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"Escupitajos, puñetazos, insultos". Estudiantes judíos atacados en España
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Juan Soto Ivars

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"Escupitajos, puñetazos, insultos". Estudiantes judíos atacados en España

Confundir "judío" con "sionista" es tan absurdo como creer que "sionista" significa "asesino de palestinos", y esto es lo que está ocurriendo

Foto: Protestas en la Universidad de Sevilla contra Israel. (Europa Press/María José López)
Protestas en la Universidad de Sevilla contra Israel. (Europa Press/María José López)
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"Del río al mar", el lema de Hamás que aboga por la destrucción completa del Estado de Israel, se ha abierto paso con el carisma de un eslógan de moda y se ha instalado en las protestas estudiantiles de apoyo al pueblo palestino. Yolanda Díaz, vicepresidenta, empleó el lema en uno de esos vídeos alucinantes que cuelga en redes sociales, como de teletubbie orwelliano, y también lo ha empleado la candidata a las europeas Irene Montero. Asistimos así a la normalización del antisemitismo, al más alto nivel.

Más allá de la comprensible protesta contra una masacre del ejército israelí en Gaza, que por cierto provoca en Israel tantas protestas como en el resto del mundo occidental, con la diferencia de que los israelíes no desean la desaparición de su país y el exterminio de sus habitantes, en las universidades españolas se ha instalado algo ligeramente distinto a la solidaridad humanitaria: un ambiente opresivo que llega a la agresión física contra estudiantes judíos. Por parte de alumnos, pero también por parte de profesores.

Con esto no se pretende demonizar la protesta: no todos los que acampan o piden el fin de lo que entienden como "genocidio" son antisemitas, perse a que la propaganda israelí está muy interesada en difuminar la diferencia. Sin embargo, es indiscutible que el antisemitismo se ha infiltrado en la universidad en los bolsillos de la protesta solidaria.

Confundir "judío" con "sionista" es tan absurdo como creer que "sionista" significa "asesino de palestinos", y esto es lo que está ocurriendo. Aunque podríamos pensar que la universidad es el lugar adecuado para establecer matices terminológicos, ocurre más bien lo contrario. La defensa de una minoría acosada por las bombas al otro lado del Mediterráneo se ha tornado en opresión a una minoría acosada por razón de etnia en nuestro país.

Foto: Imagen: EC Diseño.

Así las cosas, estudiantes, investigadores y profesores judíos y no judíos han lanzado la Red Académica Contra el Antisemitismo para proporcionar ayuda, asesoramiento y cuidado a los judíos (y no judíos) que cursan o imparten asignaturas en las universidades españolas, y que se ven se ven afectados por un ambiente opresivo que no acepta matices. Hablamos con Angy Cohen, Alejandro Baer, Jonathan Bar Shuali, David Villar y Jacobo Micó, miembros de esta red, sobre la situación. Ninguno de ellos quiere dar su foto: temen que mostrar sus caras tenga parecido efecto del brazalete amarillo con la estrella de David.

PREGUNTA. ¿Qué os ha llevado a montar esta plataforma?

RESPUESTA. Angy Cohen: la sensación de que ya no se podía seguir pensando que la cosa no es para tanto y la necesidad de dar respuesta tanto a la situación de vulnerabilidad de muchos alumnos como a la naturalización de los mensajes de odio que cada vez era más normal encontrar en los campus.

P.¿Cuál es ahora mismo la situación de los estudiantes judíos en España?

R. Alejandro Baer: estamos recibiendo información de estudiantes judíos en distintas universidades. Su principal queja es que sus centros se están volviendo altavoces de propaganda con el beneplácito de las autoridades académicas y que bordean el discurso de odio anti-judío. Por un lado están los lemas que justifican "la resistencia" de Hamás el 7 de octubre, pero también se están difundiendo teorías de la conspiración y verdaderos libelos antisemitas, como por ejemplo que Israel roba órganos de palestinos asesinados. Todo esto ocurre en las acampadas o en las aulas, es decir en espacios que son de toda la comunidad universitaria. Este es un ambiente en el que obviamnete estudiantes judíos se sienten vulnerables, insultados, excluidos y estigmatizados por su vinculación con Israel. De hecho uno de los lemas de las acampadas, reproducido en muchos carteles, es "fuera sionistas de la universidad".

