No cabe un evento literario más en España: "Muchos escritores estamos a punto de petar"
Los escritores emergentes son el carburante de un engranaje de editoriales, librerías y autores que ha producido un 'boom' de eventos literarios como si fuesen festivales musicales
El sábado 20 de abril, Juanpe Sánchez López (1994), autor de
No es una gira de una estrella del rock, ni siquiera la de una orquesta veraniega, sino la de un escritor a punto de dar el salto a eso tan difícil: “vivir de esto”. “Me ha pasado al menos dos veces en Madrid y otra en Barcelona que me he contraprogramado con amigos, así que no es casualidad”, explica Sánchez en la hora libre que tiene entre bajarse del AVE en Atocha y la presentación de la
El caso de Juanpe es paradigmático de esa clase media de escritores emergentes que son el principal carburante de un alambicado engranaje entre editoriales, librerías, instituciones y autores que nunca se detiene y que se sustancia en un mercado editorial saturado de libros y una profusión creciente de eventos relacionados con la literatura (presentaciones, mesas redondas, cursos y clubs de lectura) que exigen a los autores, el primer y último eslabón, una hiperactividad extenuante más parecida a la del músico errante que a la estrella del pop que duerme en hoteles de cinco estrellas. “En mi entorno más inmediato hay una sensación compartida: vamos a petar en algún momento”, reconoce.
Su caso es ilustrativo por varios motivos. Por una parte, porque Superemocional fue editado por una pequeña editorial, pero la antología queer ya ha sido publicada por Planeta, uno de los dos grandes grupos editoriales españoles. Por otra, porque salió al mercado hace ya casi un año pero sigue teniendo vida comercial. Por último, porque no se dedica profesionalmente a la escritura sino al mundo académico y todas estas cargas apenas le han permitido avanzar en su principal labor. “El problema es que todo aparece por goteo: hoy vengo a Madrid a presentar el libro, ahora hago esta entrevista, mañana otra y acabas dejando de un lado lo que tienes que hacer, por lo que cuando vuelves te genera aún más ansiedad. Es agotador”.
"El año pasado me pasó factura porque el libro fue muy bien y le decía que sí a todo"
Otra que estuvo a punto de “petar” fue Marta Jiménez Serrano (1990), autora de
La lección que Jiménez Serrano aprendió con su éxito sobrevenido, que le ha permitido dar el pequeño salto (en breve aparecerá como colaboradora en Ovejas eléctricas, el nuevo programa cultural de La 2), es el aprender a decir que no: “Cualquier autónomo tiene que lidiar con ello y no es exclusivo de lo literario. Juanpe lo denomina “un espejismo de falsa notoriedad”: “Te empiezan a llamar para un montón de cosas, pero a lo mejor el año siguiente no te vuelven a llamar”. La gran paradoja es que “cuanta más soltura económica consigues, más sientes que vas a petar, porque más propuestas te llegan”.
"En esta fase inicial de profesionalización estás obligado a figurar en todas partes"
La única forma de salir de la rueda es alcanzar ese estatus en el que uno puede permitirse decir que no, pero ni siquiera. “En esta fase inicial de profesionalización de la escritura tienes que estar en todos los sitios, y hay un momento en el que te empiezan a llamar de demasiadas cosas así que lo expones de manera política: no voy a las cosas que no sean remuneradas”, explica el escritor, que acto seguido matiza su respuesta. “Pero no es tan fácil aplicarlo, porque hay una idea de competencia y de visibilidad, de que si no estoy yo voy a estar otra persona. Puedes elegir, pero si me pagan por ir a Tenerife, ¿cómo voy a decir que no cuando se están interesando por mi trabajo? Luego sale Sant Jordi, pues cómo no vas a ir, y te proponen algo en Madrid, ¿cómo voy a decir que no a una amiga? Estás en un terreno intermedio entre la precariedad y no tener suficiente rango como para poder decir que no a todo y ponerte a escribir”.
El escritor-marca
El mes pasado, Mariana Enriquez, la autora argentina de novelas como
Ayer vi estos carteles pegados por mi barrio, anunciando una gira de Mariana Enríquez cual estrella de rock. ¿Qué opináis de este planteamiento?
— 𝐺𝑒𝑚𝑎 𝑀𝑜𝑟𝑎𝑡𝑎𝑙𝑙𝑎 (@Gema_MG) March 14, 2024
(Que conste que quiero mucho a la autora porque Las cosas que perdimos en el fuego me parece un gran libro y quiero leer más). pic.twitter.com/y8dBKxCadE
“No es nada nuevo, lo nuevo es encontrarte un cartel con Mariana Enríquez a lo Lori Meyers”, valora Begoña Minguito, directora de comunicación, gestión y programación de La Central en Madrid, que ha estado a los dos lados de la barrera: primero en comunicación editorial en Anaya y hoy en una de las librerías españolas donde más eventos se celebran. Día tras día comprueba cómo se está generando un fenómeno fan alrededor de “eventos a los que hay que ir” como ocurre con los conciertos o los festivales.
“De siempre, hacer eventos con escritores ha servido como percha para salir en medios regionales, así que montaba una pequeña gira con los autores y me los llevaba a Bilbao, Zaragoza o Sevilla; ahora los eventos me sirven para atraer al público y que conozcan la librería”, explica. “Siempre que alguien me comenta que quiere abrir una librería le digo que monte eventos para crear comunidad de clientes y generar ventas, y si fuese escritor, pediría a mis agentes que me llevase a los más sitios posibles”.
