido con la ley del mínimo esfuerzo.

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