R. Jonathan Bar Shuali: El hecho es que esta situación no es para nada nueva. Realmente lo único diferente de este contexto es que un estudiante judío en Madrid o Barcelona, por ejemplo, antes podía tener la seguridad de no verse agredido o insultado. Lo máximo era ver la estrella de David tachada en una facultad o que un profesor utilizara su asignatura para hablar de los supuestos (y claramente falsos) "lobbys judíos". A la hora de la verdad las asociaciones a favor del "BDS" (que en muchos casos no cuentan con alumnos adscritos al centro en cuestión, es decir, en el que se manifiestan) no se atrevían a sobrepasar ciertos límites. También cabe destacar que, en varias situaciones, y antes de la masacre de octubre, estudiantes y profesores eran insultados haciendo empleo del apelativo de "judío". Lo curioso es que esto se ve relacionado con aquello que contemplaba la International Holocaust Remembrance Alliance, la máxima de que los discursos antisemitas también pueden ser ejercidos para dañar a individuos no-judíos. Muchos estudiantes judíos no éramos conscientes de que esto podía darse pero, efectivamente, estamos viendo en estos meses cómo personas no-judías son también atacadas a través de discursos antisemitas.

"No éramos conscientes de que esto podía darse, pero estamos viendo en estos meses cómo personas no-judías son también atacadas"

Actualmente la situación es muy complicada, la Red ha recibido notificaciones de estudiantes de grado, máster y doctorado de Madrid, Barcelona, Málaga, Baleares, Valencia, etc. Pero ojo, no solo estudiantes o investigadores en formación, también personal administrativo de universidad que se está viendo acosado por su condición sociocultural nos hacen llegar estas quejas. Somos conscientes de escupitajos a la cara, puñetazos, insultos, en lo que respecta a casos concretos. En un marco más general, sabemos que en edificios (en los que las asociaciones manifestantes sabían perfectamente que había estudiantes judíos o israelíes, por cierto sin mucha protección por parte de sus maestros) se han producido encerronas, la toma de espacios públicos para evitar que los universitarios siguieran con su vida cotidiana e incluso quema de banderas.

Dos casos que merecen ser señalados son, por un lado, el de los alumnos de la Universidad Autónoma de Madrid que, a la vez que recorrían el campus con carteles anti-israelíes, alzaban su voz al sonido de lemas nazis y pidiendo la muerte de los judíos. Otro caso a destacar sería la reciente aparición en la Complutense de unas pegatinas en las que figura un niño palestino que en la siguiente imagen pasa a transformarse en un hombre que sostiene un arma. Es evidente lo que significa… Y por supuesto, ahí no hay ningún mensaje de paz o diálogo…

P. ¿Cuántos estudiantes judíos calculas que hay matriculados en universidades españolas?

R. Alejandro Baer: Es difícil de saber, porque no hay censo ninguno lógicamente (sería absurdo -e ilegal- solicitar este dato en las matrículas). La Federación de Comunidades Judías estima que hay aproximadamente 45.000 judíos en España, no todos afiliados a comunidades, por lo que entre esta población también hay un porcentaje considerable de estudiantes universitarios judíos españoles, a los que se suman los estudiantes extranjeros y de intercambio.

R. Jonathan Bar Shuali: La Federación de Jóvenes Judíos en España (FEJJE) ha tratado de reunir a todos los estudiantes judíos en las universidades para darles cierto apoyo moral y proponer actividades de interés cultural. Si bien es muy frustrante tardar tanto en obtener estas cifras, se han podido crear pequeños grupos de estudiantes de entre 10 a 20 miembros por centro. En muchos casos solo son uno o dos… Las cifras son bajas, en todo caso la Red solo recibe las quejas de estos alumnos y su necesidad de una respuesta inmediata al daño físico que empiezan a sufrir dada la situación actual. Quizás este aspecto sería mejor consultarlo con la FEJJE.