La gran diferencia con el pasado inmediato es que se editan más libros que nunca, “muchos más que los que el mercado puede asimilar” como resume Jiménez Serrano y, por lo tanto, es más difícil destacar en un mercado saturado. La fórmula está clara: las presentaciones son eventos baratos (basta con la presencia del autor, acompañado de algún amigo que se presta por amor al arte) y el rédito puede ser grande, más allá de las ventas directas. Como explica Minguito, “hoy es muy importante subir contenido todo el rato y eso lo generan los eventos: no hace falta ni que estén llenos, porque puedes subir la foto. Si vendes veinte libros aquí y veinte allí y generas ruido, siempre suma, nunca resta”.
La parte que menos recibe, el escritor, es el que más tiempo y esfuerzo dedica
Ese "cuanto más, mejor", ha provocado que incluso la clase media emergente de escritores sean pequeñas estrellas, autores-marca que generan a su alrededor una cierta comunidad de lectores que llenan estos eventos. Juanpe reconoce que algunos lectores le han pedido consejo tras una ruptura. Eso supone la paradoja de que el escritor, que es quien menos porcentaje recibe en el reparto económico, es quien termina sacrificando tiempo y esfuerzo no remunerado para alimentar la rueda.
“Hay una sobreabundancia de libros que tienen muy poca vida y que si no se venden vas a tener que devolver a las pocas semanas porque no hay espacio para más”, explica Pablo Cerezo, uno de los libreros de Pérgamo, la conocida como “librería más antigua de Madrid”. “Una de las pocas formas de hacer que tenga un poco más de vida es mantener un perfil muy público y eso lo consigues a través de los eventos”. Minguito coincide: “Nosotros montamos cursos porque es una manera de generar comunidad de lectores que se sientan parte”.
Todo escritor con una cierta carrera se ha encontrado un buen día en una ciudad a cientos de kilómetros de su hogar presentando un libro ante menos personas que en la Última Cena. “Un evento se organiza, se publicita, se informa a lectores y medios culturales de la ciudad, y en muchos casos requerirá de un moderador o de alguien que haya preparado la charla con el autor/a (e, idealmente, ¡que se haya leído su libro!)”, lamenta Jiménez Serrano. “Me ha llegado a ocurrir el llegar a un lugar, que me sienten en una silla y tener que lanzarme a hablar yo sola de mi libro, sin una mera introducción de nadie, y constatando que la parte organizadora no ha movido el encuentro en absoluto”.
Si alguien quisiera acabar con todas las lesbianas de Madrid, claramente podría hacerlo. Estamos TODAS aquí #Laseducción #SaraTorres pic.twitter.com/9vo4G74pbq
— sandra cendal (@cendalsandra) April 4, 2024
Morir de éxito
A las siete de la tarde cada día de la semana, uno puede pasarse por las principales librerías de Madrid, de Tipos Infames a Traficantes de Sueños pasando por Cervantes y Compañía o La Central y encontrarse auditorios llenos de un público que hace poco no existía. Ya no son los sesteantes ancianos que solían presentarse en la Fnac, sino una nueva generación de lectores veinteañeros con un creciente interés por lo social, lo cultural y lo literario convocados a través de redes y podcasts. El pasado jueves por la tarde coincidieron en Madrid la presentación de
Mucha oferta, pero la tónica es que los eventos capitalinos estén llenos: ese público existe. Una de las librerías que mejor han entendido el papel de los eventos es Pérgamo, que reabrió sus puertas en septiembre de 2022. Cerezo sabía que la ventana de oportunidad del reclamo de ser “la librería más antigua de Madrid” era limitada, por lo que tenía que “crear un proyecto sólido que pasaba por inventar una comunidad que funcionó de maravilla”. Al principio, llegaron a hacer cuatro eventos a la semana, pero se dieron cuenta de que estaban compitiendo consigo mismos: raramente se llenaban, así que decidieron hacer menos pero más selectos.
Hoy organizan los vermús literarios, pequeñas charlas de treinta minutos donde el objetivo no es tanto que el público escuche al escritor de turno sino que interactúe con el resto del público porque, como recuerda Cerezo, “por mucha oferta cultural que haya, los espacios para socializar alrededor de la cultura no son tantos”. Esa es una de las razones por las que una nueva generación de lectores (y, sobre todo, de lectoras) ha encontrado en actos así una forma de encontrar una comunidad física. La agenda de los vermús de Pérgamo está llena hasta el verano.
"Puede ser cansado, pero peor sería que no te hiciesen caso"
La que está también llena es la agenda de Miqui Otero (1980), al que no le da tiempo a atender antes del fin de semana a El Confidencial porque “va de cráneo”. Su agenda refrenda la tesis de este artículo: en unos días tiene que realizar un par de entregas, hacer promoción y presentar en Barcelona su última novela, Orquesta (Alfaguara). “Tampoco es siempre así, ¿eh?”, ironiza. “La mayor parte de mi tiempo la paso en pijama en casa”.
Otero ya ha llegado a esa orilla desde donde las aguas se ven más plácidas, aunque los atracones no se los quita nadie. “Yo no tengo problema con hacer promo, me parece un privilegio tener lectores y espacios para defender lo que has hecho”, concluye. “Puede ser cansado, o al menos lo puede ser exponerte mucho, o te puedes aburrir de escucharte a ti mismo (e incluso pillarte manía, es imposible hablar mucho sin decir alguna tontería), pero sería mucho peor que no te hicieran caso y desde luego es un trabajo más agradecido que la mayoría de curros con los que la gente tiene que ganarse la vida”. Y me emplaza a encontrarnos el jueves que viene, cómo no, en la presentación de su libro en Madrid, con Manuel Jabois y las canciones de Joe Crepúsculo. Un cartel que ni el Mad Cool.
El sábado 20 de abril, Juanpe Sánchez López (1994), autor de
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