P. Más allá de las protestas estudiantiles, ¿está siendo el profesorado imparcial con sus alumnos en esta cuestión?

R. Alejandro Baer: Es difícil de responder a esto. Sabemos que hay excelentes profesores que están tratando el tema con mucho conocimiento, apertura de miras y sensibilidad hacia todos sus estudiantes.

R. Jonathan Bar Shuali: En este sentido deberíamos centrar cada caso en su contexto, la norma general es que la gran mayoría de profesores prefieren permanecer neutros en esta cuestión. Es decir, aceptan el derecho a protestar, como es lógico, pero tampoco hacen nada para frenar varios de los lemas en contra de los estudiantes judíos e israelíes… Pero reitero, en todo caso hay contextos y contextos… No siempre es igual y sabemos de excelentes docentes que tratan de frenar esta "ola de odio" en sus departamentos. Además, se debe recordar lo dicho en otra de las preguntas. No es nuevo el que varios docentes utilicen sus asignaturas para hablar de "la culpa del judío", la idea del "lobby" o que todos los israelíes son judíos; contamos con varios testimonios que nos confirman estos sucesos.

"No es nuevo el que varios docentes utilicen sus asignaturas para hablar de 'la culpa del judío'"

R. Angy Cohen: yo creo que la situación con el profesorado es, en muchos casos, vergonzosa. Hay profesores escribiendo en medios de comunicación sobre el "sionismo internacional", negando que exista semejante cosa como el antisemitismo o que ya a nadie le importa que le tilden de tal porque básicamente hay carta blanca. Esto se puede encontrar fácilmente en diferentes periódicos. Sabemos de profesores que utilizan sus clases como espacios de propaganda política y de profesores que no hacen nada para proteger a sus alumnos judíos de ataques y discriminación. Es más, sabemos que muchos alumnos de diferentes universidades españolas están reuniéndose (o tratando de hacerlo) con los rectores para denunciar casos concretos de discriminación y ataques personales y la respuesta que reciben es, en general, la nada más absoluta.

R. David Villar: Desde mi punto de vista, no podemos dar una respuesta general a esta cuestión, hay que ir caso por caso, ya que hay profesores que, como con cualquier otro tema, en el uso legítimo de su libertad de cátedra, manifiestan la opinión que creen más oportuna. Ahora bien, en lo que creo que estamos fallando, independientemente de la opinión que se tenga respecto a este asunto, es en no luchar porque la universidad sea un espacio abierto, de diálogo y respeto al otro en el que el debate crítico y el intercambio de ideas tenga cabida. Eso se ve claramente cuando un profesor organiza un congreso, una conferencia o una charla relacionada con Israel o el judaísmo contemporáneo y, o bien sufre protestas y boicots en el mismo acto de grupos radicales o, para evitar eso, se ve obligado a difundir la información del evento casi en secreto para no sufrir esos ataques. Ahí creo que una parte del profesorado está fallando ya que está legitimando la protesta por su postura contra Israel, dinamitando con ello que la universidad sea un lugar para la reflexión y un punto de encuentro. ¿Cómo vamos a pedir a la sociedad mesura y no polarización cuando en el espacio que se supone que debe estar a la vanguardia en el conocimiento y en la forma de abordar los problemas se fomentan tales actitudes?

P. ¿Dónde está la frontera entre la crisis humanitaria que produce la guerra de Netanyahu y el antisemitismo que denunciáis?

R. Angy Cohen: En la asunción de que Israel es el único país del mundo cuya población está unánimemente encantada con su gobierno, haga este lo que haga; en la asociación de Israel con el nazismo, el colonialismo y hasta el capitalismo, que no es sino una actualización del tópicos antisemitas como que los judíos son viles por naturaleza, que disfrutan del dolor de otros, que son mezquinos y acaparadores, que no ven la realidad sino sólo sus intereses. Una persona judía hoy sólo puede estar dentro de la izquierda española si hace una especie de declaración contrita en la que se distancie no ya del gobierno de Israel (del que yo misma reniego) sino de Israel como nación, de la propia existencia de Israel. Cuando Israel es la "entidad sionista" es ya una ficción, una representación de todo lo maligno e inhumano. Por tanto, cualquier persona que tenga un vínculo del tipo que sea con Israel, sean judíos o no, pasan a ser cómplices de ese inhumanidad. Ese paso de la crítica feroz a Israel a la idea de que "la entidad sionista" ha de ser destruída "del río al mar" por una "Palestina libre" es antisemitismo, que es el racismo de la gente anti-racista, que se piensa ajena a cualquier tentación racista o discriminatoria.

R. David Villar: La frontera está en la polarización y en la simplificación de los discursos. Cualquier persona que haya estudiado Israel, el sionismo o que haya vivido allí sabe que lo que sin duda caracteriza a Israel es la diversidad. Hay un montón de personas que no comparten las medidas de Netanyahu ni de su gobierno y que han trabajado y trabajan por una solución pacífica y política del conflicto con los palestinos. Por eso, las críticas que demonizan a la sociedad israelí en su conjunto y al Estado de Israel en su totalidad pienso que caen en posturas antisemitas, ya que además identifican lo israelí únicamente con la parte judía y no con las otras que existen y que tienen una importancia significativa, como por ejemplo la de los árabes israelíes.

P. En Israel hay protestas contra la guerra protagonizadas por estudiantes. De hecho, el festival que masacró Hamás el 7 de octubre se parecía algo a las protestas de estudiantes españoles. ¿Cuál es la diferencia?

R. Angy: Seguramente muchas de las personas que hoy se manifiestan por Palestina, si vivieran en Israel, habrían estado en ese festival de música por la paz y otras hoy estarían manifestándose junto con las miles de personas que se manifiestan a diario contra el gobierno de Netanyahu, por el fin de la guerra, por el retorno de los rehenes. Hay una conexión en ese sentido, de estar en el mismo lado del espectro político en sus respectivos países. Por eso la traición es todavía mayor: se silencian las voces de aquellos que, como ellos, quieren (¡y necesitan!) el fin de la guerra. Pero las cosas que tienen en mente cada uno son muy diferentes. Los israelíes que se manifiestan constantemente lo hacen bajo la desesperación ante los secuestrados, los familiares y amigos muertos, los hijos en el ejército en una guerra cruenta, la destrucción de Gaza, el desastre humanitario, la imposibilidad de terminar con Hamás por la vía de la guerra y la sensación de falta absoluta de control sobre las decisiones del gobierno. Todo esto está muy lejos de lo que motiva a quienes se manifiestan aquí. Lo que vemos en las manifestaciones aquí, bajo la llamada al fin del genocidio, son en realidad llamadas al desmantelamiento de Israel (como si eso fuese posible o deseable en el caso de cualquier otro país al que se pueda acusar de crímenes similares) y un silencio total sobre el papel de Hamás en todo esto, además de una negación de la masacre que empezó esta guerra en primer lugar.

Foto: Combatientes de las Brigadas Ezzedin al-Qassam, el brazo militar de Hamás. (EFE/Mohammed Saber)

P. ¿Qué te hace pensar el lema "del río al mar"?

R. Angy Cohen: este lema se escuchaba ya desde el mismo 7 de octubre y se repite como respuesta al asedio de Gaza, como apoyo a los palestinos y como amenaza a los israelíes. A pesar del sadismo de la carnicería por streaming de Hamás, presentada al mundo en tiempo real, las mismas personas que se rasgan las vestiduras frente a los horrores de Gaza, minimizan, niegan o, peor, contextualizan esa violencia. El lema "del río al mar" es particularmente escalofriante cuando lo repiten los adalides del pensamiento decolonial, cuya violencia nos ha pasado a muchos desapercibida, seducidos por su poética de la rebelión y la resistencia.

Según esta forma de ver el mundo, el subalterno, el oprimido, no tiene ninguna obligación moral, a excepción de con sus semejantes y con el resto de desposeídos de la tierra. La conciencia de clase, la lucha de clases… Violencia revolucionaria, como dice el marxismo, que justifica que los oprimidos sólo podrán vencer a sus opresores a través de la violencia. Lo que une a unos y otros es la relación de poder, que los convierte ya en abstracciones. Cuando aceptamos la violencia y deshumanización del otro y adoptamos este marco para entender lo que está pasando en Israel y Gaza, ¿cuánta brutalidad somos capaces de justificar? ¿Protegen nuestros valores también a aquellos a quienes consideramos nuestros enemigos? ¿Qué somos capaces de hacerle a aquellos a quienes percibimos como más poderosos?

Cuando perdemos de vista el hecho de que todos somos capaces de hacer el mal y nuestras propias ideas y valores justos nos embelesan, nos volvemos peligrosos para quienes vemos como enemigos, incluso si estos son niños, personas mayores o chavales bailando en un festival de música. Y, cuando lo ven desde sus casas en España, lo relativizan o niegan, porque aquí los israelíes son ya percibidos como enemigos poderosos y por lo tanto no son merecedores de ninguna compasión. Por lo demás, a diferencia de otras minorías, los judíos en general son percibidos por muchos como una minoría poderosa, en la sombra, con acceso a una riqueza incalculable. El poder, aunque sea inventado, hace que los horrores sean relativizados o negados en el nombre de la liberación. No hay, por tanto, compasión alguna, lectura moral alguna de lo que les ha pasado a los israelíes o de lo que ese lema siniestro puede significar para ellos.

P. En España se habla institucionalmente de la solución de dos estados, pero Palestina (ni Hamás ni la Autoridad Nacional) no ha admitido nunca esa vía. ¿Está siendo Europa realista?

R. Alejandro Baer: Más allá de si este paso que va dar España y algunos otros Estados europeos es o no realista en el actual escenario de guerra, hambruna y rehenes cautivos en Gaza, nos preocupa la forma en que se ha planteado el debate aquí en términos de humanidad (estar "del lado correcto de la historia", dijo Sánchez) frente a progenocidas o, desde el otro extremo: defensores de la civilización y defensores de terroristas. El conflicto israelopalestino está tomando una centralidad en la política nacional en la que las posturas se exacerban y se vuelven caricaturas. Las universidades se han instalado en uno de estos extremos. Que las universidades reproduzcan esta lógica de simplificación y el cliché no solo afecta a los estudiantes judíos e israelíes, sino que supone abandonar su verdadera misión de servir de espacios de reflexión, encuentro y diálogo que permitan arrojar luz sobre una realidad enormemente compleja.

P. ¿Cuál es vuestra postura ante el conflicto, si es que tenéis una unitaria?

R. Alejandro Baer: No la tenemos. Somos más de 60 miembros en la red por lo que hay también distintas posturas y perspectivas sobre el conflicto. En lo que estamos todos de acuerdo es en que todas tienen que tener cabida en la universidad.

R. Angy Cohen: Hay posturas políticas muy diferentes entre nosotros pero lo que nos une es nuestra preocupación por la normalización del antisemitismo en espacios que se entienden a sí mismos como ajenos al racismo y la discriminación. Para mí, es un pequeño milagro que gente tan diferente como nosotros estemos trabajando juntos, a pesar de las muchas diferencias que pudieran separarnos.

Hay posturas políticas muy diferentes entre nosotros, pero lo que nos une es nuestra preocupación por el antisemitismo"

P. BDS no ha variado su discurso antes y después de la última guerra. ¿Hasta qué punto está esta organización imbricada en las universidades?

R. Jacobo Micó: Es una pregunta sobre la que nos podríamos extender largo y tendido. Como es bien conocido, el BDS se ha consolidado como la campaña internacional para presionar a Israel a través del boicot económico, académico y cultural. No obstante, entiendo que te refieres a su discurso en cuanto al "boicot académico" por la referencia que haces a la universidades.

El Boicot académico del BDS ha sido un proceso lento y difícil que podríamos analizar en tres etapas. La primera desde los inicios del siglo XXI hasta los ataques de la franja de Gaza de 2008-2009 (la Operación Plomo Fundido). Una segunda que iría desde la Operación Plomo Fundido hasta el año 2013. Y una tercera que se extendería hasta la actualidad. Esta última guerra es un punto de inflexión que dará lugar a una nueva etapa. De la primera etapa hay que destacar que en 2004 se creó la Palestinian Campaign for the Academic and Cultural Boycott of Israel (PACBI) a través de la cual académicos e intelectuales palestinos realizaron un llamamiento a sus pares de la comunidad internacional para que implementaran un boicot académico a las instituciones universitarias israelíes.

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Fue una etapa de perfeccionamiento donde sí se produjo una variación en el discurso: cambió el objetivo del boicot. Eran las universidades israelíes y no los universitarios de dicho país. La segunda etapa fue un periodo de expansión y crecimiento de las campañas del movimiento BDS en el ámbito académico. Por último, la tercera etapa sería una etapa de"éxitos", por ejemplo, la decisión de Stephen Hawking de sumarse al boicot, el voto a favor del boicot de la American Studies Associaton (ASA) y las directrices que por aquel momento tomó la Union Europe: un boicot de facto a los centros académicos israelíes situados en territorios ocupados.

Ahora el BDS académico se encuentra en una cuarta etapa donde el solapamiento que mencionas ha tenido una evolución notable y donde sí se ha producido un cambio de discurso. Evidencia de ello son los llamamientos que se han hecho en las universidades españolas estas últimas semanas y donde los universitarios israelíes (incluidos los palestinos) también se ven afectados (a diferencia de la versión de 2010

P. ¿Cómo afectan a los estudiantes e investigadores medidas como la ruptura de lazos con universidades israelíes?

R. Angy: Este es un tema muy serio, pues implica la desaparición de colaboraciones entre instituciones e individuos que no sólo no tienen responsabilidad alguna en esta guerra sino que, en muchísimos casos, se oponen a ella y la padecen más que nadie. Tenemos casos indignantes, como el caso de María Dakwar, una lectora árabe cristiana que es la persona afectada por la ruptura del único convenio que hay entre la Universidad de Oviedo y la Universidad Hebrea de Jerusalén. María Dakwar venía como lectora a dar clases de árabe y algo de hebreo. Está como sacado de una comedia de Sayed Kashua. Esto tiene que ver con cómo y a quién afecta del lado israelí. Ahora bien, del lado español la ruptura de lazos con universidades israelíes implica que, por ejemplo, un doctorado como el mío, que se hizo en el marco de un convenio de cotutela entre la UAM y la Universidad Hebrea de Jerusalén, no sería viable en universidades como la Universidad de Barcelona o la Universidad de Granada, por citar sólo dos ejemplos de universidades que han roto vínculos con universidades israelíes. Algo que es terrible en todo esto es que el boicot también va a afectar a israelíes que han hecho mucho más por la paz y la justicia en la región que todas estas personas que se están manifestando por el boicot. Además, este ambiente de boicot genera ruptura de relaciones personales y colaboraciones que se habían establecido entre investigadores que hoy no pueden trabajar juntos no tanto porque no quieran cuanto por cómo esto puede ser percibido por sus instituciones. Hay mucho miedo a ser señalado, algo absolutamente intolerable.

"Del río al mar", el lema de Hamás que aboga por la destrucción completa del Estado de Israel, se ha abierto paso con el carisma de un eslógan de moda y se ha instalado en las protestas estudiantiles de apoyo al pueblo palestino. Yolanda Díaz, vicepresidenta, empleó el lema en uno de esos vídeos alucinantes que cuelga en redes sociales, como de teletubbie orwelliano, y también lo ha empleado la candidata a las europeas Irene Montero. Asistimos así a la normalización del antisemitismo, al más alto nivel.

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